lunes, 26 de septiembre de 2016

“Una mujer que recordaré siempre” de Marcos Alejandro García Leyva / PREMIO CIERIC: autor de 9-14 años / V Concurso Caridad Pineda In Memoriam 2016




(CIERIC: Centro de Intercambio y Referencia de Iniciativas Comunitarias. Institución que se ocupa de la gestión y organización de proyectos comunitarios, adscripta a la UNEAC)


Estoy seguro que la historia de Cuba es una de las más bellas. Tal vez esté exagerando un poco, pero es que no dejo de sentir curiosidad y emoción cuando aprendo algo nuevo sobre ella. También tengo que reconocer que el taller literario “Corazón de Libélula”, al cual pertenezco, y  mi maestra Lizbett, han contribuido, a sembrar en mí la pasión por la historia y la lectura, aunque es justo destacar que mis padres también me han estimulado a leer, pero a leer con detenimiento, para así comprender cada frase escrita por los diferentes autores.


  Desde pequeño he leído varios libros, algunos más interesantes que otros, pero siempre encuentro alguna enseñanza. Llevo en mi mente y en mi corazón títulos como: “La edad de oro”, “Patriotas cubanos”, “Daniel y los cálices celestes”, “Malditas Matemáticas”, Cuentos de Guane”, “La culpa fue de Allan”, “Cuentos de Nato”, “Jícara de miel”, “¿Por qué la Revolución cubana?”, “El enigma de los corales”, “El principito”, entre otros. Sin embargo, disfruto mucho la lectura de libros relacionados con nuestra historia; me interesa mucho saber de los primeros pobladores, sus costumbres, de cómo se enfrentaron a los españoles en la lucha contra el exterminio. Además es interesante conocer acerca de nuestros héroes y mártires, de los hechos históricos sucedidos en las diferentes épocas.




    
 (La historiadora Josefina Toledo Benedict, que tuvo la delicadeza de escribirnos a los organizadores del Concurso)
 

La curiosidad sobre estos temas se hizo más fuerte con la lectura de un libro que llegó a mis manos gracias a mi papá. La primera vez que lo vi fue en el Hospital Pediátrico de Centro Habana, tenía ese día consulta con  mi doctora y al llegar nos encontramos con varias mesas repletas de libros para vender. Recuerdo que mi padre cogió uno y dijo en voz alta: ¡La madre negra de Martí, el libro de la historiadora Josefina Toledo Benedict que tanto he buscado! Enseguida me llené de curiosidad: ¿Nuestro Héroe Nacional tuvo una madre negra?, le dije a mi papá y él, mirándome fijamente, contestó: si quieres descubrirlo, acompáñame en su lectura. Y así lo hice, leímos el libro, algunas veces juntos y otras por separado. Pero tuve la respuesta a aquella inquietud, respuesta que agradezco y que hoy me hace sentir orgulloso de conocer sobre la existencia de esa mujer y su vínculo con el Apóstol de nuestra independencia.


  Su nombre es Paulina Pedroso, nació en Pinar del Río el 10 de mayo de 1855. Creció en el ingenio de los amos explotadores Hernández y Hernández, donde trabajó en el servicio doméstico. Negra esclava en proceso de alcanzar su libertad, contrajo matrimonio con el también esclavo manumiso Ruperto Pedroso, de quien obtuvo el apellido. A finales de la década de 1870, ambos emigraron en compañía de sus amos y otros esclavos a los Estados Unidos en condición de hombres y mujeres libres, ya que en esa época se había abolido la esclavitud en ese país. Allí, específicamente en Cayo Hueso, trabajaron duramente, reunieron el dinero suficiente que les permitió trasladarse hacia Tampa y comprar una vivienda que se convirtió en la casa de huéspedes donde se alojaron muchos revolucionarios cubanos.


