Según José Rubiera, la marca mundial de la velocidad del viento medida es de 369,6 en Monte Washintong, estado de New Hampshire, Estados Unidos en abril de 1934 durante una tormenta invernal.
Así, pues esta medición pasa a ser la segunda de la historia, pero la primera en cuanto a huracanes, superando la de 286 medida en Chetumal, México en 1953
Por: Glauber García Lara / Foto: Santiago Calero (periódico Guerrillero)
Sobre las seis y 35 de la tarde del pasado sábado (30 de agosto) , durante el apogeo de Gustav por Pinar del Río, el jefe del departamento de pronósticos del Instituto Nacional de Meteorología, doctor José Rubiera, se encontraba informando las incidencias del huracán a todo el país en el espacio de la Mesa Redonda.
En ese instante Rubiera se comunicaba con Yosvani Rodrí-guez, responsable de la estación meteorológica de Paso Real de San Diego.
Todos estaban expectantes por conocer los pormenores de la situación en ese poblado, pues el ojo del meteoro pasó cerca de allí.
La conversación no se escuchaba clara, el ruido que provocaba el viento era muy fuerte, de pronto Rubiera oye el dato y su rostro queda perplejo… no lo podía creer.
Trescientos cuarenta kilómetros por hora, ¿eso había dicho Yosvani? Rubiera pide que confirme y el muchacho de Paso Real repite la cifra. Momentos después Rubiera explica ante las cámaras que tal velocidad de los vientos traspasa los límites de lo que puede soportar un ser humano.
¿PERO QUÉ SUCEDIÓ EN LA ESTACIÓN?
Andrés nos cuenta que todos los trabajadores de la estación se encontraban esa noche recopilando datos del huracán y transmitiendo constantemente a Carmen Rosa al puesto de mando provincial.
Desde que comenzaron a sentirse los efectos de Gustav todos se movían en busca de datos y chocaban entre sí dentro del inmueble, sobre las 6:30 de la tarde la cosa se puso fea.
Nos dice Andrés: “El compañero Adalberto Roche observaba en el cuarto de los instrumentos las mediciones de presión y viento, y desde allí se lo comunicaba todo a Yosvani, mientras este le informaba a la provincia y al país.
“Cuando los equipos nuestros marcaban las 5:35 de la tarde aproximadamente, horario de Grenwich, no el de verano, pues para Cuba era una hora más tarde, sucedió lo increíble.
“Todo marchaba según lo esperado pero de pronto la aguja del rom-boanemógrafo comenzó a subir rápidamente a 250 kilómetros por hora, 260, 280, Yosvani informaba rápidamente por teléfono y la cuenta seguía, 300, 320, 340 y… bum, se oyó hasta una mala palabra junto a un estruendo, se cayó el tanque de agua, pensamos, y cuando abrimos la ventana vimos la veleta del medidor rodando por la calle, entonces nos percatamos que el medidor se había roto.
“Al comprobar la concordancia con el barógrafo y el barómetro de mercurio confirmamos lo incuestionable, la racha de viento que pasó superó los 340 kilómetros por hora”.
Posteriormente Rubiera visitó la estación junto a un grupo de especialistas y ratificó la veracidad del hecho que constituye récord para la historia ciclónica de Cuba y muchos aseguran que también del Caribe.
Según los especialistas, el huracán traía muy cerca del ojo una zona de tornados y tormentas eléctricas que al integrarse provocaron estas rachas tan violentas, pues esa de 340 Km. fue la mayor registrada, pero hubo otras con valores superiores a los 300.
Para muchos testigos la experiencia rozó lo milagroso y calculan que la velocidad de los vientos sobrepasó los 350 Km. ya que al romper la barrera máxima de la hoja de medición no se sabe hasta donde llegó.
Lo cierto es que los daños alrededor de esa zona son considerables en viviendas, el estadio, las torres de alta tensión, árboles y cuanto objeto se encontró a su paso la racha demoledora.
En fin, Paso Real de San Diego sobrevivió a Gustav, Rubiera confirmó su asombro in situ y los trabajadores de la estación meteorológica de ese poblado tienen una buena historia para contarle a sus nietos.
(Martes 2 de septiembre de 2008)
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