jueves, 26 de febrero de 2009

OTRA VEZ sobre LOS FESTIVALES de la RADIO


(Tres periodistas, tres realizadores de radio, tres premiados: Reinaldo Cedeño, Yamil Sánchez y Eric Caraballoso)

Reinaldo Cedeño Pineda
escribanode@gmail.com

Hace ya algún tiempo, escribí sobre los Festivales de la Radio. Pongo el link al final para no repetir las ideas.

Sólo me permito reiterar ahora, que a ese encuentro va quedándole grande la palabra Festival, convertido en lo mismo año tras año: una gala de premiación extensa, excesiva en la cantidad de categorías a premiar ―pese a las reducciones―; desentendida de jornadas teóricas o debates que tanta falta hacen, resistente a buscar espacios para transmitir a posteriori y como el sistema radial que es, los programas que la misma radio premia; sin coberturas externas y sin la jerarquía de otros premios artísticos.

El Festival de la Radio ( y no hablo de Santiago de Cuba sino de su concepción general) es una excelente idea, mas su diseño hace rato hizo aguas. El Festival ha de responder a las programaciones y temáticas de las emisoras, nunca a la inversa. El Festival no ha de ser un propósito per se, sino una resultante natural del trabajo sistemático. El Festival ha de pasar del balance al arte, del jurado al debate, del premio a la irradiación. El Festival, necesita, en fin, proponerse metas y estímulos más altos para ubicarse a la misma altura de la gente que hace radio.

Todo vuelve a raíz de la gala de premiación del Festival Provincial de la Radio en Santiago de Cuba en su trigésimo primera edición, realizada este miércoles 25 de febrero; aunque ciertamente he asistido a otras mejores.

Quiero ver este Festival (es decir a esta gala) como un espacio de encuentro con los amigos y con los talentos de la radio, con maestros y recién llegados. Repito, de encuentro que no de intercambio, porque no puede llamarse así al breve saludo que se hace tras los premios y… calabaza, calabaza… cada uno para su casa.


( RADIO SIBONEY: De izq a derech: los operadores Oscarito y "Juanquii", la directora Mercy, los periodistas Eric y Cedeño, y la investigadora Olivia. Véanse algunas "bolas de agua". / En el Festival de Base de la emisora se habían presentado trabajos interesantes)

Y como así lo creo, me aferro a las alegrías; me niego a detenerme en las dificultades con el audio, en el espacio abierto escogido (Plaza Cultural Aguilera) que no considero apropiado; ni en los objetos que acompañan al diploma (las ya “famosas” bolas de agua), ni en los diplomas que no llevan el nombre de los ganadores (sino el de los programas)… quiero detenerme en la gente, en los artistas que siguen haciendo radio, pese a todo.

Por eso, al asumirlo así, me niego también a suscribir lo que ha dicho el amigo, trabajador de la radio y santiaguero, Yoanis Hernández en su blog YOANIS RADIO: “Realizado con penas y sin gloria Festival de la radio en Santiago de Cuba”, porque el Festival… NO es esta gala, NO puede serlo: el Festival de al Radio es el esfuerzo de sus realizadores… y ahí está su gloria.

Pienso, por ejemplo en Radio 8SF, emisora del montañoso municipio de Segundo Frente, la mejor en este festival provincial, cuya especialidad consiste en captar el alma testimonial de las personas humildes del entorno. En ese estar cerca de la gente y con la gente, ya pueden impartir una maestría. De allí es Yamil Sánchez, un consuetudinario ganador, que aquí no hizo menos.

Es una lástima que esas obras premiadas no pueden integrarse a la memoria sonora de, al menos, la capital provincial… perdón, eso ya lo dije.

Pienso en mi colega Eric Caraballoso (Radio Siboney) que con tan poca experiencia en la radio, pero con un talento por arrobas… ya se acreditó el premio en testimonio con una obra sobre Luis Carbonell y la radio.

En Nilda G. Alemán, un nombre en la historia de la radio santiaguera, cuyo círculo de interés, cuyo amor, hizo nacer a numerosos radialistas.

En mi colega periodista de la CMKC, Santiago Romero Chang, (¡un periodista que lee!)... y que se adjudicó el Premio de Periodismo de Investigación.

En la elegante María Elena Calzado, la inmortal Doña Guiomar de Tele Rebelde, muerta en plena madurez, que da hoy nombre al premio de actuación (que ganó, como tantas veces, el incombustible Jorge Luis Colomé).

En Iris Sam, esa cubanaza jodedora, esa periodista avispada que se nos fue y cuyo nombre distingue el galardón al mejor programa informativo. Fue para Karina Brooks, la discreta Karina, la palmera, la de Radio Baraguá, la de los trabajos minimal, breves y buenos como este reportaje “Virgina, la de Lázaro”. ¿Dónde estás Karina que no te vi por aquí?


Por supuesto, en el premio de mi amigo Yovanis Acuña, con su documental “Café Bonaparte: El imperio de las palabras” (Radio Grito de Baire, Contramaestre) que defiende la tesis del quehacer del grupo literario Café Bonaparte (Baire) no sólo como un grupo de intelectuales y escritores que se reúnen todos los domingos a las tres de la tarde, sino en su proyección social como gestores de la cultura. El debut de esas consideraciones las hizo en esta blog, con el mismo título (http://laislaylaespina.blogspot.com/2008/09/yovanis-acua-montero.html)

Y en Adelaida Pérez Hung, la hermosa china, merecedora del premio de guión, con esa madre Rebeca Hung que es ya una leyenda de la actuación radial.

Y en Daylin (o Daylín?) Martínez quien ganara el Gran Premio a la Maestría... por su programa “Fiesta de Corazones”, también de Radio 8 SF, aunque a ella no la conozca demasiado. Me dijo Pedrito Lago, miembro del jurado, que el programa es excelente. Lo creo, pero tampoco lo podré escuchar… Ese es un privilegio de ellos, los evaluadores, y de la gente de la serranía.

Ah… se me olvidaba. Yo también gané un premio, el del comentario por MI TÍA, una referencia a los excesivos tratamientos que algunos prodigan a diestra y siniestra a personas que ven por primera vez.

UNA CODA DE SAL y OTRA DE ARENA

Al salir de las premiación, pasada las diez de la noche, no pude encontrar guagua (ómnibus) alguna que me trajera hasta mi casa… y tuve que tomar un motor que, servicio particular al fin y a esas horas, me hizo pagar ( prefiero los puntos suspensivos….) para poder llegar.

Hoy hemos sostenido un intercambio con el presidente del ICRT (Instituto Cubano de Radio y Televisión), Ernesto López, el vicepresidente para la radio (Guillermo Pavón) y el director de radio en Santiago de Cuba (Joel Macías). Le he expresado lo que pienso ( y no sólo yo) sobre las incoherencias de la asesoría y sus complicidades; así como la orfandad terrible de memoria radial. Sinceramente creí ver receptividad en estos planteamientos y otros, los relacionados con el tema de la investigación, al que le queda un largo trecho para cumplir su cometido. También estuvo presente Waldo Ramírez, vice del ICRT para la televisión, en el propósito declarado de mayor unidad entre la radio y la TV... El momento más hermoso fue la entrega de una flor a las auxiliares de limpieza de nuestras emisoras, y el aplauso a su humildad...

Mis intensos años como periodista me han hecho ganar el ojo alerta, y aprestarme para escuchar "el callado estruendo" del que hablara Lezama. En la radio hay sombras, mas SUERTUDAMENTE muchas luces: la gente de radio es fiel, no suele ser de las que se asusta ni de las que renuncia. Y sé que SU festival es el día a día; y la mejor GALA de PREMIACIÓN, esos que le oyen y que le agradecen con una palabra o con una sonrisa.

Artículos relacionados:

Festival de la radio cubana: en el reverso de los premios
http://laislaylaespina.blogspot.com/2007/09/festiavl-nacional-de-la-radio-en-el.html

Realizado con penas y sin gloria Festival de la radio en Santiago de Cuba. Sin penas ni glorias

Mi tía
Café Bonaprte: El imperio de las palabras

FOTOGRAFÍAS (Cortesía. Zaylen Clavería)

YO PUBLIO: Cuando un pintor se desnuda



“Entré detrás de ella a la habitación, tembloroso y asustado. Estaba sorprendido de su piel tan blanca, de sus senos bien dibujados y del triángulo oscuro entre sus muslos. No era una foto de revista, era una mujer de verdad, y no reaccionaba como lo imaginé en mis fantasías, en las que me veía en cueros, con la pinga parada, abrazando impetuoso, y tocándole las tetas y el bollo a aquella puta que se abría de patas para recibirme. Por el contrario, fue ella la que avanzó hacia mí y me abrazó, sorprendida de que yo temblara tanto. Mientras me pedía que me relajara, que aquello le sucedía a todos los que se iniciaban, me fue quitando la ropa, y me dio pena que me viera tan feo y flaco y con aquello muerto. Me llevó hasta la cama, me hizo acostar, comenzó a acariciarme el cuerpo hasta llegar allá abajo, y logró despertar al niño dormido, para mi tranquilidad y contento. Después pasó un brazo por encima de mi pecho, tomó un condón de la mesita de noche e inclinándose me lo puso. Se acostó boca arriba y yo me acosté encima, tratando de metérsela sin saber como, hasta que ella con una mano me guió y sentí, sorprendido, que la iba penetrando, rodeándome de algo cálido y húmedo. Se movió un poco debajo de mí y quise penetrarla más, pero no pude. Lo que siempre pensé que me llevaría mucho tiempo terminó en aquel instante, y ella me justificó al decirme que era natural por ser la primera vez que lo hacía.
“Beba se retiró a un rincón del cuarto, se sentó en un banquito, y tomando una palangana comenzó a echarse agua allá abajo, con la mayor naturalidad, mientras yo me vestía. Le pagué un peso y ella gentilmente me acompañó hasta la puerta ―¿me dio un beso en la mejilla?―, y me pidió que volviera a verla”

Tal es el descubrimiento del sexo femenino por el pintor cubano Raúl Martínez (1 de abril de 1927-2 de abril de 1995), en su volumen YO PUBLIO (Arte Cubano/Letras Cubanas) una de las propuestas imprescindibles de la itinerante Feria del Libro en Cuba.

En el prólogo, el Premio Nacional de Literatura Antón Arrufat señala:

“Este libro es un vencimiento personal. Pocos, repito, han luchado como Raúl Martínez por rehacerse y hacerse. Las páginas de su Yo, Publio, en este aspecto son, como en otros, estremecedoras.

