viernes, 13 de febrero de 2015

Olga Portuondo: “NO HAY QUE TEMER NUNCA A LA VERDAD”

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♣ Entrevista a Olga Sarina Portuondo Zúñiga, Historiadora de la ciudad de Santiago de Cuba, Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas  2010, y una de las personalidades a quien se dedica esta Feria del Libro 2015.

Por Reinaldo Cedeño Pineda

Todo el que lleva el apellido Portuondo, parece destinado a testimoniar la historia. Es una especie de mística que rebasa los lazos sanguíneos: Olga Sarina Portuondo Zúñiga, tampoco pudo escapar.  Aunque nació el  27 de mayo de 1944 en las llanuras  del Camagüey, se traslada muy niña a las montañas del Oriente. Santiago de Cuba acabó robándole cada latido, cada paso. 

  Profesora titular de la Universidad de Oriente, Doctora en Ciencias Históricas, miembro de número de la Academia de Historia de Cuba… mas nada le ha borrado aquella primera clase que ensayó ante el espejo. Y su pasión por la enseñanza —después de casi medio siglo en la docencia universitaria―, sigue incólume.

Contar la historia

   “La esencia de la historia es el conocimiento del hombre a través de su devenir.   Cuanto más se aproxime a la verdad y más humana sea, más utilidad va a tener como formadora y educadora. En mi etapa de estudiante de primaria, si me hablaban de  Martí o de Maceo, o de una etapa de la historia de Cuba, desde la verdad y con palabras sentidas, mi amor por Cuba se acrecentaba. Reducir la historia a fórmulas y fechas, sin contarla con sus matices y todos sus protagonistas, tiende al rechazo.  

   “La investigación se ayuda con la impartición de clases de Historia, porque te permite explicar y explicarte muchos temas, te ayuda a transmitir esos resultados. Cuanto más te acercas a la verdad, el resultado es más útil para la formación ética y patriótica. Grandes profesores como José de la Luz y Caballero, Rafael María Mendive o Juan Bautista Sagarra; fueron capaces de transmitir el amor por Cuba, aunque todos no pensaran igual. Trato de no esconder la verdad, no hay que temer nunca a la verdad, partiendo de un principio: la verdad es siempre revolucionaria”.

   Con ojos de asombro me asomo a su biblioteca. Medio centenar de títulos están vinculados a sus investigaciones, y al menos la mitad de ellos, corresponden a su autoría en solitario. Su producción le ha exigido disciplina recia. Han sido años sin tomar vacaciones, sin horas. Incluso en Sevilla ha tenido que pasar de otras cotidianidades, para sumergirse en el material excepcional del Archivo General de Indias.  Su hija Adriana miraba recelosa a la Historia que le robaba tantas veces a su madre; pero esa visión desde el lado femenino y desde Cuba adentro, ha marcado su producción editorial:

    “La mujer es capaz de captar elementos aparentemente intrascendentes y transmitirlos dentro de la visión generalizadora,  se detiene en los usos domésticos, en las relaciones familiares. Durante años, la historia se entendió a partir de las cuestiones políticas, de la guerra. En el plano teórico —en fechas más recientes―, se habla de elementos de larga duración más difíciles de captar, más sutiles; pero igual de valederos.  Son métodos que tienden a aproximarse  a la Antropología y a la Historia de la Cultura.   
 

“El libro
Una derrota británica en Cuba (Editorial Oriente, 2000), fue mi tema de doctorado. Narra la invasión inglesa a Guantánamo en 1741, que antecede 20 años a la toma de La Habana por los ingleses y que ha sido casi invisibilizada. Otro volumen reciente, ¡Misericordia! (Editorial Oriente, 2014),  no solo abarca el tema de las catástrofes de la naturaleza, sino la actitud y la reacción de la gente ante estos fenómenos. Cada época de la Historia de Cuba presenta sus diferencias, no solo en los aspectos económicos y políticos, sino también en las relaciones humanas”. 

Forja de cubanía

  Aunque algunos estudiosos puedan discrepar, la propia autora afirma que su mejor libro es  Nicolás Joseph de Ribera (Editorial. Ciencias Sociales, 1986). Y sus razones resultan atendibles:

    “Basado en la interpretación de su obra Descripción de la Isla de Cuba, podemos captar la sociedad criolla de  los siglos XVII y XVIII y tener  una visión de su composición estamental y la fusión de la identidad criolla. La sociedad oriental —hasta Puerto Príncipe―, se organizó sobre la base de haciendas ganaderas, hatos, corrales; y eso trasciende desde el punto de vista económico y social. 

   “Uno de los problemas de la historia cubana es que los estudios básicos comienzan a partir del siglo XIX, a veces se habla como si todo se gestara en ese siglo. Es difícil estudiar el período anterior por falta de información, pero también por comodidad. He insistido mucho en eso”.

