lunes, 26 de septiembre de 2016
“Una mujer que recordaré siempre” de Marcos Alejandro García Leyva / PREMIO CIERIC: autor de 9-14 años / V Concurso Caridad Pineda In Memoriam 2016
(CIERIC: Centro de
Intercambio y Referencia de Iniciativas
Comunitarias. Institución que se
ocupa de la gestión y organización de proyectos comunitarios, adscripta a la
UNEAC)
Estoy seguro que la historia de Cuba es una de las
más bellas. Tal vez esté exagerando un poco, pero es que no dejo de sentir
curiosidad y emoción cuando aprendo algo nuevo sobre ella. También tengo que reconocer
que el taller literario “Corazón de Libélula”, al cual pertenezco, y mi maestra Lizbett, han contribuido, a
sembrar en mí la pasión por la historia y la lectura, aunque es justo destacar
que mis padres también me han estimulado a leer, pero a leer con detenimiento,
para así comprender cada frase escrita por los diferentes autores.
Desde
pequeño he leído varios libros, algunos más interesantes que otros, pero
siempre encuentro alguna enseñanza. Llevo en mi mente y en mi corazón títulos
como: “La edad de oro”, “Patriotas cubanos”, “Daniel y los cálices celestes”,
“Malditas Matemáticas”, Cuentos de Guane”, “La culpa fue de Allan”, “Cuentos de
Nato”, “Jícara de miel”, “¿Por qué la Revolución cubana?”, “El enigma de los
corales”, “El principito”, entre otros. Sin embargo, disfruto mucho la lectura
de libros relacionados con nuestra historia; me interesa mucho saber de los
primeros pobladores, sus costumbres, de cómo se enfrentaron a los españoles en
la lucha contra el exterminio. Además es interesante conocer acerca de nuestros
héroes y mártires, de los hechos históricos sucedidos en las diferentes épocas.
(La historiadora Josefina
Toledo Benedict, que tuvo la delicadeza de escribirnos a los organizadores del Concurso)
La curiosidad
sobre estos temas se hizo más fuerte con la lectura de un libro que llegó a mis
manos gracias a mi papá. La primera vez que lo vi fue en el Hospital Pediátrico
de Centro Habana, tenía ese día consulta con
mi doctora y al llegar nos encontramos con varias mesas repletas de
libros para vender. Recuerdo que mi padre cogió uno y dijo en voz alta: ¡La madre negra de Martí, el libro de la historiadora Josefina
Toledo Benedict que tanto he buscado! Enseguida me llené de curiosidad: ¿Nuestro
Héroe Nacional tuvo una madre negra?, le dije a mi papá y él, mirándome
fijamente, contestó: si quieres descubrirlo, acompáñame en su lectura. Y así lo
hice, leímos el libro, algunas veces juntos y otras por separado. Pero tuve la
respuesta a aquella inquietud, respuesta que agradezco y que hoy me hace sentir
orgulloso de conocer sobre la existencia de esa mujer y su vínculo con el
Apóstol de nuestra independencia.
Su nombre
es Paulina
Pedroso, nació en
Pinar del Río el 10 de mayo de 1855. Creció en el ingenio de los amos
explotadores Hernández y Hernández, donde trabajó en el servicio doméstico. Negra
esclava en proceso de alcanzar su libertad, contrajo matrimonio con el también
esclavo manumiso Ruperto Pedroso, de quien obtuvo el apellido. A finales de la
década de 1870, ambos emigraron en compañía de sus amos y otros esclavos a los
Estados Unidos en condición de hombres y mujeres libres, ya que en esa época se
había abolido la esclavitud en ese país. Allí, específicamente en Cayo Hueso,
trabajaron duramente, reunieron el dinero suficiente que les permitió
trasladarse hacia Tampa y comprar una vivienda que se convirtió en la casa de
huéspedes donde se alojaron muchos revolucionarios cubanos.
En el
libro aparece reflejado el inmenso amor que sentían por Cuba, Paulina y su
esposo, quienes ansiaban la soberanía de su madre patria, sentimientos que
profesaba José Martí, a quien conocieron durante un discurso pronunciado por él
en el Liceo Cubano de Tampa, el 26 de noviembre de 1891. En este acto Martí
clamó por la emancipación de su país y resaltó la importancia de los negros en
las luchas revolucionarias al expresar:”… ¿le tendremos miedo al negro, que en
los cubanos que murieron por él ha perdonado para siempre a los cubanos que
todavía lo maltratan? Pues yo sé de manos de negro que están más dentro de la
virtud que las de blanco alguno que conozco: yo sé del amor negro a la libertad
sensata…” Desde ese momento los Pedroso se vincularon mucho al Hombre de la Edad
de Oro, brindándole en su casa resguardo y calor revolucionario, pero también
el amor que solo una madre sabe profesar.
Paulina
fue la mujer que cuidó a nuestro Apóstol cuando intentaron envenenarlo en un
banquete ofrecido en su honor en Tampa, el 16 de diciembre de 1892. Junto al
médico revolucionario cubano Miguel Barbarrosa ofreció atención y mimos a
Martí; puso en práctica los conocimientos heredados de sus ancestros carabalíes
acerca de la medicina verde y restauró sus funciones digestivas con el empleo
de plantas medicinales. Durante este tiempo Paulina lo acogió en su residencia,
se convirtió en su enfermera de cabecera y lo atendió con cariño de madre.
