Por:
MSc. Yarimar Marrero Rodríguez
(Imagen tomada de Telemundo Puerto Rico)
La pregunta ¿lo
sentiste? se ha convertido en el saludo común de todos los puertorriqueños que
desde el pasado 28 de diciembre han estado experimentando cientos de temblores,
el más fuerte de ellos ocurrido en la madrugada del 7 de enero con una magnitud
de 6.4 en la escala Ricther.
Todos recordarán la madrugada del día
después de la tradicional Fiesta de Reyes y por razones realmente
devastadoras. El País dormía: no se me
ocurre una peor forma de levantarse que con la sensación de un edificio que se
mece, cuando vives en un octavo piso. A esa hora uno no está como para acordase
de las lecciones de la escuela que nos aconsejaban cómo actuar ante un
terremoto, “hay que mantener la calma”, decían los maestros, pero esos eran
simulacros, esto era real.
(En la imagen, colapsa la Escuela Agripina Seda en Guánica. Tomada de Telemundo Puerto Rico)
Debajo de la cama junto a mi esposo, mientras nos cubríamos la cabeza, en lo que fueron quizá unos treinta segundos
que se sintieron eternos, mi mente y mi cuerpo estaban en modo de supervivencia
y en ese modo nos hemos mantenido los boricuas que hemos seguido experimentando
réplicas, o lo que los geólogos llaman “secuencias sísmicas”, durante más de
dos semanas sin cesar.
Las consecuencias inmediatas fueron: más de
250 mil personas que se quedaron sin suministro eléctrico como resultado de un
sistema de energía eléctrica que hace dos años colapsó y que a duras penas
restablecieron con un modus operandi de parches y remiendos que no consistió en
una verdadera reestructuración y reconstrucción de las plantas generadoras de
energía en Puerto Rico. El epicentro del terremoto se registró al sur de la Isla
afectando principalmente a los pueblos de Guánica, Guallanilla, Peñuelas y
Yauco, y dejando a su paso un centenar de estructuras que colapsaron o se
agrietaron, entre ellas casas, edificios, escuelas, iglesias y puentes.
El miedo, la desesperanza, los cientos de
refugiados, las familias que han preferido abandonar sus casas y optan por
pernoctar en plazas públicas ante la inseguridad de un desastre natural tan
impredecible como lo es un terremoto, inevitablemente reabre una herida
reciente, una herida que para la mayoría de los puertorriqueños no ha sanado,
los estragos que dejó a su paso el huracán María en septiembre de 2017.
Ante este panorama, expertos de la Red
Sísmica de Puerto Rico mencionan que no saben exactamente cuando va a parar y
afirman que no es no es usual que en menos de dos semanas se hayan registrado 1.800
sismos. Por su parte el geomorfólogo José Molinelli Freytes rememoró que en el
caso del terremoto “San Fermín”,que sacudió la isla en 1918 con una magnitud de
7.5 estuvo temblando por un año luego de este evento. A su vez, Molinelli Freytes
dijo en entrevista que su mayor preocupación es la estabilidad de las escuelas
del País ya que el 95% de ellas no cumplen con el código de construcción
vigente y recomienda “cerrar la mayor parte de las escuelas que se construyeron
antes de 1987”.
(Refugiados en el pueblo de Sabana Grande. Foto Tomada de Metro.pr)
Ante la ineficiencia del gobierno, quien ha
aprovechado en año de elecciones para utilizar la estrategia de campaña
política al ponerle su nombre y el símbolo de su partido a cada caja con ayuda
que le dan a algún damnificado ―en un acto de verdadera bajeza humana, casi
como diciendo “recuerda quién te ayudó más a la hora de votar”―, se ha
evidenciado una verdadera organización de grupos ciudadanos que han preferido
entregar la ayuda en mano y visitar los pueblos más afectados, para asegurarse
de que los suministros de primera necesidad lleguen a las personas más
afectadas.
Luego de estos eventos puedo asegurar que no
hay ningún puertorriqueño que no tenga su bulto con ropa, algo de comida y
documentos personales frente a la puerta “por si hay que salir corriendo”. Qué
se puede esperar de ahora en adelante, nadie puede decirlo con certeza, lo que
sí sé es que nos queda la esperanza de que pudimos y podremos porque ser
puertorriqueños es sinónimo de resistencia.
OTRAS DE YARIMAR MARRERO:
● Exclusiva / Puerto Rico: el país de nomeacuerdo
● A LOS NIÑOS QUE FUIMOS, SOMOS Y SEREMOS ∕ PREMIO del CAPÍTULO
NTERNACIONAL del IV Concurso Caridad Pineda In Memoriam de Promoción de la
Lectura. Santiago de Cuba 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario