Elio Salas Rodríguez
eliopancho@nauta.cu
Inmensa, sobrecogedora así es la
naturaleza en su más apacible calma o en su momento de mayor fiereza. Tres
veces en octubre he visto llegar el sobresalto a mí, a causa de la furia
huracanada que nos azota en el Caribe. En el 2005, Wilma amenazaba la capital
cubana, retrasó mi graduación y debí esperar ocho días para que el Comandante
en Jefe me entregara mi carné como Instructor de Arte, un ejemplar de Palabras a los Intelectuales, el título
de Bachiller y el Reconocimiento como Mejor Graduado Integral de mi provincia;
en el 2012 Sandy se ensañó con la Muy Noble y Muy Leal, eso lo viví en carné
propia, La noche más larga como la
llamó mi amigo Reinaldo Cedeño Pineda en su libro homónimo, que recoge la
devastación de mi Santiago de Cuba querido; ahora Matthew, se llevó mucho,
muchísimo en lo más oriental de Cuba, pero ninguna vida se fue con él y mucho
menos la ilusión.
“A Baracoa me voy, aunque no haya carretera…” Así reza un verso de uno
de los sones más populares que se le han cantado a la Ciudad Primada de Cuba,
con la firma de Antonio Machín.
“Este pedazo divino de suelo oriental” como diría mi coterráneo Enrique
Bonne en su popular Baracoa ya te conocí,
tuve el placer de “descubrirlo” cuando en el verano del 2003 terminando mi
segundo año de la carrera de Bachiller en Humanidades e Instructor de Arte en
Teatro en la EIA Pepito Tey de mi Heroica, Rebelde y Hospitalaria Santiago de
Cuba, el profesor Vladimir Martínez Savón (el precursor de todos estos viajes fue el arquitecto Juan Manuel Pacheco Rodríguez ), me invita a un periplo, que
implicaba ir en camiones por La Farola, llegar a la Primera Villa y como si no
fuera poco, seguir hasta la Perrera del Toa, muy cerca de Quibiján, en pleno
corazón del Parque Alejandro de Humboldt, Reserva de la Biosfera. Allí nos
esperan siempre la nonagenaria Isabel Cobas, Guido Guilarte que ya no está, su
hijo Gerardo Guilarte: “Pipe, el cayuquero” y la esposa de este Ada Luz Silot
“Juana” y los prqueños Yuriannis y Guidito.
Río Toa, el más caudaloso de Cuba
Puente sobre el río Toa, el mismo que quebró el huracán Matthew
Al retorno siempre recalamos en San José de Jaitecico, El Turey. La
enfermera Tamara Noa, junto a Ñica, Miguel y Ramsés, nos preparan un banquete
de jugos, con huevos fritos y tostones de mapén -o guapén como dicen los
nativos-, veíamos a Gertrudis Labaceno Sánchez, la Tula de chocolate y seguimos
hasta la calle Mariana Grajales 86, donde Juana Irse Fdez. Milián y su nieto
Miguelito nos dispensan las mayores atenciones.
Para ver más tarde a la Dra.
Maritza Causse en la calle que recuerda el día que el Titán de Bronce retorna a
la Patria, 1ro. de Abril. Luego vendrían las captaciones con los profesores de
la Academia de Actuación de la EVA José María Heredia, no importa el motivo,
siempre es un placer llegar a la tierra del cacao y los cucuruchos de coco.
Trece años han pasado y nuevos nombres han aparecido, en La Perrera:
Oleido, Papiro, Lieva, Iya, Tiótimo Toirac, Arieldi, Alejandrito, Joseíto y
Dieguito ahora mismo no tan pequeños como sus diminutivos; en la ciudad:
Rosendo Romero, Yendris Muguercia, Amado San Miguel, Nancy Paz, Mario Luis,
Ileana Milhet, mis colegas de la Brigada José Martí Eldris y Bradín…
El 14 de agosto de este año, en vísperas de su Aniversario 505, desde la
Plaza Cacique Hatuey, le regalé a Baracoa los versos que memoricé de Silvia
Estévez, “Señora de la Asunción”. Lloré de emoción, de placer.
El puente del Toa fue arrancado, La Farola esta obstruida, si llegara un
helicóptero, avión o barco, partiría ahora mismo, a tomar una pala, un
martillo, una sierra eléctrica o tal vez a declamar, como hice por los barrios
y comunidades de mi ciudad después de Sandy con la brigada artística que
dirigió William Ortiz, cuando las noches eran oscuras y las Estampas de la
Poesía Antillana arrancaban alguna risa y aliviaba el dolor de los santiagueros
y las santiagueras.
Baracoa, baracoenses, espérenme, ya tengo preparada mi mochila de
siempre, la de cada verano, para abrazarte, para abrazarlos.. aunque no haya
carretera a Baracoa me voy.
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