jueves, 21 de agosto de 2014

DESTACADA participación en Tercer Concurso Caridad Pineda in Memoriam de Promoción de la Lectura 2014



Más de setenta trabajos de 13 provincias del país fueron recibidos en el III Concurso Caridad Pineda In Memoriam de Promoción de la Lectura, cuya convocatoria cerró este 17 de agosto en Santiago de Cuba.

La convocatoria invitaba a los interesados a escribir un texto de hasta cinco cuartillas donde comentara acerca de su libro favorito, bajo el lema central: Una lectura marcó mi vida.

Auspiciado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en territorio santiaguero, cuenta con la colaboración de la Asociación Cubana de Bibliotecarios (ASCUBI) y la emisora cultural Radio Siboney.

El periodista y poeta Reinaldo Cedeño, presidente del comité organizador del Concurso, aseguró que su propósito, convertir a los lectores en protagonistas, se ha logrado con creces; y han participado lo mismo adolescentes que octogenarios.

 Estudiantes, profesores, historiadores, periodistas, bibliotecarios, escritores, militares, amas de casa, jubilados y lectores en general, aceptaron el reto y conocerán a los ganadores el próximo 9 de septiembre en la sede de la UNEAC en Santiago de Cuba.

El jurado está integrado por el crítico y periodista Fernando Rodríguez Sosa, la narradora Aida Bahr y el poeta José Orpí, este último ganador absoluto de la cita precedente.

El III Concurso Caridad Pineda In Memoriam de Promoción de la Lectura otorgará un gran premio, así como galardones a los mejores trabajos de un autor joven y otro de la tercera edad.

Caridad Pineda Anglada  (1933-2012) fue una insigne maestra santiaguera, poeta natural y defensora tenaz de la pasión por la lectura.

En sus últimos años mostró sus poemas e intercambió con lectores de todo el mundo en el blog ENTRE MARIPOSA y CAÑA, que aún puede ser consultado en http://mariposacuba.blogspot.com


domingo, 10 de agosto de 2014

ROMPER LAS BARRERAS: Niños afectados e infectados con VIH /sida

   

Texto y fotos: Rey Alexander Rodríguez Cureaux


Este sábado 9 de agosto no parecía tener nada de diferente. De hecho era idéntico a los otros. El mismo cansancio de una semana interminable, en la que seguro se volvería a unir,  laboralmente, la semana recién concluida con la que iniciaba.

Después de una exhaustiva planificación y de sortear muchos obstáculos; había llegado una fecha muy especial, no solo para nosotros, sino para las personas que están dentro del Programa de Prevención y Control de las ITS/VIH/sida como pacientes.

Llegó el día de una actividad anual que celebramos para los niños afectados e infectados con VIH/sida. 



La discriminación tiene muchas formas. Y sus consecuencias, como las de cualquier enfermedad, afectan a quienes menos podemos imaginar.  Hijos, sobrinos, primos o nietos de seropositivos también sufren los efectos del estigma. De ahí, la manera integral con que se aborda la enfermedad en Cuba.  

Aunque muchos no lo crean, y otros no lo comprendan, trabajar en un departamento que atiende a personas con VIH / sida, implica cambios radicales. La jornada laboral nunca más será de 8 ni de 12 horas, será de 24; y si te apasionas, no querrás el descanso.

Por mucho que creas haber pasado, la cualidad de asombrarte nunca te abandonará.

El Círculo Recreativo Orestes Acosta, en la zona residencial Vista Alegre de Santiago de Cuba, nos acogió esta vez.


 


La compañía infantil Mente sana, hizo moverse a niños y no tan niños; lo mismo con su grupo danzario que con las voces de sus  talentosas solistas.



El dúo de payasos Sonrisa y titiriteras del proyecto Sueños y fantasías, perteneciente a la Casa de Extensión Cultural Aurora Ochoa Romaguera, hicieron el deleite de los infantes con juegos y trabalenguas. También hubo concursos de pintura y tesoros escondidos. 

 En esta ocasión participaron 22 instituciones.  Y si no las mencionamos es porque sería imperdonable que alguna fuese víctima de un olvido involuntario. 


Sin embargo, es imprescindible señalar que el aporte fue desde la gastronomía hasta los juguetes de todo tipo para los niños, de manera gratuita.    



Una vez más, la humanidad, el desinterés y el apoyo incondicional a las causas justas; rompen las barreras.

