lunes, 12 de noviembre de 2007
México y CUBA: Amistad infinita
Reinaldo Cedeño Pineda
Mi abuela se quedaba extasiada al ver a Jorge Negrete entonar aquellas rancheras, con su sombrerón y el inconfundible porte de "macho".
Mi abuelo solía desquitarse, elogiando a María Félix, con sus ojazos de reina y su estampa de amazonas.
Durante muchos años, no hubo Dios que pudiera suplantar en el gusto de los cubanos, los melodramas mexicanos, o las comedias de Cantinflas: "el pelado bonachón" que acababa siempre convertido en el héroe.
Ni siquiera Hollywood.
Más allá del plató, en el filme de la vida, México fue también escalón definitivo para la Cuba revolucionaria. En 1956, una expedición encabezada por Fidel Castro dejó el puerto de Tuxpán en un pequeño yate Granma rumbo a la Isla.
Juan Almeida Bosque, el Comandante, hizo espacio para la música. El tema “La Lupe” se convirtió en símbolo de toda esa historia.
Por supuesto, era dedicado a La Virgen de la Guadalupe, emperatriz de las Américas. El México insurgente y místico, acompañando a Cuba en cada ola del Mar Caribe.
Ya me voy de tu tierra
mexicana bonita,
bondadosa y gentil
y lo hago emocionado
como si en ella dejara
un pedazo de mí
No me olvides, Lupita…
México y Cuba, se empeñaron en andar juntas desde mucho antes, incluso antes de ser México y Cuba.
. Desde el puerto de Santiago de Cuba, en el Oriente de la Isla, partió la flota de Hernán Cortés en 1519, rumbo al imperio de Moctezuma.
Era la España conquistadora de la Isla al continente.
Los padres fundadores de ambas naciones supieron tender puentes. El Héroe Nacional Cubano, José Martí, ya desde 1889 había escrito emocionado al ver el pabellón de México en "La Exposición Universal de París":
"Como con un cinto de dioses y de héroes está el templo de acero de México, con la escalinata que lleva al portón, y en lo alto de él el sol Tonatiuh (...) ¡Y ese templo de acero lo levantaron, al pie de la torre [ Eiffel ] dos mexicanos, como para que no le tocasen su historia (...) ¡ así se debe querer a la tierra en que uno nace: con fiereza, con ternura ! "
Y México supo seguir con fiereza y ternura.
El México rebelde de Cuahutemoc.
El México insurgente de Hidalgo, Morelos, Zapata. Y de Lázaro Cárdenas.
Gertrudis Gómez de Avellaneda novelando en Guatimozín, la conquista de México.
México y sus héroes de Chapultepec.
Cuba y sus niños héroes de Playa Girón.
“México tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”
México estoico de los "espaldas mojadas" y el Río Grande.
Los chicanos, defendiendo su cultura, a contrapelo de todos los obstáculos.
México, tendiendo la mano a los patriotas de la "República en Armas", que reconoció la beligerancia, cuando aún Cuba tejía su memoria ante el dominio español de los mil ochocientos.
Pasó casi un siglo, y México siguió acompañando a Cuba.
Fue la única y honrosa excepción en los primeros años de los sesenta. Algunos pensaron que castigaban a su gobierno, cuando en realidad castigaron a las mayorías.
México del guitarrón, de los trajes de colores.
México de las hermosas mujeres de Xochimilco con largas trenzas, como Dolores del Río en María Candelaria...
El México de los muralistas: Siqueiros, Orozco y Rivera. El México de Frida Khalo. Y una muralista mexicana que deja su huella en el Oriente cubano: Electa Arenal.
México y su bolero yucateco.
El México de Agustín Lara y Vicente Garrido, con la Cuba de Sindo Garay y Miguel Matamoros.
México bailando con los cubanos Mariano Mercerón y Acerina, en sus grandes salones de danzón, el baile nacional de Cuba.
La cinta mexicana Danzón de María Novarro.
Cuba acogiendo en su tierra al mexicano Juventino Rosas, el autor de "Vals sobre las olas".
