viernes, 30 de noviembre de 2007

ESCRIBIR ES HACER EL AMOR CON LAS PALABRAS


Sobre el Periodismo Literario

Reinaldo Cedeño Pineda

Después de casi veinte años de ejercicio, lo confieso… sé muy poco sobre periodismo. Sólo que es un dulce dolor. Sólo que hacer periodismo es como hacer el amor. A veces, un orgasmo; otras un desastre... pero en todo caso, siempre habrá una próxima vez.

En mis años universitarios siempre escuché con humildad y disciplina; pero allá dentro se movía también el diablillo de la irreverencia. Mientras unos se aferraban a los límites entre periodismo y literatura, yo escribía.

¿Cómo se escribe con imágenes? ¿Cómo se pinta con palabras? ¿Qué es un titular iluminado? ¿Objetividad o fabulación? ¿Cómo leer a Martí en el siglo XXI? ¿Cronicar, qué?

El puente son las palabras, como besos, o saetas; pero no hay Dios que las pueda arrancar.

Tengo algunas preguntas respondidas, pero tantas por responder que me asusto. Tal vez es hora de buscar juntos las respuestas, de intentarlo.

Alguien dijo que una imagen vale más que mil palabras; pero no pudo transmitir mensaje tan subversivo, sin sustantivos, verbos y pronombres. No pudo prescindir de las palabras.

Son tan importantes, que una sola puede salvar la vida.

-¡Cuidado!... esa única palabra, es , muchas veces, el límite entre la vida y la muerte.

Ninguna imagen puede lograrlo.

Hablar a estas alturas de la inmediatez de los medios audiovisuales o de la Internet, es una verdad de Perogrullo.

Así, los diarios, han debido aceptar su trabajo sobre niveles menos inmediatos de información y han dado paso a columnas o columnistas, o a los grandes reportajes. A ello se suman las revistas, con la posibilidad y por supuesto, el reto de tratar los temas a fondo.

De todo cabe en la viña del señor.

Tras estos imprescindibles apuntes, permítasenos detenernos en estos fragmentos:

“[…] se levantaba del sillón como si le quemase: se apretaba las sienes con las dos manos, andaba a grandes pasos por la celda y parecía como si tuviese un gran dolor […] se le encendían los ojos, y se volvía a sentar, de codos en la mesa, con la cara llena de lágrimas”.[1]

“Fisher se balancea, retiembla, quiere zafar del nudo el cuello entero […] Engel se mece en su sayón flotante, le sube y baja el pecho como la marejada […] Spies en danza espantable, cuelga girando como un saco de muecas […] se da en la frente con las rodillas, sube una pierna, extiende las dos, tamborinea; y al fin expira rota la nuca hacia delante, saludando con la cabeza a los espectadores” [2]

En efecto se trata del José Martí decimonónico. Ningún mejor ejemplo para empezar.

Los fragmentos anteriores nos dejan suspendidos en el aire: hemos podido ver los hechos y los personajes, como si pasara delante de nosotros una verdadera película.

Martí es común referencia para la historia del periodismo cubano; pero, ojo, no es posible copiarle después de una centuria. Ni hará falta.

Propongo, pues una mirada analítica a un fragmento de su prosa periodística, con el objetivo de apropiarnos de ciertas claves para el ejercicio de la profesión que son permanentes, que han resistido el embate del tiempo con holgura.

Tal vez son algunas de sus claves de eternidad.

Martí es un verdadero pintor con palabras.

Aunque, por supuesto, no ha conocido al padre Bartolomé de Las Casas, redimensiona su figura, la recompone a trazos, sabe darle una segunda oportunidad.

Ese instante de angustia, ese sufrimiento supremo, ese querer y no poder cuando escribía la Destrucción de Las Indias; Martí no lo dice simplemente, sino que lo muestra.

No comete el error de escribir: “El Padre Bartolomé de Las Casas está angustiado”; sino que nos llama para verlo, nos hace verlo.

No da cabida a otro error, la enumeración de hechos más o menos conocidos, al estilo de un informe; muy al contrario, selecciona aquellos trazos de mayor relevancia. Y en su laboreo en las letras, les saca brillo.

En consecuencia, hoy, no hacemos nada escribiendo: "hacía un calor infernal", "Cuarenta grados a la sombra"… cuando resulta más efectivo, cuando tiene mayor rendimiento comunicativo, describir como la gente se quitaba la camisa, o corría hacia las fuentes…

Y más vale hacerlo en unos trazos, sin inflar.

Narrar suele ser más efectivo que relatar.

Martí nos entrega el final de los mártires de Chicago en Un drama terrible; pero no escribe sencillamente que "los asesinaron en la horca", o que "es un final trágico, injusto o espantoso", aunque efectivamente lo sea. Prefiere sentarnos en la silla para que seamos partícipes del drama, y los ojos nos duelan de horror.

Esa y no otra cosa es la “memoria inconsolable” de la que hablaba Marguerite Duras. Escribir de hechos pretéritos, cual si se participara en ellos, sufriendo lo que no se puede cambiar, con el latir de esa misma sangre, sin conformismos.

Hemos de hallar la trascendencia. ¿Qué aportaba Las Casas a su época, sino el retrato de un hombre justo que no se rindió nunca?

¿Cómo dialoga hoy con nosotros, un hecho o un personaje del pasado, sobre los que, de mutus propio o por encargo, debemos hacer crónicas, entrevistas, investigaciones?

Martí nos entrega un discernimiento radical, en su mirada a las esencias, no a las apariencias; al partido ético antes que a cualquier otro; a la obra más que a la cuna, a las grandezas por encima de las flaquezas.

Avancemos en el tiempo para detenernos en esta crónica del maestro Víctor Joaquín Ortega: Canto por el último lugar

“La veo correr. El dolor me invade. Llega última en la serie semifinal […] No la esperaba victoria, más nunca pensé verla caer, casi desfallecida, pálida: mordido el labio inferior, los ojos en otro sitio […] en su gloria, aún más lejos”.[3]

El autor se refiere a una corredora polaca, Irene Szewinska, recordista mundial de los cuatrocientos metros planos (antes de Marita Koch) y plurimedallista olímpica, durante su participación en Moscú 80.

¿Qué puente unen al artículo martiano y esta crónica deportiva? La capacidad de pintar con palabras, repito.

Escribir con imágenes, en mi opinión, resulta un imperativo para la prensa contemporánea, no sólo impelida por los medios audiovisuales, sino por el alto valor comunicativo de esa forma sobre otras más tradicionales.

Las descripciones cinematográficas dotan al relato de luz, dinamismo, sentido y unidad.

El uso del suspenso, los verbos de movimiento y los diferentes tropos de la lengua, no son materia privativa de la literatura ficcional. Son signos de la lengua, tan lícitos o inconvenientes, según el uso y la función para los que se les designe.

El terror a la metáfora, tomada esta como punta de lanza, se basa en la suposición de que esta oscurece o adorna innecesariamente el relato periodístico. Lejos de eso, los tropos bien plantados por así decirlo, iluminan. No adornan, profundizan. No redundan, redondean.

Es más, en ocasiones, son imprescindibles. Cuando se trata una materia poco conocida, hay que buscar asociaciones y allí el símil presta una ayuda incalculable.

Una pregunta retórica, por ejemplo, es un llamado a la reflexión. El epifonema, máxima que resume toda la tesis de un trabajo, se presenta como un toque diamantino en los finales. La hipérbole suele ser muy útil para matizar situaciones difíciles, dar un toque irónico, imitar lenguajes….

Eso sí, no hay que salir a buscarlas, ellas nos encuentran a nosotros. La guía es una: la necesidad expresiva. Y su utilización se halla en relación directa con la intencionalidad del mensaje.

El hecho estético que representa la selección de un determinado repertorio lingüístico, acompaña al hecho comunicativo y ha de estar en función de él, como la hoja de un cuchillo en su envoltura.

En cambio, su desbordamiento, lo arrasa todo.

El periodismo literario exige una indisoluble unión ideo-estilística.

La verdad que se tiene, transmítase de la manera más sólida, comprometida, inquietante y hermosa que sea posible.

Ahí está Martí de nuevo, enseñándonos aún desde su texto centenario:

“Arrancan de la tierra, rodeados de palacios, sus cuatro pies de hierro, se juntan en arco, y van ya casi unidos hasta el segundo estrado de la torre, alto como la pirámide de Cheops: de allí fina como un encaje, valiente como un héroe, delgada como una flecha, sube más arriba […] En lo alto de la cúpula, ha hecho su nido una golondrina”[4]

Casi no hay que decirlo, el ejemplo se explica por sí solo. Esa golondrina es como la gema de la corona, valga el símil empleado.

Por supuesto Martí antecedió a Tom Wolfe y su Nuevo Periodismo que se prodigaba en escenas y diálogos, que hacía preguntas provocadoras, que ubicaba a gente anónima como protagonista. Y a Martí, aún lo antecedía Daniel Defoe y su Diario del Año de la Peste.

Y si seguimos buscando, hallaremos que en materia pionera, siempre hay pistas.

La doctora Yamile Haber Guerra ha señalado:

“Dicen sus detractores que el periodismo literario resta objetividad a esta profesión. Mas todo lo contrario: aporta nuevas formas de objetividad. No es precisamente hacer un periodismo lírico: te sientas y la imaginación lo hace todo por ti; se trata de construir una base material informativa que permita formas superiores de montaje y proyectos de narración del hecho noticioso.[5]

En mi experiencia como periodista, he visto de todo y permítaseme hacer algunas referencias, no por modélicas; tal vez por cercanas. Allí, en la práctica pude comprobar un axioma martiano que me repetían en mis tiempos universitarios:

“Que un periódico sea literario no depende de que se vierta en él mucha literatura sino que se escriba literariamente todo.”

Y no estamos hablando de la crónica. El periodismo literario no es sinónimo de crónica, de ninguna forma específica. Se trata de un concepto, de la asunción de una forma general, de una manera sostenida y argumentada de “producir” el texto periodístico que privilegia su espiritualidad y una comunicación más íntima, menos impersonal.

El periodismo literario es un antídoto contra la caducidad de los mensajes.

El periodismo literario es una voluntad de estilo.

La crónica, como relato emocional de un hecho, suele cargar sobre sí “toda la materia literaria” que se les escamotea a otras formas. La práctica cotidiana ha dejado atrás aquellas definiciones en las que se le endilga “el aprovechamiento de las técnicas de la literatura”

No es necesario que se trate de la entrevista a un escritor o la crónica de una medalla olímpica, para encontrar palabras que “novelicen” el hecho. ¿Puede escribirse literariamente sobre la recolección de café? Sí. ¿En una información? Sí. ¿Puede narrarse un descubrimiento científico utilizando el estilo del periodismo literario? Sí.

El periodismo literario exige un redactor eficiente que se mueve entre los diálogos y los párrafos con soltura, más que entre los quiénes y los cuándos, apuntalados técnicamente, en ocasiones, como una pedrada.

El periodismo literario exige atención. Mucha atención, para escuchar hasta lo que no se dijo, el "callado estruendo" que apuntara Lezama Lima. Un periodista que anote y compare. Un periodista capaz de recrear, de fabular. La imaginación es la sal de este banquete…

Txema Ramírez de la Piscina, especialista vasco en comunicación apunta de otra forma:

El periodista que se muestre ávido por desarrollar el periodismo literario, tiene que saber en primer lugar que sus trabajos deben ser profundos; los artículos deben ser más extensos y meticulosos que los habituales; tiene que hurgar en el pasado de los personajes y estudiar el background de los acontecimientos, ya que sólo así podrá redactar un buen artículo. [6]

A tenor de todo esto, recuerdo mi encuentro con la escritora Dulce María Loynaz, en aquella casona perdida de El Vedado. Lo recuerdo abrir la puerta herrumbrosa, caminar despacio hasta la cancela, mientras sonaban bajo mis pies las agujas de pino.

Lo recuerdo mirando atónito la estatua descabezada encadenada a la baranda, entrar por fin para que un espejo le copiara, enorme espejo coronado por un águila. Y como se le desdibujaron las lacas y los abanicos, la mesa de mármol verde, verdísimo, con la imagen del Rey… cuando la mítica nonagenaria en su sillón secular lo recibió.

Como un lirio a punto de quebrarse; pero con mente de ceiba, escribí más tarde.

Entrevistar no es un toma y daca de preguntas y respuestas. Es saber escuchar, para que no se nos vaya en la premura de la próxima pregunta prefabricada, la provocación o el germen de la próxima interrogante que en ese justo momento está hablando.

Entrevistar es beber de un sorbo el espíritu de una vida. Eso exige una recia preparación, insustituible. El periodista en ese intercambio íntimo, ha de estar a la altura del entrevistado. Y ha de saltar como un recordista, todos los listones.

Por eso existen varias versiones de la misma entrevista.[7] En cada una, aparece un detalle distintivo. La radio capta las inflexiones de la voz y la televisión los gestos; pero yo sólo contaba con una agenda. Con ella y con imaginación, hube de arreglármelas; hemos de arreglárnosla… claro si no es que acudimos a todas las posibilidades multimedias e integradoras de hoy.

Dulce, como era de esperar, me dio unas respuestas inolvidables que valían oro; pero el ambiente también era protagonista.

A la hora de redactarla, entendí que los juicios del periodista eran suficientemente valederos para ajustar hechos y apuntar detalles que me había entregado. Y más que preguntas y respuestas, aquello resultó un intercambio.

El simbolismo de sus gestos y sus pausas se integró de un modo natural. ¿Cómo dejarlos fuera, y aquella casona del Vedado, aquel sillón secular, aquellas manos pálidas que parecían acusar el tiempo?

No se podía prescindir, sin perder lo mejor del intercambio.