CIRCUBA 2014 en el Teatro Heredia: DESBORDE de ALEGRÍA y EMOCIÓN




(La mexicana Cynthia Franco y su equilibrio en trapecio)

TEXTO: José Manuel Cordero / FOTOS: Mariana Pagola


 Santiago de Cuba (10/08).- Con la asistencia de más de 16 mil espectadores han transcurrido las 5 primeras funciones de Circuba 2014 en el Teatro Heredia de esta urbe oriental (969 km al este de La Habana), para mostrar el excelso arte que a todos ha convencido y que han presentado en pista cerca de una treintena de artistas provenientes de Venezuela, España, México y Cuba.



 El Payaso Pepitín ha logrado el éxito tras un arduo trabajo con más de 500 niños en escena quienes han hecho de las suyas y han dejado latente que en ellos descansa el futuro artístico de Cuba. 


Entretanto la artista de origen azteca, Cynthia Franco ha traído un acto de trapecio con equilibrios que le valió una estrella-mención en esta edición festivalera y que a través de una acertada selección musical rememora la grandeza del arte circense décadas atrás.


 Por otra parte los 9 acróbatas multipremiados de la Compañía Havana han desbordado pasión y entrega en cada salida a escena dejando en claro que con ellos habrá que contar en el presente y futuro, pues a pesar de su corta edad (no sobrepasan los 20 años), entregan virtuosismo y talento artístico como sólo los grandes y consagrados del circo pueden hacerlo.


  

 (Mascotas amaestradas de Jesús Castro Jr.)


 Las siguientes funciones en el “Heredia” –prácticamente agotadas en taquilla ya- transcurrirán este lunes 11 desde las 9:00 p.m. y el martes 12 en doble actividad a partir de las 4 de la tarde y las nueve de la noche para poner punto final este año y dar paso a las siguientes ciudades en el recorrido, -Nuevitas (14) y Camagüey (15 al 17 de agosto)- .




 (El público desbordó el Teatro Heredia de Santiago de Cuba)


domingo, 3 de agosto de 2014

GAZA



 Por Eduardo Galeano


Para justificarse, el terrorismo de Estado fabrica terroristas: siembra odio y cosecha coartadas. Todo indica que esta carnicería de Gaza, que según sus autores quiere acabar con los terroristas, logrará multiplicarlos.


Desde 1948, los palestinos viven condenados a humillación perpetua. No pueden ni respirar sin permiso. Han perdido su patria, sus tierras, su agua, su libertad, su todo. Ni siquiera tienen derecho a elegir sus gobernantes. Cuando votan a quien no deben votar, son castigados. Gaza está siendo castigada. Se convirtió en una ratonera sin salida, desde que Hamas ganó limpiamente las elecciones en el año 2006. Algo parecido había ocurrido en 1932, cuando el Partido Comunista triunfó en las elecciones de El Salvador. Bañados en sangre, los salvadoreños expiaron su mala conducta y desde entonces vivieron sometidos a dictaduras militares. La democracia es un lujo que no todos merecen.


Son hijos de la impotencia los cohetes caseros que los militantes de Hamas, acorralados en Gaza, disparan con chambona puntería sobre las tierras que habían sido palestinas y que la ocupación israelí usurpó. Y la desesperación, a la orilla de la locura suicida, es la madre de las bravatas que niegan el derecho a la existencia de Israel, gritos sin ninguna eficacia, mientras la muy eficaz guerra de exterminio está negando, desde hace años, el derecho a la existencia de Palestina. Ya poca Palestina queda. Paso a paso, Israel la está borrando del mapa.


Los colonos invaden, y tras ellos los soldados van corrigiendo la frontera. Las balas sacralizan el despojo, en legítima defensa. No hay guerra agresiva que no diga ser guerra defensiva. Hitler invadió Polonia para evitar que Polonia invadiera Alemania. Bush invadió Irak para evitar que Irak invadiera el mundo. En cada una de sus guerras defensivas, Israel se ha tragado otro pedazo de Palestina, y los almuerzos siguen. La devoración se justifica por los títulos de propiedad que la Biblia otorgó, por los dos mil años de persecución que el pueblo judío sufrió, y por el pánico que generan los palestinos al acecho.