   En el libro aparece reflejado el inmenso amor que sentían por Cuba, Paulina y su esposo, quienes ansiaban la soberanía de su madre patria, sentimientos que profesaba José Martí, a quien conocieron durante un discurso pronunciado por él en el Liceo Cubano de Tampa, el 26 de noviembre de 1891. En este acto Martí clamó por la emancipación de su país y resaltó la importancia de los negros en las luchas revolucionarias al expresar:”… ¿le tendremos miedo al negro, que en los cubanos que murieron por él ha perdonado para siempre a los cubanos que todavía lo maltratan? Pues yo sé de manos de negro que están más dentro de la virtud que las de blanco alguno que conozco: yo sé del amor negro a la libertad sensata…” Desde ese momento los Pedroso se vincularon mucho al Hombre de la Edad de Oro, brindándole en su casa resguardo y calor revolucionario, pero también el amor que solo una madre sabe profesar.


   Paulina fue la mujer que cuidó a nuestro Apóstol cuando intentaron envenenarlo en un banquete ofrecido en su honor en Tampa, el 16 de diciembre de 1892. Junto al médico revolucionario cubano Miguel Barbarrosa ofreció atención y mimos a Martí; puso en práctica los conocimientos heredados de sus ancestros carabalíes acerca de la medicina verde y restauró sus funciones digestivas con el empleo de plantas medicinales. Durante este tiempo Paulina lo acogió en su residencia, se convirtió en su enfermera de cabecera y lo atendió con cariño de madre.


   Pero, ¿solo quedó aquí la ayuda brindada por Paulina al Maestro y a la causa revolucionaria? ¡Claro que no! Cuando los miembros del Partido Revolucionario Cubano necesitaron dinero para la lucha por la independencia de Cuba, Paulina y su esposo pusieron en hipoteca su casa y le dieron el dinero a José Martí, entregando así, el bien material de más alto valor en sus vidas. Este hecho demuestra el amor inmenso de Ruperto y su esposa por su patria, los deseos de verla libre y la confianza que le tenían al Apóstol.


   El afecto que sintió Paulina por el más universal de los cubanos fue inmenso, hecho que demostró también el día en que unos espías al servicio de la metrópolis española fueron preguntando por él a la casa de huéspedes y ella con energía les contestó que no estaba allí, pues temía que le hicieran daño o lo asesinaran. La muerte de Martí en Dos Ríos, el 19 de mayo de 1895, afectó mucho a los Pedroso; muy triste, Paulina publicó en un periódico de la época: “Martí, te quise como madre, te reverencio como cubana, te idolatro como precursor de nuestra libertad, te lloro como mártir de la patria. Todos, negros y blancos, ricos o pobres, ilustrados o ignorantes te rendimos el culto de nuestro amor”. Fue evidente el sentimiento de madre que ella tuvo por el Maestro y que hoy muchos desconocen. Es una parte importante y hermosa de nuestra historia.


   Poco tiempo después de la muerte de José Martí, Paulina regresa a Cuba y vive el resto de sus años en La Habana, sumida en la pobreza, casi ciega y olvidada. Los ideales de libertad y justicia social que aprendió de José Martí no se llegaron a cumplir, pero ella siguió amando, desde su soledad, a quien le enseñó a querer con más fuerza su amada Isla. En su muerte producida el 21 de mayo de 1913, Paulina fue enterrada junto a la bandera cubana y a una foto obsequiada por Martí, en la que por su parte trasera nuestro apóstol escribió: “A Paulina, mi madre negra”.


   A grandes rasgos, esta es la historia de una mujer de gran importancia para nuestra patria. Lamentablemente muchos cubanos ignoran su existencia, lo que he podido comprobar en conversaciones con  pioneros y maestros de mi escuela. ¿Cómo es posible que esta patriota no aparezca en nuestros libros de texto? ¿Cómo es posible que no se divulgue su relación con Martí y sus aportes al Movimiento Revolucionario Cubano? Creo que no se ha sido justo con ella. Leer La madre negra de Martí, me ha hecho comprender la importancia de estudiar a profundidad todos los hechos ocurridos en nuestro país, donde siempre aparecerá alguna mujer o algún hombre dignos de recordar, de plasmar en las páginas de la historia. Ojalá que lo que escribo contribuya a engrandecer a esta cubana descendiente de africanos, justa en sus acciones, solidaria en sus actos, inmensa en su amor de madre.


