(Ana Gloria Cámbara, actual asesora de Radio Siboney: Era directora de la casa radiofónica cuando este periodista tocó a su puerta en el año 2000)
(Palabras de homenaje leídas en el Salón de los Vitrales de la Plaza de la Revolución Antonio Maceo, 8 de agosto de 2008)
Una tarde del año 2000, torcí mi camino habitual de la Avenida de los Desfiles, bajo el sol santiaguero. Atravesé la Plaza de la Revolución, llegué hasta el edificio de calle 8 N. 56 del Reparto Sueño, y toqué la puerta de la dirección de Radio Siboney.
Ana Gloria Cámbara, entonces la directora, escuchó con paciencia al visitante, con solicitud diría yo, pero me pidió esperar, aguardar una respuesta. “Al menos fue educada”, me dije… y retomé mis pasos, atravesé la Plaza rumbo a la Avenida de los Desfiles… bajo el sol.
Cuando un mes después, me hizo aquella llamada, disciplinadamente, doblé sobre la mesa de redacción mis últimos dos reportajes sobre los cítricos… Y un día después, pasé de la escritura a la oralidad.
Tal vez era la única emisora de Cuba que hasta entonces no tenía un periodista, la única que no tenía noticiero.
Recuerdo como me senté en la propia casa de Lucía, aquel ser pequeñito, a sacar desde la imaginación −y sobre todo desde la osadía−, el slogan, las promociones, la forma misma de aquel espacio que le nacía a esta casa de radio después de 33 años.
Gracias a Radio Siboney, soy un fundador.
Tuve que acostumbrarme a los micrófonos y a las cintas, a las P (pausas) y a las TR (transiciones). Tuvieron que acostumbrarse a mí… pero en ese camino de aprendizaje, de confianza, Radio Siboney recompuso mi espíritu.
Es el momento de detenerme y dar tres veces las gracias: ¡gracias, gracias, gracias!
Aquí aprendí como se construye un sueño con eso que llaman recursos radiofónicos. Y puedo ver, día a día, a quienes transforman las ideas en verdad. Aquí tuve mis Revelaciones.
Alguien me dijo una vez si no era esta, acaso, una emisora demasiado pequeña. La luciérnaga es pequeña. Algunos no ven más allá de sus narices.
Tienes razón, le dije, si miras sus oficinas o sus estudios; pero una emisora no la hace el tamaño de sus muros, sino su gente.
Y a esta gente yo había aprendido a respetarle su historia, una historia que había comenzado en 1968, ¡vaya casualidad!, el mismo año en que yo había nacido. ¿ O no será casualidad?
A las que abrieron la planta el 9 de agosto de 1968, en medio del nerviosismo de la primera vez. A las que traían sus hijos de madrugada y se iban en la madrugada del otro día. A los más jóvenes que llegaron y decidieron superarse en medio de las carencias y de los viajes imposibles. A los que supieron crecer de las notas y las tiras musicales, a los programas con funciones bien definidas…
Yo había aprendido a respetarlos, a respetarlas.
De manos y voces de mujer está hecha Radio Siboney. Y eso, sé reverenciarlo, porque de mujer nací.
No vengo aquí a proclamar que trabajo en una emisora perfecta, ni de lejos. La lisonja vana es un veneno. Sólo vengo a decir que estoy en una emisora que trabaja.
Radio Siboney es una casa radial especializada en música instrumental ligera, una emisora cultural. Es sabido. Y ese encargo, esa distinción, no se lleva como fardo pesado, ni como bandera que enarbolar.
Radio Siboney eso sí, es conciente de una identidad que hay que resguardar, que hay que defender.
Esta emisora se parece mi país, porque aquí no se miden las cantidades sino las calidades; porque, a contrapelo de los descreídos y de las carencias, seguimos creando para un público exigente y fiel; porque "Davides siempre han podido más que Goliates".
Mientras Beijing abre ahora mismo su Ciudad Prohibida, abre sus pistas y estadios a todo el mundo, nosotros nos permitimos algo más sencillo: decir como una vez hizo Ernesto Lecuona: “Siboney, yo te quiero”… te queremos por 40 razones, por 40 historias, por 40 años transcurridos, y por los 40 que vendrán.
Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario