lunes, 7 de enero de 2008

EL CINE MADE IN ASIA

(Fotograma de La Maldición de la Flor Dorada)

Reinaldo Cedeño Pineda


Siempre me pregunté si además del kong fu de Bruce Lee, y los samurais de Toshiro Mifune y Akira Kurosawa, no había nada más en el cine asiático…

Alguna que otra crítica y los frecuentes premios concedidos a cineastas de Asia, nos hablaban de otra realidad; pero salvo alguna muestra especial, esas películas seguían hundidas en el misterio para la mayoría de los cubanos.

¿Había temor a romper el molde?

La respuesta tardó en llegar.

Por suerte, en el nuevo milenio, la televisión cubana decidió ampliar la geografía del séptimo arte.

Así nos enteramos, poco a poco, de la excelencia del cine producido más allá de Hollywood, que sólo había sido modificado en la mayor de las Antillas por la larga sobresaturación del cine soviético, y la increíble sobrevivencia del viejo cine latinoamericano.

El cine made in Asia, nos subyugó primero por su lenguaje diferente, nos cautivó por su fotografía y su economía de palabras… y acabó convirtiéndonos en adeptos a su estética.

Nunca acabaremos de agradecer a espacios como: La séptima puerta (Cubavisión) y El espectador crítico (Canal Educativo) –bajo la conducción de Rolando Pérez Betancourt y Magda Resik, respectivamente– que hayan decidido correr el riesgo.

ZHANG YIMOU Y EL CINE CHINO

Algunos creían que el cine chino era Jackie Chang y Jet Li (con sus patadas, poses y risas)… Y es que no habían llegado las superproducciones de Zhang Yimou, todo un símbolo de la magnificencia visual, la exhuberancia del color, y de escenas inusitadas, francamente espectaculares.

Lo primero que se pasó en Cuba de su autoría, casi como una curiosidad, fue Sorgo rojo (1987). Años después, cada estreno de sus filmes ha sido un suceso comentado a nivel de la crítica, y también popular.

Así, vimos inundarse la pantalla con la historia opresiva y delirante de la Linterna roja, 1991 (cuatro concubinas disputándose los favores de su señor en la China medieval); mientras el rostro de la estrella china Gong Li comenzó a sernos familiar. (http://laislaylaespina.blogspot.com/2007/12/la-linterna-roja.html )

Ambos filmes –y también el conmovedor relato de una maestra aldeana buscando a su alumno en el moderno Beijing: Ni uno menos, 1999–; fueron exhibidos en la pantalla doméstica muchos años después de su realización, lo mismo que La semilla de crisantemo (1990).

Una vez despejado el camino no ocurrió lo mismo con títulos más recientes, con mucha menor diferencia entre su estreno internacional y su muestra en la pantalla cubana: Héroe (2002), La casa de las dagas voladoras (2004) y La maldición de la flor dorada (2006).

Héroe nos permitió ver, tal vez, la mejor interpretación de Jet Li, despojado de sus repetitivos papeles de tantas citas.

La casa de las dagas voladoras nos trajo la estilización de las artes marciales y esa escena danzaria en que la protagonista debe imitar el sonido de los guisantes contra los tambores. Para guardar.

Ese mismo título nos entregó la vitalidad de una nueva figura, Zhang Ziyi. El impacto de su presencia fue de tal magnitud que sería convocada para la película Memorias de una Geisha (Rob Marshall, USA, 2005), al lado de la propia Gong Li y del japonés Ken Watanabe, por suerte, también vista en casa.

La maldición de la flor dorada toma como escenario (aun más que Héroe) a la Ciudad Prohibida o Palacio Imperial Chino, y nos deja boquiabiertos.

El rojo intenso de los trajes imperiales y el amarillo de los crisantemos, se mezclan con una sórdida intriga palaciega. El cierre se presenta alucinante, con el movimiento de grandes masas, manejado con la habitual maestría de Yimou.

Zhang Yimou es ya un nombre de culto y los cubanos estamos a la expectativa de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Beijing –doblemente–, cuando nos enteramos de que la ceremonia inaugural correrá a su cargo.

La calidad del cine del gigante asiático contemporáneo se ha podido comprobar en casi todos los espacios cinematográficos de la televisión que ya exhiben con asiduidad cine chino, lo mismo de autor que comedias, dramas, cintas de terror, fantásticas y de otros géneros, por lo que se ha sobrepasado la inicial proyección épico-histórica.

Entre las que llegan ahora a mi memoria están: los dramas La bicicleta de Beijing (Wang Xiaoshuai, 2001) y Mi mamá juez (Mu Deyuan 2002); la fantasía de artes marciales Kong Fu sion (Stephen Chow-Sing Chi, 2004), y las emocionales Padre e Hijo (Hong Kong, director Fu Zi) y La ducha (Zhang Yang, 1999).