 
Israel es el país que jamás cumple las recomendaciones ni las resoluciones de las Naciones Unidas, el que nunca acata las sentencias de los tribunales internacionales, el que se burla de las leyes internacionales, y es también el único país que ha legalizado latortura de prisioneros. ¿Quién le regaló el derecho de negar todos los derechos? ¿De dónde viene la impunidad con que Israel está ejecutando la matanza de Gaza? 


El gobierno español no hubiera podido bombardear impunemente al País Vasco para acabar con ETA, ni el gobierno británico hubiera podido arrasar Irlanda para liquidar a IRA. ¿Acaso la tragedia del Holocausto implica una póliza de eterna impunidad? ¿O esa luz verde proviene de la potencia mandamás que tiene en Israel al más incondicional de sus vasallos?


El ejército israelí, el más moderno y sofisticado del mundo, sabe a quién mata. No mata por error. Mata por horror. Las víctimas civiles se llaman daños colaterales, según el diccionario de otras guerras imperiales. En Gaza, de cada diez daños colaterales, tres son niños. Y suman miles los mutilados, víctimas de la tecnología del descuartizamiento humano, que la industria militar está ensayando exitosamente en esta operación de limpieza étnica.


Y como siempre, siempre lo mismo: en Gaza, cien a uno. Por cada cien palestinos muertos, un israelí.

Gente peligrosa, advierte el otro bombardeo, a cargo de los medios masivos de manipulación, que nos invitan a creer que una vida israelí vale tanto como cien vidas palestinas. Y esos medios también nos invitan a creer que son humanitarias las doscientas bombas atómicas de Israel, y que una potencia nuclear llamada Irán fue la que aniquiló Hiroshima y Nagasaki.



La llamada comunidad internacional, ¿existe? ¿Es algo más que un club de mercaderes, banqueros y guerreros? ¿Es algo más que el nombre artístico que los Estados Unidos se ponen cuando hacen teatro?


Ante la tragedia de Gaza, la hipocresía mundial se luce una vez más. Como siempre, la indiferencia, los discursos vacíos, las declaraciones huecas, las declamaciones altisonantes, las posturas ambiguas, rinden tributo a la sagrada impunidad.


Ante la tragedia de Gaza, los países árabes se lavan las manos. Como siempre. Y como siempre, los países europeos se frotan las manos.



La vieja Europa, tan capaz de belleza y de perversidad, derrama alguna que otra lágrima mientras secretamente celebra esta jugada maestra. Porque la cacería de judíos fue siempre una costumbre europea, pero desde hace medio siglo esa deuda histórica está siendo cobrada a los palestinos, que también son semitas y que nunca fueron, ni son, antisemitas. Ellos están pagando, en sangre contante y sonante, una cuenta ajena.

El “asilo político”, ANTONIO PACHECO y el Ajuste Cubano



Por Cuscó Tarradell

El escándalo crece por la sombra de lo insospechado. Han pasado las primeras conmociones por la noticia de Pacheco. La han compartido miles de veces en la red las 3 caras del Facebook: los patriotas, los divergentes, los sin rostros. Quizás, como en ningún tiempo de la Internet, los curiosos se han estimulado a poner en Google el nombre del ex pelotero cubano. Ahora buscan su entrevista. Después habrá razones para otros. Pero éste es Antonio Pacheco Massó. 


Muchos han sacado sus crudezas más oscuras, gala de injurias con twists y comentarios en la red; otros han portado la reseña digital a casa, impresión doblada en un bolsillo o maletín discreto hacia la luz, va saliendo a voces en el barrio; y algunos, todavía necesitan alardear de indiferencia. 


Corren los porqués sobre la figura. Mas, sólo he querido ser sensato con mi alma de periodista, mientras las ocho patas humanas de una mesa de dominó en Cuba se inclinan y se acomodan, porque no reposa el acontecimiento.  


¿Por qué tramita Antonio Pacheco el estatus de asilado político? ¿Fue un hecho imprudente?


El asilo político -funcional en varios países- es una ley adoptada por el Congreso de Estados Unidos, aunque primero fue una regulación de las Naciones Unidas. Curiosamente la primera interpelación para solicitarlo es el miedo: a ser torturado, asesinado, encarcelado por conceptos políticos, marginado de derechos civiles, o temor a que pueda ser invadida la privacidad personal en su país de origen. 