“Dos palabras podrían definir este aspecto, estas palabras son “maravilla” y “tenacidad”. Maravilla le causa el mundo a sus sentidos irritados, alertas, a sus ojos miopes, a su afán de vivir experiencias y participar de mundos desconocidos, como dice con frecuencia en este libro. Su encuentro con el paisaje de su pueblo natal, de mano de su padre, que aún no lo desdeña como hará luego, maravilla de las cosas que lo rodean, maravilla de los cuerpos de los muchachos que le plantean interrogantes misteriosos a un niño que todavía anda trazando su yo, maravilla de la transparencia de la lluvia sobre la hoja de una planta, maravilla de los libros y las imágenes, del propio enigma de su persona que irá descubriendo paso a paso, descubriendo e inventándose, maravilla de las tardes en el cine, de la pintura del Giotto y de Botticelli, de los retratos con el óleo chorreado que pintaba Francis Bacon. Maravilla del descubrimiento del sexo, descrito en una de las páginas más admirables y memorables de la escritura cubana, cuando se acuesta por primera vez en su vida, no con un muchacho como debieron suponer sus censores, lo que hará después, sino con una prostituta joven. Tiene entonces 15 años y va a un prostíbulo habanero —ya su familia se ha trasladado a vivir a La Capital, dejando su casa de madera, las noches plagadas de cocuyos y la triste indigencia de la existencia campesina de aquellos años”.




EL ENCUENTRO CON SU PROPIO SEXO

Una sinceridad de Raúl Martínez en YO PUBLIO, que no conoce límites, sin las hipocresías tan comunes, es siempre reverenciable. Así, asistimos al muchacho se le revela el interés por su propio sexo, de pronto, en medio de un maizal.

“Frente a mi maravillosa casa había un bohío que tenía al lado un gran sembrado de maíz. Yo solía caminar por allí a recoger del suelo caracoles, con los que jugábamos más tarde mi hermano y yo. Un día que andaba buscándolos afanosamente en el sembrado, me tropecé de pronto con un niño más alto que yo que me miraba sonriente. Estaba desnudo. Lo que más me llamó la atención fue lo que le colgaba entre las piernas. Su sexo en erección sobresalía entre ellas, haciendo imposible que yo dejara de mirarlo con una curiosidad incontrolable. ¿No sabía que yo también tenía uno parecido a aquel entre mis propias piernas? Pero era evidente, por la sorpresa que recibí, que aún no me había dado cuenta de eso. También he pensado que aquel niño debía de haber tenido algunos años más que yo y poseía un mayor desarrollo sexual. No importa ahora nada de lo que pensé o pude haber pensado, porque parece que pasé de la observación a un conocimiento más directo sobre aquella erección que estaba frente a mí. Es posible que algo desconocido hiciera que mis manos comprobaran lo que vía mis ojos. Es posible que sin malicia ―que no podía tener a una edad tan temprana― agarrara aquello, movido más por la curiosidad que por deseo sexual alguno. Lo que sí recuerdo y no he olvidado jamás, es a la campesina que nos sorprendió de pronto, y que daba gritos desaforados, y decía malas palabras, acusándome, posiblemente, de degenerado. Lo que en realidad dijo no lo recuerdo, pero lo que no he olvidado de aquel incidente fue la fijación que quedó en mi de lo que había visto y hecho, y que tanto influyó después en mi vida”.

YO PUBLIO es un libro grueso (cerca de 500 páginas) y generoso, cuyas páginas se navegan con placer, un viaje hacia otras épocas (con sus miserias, sus épicas y sus excesos), un viaje hacia uno mismo, un viaje interior hacia la creación y el sustento de uno de los pilares de las artes plásticas en Cuba. Y es, en esta segunda edición, uno de los regalos de la Feria del Libro.

miércoles, 25 de febrero de 2009

JOSÉ MARTÍ, SANADOR: el premio


(Lourdes Palau, presidenta de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) en Santiago de Cuba entrega a Reinaldo Cedeño Pineda, el diploma acreditativo del primer premio del décimo Taller Nacional "Martí y el periodismo")

“La lección martiana más definitiva es su mirada a las esencias y no a las apariencias; a la obra más que a la cuna, a la totalidad y no al despiece, al partido ético antes que a ningún otro.

“El periodismo martiano parte de asunciones muy definidas: la formulación de un pensamiento propio y original a la hora de enfrentar un suceso o una vida. Sus artículos están dotados de una fusión ideo-estilística, en la cual el río de las ideas y el cauce de las formas marchan en paralelo. Su metáfora no es adorno, es aliada; no agrega, redondea; no oscurece, ilumina.

“La capacidad integradora de Martí en la conformación de un retrato, parte siempre de la propensión a la grandeza; pero no de la infalibilidad.

“Sólo de esa manera pudo redimir al Heredia caído ―o al Whitman olvidado, al Wilde calumniado―. Sólo así Los poetas de la guerra se convierten, ante todo, en patriotas. De esa única manera El Mayor y el Padre de la Patria se abrazan y se juntan, ya para siempre. Martí es un llamado permanente a la creación".

Estas son algunas de las ideas que desarrollamos en el ensayo "José Martí, el sanador", presentado en la décima edición del Taller Nacional “Martí y el periodismo” y que mereció el primer premio. El evento se desarrolló en la sede de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) en Santiago de Cuba, los días 23 y 24 de febrero de este 2009.

Llegaba al evento sin sacudirme el polvo del camino ―otro modo de decir martiano―, tras haber participado en la Feria Internacional del Libro de La Habana.

Para construir la trascendencia de Martí a nuestro días, analicé los artículos “Céspedes y Agramante” y “Heredia” (también el discurso de igual nombre en el Hardman Hall), así como el prólogo al libro “ Los poetas de la guerra”, tratando de ver al Martí de la asimilación y no al del copismo o las frecuentes citas sacadas de contexto. Se trata apenas de un acercamiento.

LA MIRADA DE OTROS COLEGAS: Este es un fragmento de la nota del evento, de los colegas de la emisora CMKC Elvira Orozco Vital y Santiago Romero Chang:

“(…) el primer lugar al ensayo “José Martí, el sanador”, del periodista Reinaldo Cedeño Pineda, de la santiaguera emisora Radio Siboney, por acercarnos a temas polémicos y de gran actualidad en nuestros contextos que redunda una vez más en la vigencia del pensamiento martiano.

“Cedeño nos muestra a Martí como el hombre sanador de las enfermedades del alma. Por ejemplo el caso del poeta José María Heredia y Heredia, Martí lo vindicó en su discurso del 30 de noviembre de 1889, en Hardman Hall, Nueva York, de su detractor, el poderoso Domingo del Monte, quien lo llamó (...) “Ángel caído” al criticar la posición de Heredia, que desterrado en México por conspirar contra la colonia y ya tuberculoso (…) le pidió a Tacón, el Capitán General de la Isla, le permitiera venir a Cuba, a ver a su madre y a sus palmas.

“Y como Martí valora la grandeza de los próceres independentistas Carlos Manuel de Céspedes e Ignacio Agramonte, quienes a pesar de sus diferencias personales y de enfoques contrarios en la organización de la guerra, hay sobradas razones de entrega a la causa por la independencia de Cuba, como para enaltecer a uno y a otro.

También el periodista Reinaldo Cedeño, en su investigación analiza, las consideraciones del prólogo al libro Los poetas de la guerra (1893), donde destaca que la valía de esa poesía no radicaba en la estética de los versos sino en el valor de aquellos hombres que versificaban mal pero que supieron morir bien. Todo esto, a la luz de un análisis profundo hace que Martí emerja como un gran sanador de polémicas históricas.

El segundo premio fue para el espacio televisivo “Luz martiana”, de Lisbeth Ricardo Pupo, de Tele Cristal, Holguín, por su poder de síntesis en el acercamiento al tema martiano y el tercero a la investigación periodística del programa radial “coincidencias martianas”, del corresponsal de Radio CMHW, Tomás Rojas, de Remedios, Villa Clara.

El jurado, presidido por Martha Fuentes Labaut, vicepresidenta de la junta provincial de la Sociedad Cultural “José Martí”, dijo que este evento fue valorado por los especialistas, de superior en calidad y cantidad de las obras concursantes, con relación a eventos anteriores, reconociéndose la participación de más periodistas en la condición de participantes activos.

Lourdes Palau, presidenta de la Unión de Periodistas de Cuba, en la provincia, destacó la coincidencia de concluir este evento con la fecha del 24 de febrero, aniversario 114 del reinicio de la guerra necesaria que organizó Martí y señaló que hoy más que nunca nos sigue convocando cuando dijo: "las palabras están de más cuando no fundan, cuando no esclarecen, cuando no atraen, cuando no añaden".

VER NOTA COMPLETA en http://www.cmkc.cu/provinciales/provincialesTaller2402.html Foto/fotomontaje: (cortesía) Santiago Romero Chang

viernes, 20 de febrero de 2009

YARINI en LA HABANA...


Reinaldo Cedeño Pineda
escribanode@gmail.com

Al salir del cine Yara en La Habana, en el estreno de LOS DIOSES ROTOS de Ernesto Daranas, pensé que me iba a encontrar a Alberto Yarini... a los que se creen Alberto Yarini...

Estos son apenas apuntes iniciales, contra el tiempo, tiempo “robado” a mi trabajo en la Feria del Libro de La Habana, de San Carlos de La Cabaña, desde donde escribo.

Y es que ese mito de gran macho, del adorado por las mujeres, del chulo; de aquel que salvó la “dignidad nacional” con su portañuela en un imperio bajo controlado por franceses a principios del siglo veinte… tiene todavía sus remanentes en la capital cubana y en Cuba, más allá de San Isidro.

La cinta es una ventana a ese mundo que persiste, aunque no se pregone: el de la lucha de la calle, del travestismo, de la prostitución solapada, del control: de la marginalidad... pero no sólo de ella, sino del ambiente que la propicia, la reaviva, la sostiene...

Al lado de la decepcionante “El cuerno de la abundancia” (más de lo mismo, historia rebuscada, escenas baratas y algunas risa de situaciones que merecen más que risa), Daranas cobra aún mayor estatura y salva al cine cubano de la infectación de tramas como aquella

La manera de contar y la entrega visual destacan en esta cinta que trae el mito a la actualidad y nos pasea por cuartos de mala muerte, camas y dinero. Tal vez me desconcerté en los primeros minutos (no sé si cierta inautenticidad en las voces se deba a fallos al doblaje en exteriores o a la proyección del filme), pero basta un poco de atención para que la trama te robe.

