jueves, 31 de julio de 2014

(Con Fotos) LA NOCHE MÁS LARGA: Memorias del huracán Sandy / MISIÓN CUMPLIDA


 

Por Reinaldo Cedeño Pineda 
Fotos: Jorge Luis Guibert, Miguel Noa, Miguel Rubiera, Tony Iglesias y Rey Alexander Rodríguez

Este 31 de julio ha sido un día dichoso. En un espacio único como el Salón de los Vitrales, de la Plaza de la Revolución Antonio Maceo, hemos presentado el libro La noche más larga: memorias del huracán Sandy




(El público desbordó el hermoso Salón de los Vitrales



(Hubo aplausos en el inicio para la excelente vocalista Grisel Gómez y su acompañante Gabino Jardines) 




(El autor, Reinaldo Cedeño  entrega el libro a la Doctora Olga Sarina Portuondo Zúñiga, historiadora de Santiago de Cuba y Premio Nacional de Ciencias Sociales. A ella se le dedicará la Feria del Libro 2015)




(El afamado escultor Alberto Lescay se lleva su libro) 







(Las máximas autoridades de Santiago de Cuba presidieron la presentación del libro  La noche más larga)  

Todos no pudieron llevarse el libro a casa, mas el público asistente fue de lujo.


(El autor Reinaldo Cedeño entrevistado por el periodista Dayron Chang para la Televisión)


  Testimonios, crónicas, poemas y un material gráfico de excelencia, permiten que reaparezca la terrible madrugada del 25 de octubre de 2012, cuando el huracán Sandy se abatió inmisericorde sobre la ciudad de Santiago de Cuba.  No como un látigo sobre la espalda, sino como memoria viva de la estirpe de los santiagueros.

 


(Foto de Julio Larramendi incluida en el libro)


La selección, el prólogo y las notas corrieron a mi cargo. Resultó un  trabajo tenso, rememorar, convencer, rastrear, tener todo en la fecha prevista. Todo era para ayer. Hubo mucha tila y muchas noches de insomnio.

 



(Una de las primeras imágenes que conoció el mundo del huracán Sandy a su paso por Santiago de Cuba en octubre de 2012, de la autoría de Miguel Rubiera)



 Me tocó la difícil, minuciosa y cuantas veces ingrata tarea de corregir, filtrar, acrisolar y pulir, solo en la primera etapa. Luego cuando entregué el material a la editora Lina González,  ella puso su mano experta. 






(Los autógrafos)





(De todas las generaciones)




 (Intelectuales como el padre y músico Jorge Catasús, la profesora y ensayista Daysi Cué y el narrador Manuel Gómez Morales, entre los asistentes)


Acompañé al libro desde la primera idea, en el abanderamiento de la delegación santiaguera al 9. Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), hasta la entrega del volumen en la Empresa de Artes Gráficas Federico Engels, en La Habana. De campana a campana.




(El presentador Eric Caraballoso y el autor Reinaldo Cedeño)


 


 (Lina González Madlum, la editora) 


(Habla Marta Mosquera, arte y diseño del libro La noche más larga junto a José Antonio Limonta. Ella, Premio Nacional de Diseño del Libro)





(El equipo completo de La noche más larga: la editora Lina González, Javier Laffita en la composición, los diseñadores José Antonio Limonta y Marta Mosquera,  el presentador Eric Caraballoso y el autor Reinaldo Cedeño, por ese orden)

 Al equipo que integraron también Marta Mosquera y José Antonio Limonta (diseño) y Javier Laffita (composición), no tengo más que agradecer mil veces. A ellos se debe que el libro sea hermoso.


 



(Al centro, el profesor Osmar Oliva que leyó en la presentación, el dramático relato  ERA NUESTRA CASA)

He dejado muchas energías en este empeño, como mismo hicieron  mis colegas periodistas en aquellos días. Todas han valido, porque entendí como un deber insoslayable justipreciar todos esos esfuerzos en circunstancias excepcionales. Era menester hacerlo, era urgente. 





Finalmente quedaron 55 autores, que en algo más de 200 páginas, hablan del drama, el asombro, las manos tendidas y las lecciones de uno de los fenómenos más devastadores de la historia de Cuba.  

Frente a las máximas autoridades de Santiago de Cuba —que defendieron la idea como suya— , bajo la imagen del Titán, hemos presentado La noche más larga: memorias del huracán Sandy. Misión cumplida.