Pero,
¿solo quedó aquí la ayuda brindada por Paulina al Maestro y a la causa
revolucionaria? ¡Claro que no! Cuando los miembros del Partido Revolucionario
Cubano necesitaron dinero para la lucha por la independencia de Cuba, Paulina y
su esposo pusieron en hipoteca su casa y le dieron el dinero a José Martí,
entregando así, el bien material de más alto valor en sus vidas. Este hecho
demuestra el amor inmenso de Ruperto y su esposa por su patria, los deseos de
verla libre y la confianza que le tenían al Apóstol.
El afecto
que sintió Paulina por el más universal de los cubanos fue inmenso, hecho que
demostró también el día en que unos espías al servicio de la metrópolis
española fueron preguntando por él a la casa de huéspedes y ella con energía
les contestó que no estaba allí, pues temía que le hicieran daño o lo
asesinaran. La muerte de Martí en Dos Ríos, el 19 de mayo de 1895, afectó mucho
a los Pedroso; muy triste, Paulina publicó en un periódico de la época: “Martí,
te quise como madre, te reverencio como cubana, te idolatro como precursor de
nuestra libertad, te lloro como mártir de la patria. Todos, negros y blancos,
ricos o pobres, ilustrados o ignorantes te rendimos el culto de nuestro amor”.
Fue evidente el sentimiento de madre que ella tuvo por el Maestro y que hoy
muchos desconocen. Es una parte importante y hermosa de nuestra historia.
Poco
tiempo después de la muerte de José Martí, Paulina regresa a Cuba y vive el
resto de sus años en La Habana, sumida en la pobreza, casi ciega y olvidada.
Los ideales de libertad y justicia social que aprendió de José Martí no se
llegaron a cumplir, pero ella siguió amando, desde su soledad, a quien le
enseñó a querer con más fuerza su amada Isla. En su muerte producida el 21 de
mayo de 1913, Paulina fue enterrada junto a la bandera cubana y a una foto
obsequiada por Martí, en la que por su parte trasera nuestro apóstol escribió:
“A Paulina, mi madre negra”.
A grandes
rasgos, esta es la historia de una mujer de gran importancia para nuestra
patria. Lamentablemente muchos cubanos ignoran su existencia, lo que he podido
comprobar en conversaciones con pioneros
y maestros de mi escuela. ¿Cómo es posible que esta patriota no aparezca en
nuestros libros de texto? ¿Cómo es posible que no se divulgue su relación con
Martí y sus aportes al Movimiento Revolucionario Cubano? Creo que no se ha sido
justo con ella. Leer La madre negra de Martí, me ha hecho comprender la importancia de estudiar
a profundidad todos los hechos ocurridos en nuestro país, donde siempre
aparecerá alguna mujer o algún hombre dignos de recordar, de plasmar en las
páginas de la historia. Ojalá que lo que escribo contribuya a engrandecer a
esta cubana descendiente de africanos, justa en sus acciones, solidaria en sus
actos, inmensa en su amor de madre.
Durante
gran parte de sexto grado, este valioso libro estuvo en mi mochila, probablemente
sucederá lo mismo en la secundaria, pues cada vez que leo algunas de sus hojas,
admiro más a su protagonista y me siento orgulloso de ser de esta tierra
caribeña, compatriota de una mujer que luchó por la igualdad y los sueños de
independencia, de una mujer que quiso a nuestro Apóstol como un hijo y que se
merece un lugar importante en nuestras vidas.
DEL
AUTOR / Marcos Alejandro García Leyva (2004.Vive en San José de las
Lajas)
Miembro del taller literario “Corazón
de Libélula” de la escuela primaria Camilo Cienfuegos de San José de las Lajas,
Mayabeque. Presentador de la sección Pequeño Blog del programa de Tele
Mayabeque “Doble Clic” dedicada a la promoción de la Literatura
infantil
Premio en el Concurso Nacional Leer a
Martí 2015. Premio Concurso Nacional de Ciencias Naturales 6to grado. Mención
Concurso Nacional de Historia de Cuba 6to grado.Premio Concurso Provincial de
Lengua Española 6to grado. Segundo lugar Concurso Municipal El buen lector 2016.
Primer lugar Concurso Municipal El buen lector 2015. Premio Encuentro Municipal de Talleres
Literarios 2014. Mención Encuentro Provincial de Talleres Literarios 2014.
--TODOS LOS PREMIOS / TODAS LAS FOTOS en:
---GRAN PREMIO: “Las cien no soledades”: Aracely Aguiar Blanco
---“Un libro: Novelas y cuentos de Voltaire”: Federico Gabriel Rudolph
(Argentina) / PREMIO CAPÍTULO INTERNACIONAL / V Concurso Caridad Pineda In
Memoriam
__ “Sobre EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA
MANCHA”: Mireya Chico Díaz / PREMIO TERCERA EDAD / V Concurso Caridad Pineda In
Memoriam
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