Antonio Pacheco Massó jamás se escondió en Cuba. Las arterias de cualquier ciudad le abrían paso con la cortesía de un saludo popular: una mano extendida, una sonrisa de compañía, un beso al aire de mujer, o un murmullo indiscreto: “ahí va el capitán de capitanes”. Sin llevar carteles visibles, su auto moderno -comparándolo con los habituales que circulan en el país- tenía un 'VÍA LIBRE PERMANENTE'. Su fama le era leyenda rentable. Lo único que nunca tuvo Pacheco fue un padrino en la Comisión Nacional de Béisbol. 

Se acabó el mutis de Pacheco. Ha dicho públicamente en Tampa durante una entrevista: […] “De política no quiero hablar. No soy político. Lo mío es la pelota y enseñar. Vengo a trabajar acá, a enseñar y a vivir”. 


¿Dónde está el patrón de persecución que ampara  a un legítimo asilo político? 


Su opinión esquiva a la publicidad política. No pertenecía el memorable veterano a ninguna raza, nacionalidad, religión, ni grupo social en persecución. 


No es el caso, por ejemplo, de los periodistas mexicanos que llegan a la frontera solicitando refugio político con evidencias de hostigamiento y amenazas reales a su existencia y a las de su familia por patronos del poder. A pesar de ello, algunos han sido denegados por oficiales de inmigración estadounidenses y han pagado con sus vidas en Tierra del Sol. En los últimos 12 años han desaparecido o asesinado, a más de 130 reporteros de prensa en México. 



Los cubanos que se encuentran físicamente en una frontera de los Estados Unidos, aunque no hayan realizado un acceso legal, incluso algunos de los que se detienen en aguas norteamericanas, las leyes vigentes les permiten solicitar asilo, bajo la Sección 208 (a) del Acta de Inmigración y Nacionalidad (INA). Ya sabemos que nadie hostigaba o espiaba en Cuba al prestigioso ex jugador; pero, la apología del 'asilo político' descansa en la concepción de una administración norteamericana que no reconoce como gobierno democrático al establecido en Cuba desde el año 1959.  

Por el momento, Pacheco Massó ha recibido una entrada condicionada, nombrada Parole, para permanecer dentro del territorio norteamericano. Con ella obtiene sellos de alimentos, seguro médico, permiso de trabajo y unos dólares para gastos domésticos. Únicamente está exento de votar en elecciones. Sólo al año y un día, de radicado en la Florida, podrá ajustar su estatus inmigratorio al de residente permanente en USA, amparado por la Ley de Ajuste Cubano (CAA): 


“Estoy pidiendo el Ajuste Cubano, como todo cubano que llega a ser sus papeles acá y estoy tratando de sacar permiso de trabajo, mi licencia de conducir y quiero aportarle a la sociedad” -enfatizó Antonio. 


Lo controversial es que después de 12 meses -cuando se obtiene la residencia norteamericana- puede volver a viajar a su país natal, aquel del que supuestamente huía. Lo han hecho miles de “ajustados cubanos” con el mismo gobierno existente en la isla por más de 50 años. 


La ley de inmigración tiene sus cráteres; la “especie cubana”, gravita en ellos. Menos mal que Cuba es pequeña y, por cada alma que abandona, todavía laten fuerte 5 corazones con un himno de 2 estrofas.  



Merece esa Ley, promulgada el 2 de noviembre de 1966, hacer su propio ajuste si quiere ser honrada ante los ojos del mundo; si, al final, admite al hombre soñador, al artista, a la gloria deportiva, al que se aparta de palabreos gubernamentales. De lo contrario, la palabra asilo siempre tendrá un apellido casi obligado. En política de orillas opuestas no se sueña con derogaciones radicales, porque uno mira en picado con cristal de aumento; el otro, alza la vista, a través de un vidrio fregado cien veces. Parece que no hay ojos empañados de ningún lado. 


La sed de lo nuevo pasa fugaz por la mente de los hombres, los impulsa. Al decir del propio protagonista de la noticia, el marcharse a vivir a la Florida no fue una determinación a priori: 


“Pusimos todo en una balanza, fue una decisión familiar y nos preguntamos: ¿Dónde es mejor estar? En Canadá, mucho frío, no era el ambiente de uno que vive en Cuba, y acá, el clima, las personas y Tampa la vimos como un lugar tranquilo” -comentó Pacheco en su entrevista al periódico digital Centro Tampa, anexo a la corporación mediática Tampa Media Group.