(Los amigos celebran) 



ARTÍCULOS RELACIONADOS:

--Los rostros de Sandy—Palabras de presentación del libro La Noche Más larga por Eric Caraballoso
---Imágenes e historias impactantes en memorias de Sandy: Marlene Montoya  AIN-Agencia Cubana de Noticias


---La noche más larga: Misión Cumplida


---La noche más larga finalmente llegó—Santiago en mi-- por Noel Pérez


---La noche más larga: libro sobre huracán Sandy en Santiago de Cuba --- PRENSA LATINA Marta Cabrales


Presentan en Santiago de Cuba libro con memorias del huracán Sandy por Betty Beatón Periódico Trabajadores


Presentan libro de memorias del huracán Sandy en GRANMA por Eduardo Palomares


Presentan este jueves libro de memorias del huracán Sandy en Juventud Rebelde



viernes, 25 de julio de 2014

El destino de ANTONIO PACHECO




Por Cuscó Tarradell

Hay aves como el Colibrí que dejan el hemisferio sur y cruzan más de mil kilómetros por el Golfo de México hacia el Norte. Las hormigas, genuinas austeras del reino animal, migran de sus cavidades naturales con sus crías como sucede con las legionarias cuando escasea el alimento. El ‘género Homo’ u ‘hombre Mono’-desde su origen- pobló el mundo hace miles de millones de años, dejando atrás el África que fue su cuna. Antonio Pacheco Massó ha emigrado, pidió asilo político y quieren hacer de la noticia “el gran espectáculo” en las redes sociales. 

¿Cómo sería la Humanidad que no encarara otro ideal, una razón diferente, un sacrificio nuevo, sin la búsqueda de un “modelo de felicidad”? ¿ Qué sería del hombre, incluso con la misma alegría de todos los días? Aburrido. No busque otro sinónimo. 

Créalo, Pacheco cambió de aires. Se ha jugado por él este 25 de julio un partido de bienvenida en el estadio Rome and Sligh Playground de Tampa, organizado por ex peloteros cubanos. 

Ya es oficial porque la Ley de Ajuste Cubano lo acepta. Para que esperar más tiempo. Se ha ido, o como suele correrse la voz: “se quedó”. 

Canadá fue sólo su primera alcoba antes del recalo en Estados Unidos. Ha dado un batazo largo a sus 50 años de edad. Ha picado duro y se ha extendido por la connotación de un refugio político. Le ha dolido esa “carrera empujada” a los que le gritaban en una esquina “Capitán, capitán…” en gesto jovial de reverencia; a los que le abrían las puertas del consumo, al pionero al que un día le puso una pañoleta en un acto patriótico. 

Le ha mojado los párpados a la doctora que lo cuidó durante varias noches con crisis de hipertensión arterial en el Hospital General Saturnino Lora, a los amigos firmes que dejó, a los vecinos idólatras del barrio La Ceiba donde creció en Palma Soriano, a los que le ponderaron en un estadio como pelotero y luego como manager tricampeón (2005, 2007 y 2008) con el equipo Santiago de Cuba. 

  
(El periodista Cuscó Tarradell y el capitán de capitanes de la pelota cubana, Antonio Pacheco)

A Pacheco lo conocí de cerca. Viajé con él en avión hasta la capital cubana, platicamos de alineaciones en un dugout, compartimos el ómnibus colectivo de Santiago, provocamos en un elevador a Norge Luis Vera a propinarle una lechada a Industriales, bebimos juntos unas cervezas, y me alojé frente a su habitación en el Hotel Riviera. Era el año 2006, cuando realizaba un documental a sus Avispas. Siempre, sin excepción, respondía a un estigma de hombre misterioso, con dotes de camaradería, apartado de intrigas y trances burlescos, pocas palabras, pero resuelto.

Dudo que cambie su actitud, o caiga en artimañas políticas, a no ser que así lo quiera.

Prefiero, sin andar doliente al margen de la noticia, quedarme con el hombre que nunca puso 7 ceros en una boleta de fichaje o deserción, cuando era el mejor segunda base del Team Cuba. Elijo a la Estrella que vistió las 4 letras del Equipo Nacional de Béisbol desde la categoría infantil hasta ganar la séptima Copa Mundial consecutiva con la escuadra cubana en el año 2001, por primera vez enfrentando a un equipo profesional de Estados Unidos. Opto por el recuerdo de sus saltos felinos en la intermedia para quitarle un hit al oponente. Me apropio de sus números ofensivos en 3 Olimpiadas: AVE 361-SLU 647- HR 8- H 38- CI 32. 

Para mí integrará siempre la novena de ensueño de la pelota cubana.