  Dos figuras de los llamados “Tres Manueles” en la literatura nacional, son abordadas en sendos volúmenes de la Historiadora de Santiago de Cuba: Manuel Justo de Rubalcaba, el desconocido (Editorial Oriente-Ediciones Alqueza, 2010) y uno de próxima aparición, Manuel María Pérez, polígrafo cubano.   

   “El estudio de ambos tiene gran importancia en la conformación del proceso de la criollidad. Manuel Justo de Rubalcaba (1769-1805) como Esteban Salas, crea una base cultural, dentro del escolasticismo. Rubalcaba tiene una vida muy triste, su drama personal lo persigue. Sufre además, la desaparición de su clase: la rancia oligarquía criolla. Las relaciones familiares que regían casi toda la sociedad, son suplantadas por la plantación, donde imperaba el poder del dinero. 

   “Rubalcaba siente el cambio, y Manuel María Pérez (1772-1852) lo explica, porque ya está dentro de la plantación. Poseía un carácter más suave, con una interpretación menos dramática. Era por excelencia un educador y afirmaba que la prensa era la educación popular. Manuel María Pérez fundó los principales periódicos del país y de Santiago de Cuba. En toda su obra poética, sus crónicas, sus cronologías y ensayos se adivina una mente científica y también el gracejo santiaguero. Te ayuda a comprender toda la primera mitad del siglo XIX y retrata el ser criollo”.

   Seguimos la senda de sus libros. Si Cuba. Constitución y liberalismo / 1808-1841 (Editorial Oriente, 2008), resultó su libro más difícil; La Virgen de la Caridad: símbolo de cubanía, es, sin dudas el más popular. Desde su aparición en 1995, ha sido reeditado en varias oportunidades y es difícil saber cuantas más tendrá: Tanto, que le ganó a su autora, la inclusión de su imagen en una capa de carnaval de la popular conga de San Agustín… junto a las de Vilma Espín, la Virgen de la Caridad, Mariana Grajales y Ana Fidelia Quirot. Lea de nuevo.

   “Curiosamente algunas personas, cuando les comenté el tema, me dijeron que era algo sin mucha importancia…. Me percaté, en el transcurso de la investigación, que la devoción a la Virgen de la Caridad no era un culto impuesto por la iglesia católica, sino un culto popular y un punto importante para comprender nuestra mixtura. Además, la historia de la formación del culto, me pareció tan importante como la aparición de la imagen de la Virgen.

   “La zona oriental es un ejemplo de que el estudio de la historia regional no es la cenicienta, sino una necesidad de la historia de Cuba. La población aborigen cobijada en este territorio, la llegada de los africanos;  así como la presencia de ingleses, franceses y haitianos, son elementos peculiares, dignos de investigación. Por ejemplo, en Santiago del Prado (hoy El Cobre), la integración racial está dada ya desde el siglo XVII,  cuando aborígenes, africanos y españoles aparecen unidos en el culto a la Virgen de la Caridad, en un indudable proceso de formación del criollo“

La Feria

Nadie crea que estos pensamientos están dichos con reposo en el pequeño cuarto que le sirve de estudio en su casa del Reparto Sueño; sino en el espacio que le dejan, la cocina, la redacción de un prólogo o el toque en su puerta. Olga trabaja y vive.  No me voy sin una delicadeza, doy fe de su fama de repostera.  Aquí, hasta el flan de calabaza tiene su historia. Y llega, con su sabor, la respuesta a la última interrogante: 

  “Siempre espero que mis libros lleguen, al menos, a una parte del corazón de los orientales y de todos los cubanos. Esta Feria del Libro me permitirá representar a todos mis colegas del mal llamado ‘interior del país’, que han puesto muy en alto la historiografía, en particular desde que se crearon las ediciones territoriales.  

   “Hace cuarenta años que me dedico a escribir historia de Santiago de Cuba. De manera que, como profesional de la historia, y sobre todo como investigadora de la historia, aplicar mis conocimientos a investigar el pasado de Santiago de Cuba me asusta por la magnitud de su caudal y porque no podré abarcarlo en lo que me queda de vida”.

   TÍTULOS DE OLGA PORTUONDO EN LA FERIA DEL LIBRO  2015

De nueva aparición

1.    Manuel María Pérez. Polígrafo Cubano. Editorial Letras Cubanas
2.    Francia y Haití en la cultura cubana. Editorial José Martí.
3.    Pensar y existir en cubano. Ediciones Santiago.
4.    Caribe, raza e identidad. Ensayos críticos de nuestra historia. Ediciones Unión.

Reediciones

5.    Nicolás Joseph de Ribera. Editorial Nuevo Milenio
6.    Una derrota británica en Cuba. Editorial del Instituto de Historia de Cuba.
7.    La Virgen de la Caridad del Cobre. Símbolo de cubana. Editorial Oriente.
8.    Entre esclavos y libres de Cuba colonial. Editorial Oriente.
9.    Manzanillo, su origen y desarrollo. Ediciones Orto.
10.                      Un liberal cubano en la corte de Isabel II. Ediciones Unión 


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