A eso habrá que sumarle el nombre del maestro Chen Kaige, aunque su cinta Adiós a mi concubina, Palma de Oro de Cannes 1993 –con Zhang Fengyi y Leslie Cheung, considerada en más de una encuesta la mejor película del cine chino–, continúa siendo una gran deuda para la televisión cubana.

En el circuito de pantalla grande se exhibió El emperador y el asesino (1999), un filme extenso y consagratorio.

Aunque no recuerdo que se haya exhibido en la pequeña pantalla, vale destacar la exhibición en muestras del drama de temática homosexual Happy Together con descarnadas escenas eróticas y que permitió evaluar el calibre del hongkonés Wong Kar Wai que mereciera por esta realización el reconocimiento de mejor director en Cannes 97.

Tigre y Dragón (Ang Lee, 2000), con su célebre escena de pelea en los bambúes, marcó un soplo renovador en la manera de abordar la visualidad de las artes marciales.

El director taiwanés Ang Lee –hoy residente en los Estados Unidos–, desde la visión peculiar que aporta su sustrato asiático, también se ha puntado otras éxitos, incluido el de Brokeback Mountain (2005), cuando derribó el mito del machismo de los vaqueros del Oeste y se atrevió a hilar una lírica historia de amor entre dos hombres.

Desafortunadamente, la TV cubana continúa esquiva a esa muestra, y también a su célebre Banquete de bodas (1993), la que hemos podido disfrutar en muestras privadas.

¿UN CINE DE POCAS PALABRAS?

El cine chino ha funcionado como la ventana, el “rompehielos” sobre el cine asiático.

La televisión cubana ha exhibido cintas procedentes de Vietnam, la largamente postergada cinematografía de la India (¡!Por fin Bollywood ¡), las sorprendentes películas de Corea; así como producciones de Tailandia y hasta…. Bhután.

Hay que reconocer ese esfuerzo por mover la pantalla, y por actualizarnos. Se ha roto el temor al tempo más sosegado, a la mirada detenida de los asiáticos.

De Vietnam, lo que más recuerdo es El olor de la papaya verde (Tran Anh Hung, 1993), más que una historia, un largo paseo sobre esa cultura. Me recuerda el texto de José Martí sobre los anamitas en La Edad de Oro.

Es una de esas propuestas que hipnotiza, delicada como un jazmín. Guiados por la deliciosa Mui, la película nos permitió penetrar en la sencillez de su vida. De él mismo, la TV exhibió la más dinámica y premiada Cyclo (1995).

Las palabras son escasas en las películas coreanas, y ¡caramba! no les hace falta para comunicarnos. Ellos acuden a lo medular, a una fotografía de grandes paisajes, primeros planos hacia los rostros, historias singulares.

El cine coreano es un descubrimiento, al menos en los botones de muestras exhibidos, aunque es pronto para emitir juicios conclusivos.

Tal es una belleza como El largo camino a casa (Hyang Lee, 2002) una abuela aldeana y analfabeta que debe cuidar a su nieto unos días, mientras la madre desarrolla sus actividades en la estresante Seúl.

Esa relación inicial tan complicada (¡dan ganas de sacudir a ese niño malcriado que quiere pollo Kentucky! en medio de la nada), da paso a una ternura impensada entre el infante y la anciana.

Casi no hay palabras, sólo acciones y miradas. Al final, el niño enseña a leer a la abuela y el afecto florece como los cerezos. Un filme muy recomendable.

Otros regalos recientes han sido de cine de autor, con Kim Ki Duk, a todas luces un cineasta fuera de serie.

El espíritu de la pasión (Kim Ki duk, 2004) dejó honda impresión cuando los minutos de la película van mostrando a un muchacho-ángel-vendedor que penetra en casas opulentas sin ningún interés material, se toma fotos, arregla objetos descompuestos… hasta que su vida también vacua encuentra a una chica víctima del maltrato de su esposo…

Las escenas del muchacho escondido en su celda y detrás del esposo, son inolvidables.

Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera (2003) o también conocida como Las estaciones de la vida, es la historia cíclica de la vida, a partir de un recién nacido abandonado y su maestro, el amor descubierto en eclosión y la ida, el regreso tras la traición, la muerte del maestro y el niño reconvertido en maestro. Todo en una isla flotante, aislada del mundo.

Una cinta moderna que rompe con la sequía de escenas sexuales típicas del cine asiático, sin toque alguno de grosería.

De la India han llegado varias. Por fin Cuba se asoma a la cinematografía más abundante del planeta, largamente vedada a nuestros ojos…

De Mira Nair ha llegado La boda del monzón (2001) y Kamasutra (1996). También gustó la filosófica Samsara (Pal Nalin, 2001), un joven budista que emerge a la vida sexual… pero en verdad el éxito total se produjo con Laagan (Ashutosh Gowariker, 2002) y el protagónico de un estrella hindú, Aamir Khan.