La visualidad es también protagonista, al hundirte en este submundo, desde los primeros planos, primerísimos, las rebúsquedas, los ambientes…

Annia Bu es la gran revelación de la cinta en su personaje de Sandra (la escena del altercado entre ella y la profesora, es espectacular) Convincente Héctor Noas como Rosendo, el rival de Yarini con quien se disputa la misma hembra. De haber tenido unos años menos, el Yarini natural hubiera sido él.

Silvia Águila, con ese aire que le dio natura, resulta excelente como la investigadora que se inserta en este ambiente, en su papel de Laura, Laura que busca, Laura que presiona, Laura que llora y se debate, Laura agredida y Laura que responde; pero Isabel Santos, la Isabel, la iniciadora de este nuevo Yarini, la vieja profesora retirada a la escritura, le sobraron poses y le faltó naturalidad. El papel cae ante esos aires prestados, inauténticos; ante ese desgaje; sobre todo ante ese manierismo que va afectando sus últimas interpretaciones... Problemas de dirección?

Lastimosamente, el Yarini de Carlos Ever Fonseca se queda a ratos, se resiente en momentos exigentes, le falta aire. Sin que sea un desastre y rostro aparte... no creo que fuera él, la mejor opción para la reencarnación contemporánea de ese mito...

Al guión de Los Dioses rotos tal vez le sobren algunas "entrevistas" o vivencias que se dan en las escaleras, agregados que no hacían falta, subrayados de más; le sobran también algunas frase hechas y asunciones que podrán parecer muy dramáticas a primera vista, pèro que resultan caricaturescas y efectistas (el travesti Bárbara y su puñal guardado, por ejemplo) ... pero sobrevolando el plano general, su camino es hábil en la manera de trenzar la historia y la actualidad, y de encontrar la médula de varias situaciones. Todavía no entiendo como El Cuerno de la abundancia pudo ganarse al jurado del más reciente Festival de Cine Latinoamericano de La Habana… y Los dioses... quedaron rotos en el camino...¡Que alguien me lo explique!!!

Pero... estos son sólo unos apuntes, repito. Me huelo que la cinta de Daranas será una de esas películas a buscar por el cine cubano, de esas que se quedan en la memoria.

lunes, 16 de febrero de 2009

TERCER FESTIVAL de RADIO JOVEN "UNDOSO 2009"



(Un encuentro para el talento radial más joven en la hermosa ciudad de Sagua La Grande, en el centro de Cuba)


Con el objetivo de contribuir al desarrollo artístico de los jóvenes que laboran en la radio y estimular la calidad en las obras que se transmiten para los jóvenes en el centro de Cuba, la Asociación Hermanos Saíz en Villa Clara convoca al III Festival Territorial de Radio Joven “Undoso 2009” a celebrarse del 16 al 21 de Junio de 2009. Las bases son las siguientes:

• Podrán participar los creadores y creadoras menores de 35 años pertenezcan o no a la AHS y laboren o no en la radio perteneciente a las provincias de Camagüey, Cienfuegos, Santi Spiritus, Ciego de Ávila y Villa Clara.
• Podrán concursar las obras transmitidas entre el 1ro. de Mayo del 2008 y el 1 de Mayo del 2009, fecha de cierre de la presente convocatoria.
• Los concursantes que aspiran al Premio en guiones o libretos deberán presentar los mismos en las obras que se hayan transmitido.
• El Ejecutivo de la Asociación Hermanos Saíz en Villa Clara designará los jurados que intervendrán en el evento, cuyas decisiones serán irrevocables.
• El jurado, integrado por destacados realizadores de todo el país está facultado para declarar desierto el premio en cualquier categoría y su decisión es inapelable.
• Diferentes Organismos e Instituciones entregarán además premios colaterales según sus criterios e intereses, los cuales también son inapelables.
• Los integrantes del jurado no podrán competir en ninguna de las especialidades en concurso.
• Las obras premiadas se darán a conocer durante la celebración del III Festival Territorial de Radio Joven “Undoso 2009”
• Las obras premiadas serán entregadas automáticamente al comité organizador del Festival Nacional de Radio Joven “Antonio Lloga”.
• Cada obra deberá estar acompañada de una ficha técnica con todos los datos de los integrantes del colectivo y un resumen de la misma.
• En el caso de Concursar en ponencias, las mismas deben llegar impresas con letra arial 12 a dos espacios y se deberán entregar Original y una copia.
• Las ponencias serán evaluadas igualmente por el jurado y el mismo determinará las que serán debatidas durante el desarrollo del evento.
• Las ponencias deberán proporcionar un análisis del presente y el futuro de la Radio en nuestro país y cuál es el espacio que tienen en ella las nuevas generaciones de realizadores y de radio-oyentes.
• El Jurado entregará un premio en cada categoría en concurso y tantas menciones como entienda.
• En las obras se podrán utilizar todos los elementos técnico-artísticos que sean necesarios.
• Cada realizador podrá presentar una obra en cada categoría en competencia.

CATEGORÍAS EN COMPETENCIA:
• Programa variado con destinatario juvenil……………………..….. $ 600
• Programa informativo que mejor refleje el quehacer del joven…...$ 600
• Ponencias……………………………………………………………….$ 600
• Gran premio del evento…………………...………………………….$ 1000
INDIVIDUALIDADES:
• Dirección…………………………………………………………………$ 200
• Guión………..……………………………………………………………$ 200
• Locución…….……………………………………………………………$ 200
• Realización de Sonido……….…………………………………………$ 200
Todas las obras serán enviadas a:
CMES “Radio Sagua”.
Calle Carmen Ribalta 160 esq. Libertadores. Sagua la Grande. Villa Clara.
CP: 52310.
Teléfonos: 664374

También se pueden presentar en la sede de la AHS de cada provincia.

Para más información localizar a Presidente del Comité Organizador: Yoel Rivero Marín.
Teléfono- 664884. Correo:
yoel@svision.icrt.cu



sábado, 14 de febrero de 2009

La sordina también es nuestra: Un acercamiento a POR GUSTO


Yasser Alberto Cortiña Martínez
jazzlibrafgl@yahoo.es

El espacio de la ronda

Dentro del ámbito teatral de la capital en estos meses que ya nos acercan al noveno año del siglo, un interés particular ha despertado en mí la propuesta de las semanas últimas del mes de octubre en la pequeña sala de Ayestarán y 20 de mayo. Carlos Celdrán ofrece su espacio a la presentación de Por gusto, un texto de Abel González Melo dirigido por Alexander Paján.

Hace dos años la obra tuvo su estreno con motivo de la graduación de sus actores de la Escuela Nacional de Teatro. En aquel momento no me encontraba en La Habana, lo cual me hubiera permitido valorarla desde perspectivas temporales diferentes, sin embargo, he aquí algunos criterios que nacieron luego del encuentro con la obra aquella noche.

Desde que uno se aventura en el visionaje de la puesta en escena, por lo regular va tras los prepuestos que respondan abiertamente a sus motivaciones, sin asumir que, por el contrario, intentar dialogar con lo que se aprecia, para de ahí emitir un criterio, sería la solución más eficaz en cualquier caso. Que todo esto lo hagan las personas que abandonan su ajetreo diario para escapar a los mundos adversos o diversos de las tablas sin que les importe generalmente si es arte o no lo que están viendo, lo podría entender e incluso analizar desde el punto de vista de la recepción; pero que un crítico o un futuro crítico se enajene y valore todos los espectáculos a partir de poéticas establecidas por creadores consagrados y olvide un poco lo nuevo que se produce, ya sea bueno o malo, me parece decepcionante. He aquí donde entra mi polémica y análisis.

Por gusto no es ni por mucho La puta respetuosa, o Delirio habanero, o Fango, o Charenton o Cabaret, ni creo que pretenda serlo. Estamos ante una propuesta, que según lo que soy capaz de dilucidar, intenta reflejar y responder a una necesidad imperiosa del teatro de nuestro país que es la realización de obras que traten temas relacionados con la juventud y que sean básicamente realizadas por ella. No podemos bajo ningún concepto aspirar a encontrarnos con una puesta en escena donde el nivel semántico de todos los elementos que la integran devengan en lo más importante y ya no solo porque Alexander Paján no sincronice en su visión con un Carlos Díaz o un Raúl Martín, sino porque la obra se presentó con motivo de una graduación y, con esta máxima, para mí ha salido un trabajo formidable.

La ronda con su sordina

Desde su base textual Por gusto trata de inquietar al público joven sin olvidar en ningún momento a ese público otro que rodea al primario y que hace de su vida un motivo para las vivencias. Apuesta así su dramaturgo por un cosmos tan difícil como el de la problemática joven en estos tiempos de áridas interrelaciones y de estancamientos en el desarrollo personal. No pierde de vista el aquí y el ahora de cada uno de los personajes y los pequeños conflictos que se establecen entre ellos para crear una partitura de acciones, de entradas y salidas de sus vidas y de enfrentamientos entre sí, que permite una clara definición de sus caracteres. Por eso, al acercarse al texto, uno descubre la historia sin aparcamientos por lagunas o imprecisiones de ningún tipo. Por otro lado el propio verbo que emplea Abel dice mucho de las calles habaneras y cubanas de hoy, y no tanto por las palabras o las expresiones sino por lo que se vive o por lo que se piensa.

Nos acercamos a una espontaneidad característica de la edad en la que se mueve la historia, a juegos de palabras relativos al ingenio, análisis en correspondencia con las necesidades y con los golpes que les ha dado la vida. El mismo texto propone desde el inicio todo un entramado rico en intenciones, en movimientos que dialogan con la difícil existencia que rodea a estas historias, para nada triviales. De ahí que Laura, Henry, Marcos y Leandro revelen en sus expresiones los gestos descarnados, las miradas frustradas, las caricias en flor y el verbo desesperanzado.

Se presenta una ronda –como lo define el escritor- donde perviven indesición, carencias, frustraciones, sexualidades, despego, incomprensión, machismo. Todas se mueven como cualidades, como sensaciones, como trazados en la piel con los cuales hay que aprender a convivir, a sufrir y a salir adelante sin la ayuda de nadie. De hecho la soledad- látigo danza. No sabemos de ningún ser apegado a los personajes. Son seres marcados por la soledad. La angustia como basamento, permite entonces un diálogo consigo mismos donde se patentiza lo blanco y lo negro que les toca enfrentar.