La entrevista exige agudeza y lecturas anteriores.

¿Cuántas veces no nos hemos quedado a la zaga?

¿Cuántas veces se ha desaprovechado un testimoniante excepcional?

¿Y, cuántas, lo más terrible, visto nuestro desconocimiento, el entrevistado, en el mejor de los casos, nos mira compasivamente, se burla en su interior y nos entrega respuestas anémicas, corteses, casi inservibles... que tal vez comente con hilaridad en su próxima tertulia?

El experimentado Luis Sexto, escribió:

[…] El periodismo, no obstante todos sus vínculos con la realidad noticiosahalla su dimensión más duradera e influyente cuando se aproxima a lo literario-estético mediante el trabajo del estilo y las técnicas narrativas. Norman Mailer, a quien se le atribuye, entre otros, un reverdecer del periodismo literario, dijo que era posible contar la historia como novela y la novela como historia. Por ello, tal vez los reportajes de John Reed puedan ser leídos aún con una pasmosa actualidad. También los de Pablo de la Torriente Brau. Trascendieron el círculo inmediato de lo perecedero, para insertarse en la órbita de lo permanente, al expresar sus enunciados sobre el discurrir cotidiano en un movimiento narrativo pleno de vitalidad [8]

La fabulación periodística, no falsea los elementos medulares del relato. No puede hacerlo. Se presenta, eso sí como elemento ideal en la creación de atmósferas y el sostenimiento de clímax.

La objetividad periodística es una fórmula, no un a realidad. Es una construcción intelectual muy relativa, basada en el supuesto de que la realidad puede ser atrapada, que los profesionales pueden someterla si se apegan a determinados mecanismos; pero….

En realidad, “la realidad” es inatrapable. No hay posibilidad de reflejarla tal cual, tal vez sólo de refractarla, o en el mejor de los casos de recrearla. Ni siquiera una cámara fotográfica o cinematográfica puede ser fiel. ¿Quién no sabe que en ese caso, se toma sólo una parte de la realidad seleccionada, qué la selección implica ya dejar otra parte fuera?

Desde la fuente, la interpretación de los datos obtenidos y el repertorio lingüístico escogido, hasta la relectura del trabajo por el destinatario, si tenemos en cuenta que toda lectura es una reescritura… se activan múltiples subjetividades, mediadas por intereses, culturas, factores sicológicos, sicosociales y un largo etcétera, que es definitivo en una labor artística por naturaleza.

¿Acaso vio Martí la golondrina en la cúpula de la torre Eiffel? ¿Realmente se mordió el labio Irene en su fracaso en la Olimpiada de Moscú 80?

¿Le ha quitado objetividad al relato, o lo ha enriquecido?

Mientras usted se responde esas interrogantes, quiero dedicar unos minutos a los titulares. Uno, porque no son, no pueden verse como elementos externos a la labor periodística. Y son tan definitorios como el trabajo mismo. Para algunos incluso, son más importantes que el texto que le sucede.

Reconozco que los titulares me persiguen desde que llegué al periodismo, y que lo he estudiado tan asiduamente que se convirtió en mi tesis de Maestría de la Comunicación.

He seguido extendiendo mi estudio inicial de la prensa local, a un examen de la prensa hispana digital, en España, Latinoamérica, los medios hispanos de Estados Unidos e incluso Guinea Ecuatorial. Y no quiero desaprovechar la oportunidad para entregarles un botón de muestra.

En mundo de hoy, en la red digital interconectada, los titulares se han vuelto definitivos. Y su elaboración es también una cuestión de estilo, de elección. Es otra zona en la que se mueve el periodismo literario.

Si se entiende el titular, no sólo como el simple encabezamiento, sino además como la tarjeta de presentación, la vitrina, la sustancia y el latido de la información, ya estaremos justipreciando su valía

¿Cómo minimizar su importancia? ¿Cómo darnos el lujo de desaprovechar su destaque gráfico en el espacio, elemento privativo de la prensa escrita, tan diferente de los titulares “orales” de la radio o la televisión?

El titular es portador de un alto rendimiento comunicativo. Es capaz de lograr el impacto o “una focalización selectiva de la atención”.[9] Y eso, no es poco.

Los títulos “literarios” o iluminados

Algunos se han empeñado en llamarles “titulares literarios” y otros “titulares llamativos” a un tipo especial de titulación; pero a mi modo de ver, yerran ambos grupos. Porque todos los titulares deben tener como principio ser llamativos, porque el título de un artículo, sea cuales fueren, ha de estar a la misma altura de una novela o un filme. Por eso, hemos escogido la nomenclatura de titular iluminado.

Pueden formularse de manera nominal o utilizar verbos; pero lo importante es que buscan su rendimiento, su funcionalidad comunicativa mediante el diseño de una frase ingeniosa que asalta y sacude, que toma por sorpresa al lector. Su poder de sugerencia, provoca la lectura. Sus metáforas engrandecen el hecho, sin suplantarle.

La formulación iluminada puede usarse en cualquier contexto y suele realzar acontecimientos que, expresados de manera rutinaria, podrían pasar por alto. Son titulares “más pensados”, pero no “forzados”.

Los titulares iluminados constituyen una verdadera invocación del periodista al lector, un detenido laboreo de mesa.

- Londres se derrite
(BBC Mundo.com, Martes, 18 de julio de 2006 )

- Francia está ciega (El Mercurio, Santiago de Chile, 14 de junio de 2006)

- El día que a D10S le cortaron las piernas (La Opinión, Los Ángeles)

En los ejemplos citados está claro que en Londres hace mucho calor –en realidad se trata de temperaturas entre 32 y 37 grados Celsius–. La formulación escogida por BBC Mundo, descartó títulos al estilo de “Ola de calor en Londres” o “Londres, 32 grados”, porque tales temperaturas se quedarían en el ámbito local o en el norte europeo; pero alejaría al potencial lector de países tropicales y ecuatoriales, donde tales grados son habituales.

Sobre todo, la imagen Londres se derrite es una verdadera pintura con palabras –puede verse “como se tuercen bajo el sol”, el Big Ben y el Palacio de Buckingham-. Es una opción que revela voluntad de estilo en el medio, una opción ya asimilada como costumbre, tal como corresponde a toda publicación web.

El caso de la ceguera de Francia tiene un impacto evidente. Aunque alude al discreto desempeño de Francia en el debut del mundial de Fútbol, al solitario gol; decanta un título como “Pobre debut de la escuadra francesa” y acude a una metáfora rotunda: Francia está ciega.

Es un título breve, iluminado, que "ha cerrado los ojos de la Torre Eiffel y el Palacio de Versalles", que alude a la sequedad y la torpeza, de manera iluminada.

El tercer ejemplo demuestra una cuidadosa construcción, porque hay en ella varios elementos. Alude al día en que a Diego Armando Maradona lo encontraron dopado por cocaína en el Mundial de Fútbol de los Estados Unidos.

Es un artículo que hace la evocación, por tanto encuentra la dimensión y la trascendencia, para convertir en actual un tema ya pasado. ¿No es, acaso, la esencial fórmula martiana sobre El Padre Las Casas?

Por otro lado, acude a una combinación para formar la palabra DIOS que en realidad escribe D10S. Es la D de Diego, y el 10 de su número de camiseta. Todo eso, por si fuese poco de la visualidad que es capaz de evocar: Un dios sin piernas….

Otros ejemplos:

- La tristeza no tiene fin //
(LaNacion.com, julio 2006)

- BALCANES:
SERBIA Y MONTENEGRO, DIVORCIO DE TERCIOPELO
(Terraviva América Latina, 9/6/2006)

- El ALCA, entre la tumba y el maquillaje (IPS, fechado en México, noviembre, 2005)

- Las selvas de París en Londres…. // Las selvas más hermosas nacen de la imaginación y no de la naturaleza. Ése es el mensaje que se desprende de la gran exposición del pintor francés Henri Rousseau, "El Aduanero", en la galería Tate Modern de Londres (BBC mundo.com, Jueves, 10 de noviembre de 2005 - 20:15 GMT)

.El santo no hizo el milagro.... Así podría resumirse la visita que hizo a Washington la semana pasada el presidente Álvaro Uribe…. (Cambio.com.co, Colombia, 7 de mayo de 2007).

Las vivencias del periodismo literario

Una de las experiencias más conmovedoras que he tenido en el periodismo ha sido mi encuentro con el pintor holguinero Marcos Pavón, ya fallecido.

Sin dejarse vencer por la poliomielitis, este señor se convirtió en un increíble artista, pintando con la boca, y en su propia casa ante mi incredulidad, me hizo una demostración.

La entrevista mereció el Primer Premio en prensa Escrita, convocado por la Asociación Cubana de Limitados Físicos Motores (ACLIFIM) en el 2002. Bajo el título: Siempre pongo por delante la esperanza[10], fue publicada en el diario Juventud Rebelde.

Alguien me había dicho, como un señalamiento que aquello no comenzaba como una entrevista… ¡Qué lástima, parece un cuento!.... como si la escena con que comenzaba el trabajo no fuese ya una forma clásica del nuevo periodismo o periodismo literario. Usted dirá…
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Por Reinaldo Cedeño Pineda

—A ti sólo te voy a enseñar a leer, porque tú no puedes escribir, Marcos... mi Marcos.

Un mar batía olas dentro. La madre dejó sus ojos más allá de las lomas, más allá...

-Yo si puedo, mamá… póngame el lápiz en la boca.

Y Ramona Estrada copió las cinco vocales en aquel cuaderno. El niño se inclinó, apretó con labios y dientes, y escribió debajo. Despacio, lento el trazo y aparecieron: a, e, i...

La escuela quedaba lejos, más allá del brazo extendido, detrás de la montaña, y los hijos eran ¡ocho! Ramona decidió entonces que ella misma sería su maestra, de los propios y los ajenos, en aquel paraje entre Perronales y Aguas Claras, actual territorio holguinero.

La reina era la naturaleza, el caballo su mensajero; su espejo, el río.

Pero no sólo era la letra, no…. "Mi mamá, dibujaba muy bonito. Ella hacía florecitas, casitas, todo 'naïf', y las ponía en las paredes, en la mesa, y yo le prestaba muchísima atención. Encárgueme lápices de colores, mamá y una libreta blanca... que voy a pintar."
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Ni siquiera él mismo recuerda lo primero que hizo en aquella libreta. ¿Fue tal el diálogo palabra por palabra?
El periodista respetó estrictamente la médula, pero fabuló alrededor de un hecho profundamente humano.

De qué otra forma hacer ver al lector el estoicismo, la voluntd y las lágrimas?

No existe el periodismo sostenido en el aire ni el relato vacío.. Al menos, no debería existir.

El periodismo sin hechos concretos, sin profundidad, sin investigación, ese no es nada.; mas las palabras son como un río inatrapable. Dominar su cauce, hallarle sus meandros, admirarle sus cascadas… he ahí el reto.

Como en mis años universitarios, sigo escuchando con humildad, pero igual, dejo que otros le anden buscando los límites o las junturas al Periodismo y la Literatura...

Mientras, sigo escribiendo, sigo haciendo el amor con las palabras. Intentándolo.

NOTAS

Fragmentos de una conferencia dictada en la Universidad de Oriente, Santiago de Cuba, 28 de noviembre de 2007

[1] José Martí: “El Padre las Casas”, en La Edad de Oro, Obras escogidas en tres tomos, T II, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1992 p.327.
[2] José Martí: “Un drama terrible”, en Obras escogidas en tres tomos, T II, Editorial de Ciencias sociales, La Habana, 1992 p.205. Aparecida originalmente en El Partido Liberal, de México, 27,29 y 30 de diciembre de 1887; y La Nación de Buenos Aires, 1ro de enero de 1888.
[3] Víctor Joaquín Ortega: “Canto por el último lugar “ en Desde Atenas, las Olimpiadas, Editora Abril, La Habana, 1988, p. 154.
[4] Jose Martí: “La Exposición de París”, en La Edad de Oro, Obras escogidas en tres tomos, T II, Editorial de Ciencias sociales, La Habana, 1992 p.317-318.
[5] Yamile Haber Guerra: “Periodismo y literatura”, en revista Ámbito, Holguín, N. 109, edición especial, 1997, p.4.
[6] Txema Ramírez de la Piscina: “El periodismo literario en Euskal Herra”, en www.euskonews.com/0195zbk/gaia19502es.html
[7] Sobre le particular existen versiones publicadas en la Revista del Caribe (Santiago de Cuba), Ruptures, revista canadiense cuatrilingüe; Ahora, revista cubana de Holguín. Y el volumen “Cartas a Saturno”, Ediciones Santiago, Santiago de Cuba, 2005.
[8] Luis Sexto “Un bizancio contemporáneo”, en La Tecla, Ciego de Ávila, www.latecla.cu/literario.htm
[9] Daniel Goleman: Inteligencia emocional, Editorial Cairos, Madrid; 46.edición, 1996, p.76.
[10] Reinaldo Cedeño: “Siempre pongo la esperanza por delante”, Juventud Rebelde, La Habana 22/8/02, p.4

lunes, 26 de noviembre de 2007

EL SÍNDROME DE LAS PUERTAS CERRADAS

Reinaldo Cedeño Pineda

Parece una simpleza, pero en lo absoluto. Es una forma de pensar entronizada en Cuba: la de las puertas cerradas.

Se ha escrito más de un artículo sobre lo que ya se ha convertido en una epidemia… pero nada, nadie parece hacerles caso.

Pronto sobrarán los arquitectos, al menos para planificar los vanos de las edificaciones.

Será suficiente con que incluyan una abertura más o menos, una pequeña abertura y no un abertura colosal; una pequeña abertura por donde se pueda pasar… parodiando a Nicolás Guillén.

