Dr.
Israel Escalona Chadez
Las expectativas por la personalidad biografiada y el conocimiento
de los precedentes investigativos del autor me motivaron a leer el libro
Faustino, dejando jirones de sí mismo (Ediciones Unión, La Habana, 2012).
Faustino Pérez, el
biografiado, es uno de los protagonistas fundamentales de la historia de la
Revolución Cubana. Con su actividad en los años de la lucha insurreccional y en
más de cinco décadas tras el triunfo revolucionario dejó una notable impronta;
pero – por su participación en hechos
cruciales y por sus atributos personales – ha trascendido con valoraciones
disímiles y muchas veces contrapuestas.
Reinaldo Suárez, el
biógrafo, sobresale por sus singulares aportaciones historiográficas. Desde muy joven, el
profesor de Historia del Estado y el Derecho en la Facultad de Derecho de la
Universidad de Oriente, demostró su devoción por investigar coyunturas y personalidades
que – por determinadas razones y circunstancias – resultan complejas o
controvertidas. De su obra descuellan Un insurreccional en dos épocas, con Antonio
Guiteras y con Fidel Castro, entrevista biográfica que le realizara a
Luís María Buch, con quien también colaboró en la redacción del libro Gobierno
Revolucionario Cubano: Génesis y primeros pasos, y con la coautoría de Otros pasos en el Gobierno
Revolucionario Cubano; y el más reciente La complejidad de la rebeldía,
basado en el testimonio de Enzo Infante.
Desde hace años
conocíamos que Suarez Suárez investigaba la trayectoria del Comandante Faustino
Pérez Hernández, y no nos sorprendió que le atrajera esa personalidad, pero sí
que apostara por la biografía. Tal vez podía esperarse que insistiera con la
entrevista biográfica, actuando con la
aparente y simple tarea de “entrevistador”, aunque es justo reconocer la
complejidad del método, con el que no sólo dialoga con el protagonista, sino
que, a partir de una previa
investigación y el vasto conocimiento de la etapa y del personaje, hurga en
aspectos controvertidos de la historia y, en ocasiones, desliza discrepancias y coincidencias con el
testimoniante.
Pero el autor, consciente
de que la reconstrucción de las existencias de protagonistas del
desenvolvimiento político de la nación cubana en las últimas cinco décadas es
un imperativo historiográfico, y que no abundan las biografías de
personalidades históricas de los tiempos más recientes, y mucho menos
realizaciones que aspiren a penetrar en los pormenores de la personalidad y
despojarse de visiones edulcoradas, se decidió
por el género biográfico.
Reinaldo Suárez ha
reiterado: “… la urgencia de reaccionar frente al peligro de que muchas fuentes
desaparezcan en un período de tiempo cada vez más cercano, sin dejar una huella
utilizable por los historiadores”, (1) pero lo más significativo de su quehacer
es que ha predicado con el ejemplo, al aportar obras.
El recurso de presentar
al personaje según visiones y versiones controvertidas de amigos y
contrincantes, de políticos e intelectuales, de contemporáneos e investigadores
y la digresión sobre la valoración de Fidel Castro: “Faustino es la conducta de
la Revolución”, logran atrapar al lector desde las primeras páginas.
La motivación se hace
mayor cuando se conoce que el autor concibe el ensayo biográfico como “… el saldo demorado y cuidadoso de una pasión y
un respeto, la del autor por Faustino Pérez. Pero no es parto interesado y
apologético de una conducta y un hombre. Intenta ser honesto y objetivo. Anhela
ser justo.” (2)
Los diecinueve capítulos
y trescientas setenta y cinco páginas de este primer volumen sólo tratan los
años iniciales del biografiado. El estudio de la etapa que denomina “el otro
Faustino”, atendiendo a que no es la del protagonismo en los años de la lucha
insurreccional y la Revolución Cubana en el poder, logra una bien fundamentada
reconstrucción de los antecedentes familiares, desde el papel de los padres
canarios, que como la mayoría de los inmigrantes, llegaban a estos lares con el
propósito de prosperar y regresar a su terruño, hasta la dilucidación de
episodios, poco conocidos o divulgados, de su azarosa existencia: los avatares
de la vida universitaria; los vínculos con el Dispensario Médico de la calle Salud y
la Iglesia Presbiteriana de Cuba; la paralización de sus estudios de Medicina,
una revelación histórica aún con aristas por dilucidar; las ilusiones y
decepciones con la candidatura y gestión gubernamental de Grau San Martín; y el
posterior respaldo a Eduardo Chibás, hasta llegar a integrar la Comisión Médica del Partido Ortodoxo.
La interpretación de la
vida de ese “otro Faustino”, a partir de
las investigaciones precedentes y el acceso a numerosas fuentes bibliográficas,
publicistas, documentales y orales, es imprescindible para comprender el
entramado y desenvolvimiento posterior. Pero el principal propósito es revelar
el posible sesgo de una formación ideológica, aún cuando el adolescente y joven
Faustino no tuviera un entorno académico que lo marcara y que rápidamente
perdiera el vínculo con los hermanos Menéndez Larrondo, y mucho más cuando en
la propia familia existiera dicotomía en cuanto a la apreciación de los sucesos
de la república española.
De particular interés
resulta el último capítulo “Apropiación del misterio del Apóstol” – del que ya
el autor había ofrecido un avance en la compilación El legado del Apóstol, publicada por la Editorial Oriente en el 2010
– donde argumenta que la mayor influencia literaria e ideológica recibida por
Faustino Pérez fue la de José Martí, lo cual fue sedimentado desde la niñez.