Las vueltas que da la ronda

Ya ante el discurso escénico otras pautas se aventuran. Por gusto busca en esencia la mirada sobre los conflictos generacionales de la obra, que por supuesto van más allá de los simple 19 ó 25 años de los personajes. Creo que Paján busca atraernos a la existencia de sus personajes con el uso mínimo de elementos en la escena.

Desde que comienza la obra está el escenario todo de blanco y en él figuran prendas o elementos a utilizar por los actores durante el transcurso del espectáculo. Los actantes refieren desde su verbo los objetos a utilizar y se mueven por la escena de una misma manera: en círculo. ¿Ciclo? ¿Esfera? ¿La tierra? ¿Todo volverá a comenzar? De cualquier manera este paseo funciona un tanto como pasilleo donde con la mirada o el simple roce los personajes trazan líneas de subjetividad y pequeños conflictos que son sugeridos por la obra entre líneas.

La puesta no muestra complicaciones en su sistema de presupuestos ideo-estéticos. Se trabaja para una graduación de estudiantes y por tanto el empleo de lo necesario debe ser el camino para el aprehendizaje por parte de los actores. Además no creo que un texto como el que tratamos requiera de un sinnúmero de códigos y superposiciones de imágenes poéticas u horrendas caracterizaciones. ¿Que debió apostar por otros caminos en el diseño su representación, más ácidos o más cercanos a la Cuba de hoy? No creo que seamos lo suficientemente concientes de cómo va la Cuba de hoy si pensamos así. Sencillez, la palabra. Además, no olvidar que un examen de cuarto año necesita sugerir resortes -a mi modo de ver– y no turbar conflictos y saturar al futuro egresado de movimientos expresivos y poéticas distantes o rebuscadas. Este Por gusto se acerca a la naturaleza de entes tan comunes como ese que ahora pasa por tu lado o el que ayer viste que no se decidía a tomar el bus. Para ello nada mejor que lo escenial, lo pulcro pero no lo trivial.

Dentro del discurso escénico otra de las pautas que sería válido reconocer es el diseño de luces para nada a priori o subvalorado en el trabajo debido a los contrastes y desniveles que es capaz de lograr. De esa manera los ojos puestos en cada personaje buscan el pensar y el devenir de ellos, por el presente del cual nos hablan. Los grandes y pequeños conflictos crecen o se difuminan bajo el cuidado trabajo que con las luces realizara Reinier Rodríguez. De igual manera la música seleccionada del CD De vuelta y vuelta de Jarabe de Palo me parece apropiada en muchos casos pero innecesaria en otros.

Pienso que el exceso de música se pudo haber evitado en una propuesta de este tipo. Si el trabajo en la escena busca las líneas de un uso mínimo, por qué entonces no asumir la misma postura para con el elemento melódico. Hay varios momentos de la trama que requerían un poco de esa voz que nada dice fonéticamente pero donde el cuerpo desde su silencio grita , llora, canta , acaricia, en fin, transmite. ¿Por qué los actores en algún que otro instante no se entregaron a la música de los propios conflictos o a la que ese público desea ponerle? Aún así no hablamos de una saturación que te haga tapar los oídos o que te prive de la comprensión de la obra.

Las coplas y el estribillo / De la música a la palabra.

Una Laura segura y emotiva, un Marcos frustrado y dócil, un Henry que se esconde y blando y un Leandro difícil y amigo. Estos son los cuatro seres que asumen las circunstancias de esta obra.

Laura es defendida por Amanda Fariñas. Se muestra inequívoca en el rol con un trabajo corporal limpio e inflexiones que contribuyen a la caracterización. Desde un sentido erótico tanto en sus palabras como en sus acciones, denuncia la parte de Laura que no nos ofrece tan fácilmente Abel en su texto. Lleva al personaje a un plausible grado de humanización que nos permite creer en la verdadera existencia de una chica con dichas características. Ahora bien, creo que en algunos momentos el mucho apego a cierto tono despectivo no favorece el devenir de un trabajo que puede ser impecable. No pierde del todo la organicidad mas se permea de movimientos ajenos a la concepción que viene defendiendo e inquietan esos finales que deja colgados innecesariamente.

Daniel Chile es Leandro, el maestro de filosofía cuyos textos están cargados de una riqueza impresionante sobre todo porque en él se centra el paso de joven a adulto, etapa esta en que las concesiones u opiniones tienden a ser duras y directas, aunque todavía poco maduras. Suponga entonces si hablamos de un chico que estudia Filosofía, que tiene VIH, que vive solo y que por demás es bisexual, las posibilidades interpretativas que ofrece. Es Leandro un personaje excelente, que a mi modo de ver no ha sido defendido con toda la fuerza.

El actor se compromete muy poco y su frialdad lacera por momentos. Juega a ser orgánico y la primera impresión es que lo logra, mas cuando se analiza su recorrido y se estudia el origen de sus conflictos y miedos, se comprende que falta verdad en la asunción. Se escuda con la comicidad de los textos y lo contestario que puedan ser o no, en dependencia de la mentalidad del público de ocasión. Las salidas y entradas del personaje –dadas por las acciones que denuncian desde sí mismos- se parecen mucho, no se palpa una diferencia entre el extrañamiento y su propia vida. Solo hacia la altura de la escena con Marcos, en los finales, se muestra más franco en las acciones y emociones, y evita en el personaje la sobresaturación de mesura.

Por otro lado Javier Fano nos acerca a un policía verosímil, distinto, de sentimientos muy poco definidos y de miradas temerosas. Dice bien el actor, juega con los tonos y las respiraciones para favorecer un trabajo que va creciendo durante el desarrollo de la obra. Se mueve con soltura, se apoya en su mirada para enunciar conductas y defender sus textos, lo cual es favorable. La inseguridad de Henry y el conflicto interno que se establece entre lo que siente por Marcos, por él y por Amanda consigue el actor mostrárnoslo limpiamente, aun cuando tal vez pudo centrar más las energías que por momentos le llevaban a forzar determinados resortes.

Enrique Moreno, por su parte, nos presenta las frustraciones y los desencuentros del pintor que colgó su título de San Antonio para buscarse la vida vendiendo cuadros tropicales en el paseo del Prado. Los miedos, las energías contrarias, su estatus como creador y el amor por Henry de forma excesiva, están en la defensa que de Marcos realiza el actor. Sin embargo, no creo que lleguen con claridad al público. Enrique atropella el texto, no entona bien, se pierden importantes caminos que propone la trama desde su personaje y uno se inquieta al no concebir al personaje del todo. Es impreciso en los movimientos y sus inflexiones parecen forzadas al igual que su acentuación. (Los actores muchas veces dan poca o ninguna importancia a la acentuación y tiran por la borda un texto paralelo que se teje con el verbo de la obra). De cualquier manera, Enrique–Marcos alcanza períodos de limpieza interpretativa sobre todo cuando comparte la escena con otros personajes.

A pesar de los baches que pudieron encontrar estos jóvenes actores salí complacido de este encuentro. Los problemas a la hora de asumir los personajes son normales. Se han graduado hace tan solo dos años y -sin afán de justificarlos- creo que es muy poco el tiempo y los montajes que se realizan, para erradicar todas las lagunas que se presenten. En sentido general asistimos a una propuesta fresca, distinta y que agradezco. ¿Que hay que trabajar? No es mentira, hay que hacer mucho y hacerlo bien, y hay que apostar por las nuevas cosas, por las propuestas interesantes y por los que se arriesgan. Después de dos años es un reto llevar a escena una obra que no está en repertorio, que no se estudia con frecuencia, y cuyos actores llevan sus vidas por caminos distintos, si encima de eso se llena el teatro y el público la asume de manera sincera, es un logro.

Luego de la ronda; ¿se canta otra vez?

Tal vez algunos sitios quedaron por descubrir y lo digo pensando en varios criterios que he escuchado, no obstante, pienso que lo rico de la obra a todos sus niveles está en esa línea. No darlo todo, surcar lo evidente y erigir una obra de arte, reescribir la realidad e inquietar, proponer y que los otros tracen sus coordenadas, son para mí contingencias que siempre hablarán de una buena creación.

Esta ronda sugestiona o da color a la vida de los personajes con la sordina. Una mirada otra se ciñe sobres los amantes. Las coplas: los intercambios entre ellos, ya calurosos, ya enamorados, ya distantes; el estribillo: los monólogos, llenos de espontaneidad, de sensualidad, de temores, de irrealidad. Se parecen Laura, Henry, Leandro, Marcos, Abel y Paján a tantos, como tantos se parecen a ellos. Tantos más allá de la Lisa, de Centro Habana, de El Prado o de Cuba.

El sonido se esparce. Surgen otros protagonistas. La vida de estos tomará el rumbo que le otorguemos. Una copla cierra la historia. Laura y Marcos la interpretan. ¿El punto clima? ¿Saldrá Henry a relucir? Somos dueños de ese futuro. Esa es la parte que nos toca. De cualquier manera durante los cincuenta minutos de representación, al verles correr, al sentirles llorar pensamos que la sordina también nos pertenece.

La Habana, 4 Noviembres de 2008

Entre Adolfo y la memoria


Yasser Alberto Cortiña Martínez
jazzlibrafgl@yahoo.es


Armado contra la fe /mato al cuerpo con el hierro/
y al ardor con la mirada. /Asesino soy de mi propio asesino.
(Fabián Suárez, Mis días en la tierra)

Si no pedí nacer por qué (...) tengo que morir.
(Adolfo Llauradó)


Con todo el deseo que puede abrazarme he asistido nuevamente a La Casona de Línea a apreciar el último espectáculo del grupo teatral El Público. En este caso su director Carlos Díaz nos presenta ¡Ay mi amor! con textos originales de Adolfo Llauradó y que Norge Espinosa trabajó para la escena.

Debo confesarle que tuve la suerte de presenciar un ensayo de este monólogo y quedé conmocionado ante la riqueza textual y gestual que exponía el proyecto, además de todo el armazón interno que el actor atorgaba al personaje. En dos enfrentamientos con la puesta en escena, no he recibido los calores que en aquellos días de La madriguera, Lester Martínez me ofreció.

No obstante, mantiene la esencia de Adolfo y es fiel a los móviles que en las grabaciones de Llauradó ―facilitadas por Jacqueline Meppiel (la viuda)― se pueden estimar. Es el espectáculo o la descarga ―como le llama su director― un tránsito por la vida del actor pero desde aristas poco conocidas y donde se llega a confesiones difíciles que agitan los sentidos.