Puertas de iglú.

Sabidas son las dificultades del transporte en Cuba. No basta con camionetas o “camellos”, en los que se llega al trabajo o se retoma el camino a casa, en un solo ladrillito… como si fueras a bailar danzón.

No basta. La estrechez y el apretujamiento siguen…. Y eso que un colega ha dado en llamar con indulgencia “duendes de la irritación”.

Puedes encontrarlos en una tienda, en una terminal, o un cafetería; en una actividad festiva o en un ómnibus...

En una terminal con paquetes… ese es uno de los pasajes favoritos.

Serían dignos de custodiar las puertas del infierno.

No importa que en el lugar se hayan diseñado seis, cuatro, o dos puertas. La dirección de los lugares decide abrir no una puerta completa; sino media hoja. El vigilante casi roza contigo.

Pobres puertas que no se realizan, que no tienen un día de amplitud, que se aherrojan en sus goznes.

Tendrás que formar una fila india, o un tumulto. Y seguir el ritual.

Si fuera una vez, en un sitio… el comentario se desinflaría por si mismo; pero esas puertas clausuradas, abiertas a medias que usted puede encontrarse en casi cualquier sitio… son capaces de desesperar al más equilibrado.

Es el control, amigo, me han dicho. Cierto, la verdad es que mucha falta hace; pero… ¿por qué no ensayar otras vías? ¿hay que cerrar la dichosa puerta?

¿Quién controla a los clausuradores y cerradores de puertas?

Las puertas pueden estar clausuradas por un largo, largo tiempo. Las puertas de los baños son las candidatas favoritas.

Clausurar antes que arreglar.

Recientemente viajé de Santiago de Cuba a Sancti Spíritus; luego de esa villa a La Habana. En los flamantes ómnibus chinos Yutong que tanto han mejorado el transporte entre las provincias…

Flamantes pero sus baños tenían las puertas cerradas, en ambas ocasiones.

Es el mismo pensamiento, ahora sobre ruedas: Clausurar antes que limpiar.

Las puertas en tierra pueden estar cerradas porque el responsable está merendando. O porque ha faltado justo ese día. O porque hay mercancías bloqueándolas y no hay donde ponerlas. O porque es una medida provisional…

Provisional se ha vuelto una palabra maldita.

O porque hay problemas constructivos o hidráulicos. O porque la otra puerta está muy lejos. Porque hay que controlar…

Es un repertorio inacabable…

Abundan los ejemplos, tanto que sería injusto mencionar a unos y dejar fuera a otros. Injusto singularizar.

Tantas veces he tenido que entrar y salir por la misma media puerta abierta….

Los "peloteos" en las gestiones, ese ir angustiado de un lugar a otro, son también portazos tirados en el rostro... casi pedradas.

Puertas cerradas a la cortesía, puertas cerradas a la comodidad, puertas cerradas a la lógica, puertas cerradas a la sensibilidad.

Puertas abiertas al facilismo, puertas abiertas a la irritación.

Nuestras puertas de cada día.

El cliente nunca tiene la razón.

Puertas mentales que han sido clausuradas para siempre.

sábado, 24 de noviembre de 2007

ESTACIÓN BRASIL


Reinaldo Cedeño Pineda

Me he quedado sujeto a mi butaca, asido a mi tabla salvadora, sin saber qué hacer, cuando Fernanda Montenegro-la escritora de cartas, se ha levantado sigilosa, deja atrás al niño que por fin ha encontrado a su familia después del largo viaje…

Ahora se va la madre que le ha nacido en el camino, se queda el hijo recién descubierto….

Quiero enjugar las lágrimas, quiero cambiar la historia de Estación Central de Brasil… pero la sala se apaga. Yo me quedo colgado…

Y otra vez estoy sentado y Brasil apenas dista unos metros de mí, cuando este señor, Thiago de Mello, afirma que los martes más grises pueden convertirse en mañanas de domingo; dice venir de la Patria del Agua, del Pulmón del Mundo, del Amazonas.

¿Qué color tendrá el cielo, qué aroma se respira, qué versos nacerán en la minúscula aldea de Barreirinha, oasis del poeta?

Sentado, sentado… mientras en la sala de conciertos la música nos mantiene en vilo, el coro crece, la orquesta revienta, que Heitor Villa-Lobos es de ébano y de marfil y habita en las manos de este pianista y suena una Bachiana

Sentado en la sala de mi casa, al lado de mi madre mientras Lucelia- Isaura- La Esclava está atrapada entre el amor y los hierros de la ergástula, y el país llora con ella, fuera de la pantalla.

Tengo que conformarme, tengo que ver los muñecos gigantes de Pernambuco sobre las tablas del Teatro Heredia de mi ciudad, y el verde y el amarillo batiendo la cintura.
¡Y mi butaca que está prendida y no desaparece!, que no se vuelve la grada de un sambódromo…

Brasil, Brasil brasileiro ¿Cuántas veces cerca y lejos de mí?

No quiero estar más sentado cuando Ronaldo, o Ronaldinho, dos Pelé reencarnados, aniden el balón, que el mundo es un balón si hay “jogo bonito” de la canarinha, y levantarme en olas, en el Maracaná…

Levantarme, cuando Hortensia Marcari enceste el oro desde la mitad de la cancha.

Quiero estar de pie cuando pase la chica de Ipanema, mientras Jobim le adivina sus pies hundiéndose en la arena y Vinicius de Moraes le regala un poema.

Será mucho pedir, pero quiero intentarlo, subir al Corcovado, desafiar el abismo donde el Cristo Redentor abre sus brazos de granito a la bahía y los cerros, a las mansiones y favelas bajo su pedestal.
Intentar, llegarme hasta Brasilia, tocar los muros y los parques de Niemeyer mientras observo como su gente se parece a mi gente.

Y con suerte, con mucha suerte, estar sentado por única vez cuando María Bethania, traiga la rosa de los vientos en la garganta y el caballero de fina estampa, Caetano, desgrane su melancolía, y tal vez hasta Ellis Regina asome un tono desde la inmortalidad, se encarne por un segundo en Gal Costa y haga temblar al continente.

No voy a temblar si puedo dar mi voz, mi hombro a la familia de Jean Charles de Menezes, a quien las balas de la histeria le hicieron caer al lado del Big Ben.

Vengo de una ciudad que mira al mar desde el Caribe…

¿Cómo serán las olas del Atlántico con los ojos de Río, Salvador de Bahía o Florianópolis?

No sé qué sueños, no sé qué tiempo… voy a pararme frente a la casa donde nació Glauber para saber cómo en su tierra en trance, en su tierra del sol, combaten Dios y el Diablo.

Dicen que sueños son, pero iré hasta la tumba de Carmen Miranda, aunque la prefiero Maria do Carmo, sin bananas a la cabeza. Y le pondré una mariposa blanca de mi Isla.

Brasil, permiso para sentarme en el parque más humilde de tu Río, a leer un poema de Andrade...
A encontrarme a Gabriela, la de clavo y canela…

Permiso para darle un abrazo al primero que pase, sea hombre o mujer, y decirle en su lengua sonora, muito obrigado… aunque no lo diga perfecto, aunque piense que estoy loco, aunque no sepa que vengo de muy lejos.

Y ese día, cuando me reciba un pecho brasileño, estaré en pie.

viernes, 23 de noviembre de 2007

Todo se derrrumba, pero yo tengo tus ojos...

CXXI
…………………………..
El mundo está muy triste.
Las gentes se dicen palabras duras.
Pronto lo tierra no querrá dar más flores ¿Para qué? Nadie piensa en las flores. Las flores se compran de pasada, pero piensan más en la tierra que en las flores.
Los malos asaltan todas las cumbres: la justicia es una muñequita en una escribanía de plata…
Las catedrales góticas se desmoronan poco a poco: lo más alto del mundo es el Empire Building. Todo se pierde, se derrumba, se acaba…
¡Pero yo tengo tus ojos claros!

Dulce María Loynaz

(De "Melancolías de Otoño")
Nota: El título de la obra en el blog, ha sido creado sólo para la ocasión

jueves, 22 de noviembre de 2007

EL PRIMER VÍDEO CLIP DEL MUNDO



Reinaldo Cedeño Pineda

El vídeo clip es un género de la contemporaneidad, que hoy nos parece debió existir siempre… pero su aparición se debió a una evolución natural.

La polémica siempre es ardua cuando se trata de señalar a los primeros, pero un cubano, Santiago Álvarez Román, y una fecha, el 1965 son definitorias.

En ese año, el famoso artista produjo una verdadera revolución en el montaje cinematográfico con su documental NOW.

Santiago Álvarez animó un exuberante material de archivo sobre la discriminación racial en Estados Unidos: perros, policías, palos alzados, ¡rostros!, y encadenó las secuencias in crescendo, a una canción interpretada por Lena Horne.

Es un material fundacional de una forma de la visualidad.

Santiago fue director de seiscientos noticiarios cinematográficos (Noticiero ICAIC Latinoamericano) y de centenar y medio de documentales.

Frente al mar Caribe, en una tarde memorable de confesiones, en 1996; tuve la oportunidad de conversar con él sobre su pasión testimoniante. Lázara Herrera, su esposa, fue nuestra acompañante.

Now ocupó un lugar especial.

-¿Está de acuerdo en la afirmación de qué es el precursor del vídeo clip?

"Sí, pudiera decirse así, porque el documental dura apenas los seis minutos, lo mismo que la canción de Lena Horne.

“Comprobando todo lo que se hizo ese año en el mundo, todo lo que nos ha llegado, puede concluirse que fue el primer vídeo clip. No tengo a menos ni vergüenza decirlo”.

-¿Se propuso crear un nuevo estilo?

“Las estructuras de Now nacen así, como un montaje dinámico, un collage de imágenes que surgen por la propia necesidad.

“Las carencias llevan a la invención y este fue el caso de Now.

“Me hizo recordar mis experiencias sobre la discriminación racial en Estados Unidos, donde trabajé como minero en los años cuarenta".

-¿Puede acercarnos a esa historia?

"El caso es que tuve que abandonar mis estudios de medicina en Cuba. Me fui a los Estados Unidos porque no quería ser una carga, y en el trayecto de un ómnibus de Miami a Nueva York, intenté darle el asiento a una negra que llevaba a un niño en brazos.

“Muchos comenzaron a decirme horrores en inglés, y yo le dije a la negra que me diera el niño para llevarlo y le contesté a todos que...! había que matarme para quitármelo!.

"Entonces, había una ley que permitía a los negros sentarse… sólo en la parte de atrás de los ómnibus. Aquel pasaje se me quedó grabado y la oportunidad fue Now".

¿Cuánto ha filmado?

"Todo lo que se mueva, quiero filmarlo. En el documental no hay maquillaje, no se puede decir: ¡para la guerra… que la toma no quedó buena! Eso es lo difícil y lo hermoso”.

Varias de las imágenes de Santiago Álvarez, forman parte del patrimonio fílmico universal:

Las palabras del presidente chileno Salvador Allende denunciando las conspiraciones contra él (¿Cómo, por qué y para qué se asesina a un general?, 1971) y Ernesto "Che" Guevara manejando un tractor (Hasta la victoria siempre, 1968).

Igualmente, captó las imágenes del primer bombardeo norteamericano sobre la capital vietnamita (Hanoi, Martes 13; 1967) y a Ho Chi Minh jugando con los niños (79 primaveras, 1969).

-¿Mi estilo, preguntas?... “Un maremoto de secuencias trabajadas”.

Cada año, Santiago de Cuba le rinde un homenaje a su memoria en el Festival Internacional de Documentales “Santiago Álvarez”.

Cuando en 1998, muy afectado ya por el mal de Parkinson, dejó de existir, abrí el libro que aquella tarde frente al mar, puso en mis manos: El cine urgente de Santiago Álvarez, del brasileño Amir Labaki.

Allí, en su portada, había dejado escrito de su puño y letra: ¡Viva el cine documental!, como una firma, como un auto de fe…

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Esteban Aguilar: A Contemporary Dance Revelation


By Reinaldo Cedeño Pineda


“I feel great with the small things, I feel like an angel. I touch them, see them, love them. Many people don't realize they are there, but I do …”


This is the synopsis of the piece The Angel of Small Things, with which the young dancer Esteban Aguilar Domínguez, of the group Broken Dance, won the prize for a male performance in the Tenth National Competition of Choreography and Performance Solamente Solos (Solely Alone) carried out this November with venue in Ciego de Ávila.


The jury, chaired by Santiago Alfonso, National Prize for Dance, thus awarded a piece that proposes a scenic speech of deep lyrical features and filled of symbolism (the earth, the water, the leaves…). With only seven minutes he’s capable of balancing his expressive gesture repertoire and the search of an original silhouette on the stage.


The Competition Solamente Solos (Solely Alone) –founded by the departed Pablo Roca– has been for Esteban Aguilar, a space of premiere and confirmation. In year 2005, he had won the choreography mention with The Road is Back to you, recreation about the life of the North American musician Ray Charles… but another far distant antecedent appears.


In year 1998, when he was barely twelve years old, at Eddy Suñol Theater (Holguín) was surprised by the presence of this boy. The invitation of Hermanos Saíz Association to May Pilgrimages was a response to the award he won at the contest of children choreography “My Fantasy World” made in Guantánamo, city located to the Cuban eastern.


“Ever since I was a child I liked dancing a lot and as I grew up, it also grew within me the love for dance. Besides there are many artists in my family, my mother teaches classic ballet and I have always looked upon her.”


Esteban is the outcome of a creation workshop that later became the Children Academy “Broken Dance”, this is an evidence of what can be achieved with this sort of initiatives in the entire country. Since year 2002 he creates the Company of equal name, under the direction of Ladislao Navarro.


“Broken Dance has meant a lot in my development as a dancer, although I’m almost beginning. It has given me a lot as a person and artist; it has been my school and my second house. Thanks to “Broken Dance” I have learned how to appreciate things and life better.


“In year 2006, we had a good season; we celebrated the thirteenth anniversary of the Company. There was high-quality in the plays we performed, the organization, the diversity... we had the opportunity of sharing with the companies Corpus (Matanzas), The Contemporary Ballet Camagüey In Dedans; Free Dance and Folkloric Ballet Babul, of Guantánamo.”


This last biennial has been successful for the young artist. In the competition Danzan Dos developed last October in the “Athens of Cuba” (Matanzas), he ran off with two mentions: choreography and male performance for his work A Kiss Hung of the Game, an exploration of the innocence of juvenile love. Next to his group, he has earned the critic's appreciation in The Days of Dance (Mella Theater) Dance in Urban Landscapes (Old Havana) and Dance in Public Landscapes (Holguín).


At age twenty, he is already prophet in his land. The Scenic Arts Council of Guantánamo recognized his work awarding him with the honorable Dance Award Elfriede Mahler –name of a famous North American professor and dancer, settled in Guantánamo -; while Hermanos Saíz Association of the territory, granted him the Prize to the Young Creator… and yet he walks looking into the future.


“To make a choreography I seek inspiration in the human being, in people’s feelings, in what is going on in the world, in the environment. I always choose the music… Beethoven, Bach, Mozart… for me those are the greatest. The idea gets to the brain, you never expect it, and everything begins to be born. Then the movements get adapted, they are perfected with music, they come together. I perhaps invert the terms, because only then, finally, I write the script.”


Esteban Aguilar unites to his excellent physical fitness, the security of his projection, he moves with versatility in the universe of dance. And on top of that, his imagination is at his best: “I love dancing; it is something I can’t describe, something that is part of me. Some day I would like to create a choreography everybody loves… I always try to improve myself as an artist every day.”


And there are reasons to believe him. If he focuses his deep gaze toward small things, the angel he carries inside, will spread its wings toward greatness.


(Cubasi Translation)

ESTEBAN AGUILAR: Revelación de la danza contemporánea cubana


Reinaldo Cedeño Pineda

“Con las pequeñas cosas me siento grande, me siento ángel. Las toco, las veo, las amo. Muchos no se dan cuenta que están ahí, mas yo sí…”

Tal es la sinopsis de la pieza “El ángel de las pequeñas cosas”, que le valió al joven bailarín Esteban Aguilar Domínguez, del colectivo guantanamero Danza Fragmentada, el premio de interpretación masculina en el Décimo Concurso Nacional de Coreografía e Interpretación Solamente Solos, desarrollado el pasado noviembre en Ciego de Ávila.

El jurado, presidido por Santiago Alfonso, Premio Nacional de Danza, reconoció así una pieza que propone un discurso escénico de hondos matices líricos y cargado de simbolismo (la tierra, el agua, las hojas…). Siete minutos bastan para aquilatar su expresivo repertorio gestual y la búsqueda de una silueta original en las tablas.

El Solamente Solos —fundado por el desaparecido Pablo Roca— ha sido para él espacio de debut y confirmación. En el 2005 había logrado la mención de coreografía con “The road is back to you (El camino vuelve a ti)”, recreación sobre la vida del músico norteamericano Ray Charles… pero un antecedente se adivina más lejano.

En 1998, cuando apenas contaba doce años, el teatro holguinero Eddy Suñol se asombró ante este niño. La invitación de la Asociación Hermanos Saíz a las Romerías de Mayo respondía al premio ganado por él en el concurso de coreografía infantil “Mi mundo de fantasía”, efectuado en Guantánamo.

“Desde pequeño me gustaba mucho bailar y a medida que fui creciendo, fue madurando en mí el amor por la danza. Además, en mi familia hay muchos artistas; mi madre es profesora de ballet clásico y ha sido mi gran ejemplo a seguir”.

Esteban es resultado de un taller de creación que luego se convirtió en la academia infantil Danza Fragmentada, demostración de lo que puede lograrse con iniciativas de este tipo en todo el país. Desde el 2002 integra la compañía del mismo nombre, bajo la dirección de Ladislao Navarro.

“Danza Fragmentada ha tenido un gran significado en mi desarrollo como bailarín, aunque apenas comienzo. Me ha aportado mucho como persona y artista, ha sido mi escuela y mi segunda casa. Gracias a Fragmentada he aprendido a darle más importancia a las cosas y a la vida.

“En el 2006 tuvimos una buena temporada, al celebrar los trece años de la Compañía. Hubo calidad en las obras presentadas, la organización, la variedad…. Pudimos compartir con las compañías Corpus (Matanzas), el Ballet Contemporáneo Camagüey En dedans; Danza Libre y el ballet folclórico Babul, de Guantánamo”.

Este último bienio ha sido fructífero para el bisoño artista. En el concurso Danzan Dos, desarrollado en octubre en la Atenas de Cuba, mereció dos menciones: coreografía e interpretación masculina por su obra “Beso colgado del juego”, una exploración de la inocencia del amor infantil. Junto a su colectivo, ha ganado el aprecio de la crítica en Los Días de la Danza (teatro Mella) Danza en Paisajes Urbanos (La Habana Vieja) y Danza en Paisajes Públicos (Holguín).

A sus veinte años, es ya profeta en su tierra. El Consejo de las Artes Escénicas de Guantánamo reconoció su labor al adjudicarle el honroso Premio de Danza Elfriede Mahler —nombre de una famosa pedagoga y bailarina norteamericana, asentada en el Oriente cubano—; mientras la Asociación Hermanos Saíz del territorio le otorgó su Premio al Joven Creador… mas él anda mirando hacia el futuro.

“Para hacer una coreografía me inspiro en el ser humano, en los sentimientos de las personas, en lo que ocurre en el mundo, en el medio ambiente. Escojo siempre la música… Beethoven, Bach, Mozart… esos para mí son los más grandes. La idea llega al cerebro, uno nunca la espera, y todo empieza a nacer. Luego los movimientos se adaptan, se perfeccionan con la música, se acoplan. Tal vez invierta los términos, porque solo entonces, por último, hago el guión”.

Esteban Aguilar une a sus excelentes condiciones físicas, la seguridad de su proyección, se mueve con versatilidad en el universo de la danza. Y por si fuera poco, su imago hierve en plena efervescencia:

“Amo bailar, es algo indefinible, algo que forma parte de mí. Quisiera algún día crear una coreografía que logre el reconocimiento de todos…Busco ser mejor artista cada día”.

Y hay razones para creerle. Si alimenta su mirada profunda hacia las pequeñas cosas, el ángel que lleva dentro levará alas hacia la grandeza.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Deporte Cubano: CUIDADO, no sólo vale el oro...

Reinaldo Cedeño Pineda

El mundo de hoy tiene más de doscientos países.

Cuba, su archipiélago, ocupa la posición 104 entre los territorios emergidos del planeta, con casi ciento once mil kilómetros cuadrados.

Por su población se ubica en el escaño 73, acercándose a los once millones y medio de habitantes.

En los últimos Juegos Olímpicos de Atenas 2004, cincuenta y seis países conquistaron al menos un título. Y Cuba quedó en el ¡lugar once!, con nueve títulos dorados y 27 medallas en total.

Algunos se atrevieron a lamentar que no estuviese en la primera decena.

En los últimos Juegos Panamericanos de Río de Janeiro, los deportistas de Cuba cumplieron una batalla épica, especialmente por el segundo puesto, con la nación sede.

Cuba podría caber dentro del territorio brasilero poco más de ¡76 veces!

El gigante sudamericano es el quinto país del globo, tanto por superficie como por cantidad de habitantes (más de 188 millones)

Sin embargo, la isla caribeña obtuvo al final, más títulos que los sudamericanos.

Valgan las cuentas.

La nueva geografía del oro

El número de territorios independientes se incrementó notablemente en los últimos años. Y en igual proporción creció la fuerza de los rivales y la redistribución de las medallas deportivas.

Se acabaron los Juegos Juveniles de la Amistad y los numerosos torneos por invitación que garantizaba los topes en Europa del Este. Se acabaron tantas cosas.

No hay que abundar mucho sobre el papel protagónico de la URSS en la actividad del músculo. Al desmembrase ese enorme territorio, lo que antes era uno, hoy se ha multiplicado.

Es doblemente difícil llegar al oro, por ejemplo, para un luchador o un boxeador cubano. Ha de enfrentarse a toda una armada ex soviética: kazajos, ucranianos, bielorrusos o azerbaijanos…

Eso sin dejar aparte la explosión de repúblicas ex yugoslavas convertidas en naciones, que como Croacia y Servia, conservan notable nivel en los deportes colectivos.

En los nuevos tiempos que corren, no por común deja de ser infamante, la compra- venta de atletas, aunque razones económicas estén por medio.

De esa manera, un africano negro como el carbón gana un título para la rubia Suecia en el atletismo; o a un asiático gana el oro panamericano en tenis de mesa para… República Dominicana.

Súmese a ello, la asistencia técnica cubana, brindada a otras naciones del área, que resulta en algunos casos, una de las vías de financiamiento de su propio deporte; aunque ciertamente nos arrebate preseas.

Sea de una manera u otra, el deporte cubano ha encarado el Tercer Milenio con el trabajo de siempre, con la disposición de no bajarse de la élite que hace décadas ha sabido ocupar.

Todo, a contrapelo, de las sabidas dificultades económicas del país.

Es deber de comentaristas y analistas deportivos, justipreciar cada actuación cubana, acorde con estas realidades. Y llevarla con todos sus detalles a la comprensión de los seguidores.

La geografía deportiva ha cambiado mucho desde Moscú 80 y desde los Panamericanos de La Habana 1991.

Rebajar la actuación de un segundo o tercer lugar mundiales es una injusticia y una absoluta irresponsabilidad. Aún tratándose del béisbol, nuestro deporte nacional.

Dicen que cada cubano tiene un manager dentro, y no soy la excepción. Creo que algunos que deberían estar en Taipei, no fueron seleccionados. Hubo mala suerte con algunas lesiones...

Suelo discrepar de Anglada, director de Industriales y ahora del equipo Cuba. Discrepé cuando fue seleccionado para encabezar el colectivo, mas por una vez coincidimos: no buscó justificaciones para el revés. El otro equipo, sencillamente, lo hizo mejor.

Se podrá mirar siempre a lo más alto del podio; pero interpretar como un fracaso las medallas de plata del recién terminado Mundial de Béisbol de China Taipei, es no haber entendido nada.

En materia de pelota, ya no nos enfrentamos a equipos universitarios, sino a selecciones de primerísimo nivel, con profesionales de las Grandes Ligas o de otras, lo mismo de Australia, que de Panamá, Venezuela, Holanda, China Taipei o Estados Unidos.

Se acabaron los rivales pequeños y los paseos, ni siquiera en los Juegos Centroamericanos.

La última cita en Cartagena de Indias 2006, así lo demostró, en la pelota y en general. Cuba obtuvo un centenar de títulos menos (en medio de la crisis de la natación y la gimnasia); pero aún así sacó diferencia ganadora, basándose en los deportes de combate y el atletismo.

No hay razón alguna para entrar en crisis. La labor es continuar preparándose con el propósito de ganar. Y eso sí, sacar lecciones.

Hay que saber confiar en la calidad excepcional de nuestros peloteros, los mismos que desterraron mitos en el Clásico de Béisbol. ¿O ya nadie se acuerda que el mismísimo Estados Unidos quedó fuera de la final?

Se suele medir con vara distinta el béisbol del resto de los deportes; pero pasión aparte, creo que la afición, conducida por analistas profesionales, ha de hallar el justo equilibrio.

Pronósticos y realidades

El deporte cubano, por suerte no es únicamente la pelota.

Ahora mismo se acaba de obtener el segundo puesto en el Mundial de Judo por Equipos, también en China. Se cayó ante las anfitrionas, otra vez con una Driulis González imbatible.

Para acceder allí, hubo que derrotar a Japón, el país inventor del deporte. ¿Quién se atrevería a cuestionar ese segundo puesto?

Alcides Sagarra, preparador cubano de boxeo, hablaba en cada competencia de las doce medallas de oro, en las doce divisiones.

.Siempre entendí aquello como una aspiración, como un espíritu impregnado a todos.
Lo alcanzó incluso en un Centroamericano; pero se entendía que no era un pronóstico.

Sobreestimar la fuerza propia, es un engaño que se paga caro, y que toca a periodistas especializados y comentaristas, discernir. Es tan fatal, como subestimar al contrario.

Por eso no entendí la insatisfacción del entrenador cubano de balonmano femenino, cuando las chicas no lograron el boleto olímpico en la final panamericana versus Brasil.

¿Cómo aspirar a ello sin el fogueo adecuado? ¿Cómo sobrepasar al Brasil, finalista olímpico con varias atletas en ligas europeas? ¿Quién es Cuba en el mundo del balonmano entre chicas?

En cambio, hay bronces con el brillo dorado. Así fue el de las mujeres criollas del polo acuático que desbancaron a las cariocas en su propia casa. Nunca le habían ganado, pero no se rindieron en la pileta de América. Fue un resultado fuera de cálculos.

Con demasiada frecuencia vi en Atenas 2004, lágrimas y disculpas. Tengo que decirlo: lágrimas y disculpas porque no se obtuvo el oro.

Es entendible, los atletas están en el fragor de la batalla y a nadie le gusta perder; pero afuera está la prensa deportiva, para valorar cada resultado cuando se anda compitiendo contra el mundo, repito, contra el mundo.

A veces, creo apreciar una sensación de desespero por el oro que se tarda en llegar, sobre todo en las transmisiones televisivas. Y se recibe a medias, el subtítulo o el tercer puesto.