Benny Moré, mito de la música cubana, que hizo de México plaza de triunfo:
...pero que bonito y sabroso /
bailan el mambo las mexicanas /
mueven la cintura y los hombros /
igualito que las cubanas...
Elena Burque, La señora sentimiento en El Hábito, cantando a Gonzalo Curiel y a Manzanero.
México del pensamiento y de las letras, que otorga el Premio Latinoamericano Juan Rulfo a los escritores cubanos Eliseo Diego y a Cintio Vitier.
Los estudiantes cubanos, abriendo la celda para ver los poemas de Sor Juan Inés de la Cruz; y el polvo sobre los caminos revolucionarios, con Los de abajo de Mariano Azuela.
México que otorga "El Águila Azteca" a la mítica bailarina, Alicia Alonso y al pintor René Portocarrero.
Cuba que impone sobre el pecho de José López Portillo, la Orden José Martí.
La vedette eterna de Cuba, Rosita Fornés, proclamada "Vedette de América" en tierra azteca.
El Auditorio Nacional de México aplaudiendo a Pablo Milanés y a Los Van Van.
Las pantallas del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, llenándose con Frida, naturaleza viva de Paul Leduc y Ofelia Medina.
Los corales cubanos en las manos de María Rojo, Jaime Humberto Hermosillo y Arturo Ripstein.
Luis Miguel y Gael García Bernal rompiendo corazones en La Habana.
Cada emisora cubana llenando la mañana con los corridos mexicanos.
Varadero besándole los vuelos a María de Lourdes.
Los mariachis cubanos con sombrerones y violines.
Ana Gabriela Guevara sustituyendo en las pistas del mundo a Ana Fidelia Quirot.
Santiago de Cuba dedicando al Caribe Mexicano su Festival del Caribe 2008.
Los pueblos de México y Cuba por encima de cualquier tropiezo, incluso de aquel entre el presidente cubano, Fidel Castro y el mexicano, Vicente Fox...
El México de tacos y el tequila, antes que el de las telenovelas.
México lindo y querido.
México que no se empaña.. como no lo hacían los ojos de mi abuela, cuando miraba extasiada desde su comadrita a Jorge Negrete, con aquel pecho a todo dar, que Jalisco no se raja.
Mi abuela se quedaba extasiada al ver a Jorge Negrete entonar aquellas rancheras, con su sombrerón y el inconfundible porte de "macho".
Mi abuelo solía desquitarse, elogiando a María Félix, con sus ojazos de reina y su estampa de amazonas.
Durante muchos años, no hubo Dios que pudiera suplantar en el gusto de los cubanos, los melodramas mexicanos, o las comedias de Cantinflas: "el pelado bonachón" que acababa siempre convertido en el héroe.
Ni siquiera Hollywood.
Más allá del plató, en el filme de la vida, México fue también escalón definitivo para la Cuba revolucionaria. En 1956, una expedición encabezada por Fidel Castro dejó el puerto de Tuxpán en un pequeño yate Granma rumbo a la Isla.
Juan Almeida Bosque, el Comandante, hizo espacio para la música. El tema “La Lupe” se convirtió en símbolo de toda esa historia.
Por supuesto, era dedicado a La Virgen de la Guadalupe, emperatriz de las Américas. El México insurgente y místico, acompañando a Cuba en cada ola del Mar Caribe.
Ya me voy de tu tierra
mexicana bonita,
bondadosa y gentil
y lo hago emocionado
como si en ella dejara
un pedazo de mí
No me olvides, Lupita…
México y Cuba, se empeñaron en andar juntas desde mucho antes, incluso antes de ser México y Cuba.
. Desde el puerto de Santiago de Cuba, en el Oriente de la Isla, partió la flota de Hernán Cortés en 1519, rumbo al imperio de Moctezuma.
Era la España conquistadora de la Isla al continente.
Los padres fundadores de ambas naciones supieron tender puentes. El Héroe Nacional Cubano, José Martí, ya desde 1889 había escrito emocionado al ver el pabellón de México en "La Exposición Universal de París":
"Como con un cinto de dioses y de héroes está el templo de acero de México, con la escalinata que lleva al portón, y en lo alto de él el sol Tonatiuh (...) ¡Y ese templo de acero lo levantaron, al pie de la torre [ Eiffel ] dos mexicanos, como para que no le tocasen su historia (...) ¡ así se debe querer a la tierra en que uno nace: con fiereza, con ternura ! "
Y México supo seguir con fiereza y ternura.