Partiendo de que “El Faustino que doy es el
que encontré, sin reconversiones y acomodos, pero con un catalejo de simpatías”,
(3) el historiador demuestra su oficio
con la utilización de declaraciones del propio biografiado, que puede ser un
“arma de doble filo”, al enjuiciar hechos y actitudes, pues si bien contribuyen
a precisar fechas y otras particularidades, pone al profesional en el dilema de
coincidir o disentir, lo cual
presupone el análisis
sereno y mesurado, capaz de devalr la verdad histórica.
Como libro de tesis, este debe – y
seguramente lo logrará – motivar confrontaciones y, tal vez, avivar dudas.
Afirmaciones como que: “Faustino fue segundo al mando de la expedición del yate
Granma, al integrar el Estado Mayor de conjunto con Juan Manuel Márquez. La
muerte de este en los días inmediatos a la catástrofe de Alegría de Pío, lo
convirtió ipso facto en el segundo jefe de la incipiente guerrilla, con grados
de capitán… Faustino es, con Frank País García, el símbolo más representativo
de la insurrección revolucionaria en las ciudades cubanas…, (4) pueden alentar debates ante ancestrales
visiones históricas.
Tampoco quedan totalmente
resueltas algunas contradicciones internas: “A la altura de 1951 había ocurrido
una transformación definitiva de Faustino, que lo convirtió en un ciudadano
modélico, próximo o preparado para la condición de revolucionario”, (5) mientras un poco más adelante señala:
“Durante los años 1948 – 1951, entrará con gradualidad en un mayor compromiso
social y político”, (6) y más aún que a finales de 1951 “… no tiene cualidades
de político. Es un hombre sencillo, sin cultura de tribunas. Escucha a los
demás antes que construir un discurso. Carece de los atributos naturales de un
tribuno de la plebe.” (7)
En el
preámbulo al libro, bajo el título “Por qué la biografía del otro
Faustino?”, Reinaldo Suárez declara:
“…pretendo aprovechar la biografía de Faustino, en lo posible, para comprender
las raíces y complejidades que tienen la Revolución y los revolucionarios
cubanos….”.
Muy vigente resultará
este aserto para quienes lean el prólogo de
Fidel Castro al libro Historia
de una gesta libertadora 1952 – 1958,
de Georgina Leyva Pagán, que el propio líder revolucionario considera un
capítulo más del libro, sobre todo los juicios emitidos sobre Faustino Pérez,
al reseñar un episodio de los días siguientes al desembarco del Granma:
Bien temprano tuve una amarguísima
experiencia. Le expliqué a Faustino, que era capitán como jefe de una
organización aliada, la idea de explorar el bosque y él, que no llevaba ni su
fusil, me respondió tranquilamente: “¡No!, yo pienso que debemos seguir por
aquí donde está la caña”. En ese instante me indigné tan profundamente que casi
no podía articular palabra. El provenía del Movimiento Nacional Revolucionario
del profesor Bárcenas. Percibí casi instintivamente la enorme fuerza del
“espíritu pequeño burgués” que en general era alérgico al marxismo, el
leninismo y el socialismo. Aunque no lo manifestaran en voz alta sus acciones
previas y posteriores lo demostraban así, a tono con esa mentalidad que los
yankis habían extendido por el mundo
desde el triunfo de la Revolución de Octubre en Rusia, lo cual desde luego no
le impedía a la pequeña burguesía oponerse al brutal golpe de Estado que era
repudiado por el pueblo. Me apena decirlo porque Faustino era un hombre
valiente, que se sentía feliz luchando en la clandestinidad. Cuanto aprendí al
tener que tragar de un golpe aquella realidad. (8)
Los asertos de tan autorizada voz deben estimular debates en torno
a cuestiones esenciales de la Revolución Cubana, pero sobre todo son una
muestra más de la complejidad de los procesos revolucionarios y de los hombres
que lo protagonizan, y a su vez confirman la necesidad de continuar e
incentivar proyectos como los de Reinaldo Suarez, que con Faustino, dejando jirones
de si mismo,
libro justamente gratificado con el Premio de Biografía de la UNEAC 2011,
realiza un significativo aporte a la historiografía cubana, al reconstruir la
historia de la primera parte de la existencia de un hombre imprescindible
durante más de cinco décadas, y deja al lector con la motivación de los
capítulos venideros, en los que la magnitud de la personalidad estudiada emerge
hacía horizontes de mayor relevancia.
Tales empeños merecen continuidad. La historiografía cubana y las
sucesivas generaciones de compatriotas quedarán eternamente agradecidos.
NOTAS:
(1) Reinaldo Suárez Suárez: “Alarma historiográfica” en De historiografía cubana. Memorias de la
Feria
del Libro en Santiag de Cuba. Ediciones Santiago, Santiago de Cuba. 2007, p. 29.
(2) Reinaldo Suárez Suárez: Faustino, dejando jirones de sí mismo.
Ediciones Unión , La Habana, 2012, p.35.
(3) Ibíd.,
p. 15
(4) Ibíd,
p.10
(5) Ibíd,
p. 188
(6) Ibíd,
p. 291
(7) Ibíd,
p. 328
(8) Fidel
Castro: “El prólogo que me solicitaron” en
Georgina Leyva
Pagán: Historia de
una gesta libertadora 1952 – 1958. Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, 2014, p.
XXI
(El doctor
Israel Escalona recibe el premio de Ediciones Caserón en el Concurso Caridad Pineda
de manos del joven escritor Noel Pérez)
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