PRENSA LATINA: Trasciende a otros países concurso cubano de promoción de lectura
jueves, 1 de octubre de 2015
BERTILLÓN 166: relato de una época bañada en sangre joven / Paula Renata Sagaró González / FINALISTA del IV Concurso Caridad Pineda In Memoriam
(Fotograma histórico de la versión audiovisual de la
novela Bertillón 166, conocida por el
EL SASTRE (1984). Dirigida por Jorge Luis Hernández y protagonizada por Raúl Pomares)
Paula Renata Sagaró
González
Aquel
que diga que nació en Santiago ha de hacerlo con orgullo, pues ha tenido
el placer de abrir sus ojos al mundo en
una ciudad labrada en la joven sangre de algunos de los más grandes mártires de
la gesta revolucionaria cubana. Y es que cada una de sus calles atesora el
recuerdo de un joven que corre desenfrenado con un arma en la mano y el ardor
de la lucha clandestina en sus ojos. Nadie ha sabido captar esa atmósfera que
una vez imperara en aquellas calles como José Soler Puig, en páginas que no pueden ser otras
que las de Bertllón 166, una obra que en mi humilde opinión nos revela al verdadero
Santiago de la década del 50 del pasado siglo
y nos permite ver más allá de lo que nos dicen nuestros libros de
historia.
La
lectura es maravillosa porque activa en nosotros el poder de visualizar aquello
que leemos como resultado de nuestra imaginación. Es por eso que leyendo el
libro pude sentarme en un rincón de la sastrería de Quico, verlo sostener
inquietamente la tiza mientras conversa con el ‘’Moreno’’ sobre la situación de
la ciudad. Pude escuchar la respiración cortada de Carlos Espinosa, ver las
gotas de sudor que corren por su frente mientras le pregunta al doctor si
podría resistir las torturas sin hablar; o tal vez la angustia de la madre de
Raquel buscando a su esposo por los cuarteles.
Cada
personaje evoca sentimientos distintos, que se unen formando la perfecta
panorámica de la realidad santiaguera que tanto atrae al lector. Para mí ‘’El
Moreno’’ representa la templanza, un hombre cuyo rostro es a menudo
inexpresivo, pero dice muchas cosas, de muy claras convicciones y total fe en
el movimiento obrero. Raquel y Rolando son la otra cara de la moneda
(principalmente Raquel), representan la impulsividad y el arrojo de la juventud
clandestina, que aunque carece de experiencia busca probarse en la acción y
cuyo odio hacia la tiranía a menudo nubla su juicio. Carlos, por otra parte,
nos enseña al joven inexperto que encierra más que el temor a la muerte, el que
le produce morir delatando a su célula; mientras que Quico supone el cansancio de vivir en medio de todo
aquello, y aunque no desea verse involucrado en nada siempre termina ayudando
de alguna forma.
Cuando
por primera vez llegó a mis manos, me percaté de otro aspecto de interés acerca
de la novela y es la interesante elección de su título. Irónicamente el nombre
escogido por la tiranía para esconder sus asesinatos se remonta a 1853 en
Francia, lugar donde nació su original propietario: el antropólogo francés
Alphonse Bertillon, quien fuera el creador de un sistema de identificación y
clasificación de criminales conocido como ‘’bertillonaje’’. Este curioso dato
nos hace preguntarnos si Soler escoge este nombre para su obra como una manera
de señalar la ironía que representa marcar los crímenes contra los jóvenes
revolucionarios con este calificativo, por parte de los propios criminales que
son los esbirros batistianos.
Como
es de suponer, los personajes que intervienen en Bertillón 166, así como la manera en la que algunos
de ellos son brutalmente asesinados, no son totalmente producto de la
imaginación del novelista santiaguero, de alguna manera están basados en los
verdaderos jóvenes que lucharon en las calles de Santiago y tiñeron con su
sangre las mismas. Qué ejemplo podría ser más acertado que ver las cualidades
de Rolando Cintra en el espíritu revolucionario y honrado que una vez habitó el
cuerpo del joven Juan Francisco Bosch Soto, a quien todos cariñosamente
llamaban “Cuqui”. Fichado por la tiranía y dispuesto a subir a la Sierra
Maestra es apresado y, cruelmente torturado, muere como Carlos, sin que de su
boca se escapara una palabra delatora.
Sí,
desde la concurrida calle de Enramadas
hasta la bahía santiaguera existían jóvenes así y morían como muere la
tarde, baleados en las calles o con los rostros irreconocibles por la tortura
en las celdas, pero el movimiento resistía, porque cobardes eran solo sus
asesinos, no ellos, porque ellos no hablaban, no tenían miedo, solo esperanza
de que algún día acabaría todo y esos rostros sin nombre, sin voz, serían
recordados una vez que triunfara la valentía de los hombres justos.