¿Qué Cuba perdió contra Puerto Rico en voleibol femenino después de varias décadas? ¿Qué los varones también cayeron? No hay que buscar la derrota sólo en los errores cubanos, sino en el aumento del nivel de los boricuas, apoyados en una liga que mucho les ayuda.

En fin los pronósticos se basan en información actualizada, más que en la historia. Y es elemental, manejarla.

La invencibilidad deportiva es un mito.

Cuba marcha camino a Beijing.. El resto también se preparará con denuedo. Ni una pizca de autosuficiencia nos puede calar. Vamos, eso sí, a por todas.

Caso Fidelidad: NO HAY REY QUE PUEDA CALLARME


Si es una persona fiel, no lea esto….

Reinaldo Cedeño Pineda

Nunca pensé que la haría llorar.

Era uno de esos programas nocturnos de la radio, con música y opiniones. El tema central era la fidelidad amorosa… nada menos. Y la locutora solicitaba mi colaboración.

Mi teléfono sería el micrófono.

Cuando le comenté al aire que no creía en la fidelidad, su tono, habitualmente comunicativo, se apagó. A desgana aceptó mis teorías, y terminó el espacio… como pudo.

Pocos minutos después, me hizo una llamada que nunca he podido olvidar:

-Eso no se dice. Usted, me destruyó el programa. Y me colgó, sin más contemplaciones.

Desde entonces, he decidido ser más cauto al hablar del tema. Otras espinas me han tocado; pero nunca he creído en el silencio como opción. Aquí, en confianza, es hora de verter mis opiniones. Y no hay Rey que pueda callarme.

Con demasiada frecuencia olvidamos que los humanos somos también seres biológicos del orden de los mamíferos. Y que un pequeñísimo porciento de ellos, practica la fidelidad.

La monogamia es una opción pequeña dentro de la naturaleza. Ahí están los cetáceos y ciertas aves; pero algunas creencias han caído.

Una cosa es tener un solo compañero de por vida en un espacio defendido; y otra muy diferente, tener la opción de otra pareja y no aceptarla. Muchos animales monógamos no han resistido la prueba.

Pero no es el tema y no absolutizamos. Los humanos tenemos los componentes sicológicos y sociales que nos diferencian.

En mi etapa universitaria, tuve el privilegio de compartir con estudiantes africanos, árabes y sudamericanos. Los primeros, donde no es extraño el matrimonio de un hombre con varias esposas, nos tildaban de hipócritas:

-Ustedes se casan con una sola mujer; pero siempre están buscando otras… por detrás.

-Tenemos costumbres diferentes, afirmé.

Y es que en el tema de la fidelidad, los aspectos culturales y religiosos desempeñan un papel nada despreciable. La sociedad occidental en su devenir, fue imponiendo términos, a mi modo de ver, más cercanos al ideal que a la realidad demostrable.

No he viajado a los países escandinavos; pero es comentada su “flexibilidad” en materia amorosa, vista desde otros ojos. Incluso, leía una vez que el mantenimiento de un matrimonio latino en Suecia, se había convertido en una “excentricidad”. Chocaban dos maneras de ver la vida.

¿Habrán resuelto africanos y suecos, la tozudez de otras sociedades en las relaciones íntimas?

El concepto práctico de fidelidad suele restringirse al cuerpo y a su intimidad con una sola persona. Los “pensamientos pecaminosos” o la imaginación desbordada, la infidelidad desde la mente no suele considerarse tal, al menos siempre que no se confiese.

Sin embargo, la fidelidad es una construcción intelectual, una convención social que se acepta a la luz pública, pero cuya verificación individual hace aguas.

La fidelidad parte de supuestos, de aquellos que consideran la conducta humana lineal o predecible… pero los humanos, afortunadamente, no somos así.

Cuando se afirma te amo, puede ser una verdad rotunda, justo en ese momento. Prolongar el estado de gracia en el tiempo, puede ser una condición bien arriesgada.

La fidelidad es un rejuego social que nos envuelve, queramos o no. En consecuencia, es aceptada como una posición “civilizada”; mas en la práctica, se estira y acomoda a conveniencia.

La infidelidad es la salida personal a una dictadura social.
Y no hablo aquí de SIDA, ni de la fidelidad como protección; sino de esa condición asumida y practicada a voluntad.

Traigo más preguntas que respuestas.

¿Por qué si la fidelidad es hermosa, es aceptada a nivel social y es conveniente… tantos, en tantos lugares y en tantas épocas, suelen violarla?

¿Estaremos los humanos “diseñados” físicamente para una sola relación sexual con una pareja, por un tiempo prolongado?

¿Estamos hechos para la monogamia?

¿Estaremos “construidos” mentalmente para practicarla?

¿Es la fidelidad, una condición natural; y en consecuencia, la infidelidad, una posición antinatural?

Aunque algunos especialistas ya han respondido a interrogantes similares, son preferibles las respuestas propias, derivadas de la observación y la experiencia.

Fidelidad y matrimonio no son sinónimos. Sobran los ejemplos para demostrarlo.

¿Los “deslices”, “canas al aire” o “aventurillas sexuales” son parte del rejuego social de la fidelidad… son tomadas, acaso, como males menores en pro de mantener esa fidelidad mayor?

¿No demuestra eso, a cada paso, la insostenibilidad del concepto?

El concepto de fidelidad es, ante todo, una herencia cultural.

Matrimonio, amor y fidelidad: he ahí tres temas que se parecen, que pueden tocarse, mas no son lo mismo. En absoluto.

El matrimonio es una relación íntima de respeto y ayuda entre dos personas (obsérvese que digo entre dos personas) que debería excluir la condición de mantener una fidelidad prístina e inmaculada, tantas veces al borde del imposible. Incluso, aunque tácitamente no se exprese.

Tal vez esas consideraciones disminuirían los crímenes pasionales, los suicidios y las riñas tan frecuentes entre las parejas.

El amor es otra cosa. Va más allá de la fidelidad, aunque pueda parecer contraproducente en una primera lectura, sin negar que un hecho concreto pueda conmoverlo.

En su fuero interno, el amor sabe que la fidelidad es una estatua de humo y por eso puede hallar “el mecanismo de disculpa”. Lo hace, porque se ha regado la flor durante mucho tiempo y eso la hace distinta, porque el amor es algo demasiado valioso para hacerle depender de una quimera.

El amor puede hallar “el mecanismo de recuperación”, porque no hay robots disponibles, porque sólo existen otros seres humanos, tan susceptibles de “fallar” como el anterior.

Hace ya algunos años asistí a la celebración de las bodas de oro de unos vecinos. Algunos comentaban el aguante, los deslices habidos en tanto tiempo….

La señora miró a los ojos de todos, ojos añosos pero firmes. Y ensayó un discurso sincero y familiar.

-Con amor todo es posible, dijo.

-Que alguien lance la primera piedra, agregó.

Ha pasado el tiempo, y finalmente lo he comprendido. Los años entregarán arrugas, pero también sabiduría.

A la larga comprendieron la certeza. La fidelidad se había convertido en un muro para el amor, y tuvieron que aprender a saltársela.

Margarita Yourcenar comparó al matrimonio con las columnas de un templo. Unidas en un solo objetivo, pero separadas.

Las relaciones íntimas, matrimoniales o no, conmueven la individualidad; pero no pueden anularla.

¿Hasta dónde los deberes no se vuelven chacales, se transforman en “obligaciones” y se tuercen en cadenas?

¿Cuán razonables son los complejos de culpa y las expiaciones impuestas por faltar a una condición tan inasible como la fidelidad?

¿Somos hoy más cínicos o menos hipócritas?

¿Somos los humanos perfectos actores o empedernidos soñadores?

Algunos apuntan que las causas de la infidelidad pueden buscarse en la necesidad de autoafirmación y libertad, en las dificultades sexuales o en la rutina. Sólo son causas eventuales…

La necesidad de compartir los afectos, incluidos los íntimos, es inherente a la condición humana, a sus huesos, si se me permite la metáfora. Es como respirar.

No es que los humanos seamos infieles per se, sino que la fidelidad permanente es un mito. Un mito que podrá ser defendido y alentado, pero cuyos asideros se afincan en el aire.

Si mi abuelo leyera esto, estoy seguro que me diría su frase favorita: “Estas confundiendo libertad con libertinaje”. Sin embargo, él mismo tuvo sus cuotas de libertinaje… a la callada.

Los héroes suelen ser nuestros espejos. Son capaces de dar la vida por una idea y no por ello su vida íntima escapa de “las infidelidades amorosas”, aunque pocas veces se quiera reparar en ello.

Sin embargo, eso no los descalifica, ni les hace renuentes a nuestra admiración. Al contrario, revela su intransferible condición humana.

La fidelidad amorosa tiene un "hasta aquí". Su preeminencia debería cambiarse por la de respeto, exigente sí, pilar sí; pero sin absolutismos sexuales ni sociales.

Mirándolo bien, es posible que en el mundo moderno esa conversión de fidelidad en un razonable respeto, se esté llevando a cabo en las relaciones de pareja. Al menos puede apreciarse en algunos lugares; aunque se le siga aplicando la misma palabra.

Y no es que la fidelidad amorosa se haya quedado vetusta o fuera de moda. Es que se la ha quitado su camisa de fuerza. Se le ha devuelto su atributo primario de apego y lealtad; a la vez que se drenan sus condiciones imposibles, que suelen salvarse detrás de la fachada.

Creer en el amor es condición humana. En el amor, no en su reflejo distorsionado en el agua.

¿Fidelidad igual a felicidad?

¿Un olmo dando peras?

Hasta aquí. Ni plataforma de infieles ni descarga, sólo criterios; en todo caso, responsabilidad del que suscribe.

Y usted… ¿También me colgaría el teléfono?

sábado, 17 de noviembre de 2007

MIS ENCUENTROS CON COMPAY SEGUNDO

Este 18 de noviembre, hubiera cumplido cien años, Francisco Repilado, una leyenda de la música internacional.

Reinaldo Cedeño Pineda

De rodillas, cayeron de rodillas en medio del pasillo. Abrieron los brazos y se hizo la reverencia. No había sido uno más el concierto en su tierra natal, Santiago de Cuba. Y andaban sobrevolándonos las emociones, como ángeles.

No sé de otros aplausos; pero Francisco Repilado los arrancó todos:

-¡Llegué a los noventa… pero llegué!

Por supuesto, era un modo de decir. Al borde de los noventa, había dejado atónito a medio mundo en el Buena Vista Social Club. Y antes, cuando Eliades Ochoa se lo llevó por Estados Unidos y El Caribe.

El Papa Juan Pablo Segundo lo había recibido en el mismísimo Vaticano, París chocaba las copas con su Chan Chan, el Grammy se le había rendido, en Sydney preguntaban por él…

Y no sólo era Compay, era su grupo.

Sinceramente, creí exagerados los que hablaron de ponerle guardaespaldas, pensé desmedidos los elogios de la prensa internacional. Lo creí, hasta tenerlo frente a frente.

¿Qué energías emanaban de aquel señor?

Bastaba verlo con su espíritu medio siglo menos, con su armónico, mezcla de guitarra y tres que entregaba un sonido brillante, con su voz segunda. Sobre todo, con su estampa de señor.

Afirman cercanos que tenía un carácter dominante… pero ante su público, su duende arrasaba.

Coloreaba cada palabra, con un regusto de lo dicho, y por allí le asomaba la sonrisa, la esperanza, debajo del sombrero.

Años atrás, unos pocos, algunos lo creían muerto… pero ¡el muerto gozaba de una salud! Compay tuvo vida para sobrepasar su olvido.

Cuando me dijo que pensaba llegar a los 115 años y que pediría prórroga, supe que se la darían.

Todos conocen que integraba el dúo Los Compadres junto a Lorenzo Hierrezuelo, en los años cincuenta. Y de la voz segunda que hacía, se le quedó el sobrenombre...

¿Orgullo o resignación?

“¿Orgullo?, no. No me gusta esa palabra. La voz segunda es la que yo siento y así la expreso. Allá en Europa se usa poco. Pero han visto que el segundo es muy importante. Por eso cuando me dicen Compay Segundo, yo contesto: ¡¡Bárbaro!!”[i]

En 1956, crea Compay Segundo y sus Muchachos. Compartió con los mitos de la música popular cubana, casi parece increíble la relación: Sindo Garay, Benny Moré, Ñico Saquito, Miguel Matamoros e incluso estuvo bajo la batuta del maestro Gonzalo Roig… pero su dilatada carrera artística fue un tanto accidentada.

“Cuando voy a tocar, por ejemplo, Lágrimas negras, de Matamoros, sé como lo hizo su autor, y aunque no copio, respeto esa grandeza, por algo toqué con él doce años. Cada vez que Miguel me llamaba, o alguien que valiera la pena, cerraba mi mesa de tabaquero y acudía al llamado”[ii].

Sin embargo, de todo eso había pasado mucho tiempo. A a esas alturas, para toda una generación, Compay Segundo era un milagro.

Empero, sus recuerdos permanecían intactos y sus conceptos esclarecidos:

“Guardo mi música como un tesoro. La música surgida de estas lomas y estas calles (de Santiago de Cuba) es en la que siempre creí, jamás la subestimé. La gente necesita la poesía y yo cuido mucho eso, ustedes lo pueden apreciar. Yo lo que toco es historia”.[iii]

Tocado por una cadencia melodiosa y un tempo más sosegado, su interpretación, plena de matices, nunca era igual.

Compay Segundo es una síntesis de la música tradicional cubana, de su picardía y su frescura, de un verso exquisitamente sencillo. Es el último de una generación.