   Durante gran parte de sexto grado, este valioso libro estuvo en mi mochila, probablemente sucederá lo mismo en la secundaria, pues cada vez que leo algunas de sus hojas, admiro más a su protagonista y me siento orgulloso de ser de esta tierra caribeña, compatriota de una mujer que luchó por la igualdad y los sueños de independencia, de una mujer que quiso a nuestro Apóstol como un hijo y que se merece un lugar importante en nuestras vidas. 


 

DEL AUTOR / Marcos Alejandro García Leyva (2004.Vive en San José de las Lajas) 

Miembro del taller literario “Corazón de Libélula” de la escuela primaria Camilo Cienfuegos de San José de las Lajas, Mayabeque. Presentador de la sección Pequeño Blog del programa de Tele Mayabeque “Doble Clic” dedicada a la promoción de la Literatura infantil 


Premio en el Concurso Nacional Leer a Martí 2015. Premio Concurso Nacional de Ciencias Naturales 6to grado. Mención Concurso Nacional de Historia de Cuba 6to grado.Premio Concurso Provincial de Lengua Española 6to grado. Segundo lugar Concurso Municipal El buen lector 2016. Primer lugar Concurso Municipal El buen lector 2015.  Premio Encuentro Municipal de Talleres Literarios 2014. Mención Encuentro Provincial de Talleres Literarios 2014.




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---GRAN PREMIO: “Las cien no soledades”: Aracely Aguiar Blanco
---“Un libro: Novelas y cuentos de Voltaire”: Federico Gabriel Rudolph (Argentina) / PREMIO CAPÍTULO INTERNACIONAL / V Concurso Caridad Pineda In Memoriam
__ “Sobre EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA”: Mireya Chico Díaz / PREMIO TERCERA EDAD / V Concurso Caridad Pineda In Memoriam

domingo, 25 de septiembre de 2016

“El libro que me enseñó a hablar con las piedras” de Esperanza Jardines Peacok/ FINALISTA / V Concurso Caridad Pineda In Memoriam 2016






Hoy comienzo a escribir como el agua de río al paso de la corriente. En el patio de una escuela muchos niños y niñas juegan alegremente. Una alumna entra al aula, la maestra que está sentada en su mesa le hace una señal. Diga usted, le dice. ¿Puedes hacerme un favor? Parece que anoche sucedió algo y esos libros cayeron, acomódalos de mayor a menor.


   La pequeña comenzó su actividad curioseando algunas páginas, estaba entretenida y de pronto se quedó pensativa… La maestra se percató: ¿Qué haces?, le dijo. Nada. Es quéYa sé, te gusta ese, si terminas pronto y bien, lo puedes tomar prestado.


   Al llegar a su casa, se quita el uniforme y comienza a leer, pero enseguida escucha una voz que le dice: oye muchacha, deja de leer esas novelas de Corín Tellado y ven ayudarme. No es una novela, mami, es un libro que la maestra me prestó. Todos los días al salir de la escuela deseaba llegar pronto a casa para seguir leyendo.


   Al cabo de unos días cuando terminé de leerlo, fui a entregarlo. La maestra me dijo: quédate con él, sé que te ha gustado mucho. Era La edad de Oro de José Martí. Ese fue el libro que marco mi vida.


  Allí comprendí que la educación comienza en la cuna y debe transcurrir a través de toda la vida. Con un lenguaje claro, sencillo, el autor expresa hechos importantes de héroes de nuestras América, Bolívar de Venezuela, Hidalgo de México y San Martín el padre de la República Argentina; estos hombres lucharon por la libertad de los pueblos, además de enseñarles a amar el trabajo. 


  “Libertad es el derecho que tiene todo hombre a ser honrado y a pensar y hablar sin hipocresía”. También escribe que “el niño que no piensa en lo que sucede alrededor; no será un hombre honrado”, con frases claras como esta, Martí orienta a los pequeños como deben querer a los héroes y luchar por la Patria.