Mas, no quisiera que desaparecieran sus batazos en televisión. Sería duro renunciar a la imagen de aquel Pacheco que saltó del banquillo-con faja ajustada a una columna maltrecha-para darle un jonrón con bases llenas (Grand Slam) al mismísimo Pedro Luis Lazo. Y: ¡Santiago Campeón!

Aunque he pensado en ello, todavía se puede repasar la historia del béisbol o llenar un Programa Antesala con los archivos de Andrés Telemaco, Alfonso Urquiola, Lourdes Gourriel (padre), Pedro José Rodríguez, Braudilio Vinent, Víctor Mesa, Luis Giraldo Casanova, Omar Linares, Germán Mesa, Orestes Kindelán o Norge Luis Vera…  
 
Ahora dicen en una esquina, o se escucha en una mesa de dominó: “si yo hubiera sido Antonio Pacheco, me quedo en Cuba”. No duden que aquí era “un rey”; pero las necesidades humanas engordan con los años de éxito. 

No hay modelos de felicidad a imitar, sino los que el propio hombre interpreta y altera o acomoda a su conveniencia. Cuesta trabajo creérselo en esta isla del Caribe.

Tal vez Pacheco sea un ave de paso por Estados Unidos para luego estirar su vejez en Cuba. Tal vez NO…, y regrese un día en caja fúnebre o cenizas con destino: 'Cementerio Santa Ifigenia, Santiago de Cuba, la tierra abrigo'.  


Nadie puede ser absolutamente asintomático a la noticia: Antonio Pachecho pide asilo en EEUU o Ex pelotero Antonio Pacheco busca refugio en EEUU.


Eso sí, hay una enorme diferencia entre la migración del Colibrí, las hormigas y Pacheco. Los 2 primeros son “moralmente” animales centrífugos y apolíticos; pero, el hombre grande, el líder, desde su primera conquista marca patrones de conducta y sabe cuánto simboliza el sendero de una decisión. 

A Estados Unidos llegan cada año más de 100 mil inmigrantes de todas partes del mundo; no todos se quedan por aprobación de ese gobierno. Claro está, que ninguno es como Pacheco. 

CARTA a Reinaldo CEDEÑO sobre el origen de un PLAGIO y una INFAMIA


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(Esta fue una de las cubiertas del engaño, que jamás salió. Puede verse el lomo del libro y hasta algunos arreglos)

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  A propósito del artículo EDGARD GOUSSE: El infame oportunismo, y su repercusión.  MARCAR en:

 Por Elvira Orozco Vital

Santiago de Cuba, 25 de julio de 2014.-  Querido amigo. Tardé en escribirte por problemas con mi conectividad.  ETECSA hizo cambios de plataforma en el Servidor, olvidé la fecha y me quedé en el aire hasta hace unos pocos días. Pero aquí  estoy, apoyándote, esta causa justa.   Siempre he dicho que lo que nunca nadie puede robar es el talento de una persona.

Él no me  sorprende, porque calé bien hondo hace mucho tiempo, la característica de ese individuo de marras, a quien se le rendía honores, en el “Apart Hotel”  de Villa Trópico,  donde solía vivir, semanas, meses, aquí en Santiago de Cuba.

Lamento que sea haitiano, porque en Haití  nació mi abuelo materno a quien conocí apenas una pequeña. Ese es, un país sufrido y apaleado por siglos de sumisión y esclavitud, de hombres como Toussaint  Louverture, que supo revelarse y levantar una revolución, pero que contó con gobernantes entreguistas que vendieron su alma al diablo como Edgard Gousse, pero tiene buenas personas, y  entre ellas, hay gente que emigra, o gente que abochorna,  como el que se radicó en Canadá hace años, pienso que fachada tendrá en ese país este tipo que hoy es tema de análisis y confrontación.

 Supe de Edgard Gousse, a través de los comentarios que hacían algunos participantes en las fiestas que orquestaba , todo al calor de la Fiesta del Fuego y de algunos genuflexos (no voy a mencionar sus nombres) que ensalzaron su mediocridad. Supe de las promesas postergadas  por que nunca llegaron a cumplirse. Pero, siempre me mantuve lejos de su círculo.

Lo doloroso de este asunto radica en haber dedicado tanto sacrificio y entrega, para que un ladronzuelo de poca monta te haya engañado, más bien, viva engañando de la manera que lo hace.

