jueves, 1 de enero de 2015
El hombre que peinó a la VIRGEN
Reinaldo
Cedeño Pineda
A Zenón lo esperan cada día a la puerta de su
casa en el reparto Sueño. Vienen de la ciudad, del oriente, de cualquier parte.
Todos quieren ponerse en sus manos.
Tomó
la tijera por vez primera en Manhattam, adonde había ido a pasar una temporada
con sus tíos Margarita y Benito. Como barbero y peluquero regresó a la Isla en 1959. ¡Qué año! Tenía
apenas diecisiete y desde entonces comenzó su leyenda.
La
clientela vino sola, afirma; pero la verdad es que el joven había comenzado a
derramar su duende por doquier y, poco a poco, su estilo devino marca de
calidad. Zenón es capaz de leer el menor ademán en el bisel. El corte y arreglo
del cabello nunca ha sido su medio de vida. Es antes, una filosofía, un
sacerdocio.
A
finales de los ochenta, integró el equipo Cuba a la Copa de la Amistad que reunió en La Habana a los mejores
estilistas del otrora campo socialista. En
2004, recibió el Premio Juan Gómez, instituido para los mejores
especialistas de su tipo por la obra de la vida. El documental Mito de
un estilo (Pedro Rodríguez Méndez, 2008) lo retrata entero.
Su paso
como profesor en la Escuela
de Peluquería, en Quisquella y Praga es inolvidable. Hubiera podido tener el
salón más lujoso de Santiago de Cuba, pero ha preferido entregar sus
conocimientos a manos llenas, sin guardarse nada, sin esperar mas recompensa
que la fidelidad a la profesión. Sangre
gallega y vasca corre por sus venas; pero Cuba es su irrenunciable
aliento.
—“Yo no
soy restaurador”, contestó con su habitual sinceridad ante una solicitud inusitada, difícil; pero una vez que se vio
rumbo al mítico poblado de El Cobre, se le borraron las dudas.
Mano
divina
En 1982,
la imagen de la Virgen
de la Caridad
de El Cobre se sometió a una restauración, encabezada por el especialista
Francisco Figueroa Marrero. Que acogieran
a Zenón en el equipo, no fue obra de azar.
Le
impresionó ver la imagen frente a él ―confiesa—. Pequeña, hermosa, morena,
única, con unas varillas de la cintura hacia abajo. Contempló el pelo
apelmazado, compacto. El tiempo había hecho lo suyo… y el estilista supo qué
caminos tomar.
Debía
cubrir dieciocho centímetros de circunferencia. Las hebras fueron trenzadas en
forma de cortina. Con primoroso cuidado fue confeccionada la nueva peluca, con
primoroso cuidado la depositó en la sagrada cabeza. Escogió cabello humano de
color castaño y con ciertas ondulaciones. Tampoco fue casualidad.
El
artista lo había atesorado para una ocasión especial. Ninguna mejor que esta.
No solo era hermoso y se mantenía en excelentes condiciones, sino que debía ser
fiel a su espíritu, a la mixtura de su pueblo, a su distinción.
“Cachita”, como le llaman familiarmente a la Patrona de Cuba, exhibe el
cabello de una cubana de estos tiempos.
El
acontecimiento podría ser la corona de cualquier carrera. Está referido en el
libro La Virgen de la Caridad del Cobre, símbolo
de cubanía, de la doctora Olga Portuondo
Zúñiga; mas Zenón Vizarro San Miguel se lo ha tomado con calma, con discreción.
Cuando
la gente de a pie, se detiene un instante a saludarle bajo el sol santiaguero;
cuando alguien repara en su trabajo, Zenón
no tiene palabras para agradecer, ni manos para apretar.
—Ese es
mi verdadero premio, asegura.
Yo
le creo.
Nota:
* Juan
Gómez fue el primer cirujano-barbero nombrado por el Cabildo de la Villa de La Habana en 1552. En esos
tiempos, el corte de cabello y el oficio de dentista solían descansar en la
misma persona. El premio fue estimulado por proyecto ArteCorte (La Habana Vieja )
encabezado por el emprendedor Gilberto
Valladares, “Papito”.
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