   En mi carrera como Maestra Makarenko,  tuve una experiencia que no olvidaré mientras exista. Estudiando en Minas de Frio, una mañana invernal con pertinaz llovizna, recibimos de forma inesperada la noticia; oímos un silbido en el aire y los estudiantes gritábamos, corríamos. ¡Es Fidel, es Fidel! Alguien dijo: ¡Viene bajando por Mompié! Yo salí con el grupo que quiso alcanzarlo. A lo lejos vi su estatura de Gigante. Tuve el honor de conocerlo y conversar con él. Esta ha sido la clase de Historia más emocionante y enriquecedora que he tenido. A través de los años he recopilado fotos y datos relacionados con los valientes hombres que han luchado por Cuba y otros pueblos.


   El maestro debe impartir clases dinámicas, explicar, utilizar medios de enseñanzas y convencer con su conocimiento al estudiante de qué es cierto lo que dice, pero para lograrlo debe haber tenido vivencias, porque nadie es capaz de hacer amar lo que no ama, ni de dar lo que no tiene. Eso también lo aprendí del libro cuando era niña y luego lo apliqué en mi trabajo.


   Del cuento de magia “Meñique”, hace ver con acciones lo sabichoso, la curiosidad del pequeñín, que quiere saberlo todo, la inteligencia y el talento; no tener miedo y tratar de hacer el bien, porque así se es bueno. Esa magia la apliqué más tarde, cuando al graduarme, mi prueba de fuego fue en El Cuartón Solongo, de Matías, al darle clases a niños de 1ro a 6to grado y por la noche todos los niveles de Educación de adultos; allí los campesinos que fueron muy solidarios conmigo.





   Cuando una maestra imparte clases en un aula de 4to grado, todas las asignaturas a más de 40 niños, tiene que aplicar magia e imaginación ¿No lo crees? El saber y la práctica valen mucho y se aprenden leyendo de todo. La vida es una escuela donde cada día se aprende algo nuevo y provechoso. Alguien expresó un día que cada adulto lleva un niño dentro, y es cierto, recuerdo a veces los juegos de mi infancia, la inocencia y felicidad al hacerlo: el juego del burro, la gallinita ciega, los escondidos, la señorita, etc. El juego en sí, hace que los pequeños se relacionen y respetan las normas que deben seguirse.


    “Los niños debían juntarse una vez por lo menos a la semana para ver a quien podían hacerle algún bien todos juntos”, estas palabras de Martí tienen un mensaje importante, bello pensamiento del hombre de La edad de Oro. La familia debe  estar unida y fortalecer los lazos de amistad con otras personas. En mi vida he tratado de ayudar a aquellos que se encuentran a mí alrededor, dar un consejo a cualquiera que lo necesite; eso también me lo enseño este cuaderno.


   Durante mi estancia en Topes de Collantes, un profesor de Biología llamó a los alumnos que dirigíamos el aula y nos entregó unas preguntas: apréndanselas todas, dijo. Aquí emulábamos en todos los sentidos, y se llevaba una dura lucha contra el fraude académico. Comprendimos que algo no estaba bien. Decidimos ir a la dirección, pero ¿Quién hablaba?: ¡Yo!, dije. Toqué la puerta, saludé y expuse lo que pensábamos. El Director aclaró lo que podía sucederme si no era cierto. Se comunicó con la cátedra de Biología y efectivamente, era la prueba final.


   En la plaza pública reconocieron mi actitud. Varios días después, la prueba final de español contenía estas palabras: “Cuando hay hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres”, enseguida recordé que lo había leído en aquel hermoso libro que me regaló mi maestra. A través de mi existencia he tenido que ser valiente, fuerte,  educada. Tomar decisiones difíciles para seguir adelante. 


   Algunos familiares ayudaron en mi crianza, pero no podré olvidar nunca a mi madre que cuidando ancianos en casas, fue capaz de inculcarme muchas cosas buenas que me marcaron para siempre. En mi carrera de 6 años solo pudo ir a Minas una vez. Fui capaz de trazarme metas en la vida como fue estudiar y cuando tuviera mis hijos luchar por ellos para que también fueran algo en su futuro, lo logré. Aprendí también a tener como ejemplo lo que había leído nunca he sido ambiciosa, ni envidiosa; pero no conformista pues, uno debe trazarse metas y lograr cumplirlas.