El México rebelde de Cuahutemoc.
El México insurgente de Hidalgo, Morelos, Zapata. Y de Lázaro Cárdenas.
Gertrudis Gómez de Avellaneda novelando en Guatimozín, la conquista de México.
México y sus héroes de Chapultepec.
Cuba y sus niños héroes de Playa Girón.
“México tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”
México estoico de los "espaldas mojadas" y el Río Grande.
Los chicanos, defendiendo su cultura, a contrapelo de todos los obstáculos.
México, tendiendo la mano a los patriotas de la "República en Armas", que reconoció la beligerancia, cuando aún Cuba tejía su memoria ante el dominio español de los mil ochocientos.
Pasó casi un siglo, y México siguió acompañando a Cuba.
Fue la única y honrosa excepción en los primeros años de los sesenta. Algunos pensaron que castigaban a su gobierno, cuando en realidad castigaron a las mayorías.
México del guitarrón, de los trajes de colores.
México de las hermosas mujeres de Xochimilco con largas trenzas, como Dolores del Río en María Candelaria...
El México de los muralistas: Siqueiros, Orozco y Rivera. El México de Frida Khalo. Y una muralista mexicana que deja su huella en el Oriente cubano: Electa Arenal.
México y su bolero yucateco.
El México de Agustín Lara y Vicente Garrido, con la Cuba de Sindo Garay y Miguel Matamoros.
México bailando con los cubanos Mariano Mercerón y Acerina, en sus grandes salones de danzón, el baile nacional de Cuba.
La cinta mexicana Danzón de María Novarro.
Cuba acogiendo en su tierra al mexicano Juventino Rosas, el autor de "Vals sobre las olas".
Benny Moré, mito de la música cubana, que hizo de México plaza de triunfo:
...pero que bonito y sabroso /
bailan el mambo las mexicanas /
mueven la cintura y los hombros /
igualito que las cubanas...
Elena Burque, La señora sentimiento en El Hábito, cantando a Gonzalo Curiel y a Manzanero.
México del pensamiento y de las letras, que otorga el Premio Latinoamericano Juan Rulfo a los escritores cubanos Eliseo Diego y a Cintio Vitier.
Los estudiantes cubanos, abriendo la celda para ver los poemas de Sor Juan Inés de la Cruz; y el polvo sobre los caminos revolucionarios, con Los de abajo de Mariano Azuela.
México que otorga "El Águila Azteca" a la mítica bailarina, Alicia Alonso y al pintor René Portocarrero.
Cuba que impone sobre el pecho de José López Portillo, la Orden José Martí.
La vedette eterna de Cuba, Rosita Fornés, proclamada "Vedette de América" en tierra azteca.
El Auditorio Nacional de México aplaudiendo a Pablo Milanés y a Los Van Van.
Las pantallas del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, llenándose con Frida, naturaleza viva de Paul Leduc y Ofelia Medina.
Los corales cubanos en las manos de María Rojo, Jaime Humberto Hermosillo y Arturo Ripstein.
Luis Miguel y Gael García Bernal rompiendo corazones en La Habana.
Cada emisora cubana llenando la mañana con los corridos mexicanos.
Varadero besándole los vuelos a María de Lourdes.
Los mariachis cubanos con sombrerones y violines.
Ana Gabriela Guevara sustituyendo en las pistas del mundo a Ana Fidelia Quirot.
Santiago de Cuba dedicando al Caribe Mexicano su Festival del Caribe 2008.
Los pueblos de México y Cuba por encima de cualquier tropiezo, incluso de aquel entre el presidente cubano, Fidel Castro y el mexicano, Vicente Fox...
El México de tacos y el tequila, antes que el de las telenovelas.
México lindo y querido.
México que no se empaña.. como no lo hacían los ojos de mi abuela, cuando miraba extasiada desde su comadrita a Jorge Negrete, con aquel pecho a todo dar, que Jalisco no se raja.
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