Este Adolfo tan nuestro como el de Lucía, Un tranvía llamado Deseo o Retrato de Teresa, entabla su conflicto con el tiempo. Se debate entre ser lo que ha querido y necesitado siempre y la venida de ese fin que tanto detesta: la muerte. He aquí el personaje referido, que circunda la escena a cada momento más allá de la palabra. Las propias acciones nos remiten a la oquedad del sepulcro. La madre, el abuelo, el padre, los amigos que no están y el vacío por tenerle que decir adiós a los que a diario platican con él, son referentes que intranquilizan. Por otro lado la contraposición entre vitalidad y decadencia, persistencia y obstaculización, denuncian una verdad innegable ante la defensa de un objetivo: ser un artista.

Como ser humano me opongo al pasado que pasó.... dice Elena Burke desde "Mis 22 años" de Pablo Milanés. Tema que refuerza el discurso de ese que apela a los recursos más íntimos, para hacer valer sus verdades aparejadas todas a la ley natural y al devenir del proceso revolucionario. Se muestra todo de Adolfo ante nosotros, como alguna vez lo hizo frente a sus amigos.

Este vínculo Adolfo―Sociedad nos presenta caminos áridos y negados en muchos casos, pero con la fuerza de quien ha sufrido lo suficiente para tratarlos sin tapujos ni paños tibios. Se desnuda y motiva esa naturalidad con que se muestra su vida en confianza, seguro de la afable recepción que tendrá. Nos entrega su verdad y no le importan consecuencias. Vale más ese diálogo franco.

Recuerdo que cuando vi el ensayo en La madriguera, el texto funcionaba con mayor eficacia. En esta consolidación de la puesta en escena, ha habido un aumento de situaciones dramáticas que si bien informan sobre otras facetas del personaje, también dilatan por momentos el tránsito de las confesiones.

Muchas de las riquezas de la descarga se difuminan por la reiteración de características ya muy claras para el espectador. Vuelve en varias ocasiones sobre el tema de su sentido revolucionario y su amor por este país a pesar de los errores. Desde el momento en que se refiere a la UMAP y su inconformidad con este proyecto, se asume con claridad qué es Adolfo Llauradó frente a las páginas tristes de nuestro proceso revolucionario.

Sin embargo, entre los reconocimientos de este arreglo dramatúrgico está el gran sentido de la cubanidad. Adolfo, defiende la tierra sin la cual no fuera lo que fue, según el mismo asevera, y para demostrarlo toma un poco de la música, de esa gestualidad que lo particularizó y da a conocer los amores que lo ataron a esta Revolución. De ahí que refiriéndose a las injusticias y atropellos de los cuales fue objeto expresa: “Se acabó como se acaban las cosas malas como se arrancan las hierbas malas.”

También el juego con las etapas del actor me parece otro de los importantes logros de Norge. Los cambios que tiene el personaje al contarnos de su infancia, de su juventud o desarrollo artístico, responden a esos estados se exacerbación que Adolfo tenía de un momento a otro. Nos habla de cuando sintió los tiros del Moncada y sin haber hecho referencia aún a su viaje a La Habana, nos cuenta de aquella absurda recogida a los que vestían distinto(y que por ello los consideraban homosexuales, fueran o no) entre los que él se encontraba. Gracias que llevaba El Principito. El libro le dio tantas fuerzas que arremetió contra los guardias y se convirtió en un pequeño príncipe de igual manera. La urdimbre que se erige con estos saltos es diferente, entretenida, y otorga agilidad a la propuesta.


Lenguaje sencillo, fresco, reflejo de un Adolfo sincero, permite erigir una visión clara de quien se convirtió en el rostro masculino del cine, el teatro y la televisión en Cuba. Denuncia un hombre que se ha convertido en modelo de la perseverancia. Un ser humano que a pesar de no contar con un avanzado nivel escolar se abre paso entre la maleza y consigue lo que quiere. No por gusto se concede el premio Adolfo Llauradó a los jóvenes artistas y muy a propósito cierra el espectáculo con la transformación de Lester-Adolfo, en un instructor de arte.

Carlos Díaz se apoya en lo ilustrativo para mostrar el universo controversial y trágico de un ser fervientemente cubano. Y lo ilustrativo no como recurso contrario o fatal sino porque el actor de El hombre de Maisinicú era de esta manera. No sabemos qué lo movía a comportarse de esta forma, pero él se apoyaba en la demostración de lo que decía para reforzar el criterio. Creo que tal vez se sentía más seguro o quizás pensaba como el Jerry de "El cuento del zoológico" de Edward Albee, que nadie te escucha bien cuando dices las cosas una sola vez.



(Adolfo lLauradó en el conocido filme "Retraro de Teresa")

Bajo ningún concepto da pie el director a consideraciones tergiversadas sobre la vida tanto íntima como artística de Adolfo Llauradó. Todo el tiempo el actor se apoya en una infinidad de recursos para hacer valer sus criterios. Ahora bien, a mi modo de ver un gran número de esos elementos que contribuirán a la justificación de una vida desgarradora, son en ocasiones innecesarios. Dificultan la claridad de algunos movimientos y llenan al espectáculo de lagunas poco convenientes para la recepción.

La puesta podría, a su favor, entablar un contacto más acalorado con el público, pero se enfría en los constantes viajes de Adolfo–Lester al fondo del escenario tras la búsqueda de elementos que no trascenderán en la exposición de la gran situación dramática. Pienso en las seis maletas, que aún cuando tres guardan una vital relación con el discurso, otras como la que lleva las botellas y las copas, son irrelevantes. De igual forma el trasiego con las siete camisas se torna risible pero poco efectivo para el progreso de la trama pues aún cuando se mueve todo el tiempo, en este caso la palabra dice por sí sola.

Tanto andar de un lado para otro no le permite al actor, en un trabajo tan difícil como este, concatenar las escenas orgánicamente. Las zonas en que una acción se difumina y se imbrica con la siguiente, no se aprecian con claridad. Se crea un rompimiento en algunos nexos que me parece innecesario. Quizás cuando pase el tiempo y Lester gane en confianza se pueda apreciar un trabajo más preciso.

No obstante, ¡Ay, mi amor¡ gana la frescura de un joven intérprete y su visión desprejuiciada con respecto a Adolfo. Gana el aplauso de un público que se estremece al asumir las confesiones, y regala este espectáculo la figura de un maestro.

“Lester Martínez se ha crecido”, escuché decir a alguien al salir del teatro y me parece que esta persona tiene razón. Demuestra tener fuerzas para continuar con trabajos tan cargados como el que referimos. Nítido, y diciendo con claridad, mueve las fibras de tantos que asisten pues hay un trabajo sincero en la escena. Crece ante un trabajo que en varias ocasiones se halla en peligro de decaer debido a la inmensa cantidad de elementos, y se valora un dominio corporal que posibilita otorgar a la propuesta, un tono sugestivo imprescindible. Si en Las relaciones de Clara, Lester carece de intenciones, aquí nos enseña que tiene posibilidades para realizar un mejor teatro. Se ha trabajado, es innegable, lo cual me alegra.

No pienso que sea esta una puesta en escena pretenciosa sino que se trata de homenajear al maestro, al amigo, al Adolfo del pueblo, al de todos los días. Carlos ha tratado de hacer realidad un sueño a pesar del tiempo y lo ha hecho muy bien. He sido feliz por Adolfo y la memoria. Nos ha entregado al hombre que quiso vivir a pesar de no contar con el tiempo necesario. A ese que deseaba partirle le guadaña a la muerte y que hizo el bien porque la maldad se come nuestra alma. Nos ha premiado con este hijo ilustre de los cubanos que no se hizo a las ansias de las cucarachas sino que degustó cada parte de su cuerpo porque creció lo suficiente como para darse el lujo de tanto. Agradezco a Carlos Díaz sus horas y la posibilidad de comprender tantos secretos no solo de Adolfo sino de otros que en estas noches han relucido en mi mente.

La Habana 8 de Marzo de 2008.

viernes, 13 de febrero de 2009

¿FUNDAMENTALISMO BEISBOLERO EN CUBA?



Zulima Nicolau Lahera

Este título lo tomo prestado de un comentario enviado por Antonio Rodríguez Salvador a esta misma página, a propósito de un trabajo publicado al concluir la pasada temporada: “Serie Nacional de béisbol: La narración perdida”.

En su comentario, Antonio refería como se analizan mecánicamente las estadísticas del béisbol y yo les añadiría, como las mismas son manipuladas por ciertos comentaristas a favor de sus jugadores favoritos.

Fundamentalismo beisbolero, término exacto para bautizar algunos análisis epidérmicos donde afloran: falta de ética, regionalismo, parcialidad y favoritismo. Nuestros comentaristas conocen muy bien el poder de nuestros medios de comunicación y le sacan provecho. Son artistas a la hora de hacer “campañas” a favor o en contra: Alexander Malleta y Juan Carlos Pedroso, Jorge Fuentes y Antonio pacheco, son ejemplos. Occidente y Oriente. Y usted dirá: la eterna rivalidad…

El porqué de este comentario es simple: "Al duro y sin guante", emisión del 9 de febrero de 2009. Tema: Segundo Clásico Mundial de Béisbol. Rodolfo, Reinier, Héctor Rodríguez e Iván López… ¿opinando sobre los posibles integrantes o haciendo el equipo?

Nadie debe estar en contra de que ellos ejerzan sus criterios, pero ¡cuidado! ¿Quién le otorgó a Malleta la categoría de “cuarto bate natural”? Cuando así lo nombran recuerdo el último campeonato mundial de Taipei cuando Héctor Rodríguez, cada vez que el llegaba el turno a Malleta, él decía: “ya está al darlo” (el home rom, el jonrón) y todavía está al hacerlo.

Cierto, bateó lo que quiso en el Panamericano de Río de Janeiro (2007), donde, sin demeritar a Malleta ―que es un bien bateador― el nivel de los equipos no es el mismo que en los eventos de carácter mundial. Bateó en la copa Intercontinental y en el Mundial. ¿Realmente bateó?

No tengo manos las estadísticas, pero disfruté los juegos por la TV y recuerdos algunos hits que conectó y otros que falló con hombres en base. ¿Bateó con oportunidad? ¿Cuántas carreras impulsó? Bien sabemos que en torneos cortos, el average sube con relativa facilidad: 5 hits en veinte oportunidades acumula 300.

Y ni hablar de Beijing, de las Olimpiadas. Un cuarto bate es un impulsador nato, y este otro, fabricado por algunos comentaristas como "natural"... puede ser el del equipo Industriales; pero a mi juicio, no el del equipo Cuba.

Paso la página y que me disculpe Alexander Malleta. No tengo nada en su contra, él es un buen pelotero.