    
Cuando  Martí  escribe Los niños debían echarse a llorar cuando ha pasado el día sin que aprendan algo nuevo, sin que sirvan de algo” es cierto porque siempre se puede aprender más y más; los libros tienen en sí una riqueza infinita dentro. Debemos leer mucho, mucho de todo para conocer más del mundo y los hombres.
   Por la mañana al salir a la calle, le doy los buenos días al que pasa a mi lado; con una sonrisa sé que mi mañana será más agradable y también para aquellos que lo perciben. Tal vez ese saludo sea un aliento para alguien que le falta el aire.


   Muchas veces he leído el cuento de Piedad. Cuánta enseñanza tiene sus páginas. Hay quien piensa que no se debe hablar solo. Pero los niños tienen ese don, si a veces  no hay otro niño a su lado, tienen un juguete preferido y a él le cuenta sus preocupaciones y anhelos, aunque tenga todo lo mejor a su alrededor. El juguete preferido de Piedad era Leonor, su Muñeca Negra. Casi siempre para las niñas una muñeca de trapo echa por nuestra madre o abuela en otros lejanos, era el juguete que más querían. Pilar conversa con ella “te quiero mucho porque no te quieren; tus ojos son los que quiero yo; ellos me dicen que me quieres”.  Como quería ser maestra, mi juguete preferido eran unas piedras ¿te ríes? pues sí; les hablaba y decía como debían comportarse, además, les enseñaba a ellas lo que aprendí en clases.


   La lectura de este libro a través del tiempo me ha permitido poner en práctica ese mensaje que trasmite y orienta. ¡Qué feliz se siente una niña o una mujer, cuando recibe una flor! A mí cuando me la regalan, después de un tiempecito la guardo en un libro, pienso que allí está más segura y a veces cuando leo y encuentro una, vienen a mi mente bellos recuerdos.


  En mi paso por Topes,  éramos cerca de 7000 estudiantes; una de las tareas que realizamos fue sembrar árboles frutales y maderables, para así cuidar más la naturaleza. ¡Qué belleza natural se podrá ver hoy, al oír la música de los pájaros en libertad y el susurro de las ramas cuando el viento las saluda!


   A nosotros nos llevaron al lugar donde fueron asesinados Manuel Ascunce  y Pedro Lantigua, en una mata de Flamboyán. Nuestro uniforme era verde y la manga de la blusa o camisa, llevaba una franja mandarina. A veces, a lo lejos, oíamos los tiros de los milicianos o de los contrarrevolucionarios en la lucha contra bandidos en las montañas del Escambray. 


   Un día avisaron que mi mamá estaba enferma en Santiago. Sé que me embarcaron en una guagua vestida de uniforme. En un momento determinado me dijeron que estábamos en Bayamo; allí quedé, no recuerdo mucho, pero fui a parar a manzanillo. Me percaté que unos hombres querían hacerme daño. Pedí auxilio muchas veces; después un policía me llevó hasta el Hospital Provincial de Santiago.


   Luego que mi madre mejoró, regresé a la escuela. Tenía que repetir el año, aquello fue duro, pero aprobé y me dieron el traslado para Tarará, de esta manera fui capaz de sobreponerme y ver hecho realidad mi sueño de ser maestra. A al recordar estos años me pregunto, a veces una sonrisa  asoma a mis labios; pues en II Frente, Mayarí Arriba, dirigí un centro escolar nocturno (René Ramos Latour) de Educación de adultos. Pues a mi pequeña hija no le probaba el círculo infantil. Trabajaba de 7 a 11 de la noche. Mi familia me ayudaba.


  Vivía sola en el aeropuerto. Tenía que pasar un puente colgante con ella y sus pertenencias. Una noche resbalé, sólo me quedé con ella en brazos, no me quedó otra alternativa que sentarme y esperar a que alguien pasara y recibir ayuda. Así fue.
   Algunas noches, cuando la soledad me acompaña, recuerdo a mi maestra que de forma casual puso ante mis ojos aquel libro de páginas amarillentas que iluminaron mi existencia. Haber leído La Edad de Oro, me ayudó a conocer que en situaciones difíciles; uno mismo tiene que tomar la decisión correcta como lo hicieron aquellos hombres en su momento. 