Ningún pelotero cubano o ex jugador ha llegado al límite de una Corte de Inmigración o juez para obtener el estado oficial de asilado político, como le sucede a otros cientos de hispanos que codician el sueño americano. Estos últimos asumen el riesgo de una deportación por falta de evidencias. 

Pacheco no anda solo ni huérfano de compañía. Lo apoyan amigos en Tampa y su esposa Noemí, una enfermera que se unió a él en Canadá, mientras cumplía con un contrato de trabajo enseñando a niños a jugar béisbol. Allá permaneció 18 meses. 


Cuesta mucho respetar los contornos humanos, las decisiones, la existencia ajena: “Acá me quiero sentir como cualquier persona normal” -señaló Pacheco. 


Le va a ser difícil al principio, mientras genere una noticia, un comentario, una crónica; o quizás, cuando llegue a entrenar algún equipo de las Grandes Ligas. El mito de ser “El Gran Capitán” subsidia las turbulencias humanas en las redes sociales.


ARTÍCULO RELACIONADO:


---El destino de ANTONIO PACHECO


sábado, 2 de agosto de 2014

Los ROSTROS de SANDY / Palabras de presentación del libro LA NOCHE MÁS LARGA



 

(De izquierda a derecha: el presentador Eric Caraballoso y el autor, Reinaldo Cedeño, en plena concentración)

Por ERIC CARABALLOSO DÍAZ

♣ Ver Fotos de la presentación del libro  LA NOCHE MAS LARGA: Memorias del Huracán Sandy


En la página 15 de este libro, un hombre enfrenta con su mirada al fotógrafo que aprieta resuelto el obturador. La imagen lo descubre sosteniendo una viga de madera, vestigio implacable de la ruina que padece su casa tras el golpe mortal del huracán Sandy. No conozco su nombre, ni su edad, ni la ubicación de la que fuera su vivienda, aunque poco podrían decirme tales datos ante la magnitud de su tragedia personal, de la desdicha mayúscula de una ciudad en la cual él es apenas uno entre miles.


Páginas adelante, en la 149, otra imagen sacude al lector. Una mujer de blusa amarilla llora su desamparo ajena al lente que la inmortaliza. El suyo es el rostro del dolor, mezcla del estupor y el sufrimiento que oscureció el corazón de tantos santiagueros tras aquella fatídica madrugada del 25 de octubre de 2012. Conozco a la mujer. Descubro por el pie de foto que se llama Iraida y a mi memoria vienen las ocasiones en las que coincidimos, yo como periodista y ella como promotora cultural. Sin embargo, lo conocido se diluye ante la contundencia de la fotografía, ante esa realidad insoslayable que declara la fragilidad de lo existente y quiebra de súbito cualquier coraza emocional.


La tragedia tiene el poder de igualar a los hombres, de revelar su médula y mostrar las dimensiones de su fuerza. Este es un libro del que emanan esa médula, esas fuerzas.

En las páginas 86 y 87 debía verse una casa, pero no está. No están las paredes, ni el techo, ni las columnas, ni las lámparas, ni las instalaciones sanitarias. No está la armadura física que cobija las más valiosas posesiones espirituales: el orgullo y los deseos, los secretos y las esperanzas. 

Desde un punto de vista, la fotografía puede parecer descorazonadora, pero algunos indicios confirman que –más allá de la pena– la vida sigue adelante. En unos cordeles puestos donde antes debió estar la sala, o quizás un cuarto, la ropa limpia ondula movida por la brisa que llega directamente desde la montaña. Y casi al centro, entre muebles ruinosos y pilas de escombros, un grupo de aguacates espera la hora del almuerzo. 

A su lado, nos observa una niña…


Volvemos adelante. En las páginas 118 y 119 un hombre es sorprendido por el lente en una posición en apariencia poco digna. La foto está tomada desde arriba y en ella el hombre, sin camisa, se apoya en cuatro puntos, las piernas lo más abiertas posible, sobre el que probablemente sea el techo de su casa. No obstante, la información no estaría completa si no les digo que este hombre trabaja. Que solo, incómodo, agotado, se afana por colocar nuevas tejas de zinc sobre la armazón vacía de su techo. Su posición –ya lo he dicho– en apariencia poco digna, no nos permite contemplar la expresión de su rostro, ni las gotas de sudor que seguramente corren por los surcos de su frente; pero ese sudor que no vemos –aunque imaginamos– limpia cualquier indignidad aparente, cualquier mácula anatómica o incoherencia mojigata de su postura. Este santiaguero es, no lo dudemos, el hombre más digno del mundo.

