viernes, 26 de marzo de 2021

Reinaldo Cedeño PREMIO NACIONAL DE PERIODISMO CULTURAL (Entrevista TV)

 


El periodista, poeta y crítico de arte Reinaldo Cedeño Pineda recibió en su ciudad natal, el

 Premio Nacional de Periodismo Cultural 2021 en el salón de los espejos de la sede de la

 gobernación de la Ciudad Héroe.



DECLARACIONES A LA periodista Karina Sotomayor donde compara el periodismo con hacer

 el amor...





Reinaldo Cedeño en medio de la descarga…

 

Entrevista por ERIAN PUPO PEÑA

"No es la letra, sino la llama. No es la cáscara, sino la nuez" / R. Cedeño 

El periodismo cultural, para Reinaldo Cedeño Pineda es una inmersión en el infinito universo de las subjetividades y la creación. Muchas veces una inmersión en apnea, como si en ello le fuera la vida. Recientemente galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro y con una trayectoria de más de treinta años en el ejercicio periodístico, su trabajo demuestra que a la hora de dejar una impronta en el complejo corpus nacional de esta profesión, valen más las jerarquías y no las geografías.

ENTREVISTA COMPLETA : http://www.ahs.cu/reinaldo-cedeno-en-medio-de-la-descarga

viernes, 11 de septiembre de 2020

LA TARJETA (Crónica de una angustia)



Reinaldo Cedeño Pineda

Hoy despejé la paradoja que siempre creí ver en dos sentencias: “No por mucho madrugar, amanece más temprano” y “El que madruga, Dios le ayuda”. Solo basta aplicarlas según sea la madrugada. No contaré los dos encuentros previos ―encuentros fallidos― para obtener en una agencia bancaria, la tan ansiada tarjeta magnética en Moneda Libremente Convertible (MLC). Me centraré en el tercer intento, el de la vencida. Los refranes son evangelios chicos.


Una antes meridiano, siete horas antes de la apertura. Estoy en el mismísimo parque de Céspedes, en el corazón de Santiago de Cuba. Cuento... hago el cuatro para la cola del Banco de Crédito y Comercio (BANDEC), Sucursal 8321. Son veinte turnos diarios para esa gestión. He llegado desde el poblado de Boniato ―distante unos 10 kilómetros― casi por obra del milagro.


El destino, sin embargo, se empeña en complicar las cosas. Recibo un fogonazo directo al pecho, cuando me dicen que hay una "lista" que ha “reservado” ya los veinte turnos, desde... las seis de la tarde del día anterior.


Una lista es un intento macabro de organizar lo inorganizable: una cola. Una lista es un coto cerrado, un caldo de cultivo para la reventa, un ejercicio para medrar a costa de las necesidades.

Las listas están excomulgadas de manera oficial, pero siempre hay vivos que las exhuman por la izquierda y un coro que las respalda por la derecha. Un grupo agita el vórtice y el resto es consumido por la succión.


La calle es como es.


Me niego a contar lo que se dijo entre los de la lista y los que íbamos llegando, entre los que dormían en sus casas amparados por la “bula listal” y aquellos a los nos rompía la madrugada. Lenguaje de adultos, de adultísimos.


La desesperación, la necesidad y el oportunismo conforman un trío letal.
Cuando estaba a punto de llegar el momento de la verdad, la hora de abrir la agencia (8.00 a.m), pasé del banco del parque a la pared del Banco. De banco a Banco. Apostarse en el puesto, ganar el espacio, por si acaso.


La sospechosa lista se desinfló. Finalmente hice el doce. Entre el papelito con el número salvador ―eso que llaman ticket― y la entrada al BANDEC, todavía mediaron dos horas. Tenía los labios secos, partidos. Me dejé caer en los escalones del parque, con mi nasobuco puesto y mi gorra hundida.


La entrada al BANDEC debió ser triunfal, pero fue triste. De estrés postraumático. No entendí las indicaciones que me dijeron, apenas podía firmar. Mi mano estaba desconocida, descentrada cuando la extendí para recibir la tarjeta.


Era el 9 de septiembre de 2020. No me di cuenta hasta bien entrada la noche que un día como ese nació mi madre, mi ídolo. Perdóname, mamá, tú que moras en el aire, en todas partes.


El parque de Céspedes es el corazón de mi ciudad, es inevitable. Sin embargo, para mí nunca más será igual.

sábado, 23 de mayo de 2020

ESTAMPAS COVID (Trilogía) de Reinaldo Cedeño / LAS MANOS EN LA MASA / CAÑANDONGA PLUS / INGENUIDAD




֎  LAS MANOS EN LA MASA / Reinaldo Cedeño Pineda

Bajaba yo por Aguilera ―la calle, en Santiago digo―, mirando arriba abajo izquierda derecha, rezando bajito, invocando… cuando de repente, se apareció ella.

Aun no sabía, no se me había revelado; pero algo era. Una masa amorfa, semi oculta en su jabita de nylon. Recordé a Carlos Ruiz de la Tejera en su oda a la jaba que lo mismo hace de curita que de papalote.

―¿Qué es?, pregunté directa y cándidamente.

(Dos palabras pueden cambiarte el día)

―Masa de croqueta

Hice un mohín de disgusto… y seguí.

Ni media cuadra había avanzado, cuando "mi otro yo" me tomó del cuello, y con eso y el nasobuco, casi me ahogo…

“Oye, pero quién te crees que eres”, me gritó.

(Fue un reprimenda severa)

Di una media vuelta tan perfecta, que mis instructores del concentrado militar me hubieran felicitado. Y me lancé rumbo a la masa, justo cuando una señora también lo hacía.