La mentira tiene patas cortas  y esta denuncia pública llegará a muchos lares, por suerte, gracias a la tecnología moderna, que también le sirve a Edgard Gousse para engrosar suciamente su bolsillo, pero que de hecho se convertirá en su boomerang. Por lo tanto, querido amigo, en mi apreciación, no todo está perdido. Uno gana de los golpes bajos que la vida te da, que vienen de personas inescrupulosas, oportunistas y viles como Edgard Gousse.

Quien te haya leído, -como yo-, y haya seguido tu obra en materia de poesía y narrativa, o conocido de tus éxitos literarios más allá del periodismo, saben bien de tu sello personal al  escribir, tienes un estilo propio e inconfundible, que nunca disfrazará la traducción que en creole o buen francés lleve este texto, u otro subterfugio, que  haya utilizado, Edgard Gousse. Lamento que a la luz del Siglo 21, sigan sucediendo estas cosas. Pero, Cedeño, permíteme recordar este  poema de José Martí que muy bien titulara “Yugo y estrella”, que evoco aquí, aplicable a este caso:

Cuando nací, sin sol, mi madre dijo: / ¡Flor de mi seno, Homagno generoso /De mí y del mundo copia suma, /Pez que en ave y corcel y hombre se torna, / Mira estas dos, que con dolor te brindo, /Insignias de la vida: ve y escoge. /Éste, es un yugo: quien lo acepta, goza:
Hace de manso buey, y como presta / Servicio a los señores, duerme en paja
Caliente, y tiene rica y ancha avena./ Ésta, oh misterio que de mí naciste
Cual la cumbre nació de la montaña/ Ésta, que alumbra y mata, es una estrella:
Como que riega luz, los pecadores /Huyen de quien la lleva, y en la vida,
Cual un monstruo de crímenes cargado, /Todo el que lleva luz se queda solo.
Pero el hombre que al buey sin pena imita, Buey vuelve a ser, y en apagado bruto
La escala universal de nuevo empieza. El que la estrella sin temor se ciñe,
¡Como que crea, crece! Cuando al mundo/De su copa el licor vació ya el vivo:
Cuando, para manjar de la sangrienta/ Fiesta humana, sacó contento y grave
Su propio corazón: cuando a los vientos /De Norte y Sur vertió su voz sagrada
La estrella como un manto, en luz lo envuelve, / Se enciende, como a fiesta, el aire claro, /Y el vivo que a vivir no tuvo miedo, /¡Se oye que un paso más sube en la sombra! / Dame el yugo, oh mi madre, de manera/ Que puesto en él de pie, luzca en mi frente/ Mejor la estrella que ilumina y mata.

Te convoco -como hizo en su época José Martí-, a que te pares, firme sobre el Yugo,  sin miedo a que te alumbre la estrella que ilumina y mata.

 Edgard,  lleva en sí la ignominia y el descrédito. Ahora, gozará por breve tiempo de un triunfo inmerecido, pero más temprano que tarde, la vida le pasará la cuenta.

Como bien dices y cito:
“A estas alturas he visto publicado mi nombre en libros, revistas o periódicos más veces de lo que imaginé. No se trata de eso. Mi madre me enseñó desde muy joven a jamás ambicionar lo que no me pertenece, pero también a defender lo que merezco.”

Sé que no es eso lo que  lastima tu alma y espíritu, es la felonía de un Don Nadie, que ha llegado a donde está como un polizón, de barco en barco, sin pagar la travesía y un mercachifle de pacotillas. Ese es para mí, Edgard Gousse, cuya vida no tendrá un final feliz,  quién sabe, quizás este sea un desesperado y último zarpazo.

 Y los poetas noveles que no recibirán el estipendio merecido, súmense al reclamo, recuerden que en la unión está la fuerza.

VER ARTÍCULO Edgard Gousee; El infame oportunismo,  y los comentarios que suscitó.
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DEL BALLET AL BEMBÉ VA UN PASO


♣  Mención en el Concurso Nacional de la Crónica  ENRIQUE NÚÑEZ RODRÍGUEZ 2014.
 
  
Jesús García Clavijo

Hace muchos años, durante  mis estudios   para  prepararme  como ingeniero en  La Habana,   una carrera de “machos”, según algunos,   asistir a las funciones    teatrales  y de  ballet, los  sábados y domingos,  tenían cierto carácter clandestino en la beca.

   Me encontraba hospedado, fines de semana,  en  una casa de visita de la escuela de arte donde  conocí a una amiga que estudiaba danza, con quien aprendí   -que eso de apreciar el arte-  era otra cosa.