A
veces mucho se habla de lo que sucedía en la Sierra Maestra, de cómo el
Ejército Rebelde se fue haciendo cada vez de más triunfos, pero se olvida la
ciudad, la que apoyaba a los valientes de las lomas, la que albergaba a la
joven que bordaba el brazalete o al niño que pintaba en la pared de su escuela
‘’ABAJO BATISTA’’. Para eso nació Soler Puig, para dar a conocer que en
Santiago de Cuba también latía fuerte el
corazón de la gesta revolucionaria, no solo en la Habana, no solo en
Occidente.
Es
por esto que no es de extrañar que aunque el mismo Soler Puig dijese que ‘’no
era gran cosa’’, este invaluable material literario haya calado tan hondo en el
corazón de tantas generaciones, no solo de cubanos, pues ha sido traducida a
varios idiomas. Por tanto lo anteriormente dicho valida la afirmación de que
puede ser considerada la primera novela de la Revolución cubana.
En el libro, la participación de la mujer en
la acción clandestina toma el nombre de Raquel, una joven tan apasionada por la
causa como por el mismo hombre que ama. A pesar de los miedos de su madre y las
advertencias de su padre, ella es capaz de sacrificarlo todo por el objetivo
que está dispuesta a cumplir. En la obra titulada ‘’El Rostro descubierto de la
Clandestinidad’’ encontramos también a una mujer santiaguera tan arraigada en
su ciudad que es imposible imaginar la una sin la otra, y es que las
actividades revolucionarias de Gloria Cuadras de la Cruz fueron desde el
machadato hasta el fin de la dictadura de Fulgencio Batista. Por ello la autora
Marta Cabrales Arias recopila sus memorias, seleccionadas y redactadas en este
material literario. Vemos pues, que existen personas consagradas a contar la
historia de nuestros mártires. Entre
esos estuvo Soler, ese señor agradable que recibió en su casita de Santiago a
pioneros ansiosos de preguntar qué lo inspiró a escribir
Bertillón 166
y si alguna vez se vio a
sí mismo en algunos de los personajes salidos de su máquina de escribir.
Hubiera
querido tener la oportunidad de entablar conversación con él, de esa manera
podría entender lo que pasaba por su mente al presionar cada letra que formó el
cuerpo de tan hermosa pieza de la literatura cubana, que ya forma parte
esencial de la identidad nacional de nuestro pueblo y más concretamente de
nuestra amada provincia.
Y
es que no importa como los llamemos, si Raquel o Vilma, Rolando o Frank, Carlos
o Cuqui, lo que realmente cuenta es que cada uno de ellos es la expresión más
alta de los valores que hoy se nos inculca a las generaciones más jóvenes, a
partir precisamente de la profunda
huella que dejaron impregnada en el libro de nuestra historia: valentía,
compromiso, devoción, coraje, intransigencia, patriotismo. Las manos que ayer
sostenían armas, hoy muestran libros y lápices orgullosos. Hoy Santiago de Cuba
es una ciudad colorida, animada por las guitarras de los trovadores en el
parque Céspedes, donde
bachilleres y universitarios demuestran que la sangre derramada por sus
antepasados no ha sido ni será jamás en vano.
Aunque
nosotros los jóvenes representamos la más nueva generación y el relevo de la
patria, muchos tenemos aún a nuestro lado testigos vivientes de la época en la
que está ambientada Bertillón 166, nuestros abuelos o bisabuelos. Mi abuelita
fue una de las primeras personas que despertó mi interés por esta etapa y por
la lectura del libro, pues ella tuvo el placer de conocer al joven Frank, cosa
que la llena de mucho orgullo. Eso me puso a pensar en todos aquellos abuelos
que también, aunque no se vieron involucrados directamente en el proceso
revolucionario, tuvieron ocasión de admirar la valentía de aquellos que sí se
lanzaron de lleno en él y de sufrir los desvaríos de casi una década en la que
el aire estaba cargado de barbarie.
Mi
abuela tiene varios recuerdos sobre Frank. Lo recuerda como un niño alegre,
inquieto y siempre sonriente, y luego, como si los años fuesen días vio ante
sus ojos al hombre intransigente que se convertiría en todo un ícono de la
ciudad. Cuando escuchaba estos relatos, me sentí cada vez más atraída y curiosa
acerca de aquellos difíciles tiempos
y la sabia madre de mi padre me
dijo que ningún material literario me brindaría una mejor descripción que la
obra a la que actualmente me refiero en estas páginas.
Es
cierto que lo que se pierde en juventud se gana en sabiduría si prestamos
atención por el camino, esta frase me hace reflexionar acerca de cuan sabios
hubieran sido esos jóvenes a los que se les arrancó la vida como una flor en
pleno botón. Los imagino ya ancianos, curtidos por los años de incansable
accionar, sentados en un portal de su Santiago con la mirada fija en las calles
que una vez los vieron correr para salvar la vida; admirando la brisa liviana
que ya no carga el olor a muerte y ¿por qué no?, sosteniendo en su regazo a un
niño que cariñosamente los llama ‘’abuelo’’.
