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Baire, 3 de la tarde. A orillas de la carretera central se reúne un grupo de escritores que desafían las distancias. Alrededor de una taza de café construyen el discurso de cada quien desde la perspectiva de una hermandad que los hace ser verdaderos emperadores de las palabras.
El Café Bonaparte, grupo literario con más de 12 años de fundado ha potenciado y fomenta la cultura de este poblado de Contramaestre. Eduard Encina, promotor incansable de la literatura acoge a este grupo de amigos en cada cita dominical en su morada, una casa-poema abierta de corazón y para las almas que aman la literatura. Poetas, narradores, ensayistas, lectores se aventuran en un viaje fascinante por la literatura.
Pero el Café Bonaparte no les ha enseñado sólo a estos escritores que pueden ser reconocidos en diversos niveles o circuitos culturales. Lo más valedero es el reconocimiento de su gente, que cuando pasan por una de sus calles los señalan como los poetas que le cantan al pueblo, que defienden su cultura, que definen esa cultura.
De ahí que lo más interesante del Café Bonaparte no es sólo las diversas publicaciones que han tenido sus miembros ni los tantos premios adquiridos. A mi juicio, lo más importante es cómo se han insertado en el ámbito local, tomando la palabra como bandera para transmutar su realidad y hacer que Baire no sólo se reconozca en la historiografía cubana como el sitio donde se reinició las luchas independentista cubana en el año 1895.
Baire, al decir de Eduard Encina, habrá que recordarlo también por su memoria literaria. El Café Bonaparte construye cada día su imperio con su armadura inmune: la palabra.
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