  Voy al ballet y no sé mucho de pasos, saltos ni nada; pero me gustan los colores, la técnica, la música y hasta ver a  las personas de atrás que se paran y gritan braaaavo.

   Mi amiga era becada y decidimos estrechar la amistad. Para eso debía saber de ballet,  ella era muy culta y buena en su materia,  solo quería además de amor,  ir al ballet; por eso aprendí algo de pasos, gestos y técnicas del género.   Me ponía a ver las prácticas  con gusto, pues ella estaba allí,  me gustaban realmente,   y el ballet,  porque ella me invitaba casi obligado a ir, como los delfines, si hacen bien el ejercicio le dan sus raciones de pescado...

   Ahora que analizo, yo era un delfín en esos años y no me daba cuenta.

   En las funciones, cuando los del fondo gritaban braaaaavo yo le preguntaba a mi amiga,  si estaban bien o mal orientados, ella me respondía con mucha seriedad y sin inmutarse: No,  esos son amigos. Entonces yo no aplaudía.

  Volvían a gritar braaaaavo y  yo a preguntarle si era algo genial lo que habían realizado y me respondía: Si,  son los mismos amigos,  pero ahora tienen razón.

   Así mis bravos siempre llevaban segundos de diferencia a los de los asistentes del fondo y a los que  sabían del arte.

   Como ella era muy culta, pero además con sus cosas de mujer fuerte, decidí no preguntar tanto y me pasaba con el rabillo de un  ojo mirándola y con el otro ojo miraba el baile, si ella aplaudía y gritaba yo lo hacia también,  aunque  era por solidaridad   y no por saber del género.

    Una noche, a la salida del teatro, me encontré con  Raimundo, un compañero  de la preparatoria, negro, de seis pies, boxeador, le gustaba tomar ron y tenía una pistola, con la que hacía frecuentes prácticas en los campos de tiro cercanos a la escuela. Era todo un personaje de guapería de los años sesenta, pero en el fondo era un campesino buena gente. 

De todas formas, me vio saliendo del ballet rodeado de gente rara,  según él,  y  el lunes me miraba serio en la universidad,  por lo que lo llamé aparte y le di mil explicaciones para que no regara la voz a los demás pues caería en baja en el grupo y me dijo que me fuera a otras cosas más de machos. Me prometió silencio y seguimos amigos como antes.

   Una noche me invitaron a un bembé  en Regla, al otro lado de la bahía de La Habana,  y para hacerme el más macho, se lo dije a Raimundo y me dijo que ese era un reparto malo de noche, de peligros y que si lo  invitaba  llevaría su pistola para cuidarme.  

   Raimundo practicaba la santería, pero no quería que nadie lo supiera, ni yo.

   Tres horas después de la invitación,  estábamos entrando al local de los sucesos.

   Arrancó la cosa y yo mirando los bailes, los ritos, los gallos muertos, el humo,  comienza el toque de santo y el negro Raimundo,  que era mi escolta según él,    montó un muerto, y  tuvimos que salir corriendo pues al sentirse montado por el santo,  trató de darme la pistola para guardarla y todos la vieron cuando alzó la mano con el arma,   y  a gritar y a correr por el peligro  los santeros, y nosotros.

   Se terminó el bembé  allí  mismo y a la media hora de carrera,  casi llegando al malecón,  fue que se le quitó al negro Raimundo el muerto del santo.
   Se pasó medio domingo pidiéndome de favor que no contara lo sucedido a nadie en la universidad y me dio una clase de santería que me ha servido hasta hoy.

   Favor con favor se paga, pero metí al negro en cintura y guardamos el silencio hasta que nos dimos cuenta,  casi al graduarnos, de los tontos que éramos en esos años iniciales de guajiros en La Habana.

   Raimundo se hizo santo,  lo vi años después en un mercado de la capital lleno de collares, y revivimos aquellos días, no sin antes preguntarme sonriente,  si yo estaba en un grupo de ballet en Santiago de Cuba.

   La amiga del ballet  fue de gira a EEUU y se quedó allá,   me lo dijo la  hermana años después, cuando  me la encontré de paso en el aeropuerto de Varadero donde nuestros respectivos vuelos hicieron escala por mal tiempo. Dejó la danza,  trabaja de empleada en una casa americana, más nunca he sabido de ella, pero luego de la noticia, pensé que antes de su viaje,   a pesar de que ya no éramos amigos de ballet,   nos pasamos un día en la playa con su familia, quizás se estaba despidiendo.

   La gente se despide de las formas  más variadas del mundo.

  Hace años no voy al ballet ni a un bembé y los extraño.