Rey Alexander Rodríguez Cureaux
sábado, 5 de enero de 2013
BISEXUALIDAD: entre la envidia y la preocupación
Rey Alexander Rodríguez Cureaux
Por uno de esos extraños
azares de la vida, llegó a mis manos un corto, con el nombre popular de El
Chulo (AM, según la presentación).
Aunque lleno de “materia
prima” para el análisis y discusión de nuestra realidad social, quisiera
dirigir la atención hacia el personaje principal (Yoandri).
Copia bien lograda de una de
las figuras delictivas de nuestra sociedad: el proxeneta; Yoandris, representa
un patrón social típico. Los gestos, la manera de andar, el vocabulario lleno
de palabras mutiladas (casi un dialecto); todo como vía de reafirmación del
género.
Cual “macho” de manada
salvaje, siempre dominante, hasta el momento mismo de pedir a un travesti… que
lo “penetrara”.
Sí, ha leído exactamente eso:
QUE LO PENETRARA.
Muchas pudieran ser las
preguntas, más allá de la homofobia o la homoafectividad. Algunas de ellas sin
respuestas. Y es que a pesar de lo mucho que se menciona por estos tiempos, la
diversidad sexual continúa siendo el mismo tema: difícil de tratar para
algunos, claro como el agua para otros; pero, ciertamente polémico.
Científicamente, la
bisexualidad se describe como una orientación sexual que implica atracción
física y/o romántica hacia individuos de ambos sexos, y está marcada por su
ubicación en un territorio en el que la tensión entre homosexualidad y
heterosexualidad se anula.
Numerosos estudios describen
conductas bisexuales. Es el caso de los nadle, reconocidos como el tercer
género en la cultura navajo; o entre los
azande de Sudán, con los “matrimonios” entre guerreros solteros y muchachos
jóvenes, que eran disueltos cuando el guerrero conseguía hacer efectivo el
matrimonio con una mujer.
La relación entre los
“hombres de verdad”, y los bakla, en Filipinas; o la adoración a la “dualidad”
de los aztecas, donde un hombre podía sentir atracción por otro, y ser tolerado
si no era afeminado, tenía esposa y mantenía la discreción.
Como reza una voz popular:
Disimula que están mirando. Exactamente como haría Yoandris al terminar la
relación sexual con el travesti.
De esto se deriva que la
naturaleza de la bisexualidad, su “reconocimiento” o “ubicación” social; así
como su aplicación a una u otra conducta; depende de la estructura de los
géneros en cada sociedad.
Así dicho (o escrito), es
transparente, y por tanto comprensible. Pero, vayamos con calma.
Expresándolo, como diría un
buen amigo, folclóricamente: ¿Cuál es el “bando” de un bisexual?
Según el punto de vista de la
homosexualidad: símbolo de la represión, simuladores por excelencia, que
pretenden “encajar” en un medio hostil que les acepta, al asumir los cánones
heteronormativos.
Desde la heterosexualidad: un
transgresor que “atenta” contra la “credibilidad”, debilitando la confianza
depositada por años en el “sexo más fuerte”, al socavar la masculinidad.
Quedan así, envidiados, por
unos; y odiados por otros.
MÁS ALLÁ DE LA JOCOSIDAD
Pero, el problema va más allá
de la jocosidad. Las personas bisexuales, a diferencia de los homosexuales;
crecen con parte de los referentes, necesarios para el desarrollo de todo
individuo; entiéndase escuela, familia, y en parte sociedad.
Sin embargo, se mantiene el
conflicto, porque en lo que a preferencia sexual se refiere, van más allá de
“lo establecido”. Y sobre todo, porque lo que complementa a la bisexualidad,
masculina en este caso, es la pasividad; con toda la carga “machista” que
lleva, aunque resulte difícil de creer.
Otros factores que atentan
contra el reconocimiento de esta orientación sexual, están relacionados con la
visión exclusivista relaciona los aspectos de la sexualidad en la forma
hombre/mujer, homosexual/heterosexual; y que, por tanto tiende a la
discriminación.
Con frecuencia se relacionan
las expresiones bisexuales con la homofobia internalizada, fruto de patrones de
masculinidad que obligan a tener una doble vida. Y desde esta óptica se estaría
hablando de homosexualidad.
Culturalmente nos resulta
difícil asumir que no siempre, verde y con puntas, es guanábana. La diversidad
sexual encierra toda una gama de expresiones de la sexualidad. Y esta a su vez,
la sexualidad, depende de cada individuo, de cómo se ve a sí mismo y, en
consecuencia, como exterioriza lo que ve.
Las personas no cambian debido a su
orientación sexual.
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