Nadie se acordaba ya donde quedaban Cueto o Mayarí, Alto Cedro o Marcané, poblados del Oriente cubano. Había compuesto más de un centenar de obras desde Yo vengo aquí en 1938, hasta que se apareció Compay con su Chan Chan, inspirado en una copla popular.

El mundo se inclinó a sus pies.

A Compay lo vi en un homenaje de los estudios Siboney de la EGREM. En la descarga no se sentó un segundo, ni uno solo; mientras Macusa, Micaela Peniche, su primera novia, la de la canción, lo escuchaba con un no sé que imposible...

Allí me habló por vez primera de una obra teatral, Se secó el arroyito. Y así lo dejé escrito:

“Todas las personas quieren saber de dónde nacen las cosas… Ese comienzo que otros buscan, lo tengo yo. Son muchos años y muchas cosas, y lo guardo como un tesoro. Basado en todo ese tiempo y ambiente, tengo un material para una película: se llama Se secó el arroyito” [iv]

La pieza no se llevó al celuloide; pero sí a la escena. La casualidad, si hay que llamarle de ese modo, fue mi aliada. Ocupé mi butaca en el Teatro Nacional el 16 de noviembre del 2001 en el estreno de Se secó el arroyito.

El dramaturgo Máximo Francisco Repilado Muñoz se estrenaba casi a los 94 años.

Un drama de amor rural iniciado en Jutinicún, en las montañas de Oriente: la campesina enamorada del guajiro pobre, y la familia que apunta a otros horizontes, el hijo del terrateniente…

El tiempo todo lo trastorna, y todo lo pone en su lugar: La muchacha se fuga con el pudiente Ernestico, mientras el campesino Eutolio se incorpora al Ejército Rebelde…

El reencuentro tendrá lugar años después, él como teniente del Ejército victorioso; ella como dependienta de una tienda, pues la familia del terrateniente se ha ido del país.

Sobre los recuerdos, flotará un pañuelo de amor; pero cada uno iniciará una nueva vida...

Se secó el arroyito /que pasaba por mi casa /lo mismo me sucedió /con el amor de mi guapa guajira.

Una historia sencilla como las canciones de Compay.

Una historia que contó con escenografía de lujo y los mejores actores: Coralita Veloz, Alina Rodríguez, René de la Cruz, Bárbaro Marín, Enrique Molina, Carmen Daysi Rodríguez y Paula Alí, entre otros.

Recuerdo haberle preguntado a Ernesto Tapia, acabado de bajar, aún con su pantalón blanco y su sombrerón:

“Si te lo pide Compay... quién puede negarse”.

En una sala contigua se arremolinaba todo el teatro para felicitarle. Y allí entré para estrecharle.

Un puro en una mano, un vaso en la otra: “poco, me aconsejaron poco”. Sentado, con su traje impecable de caballero.

Y esas ganas de darse, Dios, que no he visto nunca más.

Mientras se sucedían las fotos, Compay rezumaba alegría por todos los poros. Incluso, hizo un aparte y me dio unas declaraciones para el programa Hecho para el domingo, excelencia de las mañanas en Radio Mambí, la emisora santiaguera. Se han perdido, como se perdió aquel espacio.

Cuatro días después, Repilado cumpliría 94 años.

Ya podía morirse, pensé, por aquella frase que no refiere el fin, sino la plenitud.

¿Qué le faltaba por hacer, si había tocado todas Las flores de la vida?... pero no se habló de dolencias ni de epílogos, sino de las próximas presentaciones.

Esa vez se desgranaron muchos recuerdos. Y todos brindamos por él.

No lo vi más. El 14 de julio del 2003, moría el trovador más viejo del mundo, víctima de la insuficiencia renal.

Entonces me fui hasta Siboney, a la playa, que por allí había nacido Compay. Me fui a caminar, a entrar en sus aguas.

Recordé a la pareja francesa que había caído de rodillas en el teatro Heredia. Compay, extrañado, se detuvo. Les pidió que por favor, se levantasen, que quiénes eran.... Les recuerdo perplejos, cuando respondieron:

-¡Es que estamos ante Dios!...

Eso fue Compay Segundo, un dios de la música cubana. Sea dicho, eso sí, un dios bien tropical.

[i] Reinaldo Cedeño y Michel Damián Suárez: “Compay Segundo: El trovador más viejo del mundo” en Son de la Loma, Mercie Editores-.Andante, La Habana, 2002, p.62.
[ii] Op.Cit. , p. 59
[iii] Op.cit, p. 63
[iv] Reinaldo Cedeño: “Compay segundo: Yo lo que toco es historia”, en Sierra Maestra, Santiago de Cuba, 3 de enero de 1996, p.4

jueves, 15 de noviembre de 2007

José Martí: ENTRE CARMEN y MARÍA


Una mirada a la relación afectiva del Héroe Nacional Cubano con Carmen Zayas Bazán, Carmen Miyares y María Mantilla.

Reinaldo Cedeño Pineda

El 9 de abril de 1895, José Martí tiene un pie en suelo haitiano y otro a bordo del carguero alemán Nordstrand, presto a zarpar hacia costas cubanas. Las primeras palabras del diario que la posteridad conocerá como De Cabo Haitiano a Dos Ríos, son notas de apremio, apenas unas líneas, como quien marca un destino. Sin embargo, ese propio día, escribe a María Mantilla una de las cartas más tiernas que he leído jamás. Con toda justeza ha sido considerada como su testamento íntimo.

"Y mi hijita ¿qué hace allá en el Norte, tan lejos? ¿Piensa en la verdad del mundo […]–en saber, para poder querer– […] ¿se sienta amorosa junto a su madre triste? ¿se prepara a la vida, al trabajo virtuoso e independiente de la vida?
[…] Yo amo a mi hijita. Quien no la ame así no la ama: Amor es delicadeza, esperanza fina, merecimiento y respeto. ¿En qué piensa mi hijita? ¿Piensa en mí?" [1]

Luego, desfilan ante nuestros ojos los consejos del padrazo, sobre la mejor manera de traducir, de enseñar, y, sobre todo, de ser: “Mucha tienda, poca alma […] Quien siente su belleza, la belleza interior, no busca afuera belleza prestada”. [2]

Y ya hacia el final, funde en un abrazo estremecedor a María y a Carmen Miyares, su madre: “Pasa callada por entre la gente vanidosa. Tu alma es tu seda. Envuelve a tu madre y mímala, porque es grande honor haber venido de esa mujer al mundo”. [3]

Un poco antes, el 1 de abril, hay otra esquela ríspida, escrita tal vez desde la desolación; ¿destinario?... su hijo José Francisco Martí Zayas Bazán, “Pepito” Martí,[4] con quien había tenido la oportunidad de vivir pocas temporadas. El tiempo había pasado desde aquellos versos vanguardistas de Ismaelillo: “Él para mí es corona, / Almohada, espuela”, cuando “espantado de todo” buscaba refugio en su “príncipe enano”.

Ahora, esta breve epístola se dirige a un joven de quince años, a quien hacía cuatro no veía, tras la intempestiva huida de la madre de la ciudad de Nueva York, mediada la infausta ayuda de Enrique Trujillo.

"Hijo:
Esta noche salgo para Cuba: salgo sin ti, cuando deberías estar a mi lado. Al salir, pienso en ti. Si desaparezco en el camino, recibirás con esta carta la leontina que usó en vida tu padre. Adiós. Sé justo
Tu
JOSÉ MARTÍ" [5]

A María Mantilla no le dedicó un libro; pero cada epístola vale por tal. ¿Qué niño cubano no ha leído o ha recitado alguna vez, “Los zapaticos de rosa”, aquel poema dedicado explícitamente a Mademoiselle Marie, a la señorita María? ¿Quién no recuerda aquellos versos sencillos?:

Temblé una vez en la reja / A la entrada de la viña, / cuando la bárbara abeja / picó en la frente a mi niña”.

Es una historia real, un pasaje de Martí y María Mantilla, del que devendrá una fotografía bien conocida. Fue un pequeño susto que el talento lírico del cubano supo eternizar.

Las dos Carmen

El 3 de enero de 1880, llega Martí a Nueva York, luego de un viaje desde España –su segundo destierro– con escala en tierra francesa. Cinco días después, encuentra cobija en la casa de huéspedes de la calle 29 número 51 Este, a la sazón, la del matrimonio de Manuel Mantilla y Carmen Miyares, ambos santiagueros.
Blanche Zacharie de Baralt, [6] con juicio de primera mano, apunta del matrimonio Mantilla-Miyares:

"Mantilla tenía un comercio de tabaco, que según parece, no producía lo suficiente y menos desde que andaba quebrantada su salud al punto de ser casi un inválido.
Carmita, más joven y llena de energías, suplementaba las escasas ganancias del marido, aceptando en su casa algunos huéspedes… la vida en la emigración era difícil y los Mantilla tenían entonces tres hijos que mantener: Manuel de nueve años de edad, Carmita de siete y Ernesto de tres. María, la más chica, no había nacido todavía.
Había dejado atrás a la esposa, al hijo de su adoración, los padres, la patria y se encontraba sin brújula, sin saber como iba a orientarse en una tierra extranjera.
La casa de Mantilla se le ofreció como un hogar […]"[7]

María del Carmen Miyares y Peoli había nacido el 8 de octubre de 1848, apenas sobre pasaba los treinta años cuando José Martí la conoce. Su familia era de tradición combativa y América se cruzaba en su sangre. Su padre, Carlos Miyares Egui, era natural de Puerto Rico y sostenía ideas separatistas; en tanto su madre, Socorro Peoli y Mancebo, vio la luz en La Habana y era descendiente de “aquellos famosos héroes corsos, los hermanos Peoli”,[8] quienes habían luchado contra Génova y contra la misma Francia por llevar la independencia a su natal Córcega. El aura de libertad le venía en la médula.

Venezuela, cuna de los abuelos paternos fue siempre una segunda patria para la joven. En ella vivirá hasta la adolescencia. A los dieciséis queda huérfana de padre y madre. La vida vuelve a girar cuando contrae matrimonio a los veintiuno con Manuel Mantilla, “apremiada posiblemente por el bienestar económico de su familia, pues el novio era varias veces mayor que ella” [9] y este le ayudó a criar al resto de sus hermanos pequeños.

Zacharie sabe pintar las bondades de Carmen Miyares:

“Era animosa […] robusta, siempre dispuesta a ayudar a los demás; su gran corazón era refugio y consuelo de tristes […] el carácter de Carmita era un champagne […] no he conocido un alma más caritativa y abnegada”.[10]

Gonzalo de Quesada dejará sus impresiones, desde una visión masculina:

“Reside su mayor encanto, más que en su figura airosa, en el poco común equilibrio de carácter, reflejado en la singular serenidad de su rostro, de salientes pómulos, en la gracia natural del ademán y la innata amabilidad […]”[11]

Todavía Martí volará un tiempo en alas de la felicidad, cuando ve arribar a su esposa Carmen Zayas Bazán e Hidalgo, junto a su hijo. Es 3 de marzo de 1880 en Nueva York. Él mismo nos entrega una descripción inequívoca, la del esposo rendido ante su belleza:

“Tiene el color blanco anacarado, los labios de un punzó natural, con la suavidad de terciopelo, los ojos pardos rasgados, con mirada angelical y el cabello de ese color castaño dorado, como lo pintaba Tiziano […]”[12]

La camagüeyana era hija del abogado Francisco Zayas Bazán, “pagado de su alcurnia”[13] y “la atracción por Pepe fue casi instantánea”,[14] mientras el visitante compartía con su padre partidas de ajedrez. Desafió Carmen la oposición familiar y contrajo matrimonio en México en 1877, un Martí de veinticinco años. Según Mañach, “había encontrado en ella la prestancia tradicional y el fragante señorío de las mujeres del Camagüey”.[15]

Tras partir de México, va a Guatemala con promesas ciertas de trabajo; pero la estabilidad es efímera. Hombre de honor, entiende su deber renunciar a su único sustento –el cargo de profesor– en solidaridad con su amigo José María Izaguirre, gracias al cual ha podido formar parte de la Escuela Normal.

Las dificultades económicas se ciernen sobre el joven matrimonio, deben partir inmediatamente hasta Honduras. Y hay sacrificios: “Carmen […] le entrega sus prendas que empeñan para hacer el viaje. Y a mediados de 1878 atraviesa en una mula las accidentadas leguas desde la capital de Guatemala hasta Livingstone, en duras jornadas para Carmen, bajo cuyo seno late una nueva vida […]”[16]

El amor en botón se trunca. Carmen nunca logró asimilar la intensidad y altura de la labor patriótica de Pepe. Entendió que le robaba tiempo y recursos para el ámbito familiar; desde su óptica de esposa y de madre, desde su educación doméstica, lo imprescindible. Y ante las nuevas carencias, pondrá mar por medio y los reproches serán duros: “no se le da la vida a un ser, sino para sacrificarse por él”.[17]

Lo íntimo y lo público se le volverán antagónicos e irreconciliables:

“Carmen no admite más pensamiento que su casa. Y Martí sueña con un casa más grande”.[18] Ella viajará tres veces a los Estados Unidos, intentado salvar el matrimonio desde su posición; pero “[…] la situación creada era irreversible […] Carmen, no obstante […] mantuvo una impecable fidelidad, a pesar del desenlace de aquella unión desdichada.