Esta última fue pedida en reiteración por el público cubano.

En un partido de cricket en la India-colonia inglesa de finales del siglo diecinueve, una aldea se juega la vida: se doblará el impuesto si pierde, o se quitará si vencen. Los indios nunca han jugado cricket… pero ya no hay nada que hacer, hay que jugar.

Una superproducción musical extensa que no tiene un minuto de desperdicio, directa y candorosa.

Del cine iraní han llegado unas pocas películas que ha sido visto en nuestras pantallas como la premiada El sabor de las cerezas (Palma de Oro, Cannes, 1997) de Abbas Kiarostami; aunque fue Niños del cielo (Majid Majidi, 1997) la que se me ha quedado más grabada.

Sobrarán algunos casos y escenas moralizantes; pero esa historia del niño que pierde los únicos zapatos de su hermanita, y debe compartir los suyos, toca hondo. De un suceso simple (tal vez en el primer mundo), Majidi sabe sacar jugo del bueno.

Al final, el niño (un tierno Mir Farrohk en el papel de Alí.) se enrola en una carrera, cuyo premio será…. un par de zapatos… Los barrios sucios de Teherán, afloran.

Un nombre que ha empezado asonar, y de que manera es el del actor tailandés Tony Jaa. Ya se habla de que es el sustituto de Bruce Lee.

En realidad e practicante de teakwondo y lo que se ve en la pantalla es una mezcla de estilo libre y lucha que recuerda el muay thai (estilo tailandés)… pero no lo es.

La cinta Ong Bac: El guerrero Muay thai (2003), vista acá, atrajo la atención internacional sobre él. Sus volteretas y agilidad inundan la pantalla; y es ya la línea que se le ha explotado internacionalmente en sus siguientes películas, que en cualquier momento llegan a la pantalla chica de la Isla.




Japón, por suerte, pudo abrirse paso hace muchos años, pero esta vez llegó con un dibujo que se encumbró en Berlín (Oso de Oro , 2002) El viaje de Chichiro de Hayao Miyazaki. El "muñequito", como se le dice popularmente en Cuba a los animados, quitó el aliento a grandes y chicos durante su transmisión en la televisión de la Mayor de las Antillas. También se han visto filmes con el actor Takeshi Kitano.

Para completar esta panorámica, valga mencionar que todos nos asombramos con un filme de Bhután. Muchos se enteraron del nombre de una nación del Himalaya, aislada naturalmente y ausente de todas las noticias.

Sin embargo, el poder del cine trajo las alturas y las costumbres del reino montañoso de Bhután hasta nuestras pantallas (lo habíamos visto en la cinta francesa Himalaya). Se trata de Magos y viajeros del 2003 (Khyentse Norbu en la dirección, guión y producción).

Dondup, un universitario graduado decide que estaría mejor cosechando manzanas en los Estados Unidos, que en su remota aldea… y se encamina con ese fin hacia la capital, Thimbú.

En aquel camino ignoto y polvoriento, se encuentran varios personajes entre ellos una joven y un monje. Este último hace partícipe a todos, a modo de parábola de una historia de deseo y muerte, mientras advierte al joven: "ten cuidado con las tierras de ensueño, cuando despiertes, puede resultar desagradable"….

Está claro que no podremos evaluar a toda la producción continental, que ha habido un rigurosa selección; pero el cine asiático que hemos visto en los últimos tiempos en las pantallas cubanas, ha venido a refrescar el panorama visual contemporáneo…

Un cine lejos de las persecuciones de autos, de esos socorridos enredos de drogas, computadoras y policías; así como de los diálogos insulsos de tantas películas made in USA, con su correspondiente fuck you a diestra y siniestra.

Brindo por más.

Y usted, ¿tiene algo que decir?

2 comentarios:

Kat dijo...

Hola reinaldo,
me animé a visitar tu espacio y me gustó mucho tu acercamiento al cine asiatico, en el Perú no hemos tenido la suerte de apreciar casi ninguno de estos títulos, al menos no en televisión nacional, felizmente siempre quedan los cineclubs o las muestras en las universidades...

David Cotos dijo...

Reinaldo:

Muchas gracias por tus palabras. He leido tu artículo con mucha atención y me ha provocado ver más cine asiático. Lo bueno es que aca en Lima abundan los cineclubs donde pasan películas europeas y asiáticas y latinas. En otra parte del Perú (en Arequipa) también hay un cineclub que pasa de lunes a viernes películas europeas muy interesantes y a un costo barato.

Justo este último fin de semana estuve viendo unas cintas argentinas que ya comentare en su momento. Me falta tiempo.

Ponga un link al suyo con mi blog. No hay ningun problema.

Saludos desde Lima

David C.