Mientras hay vida hay esperanza, acostumbraba a decir mi abuela. Y, podría agregarse, hay personas dispuestas a todo por la vida, por alimentar la llama de la esperanza. Este libro nos regala sus ejemplos.

En medio del huracán, el joven palmero José Ahmed Corría cargó en brazos a un matrimonio de ancianos mientras su vivienda era deshecha por los vientos. Luego, marchó a auxiliar a otra familia. Uno de sus rescatados, el nonagenario Roberto Trujillo, lo cataloga como un héroe de estos tiempos. Aquí está su historia. 

Poco después de Sandy y en medio de una compleja situación higiénico-sanitaria, la doctora Bárbara Acosta Montero cruzó a nado desde el muelle de Ciudamar hasta Cayo Granma, unos trescientos metros de mar abierto y revuelto, para salvar la vida a un paciente. Cada braceada, confiesa a la periodista, le costó un mundo, pero no titubeó. Aquí también está su historia.

En la playa Mar Verde, justo en la diana del huracán, una brigada artística achicó las penas de los damnificados. Los bailarines de Kokoyé se prepararon para su actuación encima de un montículo de escombros; otros artistas lo hicieron en un estrecho corredor. Los vecinos, agradecidos, bailaron y corearon sus canciones. Pero esto es solo una parte de esa historia.


En algún lugar de Santiago –pudo haber sido en tantos–, un liniero muestra su destreza en la cima de un poste. Los arreos brillan en la cintura. El periodista solo sabe que el reparador ha llegado desde Pinar del Río, desde el otro extremo de la niebla. No conoce su nombre –nos confiesa. Tal vez, sencillamente, se llama Cuba. ¿Hace falta decir más?

 La noche más larga es un libro de imágenes e historias impactantes. Imágenes e historias hechas por fotorreporteros y periodistas que, por encima de sus nombres, mostraron la recia madera –profesional y espiritual– de quienes practican el muchas veces cuestionado oficio de la prensa. Y también otras, hechas por otros santiagueros, poetas, intelectuales, artistas, personas de a pie, sobrecogidos por lo vivido, por lo visto y escuchado en aquellos funestos días de Sandy.  
 
Las imágenes e historias referidas hasta ahora son solo algunas, unas entre tantas guardadas no solo en estas páginas, sino también en la memoria de quienes habitamos Santiago. La selección, cuidada y necesaria de Reinaldo Cedeño –a quien habrá que agradecer siempre el empeño y la iniciativa– no agota, sin embargo, lo sucedido. No puede ni pretende abarcarlo todo.

De alguna forma, como el ideal soñado por Borges, este es un libro infinito. Un libro que contiene más historias que las escritas y fotografiadas en sus páginas, porque sus historias remiten a otras historias, a otras imágenes, a otros recuerdos, y cada lector puede construir su propio libro a partir de ello. Lo importante entonces es, junto al testimonio, la enseñanza; junto a la evidencia de lo terrible, la alerta hacia el futuro y la certeza del valor del trabajo y la solidaridad. 

Sandy –nos dice Cedeño en la introducción– no es una madrugada ni un nombre, sino un parteaguas en la memoria de Santiago de Cuba. Es algo que jamás podríamos ni deberíamos olvidar.


Una última imagen para el cierre. En la página 35 del libro un santiaguero trabaja en medio de una edificación derruida. La fotografía lo muestra sin camisa, intentando mover los horcones derribados sin mucho éxito todavía. Está en medio de un amasijo de escombros, tejas rotas, pedazos de madera, y a sus espaldas los restos de una pared ponen en evidencia la crueldad y fortaleza del huracán. El cielo es aún gris, colmado de nubes, pero entre algunas hojas y ramas verdes, indoblegables incluso para el viento, ondean optimistas el rojo, el blanco y el azul de la bandera cubana.  

Palabras de presentación del libro La noche más larga, selección de Reinaldo Cedeño. Leída en el Salón de los Vitrales de la Plaza de la Revolución Antonio Maceo de Santiago de Cuba, 31 de julio de  2014.

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