DE LA AUTORA / ESPERANZA JARDINES PEACOK

(1948.  Vive en Contramaestre, municipio de Santiago de Cuba) Miembro del grupo literario Café Bonaparte y del Taller Municipal Raúl Gómez García de Contramaestre. Ha obtenido varios premios en diversos eventos y concursos, entre los que se encuentran: 2do Premio en cuento para niños en el Encuentro Municipal de Talleres Literarios, 2009. Primer Premio en Cuento y Poesía para niños, 2010. 3er Premio en Cuento para adulto y Poesía,  2014)



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---GRAN PREMIO: “Las cien no soledades”: Aracely Aguiar Blanco
---“Un libro: Novelas y cuentos de Voltaire”: Federico Gabriel Rudolph (Argentina) / PREMIO CAPÍTULO INTERNACIONAL / V Concurso Caridad Pineda In Memoriam
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“EL CARTERO DE NERUDA: La fe en lo hermoso” de Jorge García Orce / FINALISTA / V Concurso Caridad Pineda In Memoriam 2016







La lectura de esta novela hace treinta años cuando se publicó por primera vez, exactamente en 1983, me hubiera provocado el sueño de ser el cartero de mi poeta invicto: Silvio Rodríguez. Era yo entonces un veinteañero, confirmado en aquel verso, tras su multitudinaria aclamación,  junto con Pablo Milanés, en Suramérica, recién librada de las dictaduras militares.


   Casi nada recuerdo de mis cinco años, pero es imborrable la primera canción aprendida de memoria de tanto oírla en unos altavoces en la playa Guardalavaca.    Dedicada a Che Guevara,  fusil contra fusil también tenía una letra “regional, dolorosa, lluviosa”, como fuera calificada en ocasiones la poesía de Pablo Neruda, cuya peculiar relación con un joven devoto conforma la trama de esta obra del chileno Antonio Skármeta.


El cartero de Neruda, también titulada Ardiente paciencia, colmaría de imágenes mis noches y ensoñaciones los días: toco el timbre y asoma a la puerta un viejo loco que cada día piensa que es su día; tacaño de palabras, desbordante en indiferencias. Tal sería el primer encuentro entre el mensajero de correos  el poeta-cantor, quizás interrumpido apunto de cazar la rima y la nota.



  

 Mario Giménez no se desanimó ante Neruda, de quién apenas lograba una sonrisa lenta y la propina. Un día llegó su oportunidad y pasó de las cartas al autógrafo y, a los pocos, ya conversaban de formas y esencias: “¡Metáforas, hombre! 


   ¿Qué son esas cosas? 


   El poeta puso una mano sobre el hombro del muchacho.


   Para aclarártelo más o menos imprecisamente, son modos de decir una cosa comparándola con otra.


   Deme un ejemplo.


   Neruda miró su reloj y suspiró.


(…)”


   ¡Ojalá me hubiera tocado ser el Mario Giménez tropical, compartiendo con Silvio su rabia por tantos niños con zapatos de tierra, celebrando su amor por una mujer clara que lo ama sin pedir nada o casi nada, disfrutando su curiosidad preguntera porque saber no puede ser lujo, espantando sus visiones de angustia y horror una noche de verano …!


   Como siempre va trocando lo sucio en oro, también fuera confesor de mis penas veinteañeras y de ellas saldrían sus Unicornio, Réquiem, Llover sobre mojado, No hacen falta alas,… ¡cuánta vanidad!, pero soñar no cuesta nada.


   El cartero de Neruda es una novela corta de fácil lectura, apartada de las técnicas narrativas de  “vanguardia” no estoy muy seguro que sea el vocablo correcto, quizás sea mejor emplear “de moda”; por favor, solo soy un pobre lector  en los años 1970-80.   Sin embargo, el resultado es un hermoso retrato de la vida de Pablo Neruda entre pescadores analfabetos que lo adoran, y su pasión por el mar, la sencillez y un Chile justo.


   Me ha sido imposible no soñar, leída esta obra ahora, a mis cincuenta, con aquello de colarme con frecuencia, ya no como cartero porque su correspondencia debe ser casi toda digital, pero si, al menos, de fumigador en la casa del viejo Silvio ¡este noviembre cumple 70! e inevitable impertinencia mediante, hartar mi curiosidad con una agenda de algún interés público:


¿Aun prefiere un rabo de nube?