Falleció en La Habana, el 15 de enero de 1928”.[19]

A mi modo de ver, Leonardo Griñán Peralta asume tesis arriesgadas, juicios demasiados categóricos: “Es de creer que el amor que Martí sintió por Carmen Zayas Bazán estuvo más cerca del amor instintivo que el de la amistad amorosa. Diríase que en vez de elegirla, corrió hacia ella […]” [20] Y continúa: “era ella de aquellas mujeres que ponen a sus maridos en la necesidad de buscar en otra mujer las cualidades que no tiene la que no le entiende su dolor, ni le admira su virtud, ni le estimula el juicio”.[21]

No hay que pasar por alto, sin embargo, que en las cartas a su amigo mexicano Manuel Mercado, al menos en las de 1877, hay un hombre enamorado: “Voy lleno de Carmen, que es ir lleno de fuerza”[22]. Y más: “la presencia de Carmen me es indispensable. Ejerce ella en mi espíritu una suave influencia fortificante que creo ahora que bien pudiera ponerse por encima de la misma nostalgia de la patria, la nostalgia del amor. No es pasión frenética […] es como atadura y vertimiento de todo su espíritu en mi espíritu”.[23]

¿Cómo olvidar los versos escritos en ese mismo período?:

“Es tan bella mi Carmen es tan bella, / Que si el cielo la atmósfera vacía / Dejase de su luz dice una estrella / Que en el alma de Carmen la hallaría”.[24]

El amor sobrevive aún cuando avizora lo que a la larga resultará inevitable: la separación. Estas son sus palabras de 1880: “Carmen no comparte, con estos juicios del presente que no siempre alcanzan al futuro, mi devoción a mis tareas de hoy. Pero compensa estas pequeñas injusticias con su cariño siempre tierno y con una exquisita consagración a esta delicada criatura que nuestra buena fortuna nos dio por hijo”;[25] mas las contradicciones se agravan, la presencia de la esposa en la urbe norteamericana apenas alcanzará los siete meses.

Mañach intenta resumirlo: “Después de su trabajo agotador del día, las noches y la salud se le van en juntas [A Martí]. Carmen ceñuda, suspira. Invocará él solemnes compromisos: la dignidad, el destino, la patria. Ella; la tranquilidad, el porvenir, el hijo […]”. [26]

El 21 de octubre de 1880 la esposa decide volver a la Isla. Siete días después, nacerá María Mantilla, de quien Martí será su padrino. Llevaba poco más de diez meses en Nueva York.

“Las compañeras de mi soledad”

María Mantilla a solicitud de Zacharie de Baralt le remite su evocación sobre Carmen Miyares. Han transcurrido muchos años, es ya 1944: “Él encontró en mamá todo el consuelo, apoyo, cariño y calor que jamás encontró en su propia mujer. Su cariño por mí fue muy grande y yo vivo orgullosa de ese cariño y del privilegio que fue para mí vivir todos esos años de mi niñez a su lado. Hombres como él hay pocos en el mundo”.[27]

Tampoco podrán sobrevolarse, los apuntes de Gonzalo de Quesada. Verdad es que se trata de impresiones… mas, ¿cómo aquilatar aquel cariño inmenso que unía a Martí y a Carmen Miyares, después de leerlos?

La referencia es aquí la travesía a bordo del Athos hasta Santo Domingo, un viaje que el Apóstol presentía como el último: “Desde el vapor, su corazón se estremecía de nostalgia por la noble mujer lejana, allá en Nueva York, por la única que fue, en realidad, su compañera abnegada, la que supo consolarlo en sus horas de soledad y desespero y caminar con él, la frente alta, calladamente, sin esperanza alguna de fama o recompensa, por la senda de espinas y abrojos”. [28]


A su madre le escribe en 1894 una misiva, una confesión: “Allá dejo a Carmita, en Central Valley, que es un cesto de colinas, donde, en verano, al menos, se puede vivir en pobreza alegre […] No he conocido humildad y honradez como la de Carmita”.[29]

Martí se permite un paréntesis neoyorquino para la llegada de su madre a finales de 1887 (permaneció hasta el epílogo de enero del año siguiente). En esa ocasión, recibe de sus manos el anillo de hierro, hecho con un eslabón del grillete que llevó en la prisión. Tenía la palabra Cuba grabada, como un recordatorio permanente del horror colonial y de su misión independentista.

El testimonio de Gonzalo de Quesada apunta a una comunión familiar: “[…] tiempo ha que Doña Leonor está ganada por la bondad de Carmita Mantilla [se refiere a Carmen Miyares] siente por ella gratitud de madre por ser aquella mujer generosa, la única que le escribiera siempre sobre el hijo […] con rara ternura mima la severa anciana las niñas, sienta con predilección sobre sus viejas rodillas a María […]”[30]

Mañach había apuntado ese consuelo de hogar: “Manuel Mantilla había muerto ya, y Carmita, animosa y comprensiva, lograba siempre reparar en el ánimo comprensivo de Martí, los estragos de la soledad. Su hija menor, María, había heredado la simpatía vivaz y la clara inteligencia de la madre, y hacia ella se fueron canalizando los 'riachuelos de ternura' que nunca habían podido anegar a Ismaelillo. Aquella casa era para Martí el hogar sustituto”.[31]

Los investigadores han encontrado un borrador de una carta dirigida a Victoria Smith, prima de Carmen Miyares. Martí se refiere al tema de la afectividad entre él y la patriota:

[…] Carmita no tiene, sean cuales sean mis sucesos y aficiones, un amigo más seguro y más cuidadoso de su bien parecer que yo […] No solo tiene V. el derecho, sino el deber, de procurar que no sea Carmita desventurada; y si sospecha V. que quiere a un hombre pobre, casado y poco preparado para sacar de la vida grandes ganancias, haría V. una obra recomendable urgiéndola a salir de su afición desventajosa.

[…] Ni Carmita ni yo hemos dado un solo paso, que no hubiera dado ella naturalmente, a no haber vivido yo, o que en el grado de responsabilidad moral, de piedad, si V. quiere, que su situación debe inspirar a todo hombre bueno, no hubiera debido hacer un amigo íntimo de la casa, que no lo es más que cuando vivía el esposo de Carmita.[32]

Sin embargo, cuando la Miyares se entera de la muerte de Martí por los diarios, destila un dolor inconmensurable. Así escribe a su amiga Irene Pintó:

“¡Figúrate qué haré de mi vida sin Martí, el afecto más grande de mi vida, toda mi felicidad se ha ido con él: ya para mí el cielo se eclipsó y viviré en eterna tiniebla […]”.[33]

No hay razones para creer que son meras palabras.

Carmen Miyares sobrevivirá largamente a Martí. Había trabajado para buscar fondos en la Revolución de 1895. Durante la República, clamó ayuda para doña Leonor Pérez, la madre del héroe; para ello se dirigió al mismísimo Tomás Estrada Palma. El 17 de abril de 1925, la muerte le sorprende a los setenta y siete años. La Patria la ilumina, por noble y por cubana.

José Martí vivió en la agitación neoyorquina, como un alambre vivo, quince años de labor revolucionaria y creadora. Cuando el héroe pisa tierra cubana en 1895 –y un poco antes– las cartas se suceden con una carga de terneza indescriptible. Las dirige con delicadeza a “Carmen Miyares de Mantilla y sus hijos”; Manuel Mantilla ha muerto una década antes, el 18 de febrero de 1885.

Son cartas definitivas que –leídas con atención– despejan pasajes de su vida. En una de las escritas a Carmen Mantilla, la hermana de María, le dice: “Tú sabes que la pureza y la lealtad son la dicha única. Hay pocas almas tan capaces como la tuya de fidelidad, que es la aristocracia verdadera. Deja que la gente vanidosa e infeliz se entretenga royendo los huesos del mundo […] levántate de donde están los malignos y los ociosos y no dejes de crecer un solo día.”[34]

Cuando se trata de María Mantilla, el ansia paternal se le desborda, la nostalgia rezuma por todos sus costados: “¿Y cómo no te querré yo, que te llevo siempre a mi lado, que te busco cuando me siento a la mesa, que cuanto leo y veo te lo quiero decir, que no me levanto sin apoyarme en tu mano ni me acuesto sin cuidar ni acariciar tu cabeza?”.[35]

No hay una sola vez que no le recomiende a su niña amada cuidar a su madre con devoción. Desde Santiago de Los Caballeros, República Dominicana, el papel es consuelo y petición: “Yo te necesito más mientras menos te veo […] Haz tú como yo: haz algo bueno cada día […] y no le dejes sólo el pensamiento a tu mamá. Rodéala y cuídala.”[36].

Y desde la otra parte de la isla, desde Cabo Haitiano, insiste: “Mi María: ¿Y cómo me doblo yo, y me encojo bien, y voy dentro de esta carta, a darte un abrazo? (…) Que tu madre sienta todos los días el calor de tus brazos. Que no hagas nunca nada que me dé tristeza, o yo no quisiera que tú hicieses. Que te respeten todos por decorosa y estudiosa.”[37]


Unos días antes, el 16 de abril, escribirá una carta trascendental, pues en ella acrisola de una vez lo que han sido para él, Carmen Miyares y María Mantilla. Desde la jurisdicción de Baracoa les narra que ya se les secaron las ampollas del remo tras el accidentado desembarco en Playitas. Y llega el testimonio de su puño y letra: “véanme vivo y fuerte y amando más que nunca a las compañeras de mi soledad, a la medicina de mis amarguras”.[38]

“Soy la hija de Martí”

No debemos ignorar la correspondencia cruzada entre María Mantilla y Gonzalo de Quesada y Miranda[39] en 1959. La declaración del doctor Alfredo Vicente, quien se anuncia como presunto nieto del Héroe Nacional, fue la chispa que encendió la llama. Allí quedará escrito por primera vez –si bien en un ámbito cerrado– el reconocimiento tácito de María Mantilla como hija carnal:

"Yo, como usted sabe soy la hija de Martí, y mis 4 hijos: María Teresa, César, Graciela y Eduardo Romero, son los únicos nietos de José Martí […] Y también quiero dar a conocer los nombres de los cuatro biznietos de Martí. Robert y Holly Hope –hijos de Graciela, y Victoria María y Martí, las hijas de Eduardo […] No me quedan muchos años más de vida, quiero dar a conocer al mundo este secreto que guardo en mi corazón con tanto orgullo y satisfacción.[40]

En respuesta, y también con carácter confidencial, Gonzalo escribe a María Mantilla de Romero: “Todos sabemos que usted lo es, y que si por ejemplo nosotros los Quesada nunca lo hemos expresado públicamente es porque no ha sido hasta ahora en que usted autoriza y hasta desea que se haga saber”.[41]

Emergen inevitablemente tras esas palabras, interrogantes que no escapan al ojo avizor del investigador y hasta se presentan congruentes, si por esa vía mueven a la reflexión, a un análisis múltiple, dejando fuera cualquier irresponsable especulación. Y admito que podrá haber más preguntas que respuestas….

¿Por qué esperó María la aparición de ese supuesto nieto para revelar el “secreto”? ¿No lo hubiera dado a conocer nunca si no hubiese aparecido aquel? ¿Habrá que reducirlo todo a “una iniciativa publicitaria de María Mantilla”?[42]

¿O tendremos que suscribir la consideración de que su apego hacia Martí “parece haber crecido más bien a medida que la leyenda rodeó ascendentemente la memoria del héroe”?[43] ¿Podrá ser gratuita la afirmación de Gonzalo de Quesada –tratándose de semejante tema– al reafirmar la condición de hija de María Mantilla con aquel tremendo “todos sabemos que usted lo es”?

Una segunda carta de la Mantilla, reflexiona más cautamente sobre el tema: “Realizo [sic] la gravedad de este asunto y quiero evitar toda publicidad innecesaria é incriminante y por este motivo he pensado mejor no publicar esas cartas dirigidas á usted”.[44]

¿Por qué queda inconclusa, entonces, la autorización “expresa y exclusiva para dar a conocer esa noticia”[45] en el ámbito público cubano, tal como le solicita Gonzalo de Quesada?

Poco sabemos de las conversaciones familiares entre madre e hija, aunque parece natural que, en la intimidad, hablasen de aquellos seres caros a sus afectos. Vivió muchos años en Nueva York con su madre; y contrajo matrimonio con César Julio Romero, comandante del Ejército Libertador Cubano.

La Mantilla fallece, ya octogenaria (1962) en Los Ángeles, California. En los obituarios de los periódicos de dicha ciudad, aparecerá como María Martí. Nydia Sarabia recoge otro testimonio formidable, el de María Teresa Bances,[46] viuda de Pepito Martí Afirma la periodista que le dio esas declaraciones bajo promesa de que no se publicarían mientras ella viviera. La aseveración cuenta las impresiones del banquete presidencial al que asiste en enero de 1953, en conmemoración del centenario del natalicio de Martí:

Cuál no sería mi sorpresa al anunciar la llegada de María Mantilla. Cuando la vi por primera vez en persona y bastante cerca, me impresionó el parecido que tenía con Pepe Martí, mi esposo, ya fallecido.
No podía creer que ese parecido físico guardara relación con Pepe. A medida que la veía conversar con los que la rodeaban me percataba que en sus ademanes, su sonrisa, su forma hasta de sentarse, aparte del parecido físico, como la cara, las manos, eran tan iguales a las de Pepe Martí, que no pude por menos que convencerme que existía un parentesco entre ambos
.[47]

Martí cae “entre un dagame y un fustete se cierra el marco de su muerte, deja de latir su corazón, sobre el cual lleva como tierno talismán, un retrato de María Mantilla”.[48]

El 27 de mayo de 1895, mientras el cadáver del héroe era expuesto en una tosca parihuela en el cementerio de Santa Ifigenia en Santiago de Cuba, “María Mantilla recibe en Nueva York, la carta que Martí le había escrito semanas antes diciéndole que llevaba su retrato sobre el corazón, como un escudo contra las balas”.[49]

Y eso no es poco.

No lo neguemos: a los héroes el tiempo les quita su condición de comunes mortales y los envuelve en el halo de su grandeza –merecida–. El caso martiano es aún más extraordinario, porque en él se acrisola justamente nuestra propia nacionalidad, como un espejo.