Y mientras los comentaristas “dejan la piel en el terreno” por sus favoritos del Occidente... debo alzar mi voz por el Oriente.

Agradezco a Reinier su defensa de Céspedes y Despaigne, no así su irreverencia por Nava, quien ha venido integrando los últimos equipos Cuba como torpedero o utility. Reconozco las tremendas condiciones de Mujica… pero honor a quien honor merece.

Qué decir de Olivera que comentaristas y aficionados no conozcan? Hoy por hoy, el mejor segunda base de Cuba. PROBADO. Michel y Yuliseki, grandes estrellas… pero mientras NO tengan que luchar por su posición, menos se esforzarán.

El Primer Clásico dejó una experiencia al respecto: Yulieski conectó jonrón en el primer juego contra Panamá. Concluido el mismo, el director del país istmeño declaró: es un buen pelotero, pero no batea del centro del home hacia fuera. Efectivamente, el segundo-tercera base bien poco pudo hacer, y desde entonces le han tomado la medida.

¿Y de Alexei Bell, el mejor pelotero de Cuba en el 2008 y el más destacado en deportes colectivos? Como decía Sigfredo Barros en el periódico Granma, comenzó conectando jonrón la pasada serie y terminó con jonrón en la Olimpiada. Hay que darle tiempo.

¿Se habría recuperado usted si en su primera vez al bate en esta temporada le hubieran lanzado una bola en pleno rostro?

Una dolorosa experiencia anterior con fractura en el tabique nasal, sumada al susto, neutralizó y de que manera la ofensiva del Canón del Ceney, pero segura estoy de que , si va al Clásico ―el comentarista Rodolfo García ya lo eliminó del equipo― él sabrá responder, porque LA OPORTUNIDAD LA MERECE, así, CON MAYÚSCULAS.

ALEXEI Bell es un pelotero modesto, disciplinado, constante, con voluntad, y por supuesto, con enormes deseos de representar a Cuba en le Segundo Clásico. Un defensor brillante del right field. De ello dan fe sus espectaculares fildeos y su potente y certero brazo. Sus atrapadas y lances han sido reconocidos en lo mejor de la semana y del mes en el programa “Antesala” que conduce Rodolfo García

¿Eso no cuenta?

¿Cómo entonces, en plena transmisión televisiva, el propio Rodolfo nos va a expresar, palabras más, palabras menos: “lo siento mi hermano, pero el primero que debe estar convencido de que no puedes ir al equipo debes ser tú mismo?

¿Acaso algunos comentaristas interiorizan su eterna parcialidad con sus favoritos?

Cuando alguien les hace señalamientos, las justificaciones no se hacen esperar; pero en sus respuestas, mientras más se empeñan más al descubierto están. ¿Saben por qué? Les falta objetividad, tiene el síndrome del fundamentalismo beisbolero.

ARTÍCULOS RELACIONADOS:

---Serie nacional de béisbol: La narración perdida.
http://lapolemicacontinua.blogspot.com/2008/06/serie-nacional-de-beisbol-la-narracin.html

--Béisbol cubano: los mitos y las pasiones
http://laislaylaespina.blogspot.com/2008/10/bisbol-cubano-los-mitos-y-las-pasiones.html

---Dislates en la narración deportiva:
http://laislaylaespina.blogspot.com/2008/08/beijing-2008-dislates-en-la-narracin.html

¿SOÑAR EN ROJO?


Zulima Nicolau Lahera

Alguien dijo que Metropolitanos era la vergüenza del béisbol nacional, la llamada “sucursal” de Industriales; por cierto este último, el único equipo con tres ligas de desarrollo, pero....

Al parecer, los “rojos de la capital” se han erigido como el primer equipo, y van sacando la cara por los azules. ¿Se habrán equivocado a la hora de confeccionar los elencos? ¿Cómo no se dieron cuenta de que los peloteros “cedidos” al hermano menor estaban diezmando la tropa del Mago Mesa. ¿Tendrá salvación Industriales con la estocada de los Metros?



De una cosa si estoy segura, ambos equipos están escasos de público. Los Metros, porque siempre han padecido el síndrome de los segundos; y los primeros, porque han decepcionado a su afición que, por cierto, llevan tanta sangre azul en sus venas que se niegan a soñar en rojo.

ARTÍCULO RELACIONADO:

Serie nacional de béisbol: La narración perdida.


martes, 10 de febrero de 2009

FARAH MARÍA: Donde se habla de una peculiar mezcla entre El Tiburón y Los Ángeles


Maritza Mora Ochoa
maritza@rsiboney.icrt.cu

(ESPECIAL)

“Estoy muy orgullosa de mis años, de mis canciones, de lo que he dado. Tengo 44 años de vida artística y a Santiago de Cuba corresponde más de la mitad. Imagínate lo que significa estar aquí.”

Farah, conocida también como “La Gacela de Cuba”, estuvo de paso por Santiago de Cuba.


Aunque visitar a familiares y amigos fue el motivo principal de la estancia, a ello sumó la grabación en los estudios de la emisora local Radio Mambí. Se trata de una versión del conocido tema EL TIBURÓN, junto a los jóvenes integrantes del grupo musical Ángeles de la Creación, de Guantánamo.

Cuando en Cuba se habla de este tema musical (los respetos para su autor, el maestro Enrique Jorrín, creador del chachachá), no hay otra referencia que Farah María.

La popularidad del título, pertenece, desde hace más de veinte años, a la voz de esta carismática cantante.

“La historia comenzó en un programa de la televisión cubana que se llamaba Juntos a las nueve. Cada uno de los artistas que estábamos de moda debíamos interpretar un chachachá, y mi me tocó El Tiburón. Realmente yo no sé que pasó, pues a partir de ese instante se quedó en mi repertorio y todavía no he dejado de cantarlo. ”

Estar en Santiago de Cuba, le hizo recordar sus primeras presentaciones artísticas, hace más de cuatro décadas, cuando con 17 años fue modelo en un espectáculo en el Hotel San Pedro del Mar.

“El Tiburón” va a vivir veinte años más

Desde hace tiempo conoce a esta ciudad. Después surgió la amistad con el cantante Miguel Angel Piña y se integró al Cuarteto Los Galaxias. Por eso a Santiago le corresponde más de la mitad de su vida artística. Aquí fue donde Farah comenzó a ser.

“Lo de la gente no me lo puedo explicar. He visto a muchos muchachos que me han dicho que cuando eran chiquitos les encantaba cantar El Tiburón. Las muchachas me hablan de querer vestirse como yo desde que eran pequeñas.

“Siempre tengo proyectos siempre, quien no los tiene, no tiene nada. Ahora me ofrecen la producción de un disco y eso es una ilusión. Además, renovar estos temas junto a Los Ángeles de la Creación es algo sorprendente y el público ya decidió.

“El Tiburón va a vivir veinte años más”.

lunes, 9 de febrero de 2009

LA CIUDAD DE LAS MOTOS


Antonio Desquirón Oliva



Verdaderamente, Santiago de Cuba es la ciudad de las motos. Cuántas son, no lo sé. Una vez vi por televisión a una persona que fijaba su número en unas veinte mil. No me parece exagerado: hay muchas. Pero hace unos años era diferente. No las recuerdo, al menos en esa cantidad, antes del Período Especial –o antes de los primeros ’90, para ser más precisos-.

Claro que siempre las hubo: un hombre que durante mi niñez se encargaba de traer a casa la Bohemia y el Carteles, además de comprar por encargo cualquier medicamento, y respondía al chinesco apelativo de Chan-lí –no tenía ojos rasgados ni pelo lacio, sencillamente lo llamaban de esa forma- poseía una. Sin embargo, el número de motos aumentó en mi ciudad hacia los años ’80, cuando muchos de los jóvenes que regresaban de estudiar o trabajar en los antiguos Países Socialistas, las compraron allá y las trajeron.

Claro que no estoy convencido de que todas las motos que transitan por las calles santiagueras hayan entrado a la Isla de esa manera. Hacia 1995 –por lo menos ese año comencé a servirme de ellas- las motos se convirtieron en taxis: el transporte público estaba mucho más deprimido que hoy debido a los años de “Período”, los dueños, generalmente gente joven, vieron en su vehículo una fuente de trabajo y ganancia.

La ciudad santiaguera –mucho más que otras de Cuba- ha visto privatizarse en gran medida su transporte público. No es que no exista respuesta del Estado, sino que comparativamente es pequeña y, hasta donde puedo ver, depende más del poder de compra del país, que de la sostenibilidad del sistema de transportación estatal actual.

Como es lógico, la circulación de los habitantes de una ciudad está sujeta a parámetros –duración de los viajes, períodos de espera, flujo, consumo de combustibles y otros insumos, agresión al medio ambiente, estado de los equipos, etc – que por principio sólo pueden ser responsabilidad del gobierno de la misma.

La iniciativa privada, en general poco controlable, en este caso no es un verdadero inconveniente porque está resolviendo un problema sensible: la transportación urbana. Hay que aclarar que el sector privado del transporte público santiaguero no está integrado solamente por motos, sino también por camiones, camionetas y una serie de vehículos poco definibles que a lo que más se parecen es a los antiguos “pisicorres”. La evidencia de que “el problema del transporte” santiaguero dista mucho de ser algo sencillo, aconseja que sea tratado por varias personas.

Pero sigamos con las motos: todas las quejas que el sistema de taxis acumuló y jamás ha resuelto, cesaron en pocos meses: los motoristas van a donde quieras, siempre tienen cambio, se averían poco, en general son amables, no suelen ser desaseados ni –por carencia de espacio, no creo que por otra cosa- tampoco te imponen un tercer pasajero con el que charlan de sus asuntos durante todo el viaje haciendo de ti –verdadero y único cliente- un intruso.

El trabajo del motorista –que es como se llaman en nuestra región a los que tripulan motos- es arriesgado: como suele repetirse, su propio cuerpo es “la carrocería de la moto”. Su cuerpo y el del pasajero. Ya se sabe que en caso de accidente, ninguno de ambos tiene protección, como no sea el casco que con muy buen tino ha obligado la ley a que lleven ajustado.

Hay que decir también que es uno de los trabajos menos fatigosos de los que atañen al transporte público particular –y de todas maneras lo es: imaginen estar expuestos al tránsito citadino y al sol durante muchas horas, sin contar con los imprevistos del propio equipo-.

