sábado, 13 de septiembre de 2008
Sobre APROVECHADORES y LADRONES
Ayer compré una libra de malangas cerca de mi casa a doce pesos, casi tres veces su precio habitual.
Hoy leo esto que publica el colega Rolando Pérez Betancourt.
SOBRE APROVECHADORES y LADRONES:
“Mientras somos testigos de la solidaridad de un pueblo en tiempo de desastre, y la prensa y la televisión muestran imágenes y palabras de hombres y mujeres que empinan el pecho en medio de las dificultades más tremendas para decir ¡ahora a trabajar y a recuperarse!, y otras personas ponen en riesgo sus vidas salvando las vidas de otros, y también para que la electricidad nos llegue, y los que tienen algo de comer en aquellas zonas más apartadas lo comparten con el vecino y el compañero sin pensarlo dos veces, y la dirección del país no descansa, no faltan ––ya nos lo advirtieron–– los aprovechados y los ladrones.
Mi hija enferma me pidió ayer tomates y salí a buscárselos.
Sesenta pesos por cuatro libras pagué con resignación en el mercado de 42 y 19, en Playa.
Pero había pocos tomates en la entrega e insistí dos veces a la muchacha que despachaba: ¿cuatro libras?
––Cuatro libras –– aseguró ella sonriente, y para que no quedaran dudas me mostró la pesa. Cinco minutos después otra pesa constató que faltaba media libra.
La reacción de ella fue la que casi siempre suele ser: —ay, me equivoqué mi chinito— y sin volver a pesar el producto de la estafa echó más tomates en la bolsa.
Entonces le recordé indignado el contenido casi exacto de las palabras con que abrí este testimonio. Sin olvidar, por supuesto, el título, espetado a pleno pulmón para que quienes me oyeran se mantuvieran alerta”.
(http://www.granma.cubaweb.cu/2008/09/13/nacional/artic06.html)
Hoy leo esto que publica el colega Rolando Pérez Betancourt.
SOBRE APROVECHADORES y LADRONES:
“Mientras somos testigos de la solidaridad de un pueblo en tiempo de desastre, y la prensa y la televisión muestran imágenes y palabras de hombres y mujeres que empinan el pecho en medio de las dificultades más tremendas para decir ¡ahora a trabajar y a recuperarse!, y otras personas ponen en riesgo sus vidas salvando las vidas de otros, y también para que la electricidad nos llegue, y los que tienen algo de comer en aquellas zonas más apartadas lo comparten con el vecino y el compañero sin pensarlo dos veces, y la dirección del país no descansa, no faltan ––ya nos lo advirtieron–– los aprovechados y los ladrones.
Mi hija enferma me pidió ayer tomates y salí a buscárselos.
Sesenta pesos por cuatro libras pagué con resignación en el mercado de 42 y 19, en Playa.
Pero había pocos tomates en la entrega e insistí dos veces a la muchacha que despachaba: ¿cuatro libras?
––Cuatro libras –– aseguró ella sonriente, y para que no quedaran dudas me mostró la pesa. Cinco minutos después otra pesa constató que faltaba media libra.
La reacción de ella fue la que casi siempre suele ser: —ay, me equivoqué mi chinito— y sin volver a pesar el producto de la estafa echó más tomates en la bolsa.
Entonces le recordé indignado el contenido casi exacto de las palabras con que abrí este testimonio. Sin olvidar, por supuesto, el título, espetado a pleno pulmón para que quienes me oyeran se mantuvieran alerta”.
(http://www.granma.cubaweb.cu/2008/09/13/nacional/artic06.html)
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