Martí lleva lo arcangélico que le viese Gabriela Mistral, pero la pureza de su obra magna no debe hurtarnos al Martí “con las apetencias propias de un varón pleno”,[50] porque sería ignorar ramplonamente sus circunstancias. No deben olvidarse los textos martianos sobre el ámbito del amor carnal y el sexo.

Un pensamiento cargado de hondura, despojado de prejuicios, con indudables visos de futuridad, cuando escribe: “Lo que se tiene por lujuria no es más muchas veces que el horror a la soledad, la necesidad de la belleza […] Y el pensamiento desolado, por conservar su dignidad y justicia, acude a una nueva distracción, nueva y violenta que le cambie el rumbo y lo salve del encono. –Y he aquí una inmoralidad relativa que ayude a la moralidad suprema.–”[51]

Y esta frase de su Cuaderno de Apuntes:

“¡Y tantas cosas nobles como pudieran hacerse en vida! Pero tenemos estómago. Y ese otro estómago que cuelga y que suele tener hambres terribles”.[52]

Amén de que pudiesen aparecer nuevos documentos o escogerse vías exploratorias de la modernidad, cada interpretación sobre su vida, ha de estar respaldada por sólidos argumentos. La investigación martiana no conoce finitud.

Se desbordan los ardores, pero no es posible aquilatar al Martí patriota obviando al de carne y hueso. En ello no cabe simplismo alguno, pero tampoco espurias reticencias. Martí es de todos los cubanos que le quieren, que le queremos, y, por supuesto, de quienes, en su época, supieron amarle o levantarle. Martí funde la “desbordante existencia verídica y el extraordinario modelo ideal que continúa siendo”[53]. Es el amor múltiple y acrisolado, la ética afincada en las esencias lo que integra la identidad de esta Isla.

Una visita histórica

Como en un juego de espejos, en febrero de 2004, las nietas de María Mantilla visitan Santiago de Cuba. Victoria Romero, maestra que reside en Islas Hawai y Martí Margarita (nada menos que Martí como nombre), californiana y ama de casa.

Recibieron explicaciones acerca de los vínculos del héroe con las familias santiagueras, el intercambio epistolar desde el exilio y las relaciones con los Sellén, los Collazo, y, por supuesto, los Miyares Peoli y Mantilla. Recorrieron sitios vinculados al Maestro, incluido Dos Ríos; y visiblemente emocionadas, depositaron una ofrenda floral ante el mausoleo en la necrópolis de Santa Ifigenia:

Martí Margarita:

Estamos recibiendo, tal vez, la clase más grande de historia que no hemos tenido en casa. Hay tanta historia en esta Isla que hemos estado inundados de información, de nombres, fechas, lugares…. Fuimos a ver tantos monumentos y cada uno de ellos era más emocionante que el que habíamos visitado anteriormente. Conocimos a los descendientes de Maceo, lo que fue muy emotivo para nosotras y ahora tenemos que absorber todo eso. [54]

Victoria Romero:

Me ha causado grata impresión el mausoleo, es extraordinario, sobrepasa las ideas de lo que pensamos íbamos a ver, pensé que era simplemente como en las fotos que habíamos visto en las revistas, pensé que iba a ser muy modesto, pero esto realmente es un hermoso homenaje a José Martí, es precioso. Ojalá a la abuela le hubiera sido posible estar aquí y participar en esto y vamos a llevar a nuestra casa muchos recuerdos, muchas ideas para nuestro padre. [55]

Y agregó:

Tengo que ser realmente honesta con ustedes. Somos simples madres y esposas, y no somos especiales. Créanme, esto es una experiencia única para nosotros. Perdónennos si titubeamos un poco en nuestras palabras, si no nos viene a la mente la expresión ideal, pero esto es tan sólo nuestro comienzo con respecto al futuro y a Cuba. Tengo muchas ideas. Estamos planteando un estudio sobre nuestra bisabuela (Carmen Miyares) y nuestra abuela (María Mantilla). Vamos a buscar más fotos en los álbumes de nuestros familiares y creo que la próxima vez que vengamos, vamos a venir mejor preparadas…

Las lágrimas fueron inevitables. La historia, persistente en su pacto de amor. El homenaje
–al fin– de Carmen y María.

Notas
[1] José Martí: “Carta a María Mantilla, 9 de abril de 1895”, en Obras Escogidas, Tomo III, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1992, p. 524.
[2] Ibid., p. 527.
[3] Ibid., p. 528. [El destacado es nuestro]
[4] José Francisco Martí Zayas- Bazán (Pepito Martí), al enterarse de la muerte de su padre, se enroló en una expedición para Cuba, se incorporó a la guerra como soldado, bajo las órdenes de Calixto García. Participó en la toma de Las Tunas, y la explosión de la pieza que operaba le afectó sus facultades auditivas para siempre. Acabó con los grados de capitán por méritos propios. En el período republicano ingresó en las Fuerzas Armadas, y mantuvo una actitud de honor y decencia hasta 1921 en que se resiente su salud. No tuvo descendencia. Falleció en la capital cubana el 22 de octubre de 1945.
[5] José Martí: “Carta a su hijo, 1 de abril de 1895”, en Obras Escogidas, Tomo III, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, p. 523.
[6]Blanche Zacharie de Baralt (Nueva York, 17 de marzo de 1865–Canadá, 16 de noviembre de 1947). Se casó con el patriota e intelectual cubano, también santiaguero, Luis A. Baralt y Peoli. Formó parte de la Cruz Roja Cubana y resultó la primera mujer graduada de Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana en 1902. El Martí que yo conocí lo escribió en 1945.
[7] Blanche Zacharie de Baralt: El Martí que yo conocí, Centro de Estudios Martianos, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1990. pp. 47-48. [El destacado es nuestro]
[8] Ibid.,p. 53.
[9] Nydia Sarabia: La patriota del silencio, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1990, p. 27. Sin embargo, según Zacharie de Baralt, Manuel Mantilla nació en 1843, por lo que sólo le llevaría cinco años más a Carmen Miyares.
[10] Blanche Zacharie de Baralt: Op.cit., p.55.
[11] Gonzalo de Quesada y Miranda: Martí, hombre, Seoane Fernández. y Cía., Impresores, Compostela, La Habana, 1940, p. 90.
[12] José Martí citado por Gonzalo de Quesada en Op.cit., p. 90 [No señala otros detalles]
[13] Gonzalo de Quesada y Miranda: Op. cit., p. 89.
[14] Ibid.
[15] Jorge Mañach: Martí El Apóstol, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1990, p.77. En el prólogo de Luis Toledo Sande, se admiten varias consideraciones sobre el volumen, incluidas las opiniones de José Antonio Portuondo, que le señala al autor su “novelización de la vida sentimental de Martí […] sustituyendo la estatua de mármol por el hombre transido de pasión insatisfecha que buscó en diversas mujeres el complemento indispensable […]”. Sin embargo, el propio Toledo Sande repara en que “estos últimos extremos interpretativos le van mejor a su continuadores que al propio Mañach”, y en que “no es necesario ni humanizar ni idealizar lo que a un tiempo fue desbordante existencia verídica y el extraordinario modelo ideal que continúa siendo”. Se le señala al volumen la falta de una mayor exigencia historiográfica; mas Gabriela Mistral alabó como un mérito de Martí El Apóstol, “la ración de subjetividad que el biógrafo fino dará siempre”. Vuelve a destacar el prologuista: “vale insistir en que le corresponde a Mañach el mérito de situarse entre los primeros en haber intentado […] la posibilidad de ofrecer a los lectores un reflejo de conjunto
–y con las virtudes ya señaladas– de la vida de Martí”
[16] Gonzalo de Quesada y Miranda: Op.cit., p. 107. Ramiro Valdés Galarraga apunta en José Martí, sus padres y las siete hermanas, Editorial José Martí, La Habana, 2002, p. 121, que Carmen tenía ya seis meses en estado de gestación.
[17] Gonzalo de Quesada: Ibid., p. 141. Carta de Carmen Zayas Bazán a José Martí,1881 [No señala otros detalles]
[18] Jorge Mañach: Op.cit.,p. 128.
[19] Ramiro Valdés Galarraga: José Martí, sus padres y las siete hermanas, Editorial José Martí, La Habana, 2002, p. 12.
[20] Leonardo Griñán Peralta: Psicografía de José Martí, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2002, p. 9. El volumen permaneció inédito por muchas décadas y la investigación posterior lo sobrepasó en varios aspectos, como bien apunta el historiador Israel Escalona, su prologuista. Sin embargo, también escribe: […] el esfuerzo de Griñán Peralta por descifrar el sesgo de las relaciones afectivas sostenidas por Martí conservan su utilidad y novedad […] Ninguno de los argumentos expuestos por Griñán Peralta pueden acusarse de ligereza”.
[21] Leonardo Griñán Peralta: Ibid., p.13.
[22] José Martí: “Carta a Manuel Mercado, Habana, 1 de enero, 1877”, en Obras Completas, Tomo 20, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1973, p.20. [El destacado es nuestro].
[23] José Martí: “Carta a Manuel Mercado, 22 de enero, 1877”, en Op. cit., p. 20.
[24] José Martí: “Carmen” en Obras Completas, Tomo 17, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1973, p. 133.
[25] José Martí: “Carta a Manuel Mercado, 6 de mayo de 1880”, en Obras Completas, Tomo 20, Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1973, p. 222.
[26] Jorge Mañach: Op. cit., p. 124.
[27]María Mantilla citada en Blanche Zacharie de Baralt: Op. cit., p.56. [El destacado es nuestro]
[28] Gonzalo de Quesada y Miranda: Op cit., p. 251.
[29] José Martí: “Carta a la madre. Mayo 15 de 1894”, en Obras Escogidas, Tomo III. Editorial de Ciencias Sociales, p. 365. [El destacado es nuestro]
[30] Gonzalo de Quesada y Miranda. Op.cit., p.195.
[31] Jorge Mañach: Op. cit., p. 158.
[32] Borrador de la carta a Victoria Smith, en Anuario del Centro de Estudios Martianos, N.12, Centro de Estudios Martianos, Imprenta Urselia Díaz Báez, Ministerio de Cultura, 1989, pp. 19-20.
[33] Nydia Sarabia: Op.cit., p.70. Carta de Carmen Miyares a Irene Pintó desde Central Valley, junio 19 de 1895. [El destacado es nuestro]
[34]José Martí: “Carta a Carmen Mantilla, Febrero 2, 1895”, en Obras Escogidas, Tomo III, Editorial de Ciencias Sociales, p. 473. [El destacado es nuestro]
[35] José Martí: “Carta a María Mantilla, Febrero, 2, 1895”, en Obras Escogidas, Tomo III, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, p.474.
[36] José Martí: “Carta a María Mantilla, Santiago de los Caballeros, 19 Feb. 1895”, en Obras Escogidas, Tomo III. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, p. 500. [El destacado es nuestro]
[37] José Martí: “Carta a María Mantilla, Cabo Haitiano, marzo de 1895”, en Obras Escogidas, Tomo III, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, p. 503.
[38]José Martí: “Carta a Carmen Miyares de Mantilla y sus hijos, Jurisdicción de Baracoa, 16 de abril de 1895”, en Obras Escogidas, Tomo III, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, p. 571.
[39]Gonzalo de Quesada y Miranda. Hijo de Gonzalo de Quesada y Aróstegui, amigo y albacea de Martí, a quien tocó seguir la obra de su padre y dar a conocer la vida del Maestro y su extensa papelería.
[40] “Carta de María Mantilla dirigida desde Los Ángeles en febrero 12, 1959 a Gonzalo de Quesada”, en Nydia Sarabia: Op. cit., p. 99. [El destacado es nuestro]
[41] “Carta de Gonzalo de Quesada a María Mantilla. 16 de febrero de 1959”, en Nydia Sarabia: Op.cit., p.100. [El destacado es nuestro]
[42] Luis Toledo Sande: Cesto de llamas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 2000, p.180.
[43] Ibid., p. 179.
[44] “Carta de María Mantilla a Gonzalo, Marzo 1- 1959” en Nydia Sarabia: Op. cit., p.102.
[45] “Carta de Gonzalo de Quesada a María Mantilla del 16 de febrero de 1959”, en Nydia Sarabia: Op. cit., p.102.
[46] María Teresa Bances y Fernández-Criado (Teté Bances) nació en La Habana el 8 de febrero de 1890. Su padre era banquero y fue educada por institutrices extranjeras. Políglota. Contrajo nupcias con José Francisco Martí el 21 de febrero de 1916 y no tuvieron hijos. Fue fundadora de la Cruz Roja. Vivió en la casona colonial del Vedado hasta su muerte. La residencia es hoy la sede del Centro de Estudios Martianos.
[47] Nydia Sarabia: Op. cit., p. 96.
[48]Gonzalo de Quesada y Miranda: Martí, hombre, Seoane Fernández y Cía. Impresores, Compostela, 661, La Habana 1940, p. 272.
[49]Jorge Mañach: Op.cit., p. 240.
[50] Luis Toledo Sande: Op. cit. p.184.
[51] José Martí: Obras Completas, Tomo 22, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, p.280.
[52] José Martí: Obras Completas, Tomo 21, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, p. 160.
[53] Luis Toledo Sande: “Para una nueva lectura de Martí, El Apóstol” en Jorge Mañach: Op.cit., Sociales, p. XXIV.
[54] Grabación realizada a la nieta de María Mantilla durante su visita a la ciudad.
[55]Elvira Orozco Vital: “Tras las huellas del cariño” artículo en CMKC, link digital ww.cmkc.co.cu/2004/Cultura/a9.htm