El chofer de un camión o camioneta debe levantarse muy temprano, revisarlo, limpiarlo, “habilitarlo” –que es como se llama coloquialmente al hecho de ponerle combustible, más revisarle al agua y el aceite-, deben tener un ayudante, gastar mucho en piezas de repuesto, combustible, gomas, acumulador, estar siempre ojo avizor pues no se sabe qué puede surgir, salir a trabajar todos los días con un cierto espíritu de aventura que le permita manejar a su favor las mil y una situaciones posibles, desde una crecida de río, hasta una mujer de parto. El motorista no. Puede levantarse incluso minutos más tarde que cualquier trabajador, desayunar bien –la comida es sagrada para ellos- vestir sus ropas deportivas, y salir “a luchar la calle”.

El motorista ejerce cierto poder, cierta capacidad de seducción sobre las féminas –legítima o no- parece que la práctica les da la razón: universalmente, quien vive de conducir motos, correrlas, o posee alguna y la utiliza constantemente se ha convertido en un sex symbol, digno hasta del cine pornográfico:

En realidad muchas jovencitas se sienten estremecidas por la atención del un motorista o por montar en una moto a la entrada de la escuela, frente a sus amigas. Como estas distinciones por lo general implican compensaciones nada platónicas, a las muchachas que por la frecuencia de sus viajes mostraban en su pierna la quemadura del tubo de escape del equipo, se las llamaba “gasolineras”.

Como ser motorista comporta un cierto modo de vida libre, arriesgado, de shorts, pulóver, gafas de sol y zapatillas, comidas callejeras caras y a deshora, para muchos jóvenes ello es un sueño.

Como el motorista gasta mucho, también debe ganar mucho: o sea, que difícilmente deje de trabajar por la lluvia, o por sentirse indispuesto, o sencillamente por cambiar de actividad. Sin embargo, para nada el motorista es un trabajador modelo o un hombre nuevo, pues pertenece a un cierto tipo de folclor urbano, a una picaresca muy de nuestros días.

La moto es uno de los símbolos del Santiago de Cuba de hoy y por ello es un error ignorarlas. Tanto demonizarlas –a ellas y a sus tripulantes- como glorificarlas es un error: expresión de la dinámica actual de nuestra ciudad, pueden decirnos mucho si las miramos con objetividad y, cuando nos haga falta, nos servimos de ellas sin miedo ni complejos. Cuabitas, enero 16 de 2009


ARTÍCULO RELACIONADO:

---Aventura santiaguera de un viaje en moto
http://laislaylaespina.blogspot.com/2009/01/la-aventura-santiaguera-de-un-viaje-en.html

TEATRO: La crítica, los estrenos y...



ANTES DEL BAÑO

Yasser Alberto Cortiña Martínez
jazzlibrafgl@yahoo.es

OSCAR (…) Hoy no soy el mismo pero tampoco soy otro. Acabo de recibir una carta suya y parece que han pasado años desde la última vez que lo vi. Aún no creo que esa puta puerta se haya abierto para dejarlo escapar de mí. Qué hago ahora? Cómo me acostumbraré a estar sin las inmadureces, sin los pucheros de niño criado en cuna de oro, sin el beso negro cada amanecer? Pinga, me encanta que Manuel me folle. (Se sienta en la cama) Me ofrece disculpas. Me pide perdón. Debió ser un momento duro... Decidirse a.... Yo sé que él me ama. Yo sé que me extraña, que me desea... (Se pone de pie. Solo lleva calzoncillos puestos. Habla con las imágenes que se encuentran en las paredes). Alguna vez han deseado morir...? Sí sé que es tan patético como el cuento de la buena Pipa o como el dejar de comer o no querer escuchar el nombre de quien amas cuando mueres por saber que tal está o si te piensa o si ... PERO YO... YO NO HABLO DE ESO. Me refiero al deseo de querer (…)

Teatro COMPLETO en:
http://laislaylaespina.blogspot.com/2009/05/antes-del-bano.html

La sordina también es nuestra: Un acercamiento a Por gusto

Yasser Alberto Cortiña Martínez
jazzlibrafgl@yahoo.es

(…) Desde su base textual Por gusto trata de inquietar al público joven sin olvidar en ningún momento a ese público otro que rodea al primario y que hace de su vida un motivo para las vivencias. Apuesta así su dramaturgo por un cosmos tan difícil como el de la problemática joven en estos tiempos de áridas interrelaciones y de estancamientos en el desarrollo personal. No pierde de vista el aquí y el ahora de cada uno de los personajes y los pequeños conflictos que se establecen entre ellos para crear una partitura de acciones, de entradas y salidas de sus vidas y de enfrentamientos entre sí, que permite una clara definición de sus caracteres. Por eso, al acercarse al texto, uno descubre la historia sin aparcamientos por lagunas o imprecisiones de ningún tipo. Por otro lado el propio verbo que emplea Abel dice mucho de las calles habaneras y cubanas de hoy, y no tanto por las palabras o las expresiones sino por lo que se vive o por lo que se piensa.

Nos acercamos a una espontaneidad característica de la edad en la que se mueve la historia, a juegos de palabras relativos al ingenio, análisis en correspondencia con las necesidades y con los golpes que les ha dado la vida. El mismo texto propone desde el inicio todo un entramado rico en intenciones, en movimientos que dialogan con la difícil existencia que rodea a estas historias, para nada triviales. De ahí que Laura, Henry, Marcos y Leandro revelen en sus expresiones los gestos descarnados, las miradas frustradas, las caricias en flor y el verbo desesperanzado.

Se presenta una ronda –como lo define el escritor- donde perviven indecisión, carencias, frustraciones, sexualidades, desapego, incomprensión, machismo. Todas se mueven como cualidades, como sensaciones, como trazados en la piel con los cuales hay que….

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Entre ADOLFO y LA MEMORIA

Yasser Alberto Cortiña Martínez
jazzlibrafgl@yahoo.es

Si no pedí nacer por qué (...) tengo que morir.
(Adolfo Llauradó)

Con todo el deseo que puede abrazarme he asistido nuevamente a La Casona de Línea a apreciar el último espectáculo del grupo teatral El Público. En este caso su director Carlos Díaz nos presenta ¡Ay mi amor! con textos originales de Adolfo Llauradó y que Norge Espinosa trabajó para la escena.

Debo confesarle que tuve la suerte de presenciar un ensayo de este monólogo y quedé conmocionado ante la riqueza textual y gestual que exponía el proyecto, además de todo el armazón interno que el actor atorgaba al personaje. En dos enfrentamientos con la puesta en escena, no he recibido los calores que en aquellos días de La madriguera, Lester Martínez me ofreció.

No obstante, mantiene la esencia de Adolfo y es fiel a los móviles que en las grabaciones de Llauradó ―facilitadas por Jacqueline Meppiel (la viuda)― se pueden estimar. Es el espectáculo o la descarga ―como le llama su director― un tránsito por la vida del actor pero desde aristas poco conocidas y donde se llega a confesiones difíciles que agitan los sentidos.

Este Adolfo tan nuestro como el de Lucía, Un tranvía llamado Deseo o Retrato de Teresa, entabla su conflicto con el tiempo. Se debate entre ser lo que ha querido y necesitado siempre y la venida de ese fin que tanto detesta: la muerte. He aquí el personaje referido, que circunda la escena a cada momento más allá de la palabra. Las propias acciones nos remiten a la oquedad del sepulcro. La madre, el abuelo, el padre, los amigos que no están y el vacío por tenerle que decir adiós a… // Imagen: Pepe Murrieta

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AMARGAS LÁGRIMAS DESDE OTRO CUARTO (II) Carne trémula en este cuarto, ¿y en el otro?






Yasser Alberto Cortiña Martínez
jazzlibrafgl@yahoo.es

Junto a mí un señor se seca las lágrimas y dice que la vida es una mierda y que todos deberíamos morir el mismo día en que nacemos. Se queja porque con 43 años todavía no tiene un techo propio y la casa de su suegra se ha tornado un infierno con el nuevo hijo que vino del interior. “Mijo, estamos tan solos en el mundo”. Dio una palmada a mi hombro y se fue del parque.

Aquello estuvo por muchos días ahí, late que late en mis sienes. ¿Realmente la soledad se ha convertido en la puerta, en el ahora, en el por qué? Y confundido me dediqué a lo mío: ver primero los espectáculos y luego tratar de reseñarlos para que la maestra asuma mi interés por la asignatura y por fin tener nuevas críticas para la carpeta.

Uno de esos sábados de diciembre, llegué hasta la Plaza Vieja a ver un espectáculo que se presentaba en el Instituto Cubano del Libro, en el Palacio del Segundo Cabo. El otro cuarto, del polaco Zbigniew Herbert en una versión de Carlos Díaz.

El otro cuarto, que nombrecito aquel…

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AMARGAS LÁGRIMAS DESDE OTRO CUARTO (I) Lágrimas y un ataque de nervios

Cuando el /amor me vence,/ La noche / cierra mis ojos
(La Dama del Velo, Réquiem por Yarini de Carlos Felipe)

¿Sabes? Cada vez /tengo más miedo/ Estamos tan solos.
(Petra, Las amargas lágrimas de Petra Von Kant de Rainer Werner Fassbinder )

Yasser Alberto Cortiña Martínez
jazzlibrafgl@yahoo.es

Otra vez Carlos Díaz junto a un espectáculo inquietante. Nuevamente atrapa con sus guiños glamurosos y cálidos donde los actores juegan a poner en juego sus condiciones sexuales y él dialoga desde este presupuesto al mundo.

El Trianón cede su espacio a Las amargas lágrimas de Petra von Kant. Su lunetario y escena se transforman en la mansión de la inigualable señora creada por Rainer Werner Fassbinder en 1972. La auténtica Petra, la que podría definirse así misma como una mezcla de avenidas, barras y corazones.

El público asiste a una convocatoria distinta. La señora von Kant es la huella de una sociedad decadente, frívola e inestable. Es la palabra sincera que se oculta y la caricia hueca que se lanza. No es en la Cuba donde vive ni creo que sea realmente en la Alemania. Pienso que coexiste en el interior de todos, los colores de todos, los amaneramientos de todos, ante las decisiones definitivas.

El Trianón otra vez y Carlos Díaz con la cena para sus noches. Las colas, las lágrimas, las sonrisas, la gente de La Habana que espera un Caleb desnudo o…

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jueves, 5 de febrero de 2009

AMARGAS LÁGRIMAS DESDE OTRO CUARTO (II) Carne trémula en este cuarto, ¿y en el otro?