¿Qué pasará cuando al frente de la columna no viaje, como estuvo siempre, la mira del fusil?


Dígame tres cosas que merezcan hoy una luz cegadora, un disparo de nieve.


(…)


  ¿Puede suceder todavía que lo arrastren sobre rocas, y le machaquen y le arranquen todo cuando la Revolución se venga abajo?


   Esta última pregunta a Silvio me saltó entre los dedos desde las páginas finales de la novela de A. Skármeta: el gobierno de la Unidad Popular se debate entre la vida y la muerte por la embestida fascista. Ese mismo 11 de septiembre de 1973, Mario Giménez asiste a la agonía de Neruda en su casa de Isla Negra, cercada por las tropas golpistas. Afiebrado de muerte por el cáncer, el poeta llora frente al mar, vacío de gaviotas y pelícanos ahuyentados por los helicópteros (“¿También me robaron el mar? ¿También lo metieron en una jaula?”).


   Doce días después, en un hospital capitalino donde se dice fue asesinado, muere Neruda. El cadáver es velado entre los escombros de su casa vandalizada. Es que, a pesar de su gloria, el poeta era comunista.


   La novela tiene pasajes de encanto como aquel de Neruda bailando él Mr. Postman The Beatles, Mario Jiménez grabando los sonidos de Isla Negra para su amigo nostálgico en Paris, el enamoramiento del joven apelando a los versos del gran chileno como si fueran propios, la fiesta ante el televisor el día del discurso de Neruda en Suecia por el Nobel, el propio encuentro final entre el poeta moribundo y su joven devoto…



    

(Fotograma de “Il Postino” / “El cartero (y Pablo Neruda), basada en el libro de Skármeta. Cinta italiana de 1994 dirigida por MIchael Radford y protagonizada por Philippe Noiret y Massimo Troisi) 

  


Son de mucho agrado por su belleza silvestre, pero la sublevación fascista lo enrarece todo y sobrevienen sucesos mucho más dramáticos y terribles que la caída del gobierno de Allende, y que motivaron aquella última pregunta a Silvio y que la novela parece no quiere sepultar. 


   Así, la madrugada siguiente al sepelio de Pablo Neruda, dos autos negros sin matrícula llegan ante la puerta del cartero: 


   “¿Es usted Mario Jiménez?


   Sí, señor.


   Bien, tiene que acompañarnos. Es una diligencia de rutina, responde unas preguntas y vuelve a casa.”


   Aunque vivimos otros tiempos, no estoy muy seguro de que, tras la caída de algún gobierno popular no se repita la macabra historia de tortura, muerte y desapariciones que siguió a los golpes militares en América Latina. Ahora mismo pienso en Venezuela o Argentina; pero podría ser también Cuba, que nadie lo dude. Hay demasiado odio, sed de venganza y fanatismo aguardando para descarrilarse.


   Ahora escucho un silbato de El carteroEs un llamado a no olvidar la tragedia de nuestros pueblos, a impedir que nos conviertan en adorables muñecos inflables, sin alma ni memoria, solo pendientes de su propio aire y apariencia coloreada. 


   El cartero…también llama a no olvidar nuestras glorias, porque ellas alimentan la resistencia y la fe en el triunfo de lo hermoso, aunque nos cuesta la vida, como dice Silvio.


   Esta fe esta dicha por Neruda, al evocar a Rimbaud en su agradecimiento por el Premio Nobel:


  “…solo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres.


Así, la poesía no habrá cantado en vano.”




DEL AUTOR / JORGE ANTONIO GARCÍA ORCE 


(1964. Vive en Santiago de Cuba) Licenciado en Periodismo en 1988 de la Universidad de Oriente. Desempeño laboral por 20 años en la Radio y en la prensa escrita. Jubilado. Es invidente) 



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---“Un libro: Novelas y cuentos de Voltaire”: Federico Gabriel Rudolph (Argentina) / PREMIO CAPÍTULO INTERNACIONAL / V Concurso Caridad Pineda In Memoriam

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