¡Cuán
feliz y orgulloso sería ese niño al ver figurar el nombre de su abuelo en su
libro de historia! La sola visión de ese hermoso panorama humedece mis ojos,
porque es un sueño que jamás se
cumplirá, los carniceros del régimen los despojaron de hacer un futuro con la
mujer amada, cuando en su joven corazón todavía latían los años dorados. Ello
me vino a la mente cuando estuve leyendo la página en la que el mulato visita
la casa de Raquel y reflexiona acerca de cómo debía ser el
amor de aquella pareja, forjado en el fragor de la
lucha, fundido cual precioso metal en el fuego de sus escasas estaciones. Basta
con tan solo fijarse en sus apasionadas conversaciones, en donde se percibe su
devoción tanto por la causa como por el otro.
Aunque
difíciles y a menudo trágicos, estos romances debieron se hermosos y consuela
el alma que en medio de tanta adversidad pudiesen florecer. Es ese otro aspecto
que me cautivó profundamente de la manera de escribir de Soler Puig, la
capacidad exquisita de saber introducir en una trama cargada de acción
combativa un detalle tan sublime como es el afecto puro y sincero de dos de los
personajes que más intervienen en el desarrollo y desenlace de la novela.
¡Cuántas
horas de aprendizaje y enseñanzas me brindaron las páginas en las que estuve
inmersa durante tantos días! Me hicieron sentir disímiles emociones: tristeza,
rabia, admiración, asombro, en fin. Momentos inolvidables pasé caminando las
estrechas aceras o sentada en los bancos de los parques Céspedes y Dolores,
acompañada por cada personaje salido de la genial mente de José Soler Puig.
Derramé las lágrimas que debieron caer por las mejillas del padre de Carlos,
sentí la rabia de Raquel al ver su casa destrozada, elevé la mirada al cielo en
forma de súplica como Nemesio, percibí el olor a muerte en cada esquina. ¡Es
fantástico de lo que puede ser capaz el noble espíritu de un novelista consumado!
La
lectura de Bertillón 166 resulta imprescindible para
el entendimiento de la realidad santiaguera en la época comprendida
entre los años 1952 y hasta el triunfo revolucionario en 1959. El carácter
marcadamente realista que posee esta novela se transforma en un aliado del
lector, pues le ayuda a crear una visión detallada de la verdadera situación
que se vivía en Santiago de Cuba. De esta manera se comprueba que aunque
ficticios, sus personajes están basados en los verdaderos protagonistas de la
clandestinidad santiaguera, que elevaron con su heroísmo el nombre de nuestra
provincia y de la nación cubana en general.
La
ciudad que hace solo unos días celebró su aniversario 500 fue la que me vio abrir los ojos y este
trabajo se convierte en mi humilde homenaje a ella. En fin, mi opinión personal
es que cada joven cubano debería leer con placer cada página de este libro,
analizando cuidadosamente su contenido. De esta manera dará un increíble viaje
al pasado, donde Santiago era gris y al terminar la última página, podrá de
veras entender por qué costó tanta
sangre joven pintarlo de colores.
♣ El presente
trabajo mereció además el RECONOCIMIENTO ESPECIAL María Nelsa Trincado, compartido
con le doctor Israel Escalona, y otorgado por vez primera por la Unión de Historiadores
de Cuba, UNHIC, en territorio santiaguero.
DE LA AUTORA:
♣ LINK de
los TRABAJOS PREMIADOS Y NOTICIAS RELACIONADAS:
Ver TODOS LOS DETALLES: FOTOS,
ACTA DEL JURADO, PREMIO DE LAS INSTITUCIONES.
MENSAJES:
Gran Premio IV Concurso Caridad
Pineda In Memoriam: RUDYARD KIPLING. Los libros son manantiales, de Pedro
Manuel Calzada Ajete
Premio Capítulo Internacional: A
los niños que fuimos, somos y seremos de Yarimar Marrero Rodríguez. PUERTO RICO
SOBRE CORAZÓN. PREMIO de la Oficina del Centro de
Intercambio y Referencia Iniciativas Comunitarias (CIERIC)
MENCIÓN ESPECIAL: El Maestro y Margarita: UN OVNI dentro del
panorama literario
MI BOMARZO: Misael Lageyre Mesa ∕ MENCIÓN del IV
Concurso Caridad Pineda In Memoriam de promoción de la Lectura
Mención: EL LIBRO QUE DERRIBÓ A ARTHUR CONAN DOYLE:
Maydelín Aurora Remón Ramón / MENCIÓN
MENCIÓN: La solitaria aventura de leer en una isla
Finalista: Cuando alguien tiene un sueño: Lidia Soca
Medina
Finalista. El amor de
Fermina y Florentino
LEER CON EL CORAZÓN: IV Concurso
Caridad Pineda In Memoriam
http://laislaylaespina.blogspot.com/2015/09/leer-con-el-corazon-iv-concurso-caridad.html
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