Yasser Alberto Cortiña Martínez
jazzlibrafgl@yahoo.es

Junto a mí un señor se seca las lágrimas y dice que la vida es una mierda y que todos deberíamos morir el mismo día en que nacemos. Se queja porque con 43 años todavía no tiene un techo propio y la casa de su suegra se ha tornado un infierno con el nuevo hijo que vino del interior. “Mijo, estamos tan solos en el mundo”. Dio una palmada a mi hombro y se fue del parque.

Aquello estuvo por muchos días ahí, late que late en mis sienes. ¿Realmente la soledad se ha convertido en la puerta, en el ahora, en el por qué? Y confundido me dediqué a lo mío: ver primero los espectáculos y luego tratar de reseñarlos para que la maestra asuma mi interés por la asignatura y por fin tener nuevas críticas para la carpeta.

Uno de esos sábados de diciembre, llegué hasta la Plaza Vieja a ver un espectáculo que se presentaba en el Instituto Cubano del Libro, en el Palacio del Segundo Cabo. El otro cuarto, del polaco Zbigniew Herbert en una versión de Carlos Díaz.

El otro cuarto, que nombrecito aquel.

Imaginé cualquier cantidad de historias aparejadas a este título y casi todas se conectaban con la sexualidad, o con nacimientos, o con fallecimientos, o con gritos de un alma desesperada que busca la salida de sus inestabilidades. Tal vez porque todas mis consideraciones se conectaban con la historia de Herbert, no me asombró tanto lo que vi en escena.

Una historia que se teje desde esa vida que rodea al que nace o muere a nuestro lado. Una calle donde dos quieren cada tramo. Otros egoístas como Petra, como tú y como yo, que desean por encima de cualquier obstáculo. Algo así como: “Yo primero, y el que venga atrás que se joda”.

De ahí que estos caracteres se recreen en un espacio en desorden, que incita a la mueca, al asco, a la lástima. Un cuarto sin rumbo fijo pero con angustias recurrentes. Un sitio que cierra la esperanza a dos seres sin destino.

Crece la nada alrededor de ellos. Nace una urdimbre apócrifa o diacrónica, azul o amarilla, difícil o tranquila. Ella y Él. Dos que buscan una brecha en lo mismo para escapar o para lograr ser de una vez y por todas. Dos enajenados, dos cabezas huecas, dos que no saben amar o que aman de manera distinta, dos viejos pánicos de una existencia donde realidad y fantasía se pierden, dos polvos, dos rayas, dos amigos, dos agonizantes en la carretera, dos perdidos en una noche sucia.

Inquietantes seres que se ríen de ti y de mí en los juegos creados para dilatar las presiones que le privan hasta de las ganas sexuales, y que desean la fatalidad de la de al lado para ser felices. Él y Ella que se mueven entre líneas crueles, grotescas y farsescas. Se suben al vuelo de tu vida desde las canciones o el papelito para que escribas lo que más deseas.

En ellos de nuevo la soledad. Otra vez las lágrimas, que no salen afuera, pero laceran el alma. Se llora porque no se tiene y se tiene lo que no se quiere. “Uno quiere tener algo, eso protege cuando el hombre está desnudo…”, dice él y uno piensa.

El otro cuarto intenta crear nuevas alineaciones en el espectador que asiste a cada presentación. Del trabajo con lo espontáneo, con lo que ocurre de improviso, nace una nueva obra cada noche. La sonrisa que no pudiste aguantar, la mirada irónica que se lanzó sin permiso, el bostezo, tus zapatos rojos chillones… todo es aprovechado en favor de enriquecer un texto que llamaría de alguna manera canovacio. Sí, como en la Conmmedia dell´Arte. Los actores tratan de que tus energías permeen el espectáculo, de que te sientas protagonista, de que decidas de alguna forma.

No hay fronteras cuando se busca desesperadamente. El único límite para Él y Ella es la muerte de la que aún vive en el otro cuarto. Hasta una carta surge como posibilidad de no peder el derecho a ese espacio que ni les pertenece. Todo por uno.

Desde la música hasta el propio texto y les caracterizaciones hacen de la puesta en escena una gran descarga o tertulia de noche donde todos ríen y los que no, recuerdan a su vecina Juanita o al libretero Eduardo.

Una cosa muy cierta hay aquí y es el retrato de la Cuba que nos pertenece en estos momentos. Si en Las amargas lágrimas de Petra Von Kant valoré un intento por ubicar sin tratar de situar tanto, en el otro cuarto sí me parece intencional la caracterización del lugar donde se arma la historia. La clara alusión a la Virgen del Cobre, las clásicas canciones de santería, de la vieja trova, de la nueva, el juego del dominó, la mulata que pinta uñas para ganarse la vida y que además se deja abrazar por un fanatismo religioso que en muchas ocasiones no la deja vivir, y el cubano que
re- pregunta cuando entrarán los americanos o si entrarán a pesar del coraje que tenemos, habla con claridad de nosotros.

Es la isla, es La Habana Vieja, es Chicharrones pero no por eso los conflictos que encierran a estos personajes se alejan de la universalidad. De hecho creo que solo desde esta perspectiva fue posible hacer los arreglos dramatúrgicos. En cualquier parte de este planeta, ya sean emigrantes o nativos, hay quien lucha por apropiarse de un espacio o mejor de un techo ―que muchas veces no le pertenece― para sobrevivir a los cambios, al hambre, a la guerra y a las deportaciones. Y fíjense si es así, que podríamos pensar en los ocupa, que todo el tiempo van haciéndose dueños del lugar que encuentran deshabitado. Es un problema global, como lo es también la indolencia, la falta de cariño ―al menos verdadero― y la incomprensión.

El otro cuarto es una oda a los necesitados, a la marginalidad, a la crueldad de lo que nos ha tocado vivir a muchos. Humor negro, tablazos, y las prohibiciones impuestas por nuestra censura. He ahí otros caminos que nacen y crecen en el cuarto y en el de al lado. El desarrollo nos toca buscarlo a nosotros. Cuando llega lo que uno quiere, ¿qué pasa?, ¿qué sentimos?, ¿cuál será el recorrido a partir de este momento?

Luego de lágrimas, y paredes,…. ¿Hable con usted?

En estas líneas van dos mundos diferentes, con miradas distintas pero con una misma égida. Carlos Díaz y su poética se encuentran en ambos espectáculos pues si bien uno responde al glamour, las maneras y amaneramientos, fetichismos y desmedido travestismo, juegos sexuales y musical a lo Pedro Almodóvar ―cosas que lo han caracterizado―; el otro niega el esplendor del vestuario o la fastuosidad de la escenografía para resumir el glamour en unos zapatos dorados que ayudarán a invocar un santo. “Un santo cabaretero”, dice ella. Un santo que es la poética del público, diría yo. No por gusto en ella vive el musical, la espectacularidad, la majestuosidad de las anteriores mujeres que Carlos a llevado a la escena, lo que desde un mundo, no más elevado, sino otro.

“De poetas y de locos todos tenemos un poco” y Petra tiene tanto de Él y de Ella como estos poseen de aquella. La primera avanza a contra corriente para lograr lo que anhela. Lucha por sus objetivos y empuja para no darse golpes hasta que se ve atrapada en sus propias enredaderas. Segura, difícil, sola, desvergonzada. No sabe del amor hasta que la come por dentro he ignora a los que quiere por una que ni importancia le otorga.

Los del cuarto de la Habana Vieja están seguros de lo que desean pero no de lo que harán con eso. Solos en su propia intriga muerden la frivolidad que edifican. Se ríen del mundo para olvidar sus penas y ni siquiera funcionan en la intimidad. Descuidan lo básico para pedir por la muerte de otros e ignoran lo que es sentir de verdad amor en carne propia.

A ambos espectáculos si bien los separa la fastuosidad a simple vista, los aúna la negación de ella misma. La opulencia de Las amargas lágrimas…. encuentra otro sentido en El otro cuarto. Los degenerados pánicos de Herbert entienden por glamour al color amarillo, o la música de los ´70, o compartir con la gente del barrio, o tener una casa para ellos solos. Coinciden estas historias en la “intimidad” de un cuarto y en que vale más lo que se halla afuera. El abigarramiento de la escena con ropas, cosméticos, botellas, cuadros y luces en la casa de Petra, se rescribe en papeles, elementos de plásticos, paredes pintadas y ofrendas a los santos, en el tugurio de los otros. Lo importante más allá de pulcritud o valor de una cosa sobre otra es la existencia de una realidad caótica y dura para ambas “mansiones”. Tanto en el Trianón como en el palacio del Segundo Cabo, el público se integra a la puesta en escena de manera viva. Si bien en el primero de los casos los asistentes a la sala son solo espectadores pero coquetean con la escenografía y sus sonrisas musicalizan las escenas, en el segundo de los ejemplos el respetable es abordado por los actores para que baile con ellos, o dé sus opiniones, o juegue dominó, o se pinte las uñas con Ella , o a que cante simplemente.

Marlen determina un entreacto cuando canta y se acaricia con la sábana de Petra. Ella, desde un túmulo, canta y divide en dos partes la obra. El musical ofrece otro lazo de contacto y recuerdo a Almodóvar y la importancia que tiene la música en sus películas. Maritza Paredes, Caetano Veloso, Gael García Vernal o Miguel Bossé han cantado en sus filmes y la plasticidad de sus interpretaciones se activó ante las propuestas de Carlos Díaz.

Somos tan hijos de la tristeza como ellos, tan padres del dolor y tan seguidores del egoísmo. He aquí otra pauta que los relaciona: de alguna u otra manera es imposible no verse ante determinado pasaje de las historias. Algo se rememora, algo se reprocha o a alguien, algo nace con las lágrimas o con la frívola sonrisa para ser tan pánicos y extremistas como ellos.

Hay cuartos en todas direcciones para nosotros, que viven en la distancia o la cercanía, en dependencia de como se vea. Hay otros pánicos que nos tocan y otras sonrisas que se nos cuajan. Somos tan desesperados como Ella y Él o como Fassbinder y Herbert, o el mismo Díaz. Muchos estamos igualmente perdidos en noches y urdimbres, y lloramos amargas lágrimas o desesperadas alegrías. Me parece que cada cual derrama lágrimas desde el otro cuarto y juega a ser mejor e intenta no equivocarse pero: “hay tanta estrechez,” –como dijera Ella– “que a uno se le atoran las cosas en la garganta”. Lo difícil no está en sacarlo de ahí sino en tener la seguridad que el resultado será el correcto.

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---AMARGAS LÁGRIMAS DESDE OTRO CUARTO (I) Lágrimas y un ataque de nervios
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