Casi llegamos al mismo tiempo, pero gané en photo finish. Allan Wells sobre Silvio Leonard en Moscú 80. Y puse mi mano sobre la masa.

La señora no se conformó ante una victoria arrancada sobre la misma meta, esfumada en un segundo. Hizo suyo aquel refrán: del que no llora… puso rostro de Gina Cabrera seducida y abandonada, de María Estuardo justo antes del hacha, y me soltó… “soy una vieja”.

Cuando una dama admite eso... se está gastando la última bala, quiere darte un ippón, está intentando una canasta de tres puntos justo antes de que suene la chicharra,

Todas las articulaciones se me aflojaron. La contemplé con atención. Yo pasé la media rueda, casi tengo 52. Tal vez tendría dos o tres años más, todavía se le adivinaban ciertas curvas. La pregonada "vejentud" no asomaba por ninguna parte.

(Era la última masa, la última jaba, sin más apelaciones)

Y, como el humor salva, como el cubano es como es, Arredondo se me puso al tiro, me prestó una de sus morcillas, y le solté aquello:

―Yo también soy viejo… pero me mantengo.

Vaya… Ahí mismo el mundo se desarmó, bajó la guardia, se acabó el abuso… digo el agravio. La dependienta expandió una sonora carcajada, la derrotada hizo lo mismo… y yo salí triunfante con las manos en la masa.




֎ CAÑANDONGA PLUS... / Reinaldo Cedeño Pineda

Está en el pináculo de su fama. Ha ascendido meteóricamente. Se cotiza al alza. La humilde, humildísima planta, se ha convertido de pronto en estrella, ha pasado de corista a vedette. Una Fornés de la flora antillana.

De apestada a coronada. ¿Quién se lo iba a decir?!

Cuando otras se han ausentado, ella está ahí, imbatible, enhiesta, al pie de la batalla. A veces de partenaire con el mango, bailando un pas de deux. A veces en solitario. Pero renuente a dejar el escenario.

Sí, esa misma, "la vaina cilíndrica de media vara de largo" según la descripción (cuasi fálica) de Roig, del ilustre Juan Tomás.

He sorprendido a una amiga quitando las semilas, echando su masa dulce en la batidora . Casi la veo ruborizada. Ella que decía... que no, que no quería, que no.... pues ha rectificado y donde dijo NO, hoy dice CAÑANDONGA.

(Vamos, sinceridades, que hay otros olores fuertes... y nos encantan...)

Los que no la conocéis, apuraos, corred. Los que la miraban de soslayo, desde arriba, a la distancia, ya no podrán escamotearle un reconocimiento a su voluntad.

Algunos ya andan innovando el tocado de Carmen Miranda, con CAÑANDONGA y mapén en la cabeza. Ya quisieran muchos recibirla en la casa, y no por su belleza precisamente. Tropicana ya tiene su próxima idea, tropical, autóctona, cubanísima.

(Sería un poco más dificil para la Baker, la Josephine, bailar con CAÑANDONGAS alrededor de su cintura)

Como Antonio Machado, el poeta, "quiero anotar en mi carpeta", la gracia de tu estirpe, CAÑANDONGA



֎  INGENUIDAD

La ingenuidad es una sensación difícil de aprehender. Es un vuelco, una libélula. Tiene un surrealismo, una zona mágica que te desarma. Ella te aguarda en cualquier sitio para darte su toque dulce, su leve estocada.

Tras muchos días de encierro (digo de aislamiento social, ah y de teletrabajo), tuve que salir a unas gestiones inaplazables y decidí probar suerte en una tienda. Y cual no sería mi sorpresa, cuando llegué... ohh… todo vacío… Empujé la puerta con aire triunfal. Me sentí elegido, lo tengo que reconocer. Ese tal vez fue mi pecado.

Extendí mis manos en la palangana de la entrada (roja palangana, hermosa palangana, ay Teresita), ante la amable compañera que te higieniza las manos. Como suelen hacerlo tan rápido y al ver que no accionaba , ¡caramba que raro!, alcé mi voz, lo que pude detrás del nasobuco y completé con un movimiento de manos. El lenguaje de señas nunca falla...

Abrió ella los ojos, giró la cabeza despacio, dueña de la situación…

―Oiga, pida el último… la cola es allá… y seguí el viaje de su brazo en el espacio…

―Ah, disculpe, disculpe… Me sentí apenado, francamente. Y empujé la puerta en reversa.

Allá era al doblar, fuera de mi línea visual, allaaaaaá. Eché una ojeada. Enseguida supe, me lo indicaron mis sensores emocionales y biológicos, que era la hora de regresar a casa.

Y aquí estoy, “absente colis”, contándoles del día en que la ingenuidad me dio su toque dulce, su leve estocada.

lunes, 13 de enero de 2020

EXCLUSIVA / Puerto Rico: El temblor que todos sintieron


Por: MSc. Yarimar Marrero Rodríguez 




(Imagen tomada de Telemundo Puerto Rico)


La pregunta ¿lo sentiste? se ha convertido en el saludo común de todos los puertorriqueños que desde el pasado 28 de diciembre han estado experimentando cientos de temblores, el más fuerte de ellos ocurrido en la madrugada del 7 de enero con una magnitud de 6.4 en la escala Ricther.


   Todos recordarán la madrugada del día después de la tradicional Fiesta de Reyes y por razones realmente devastadoras.  El País dormía: no se me ocurre una peor forma de levantarse que con la sensación de un edificio que se mece, cuando vives en un octavo piso. A esa hora uno no está como para acordase de las lecciones de la escuela que nos aconsejaban cómo actuar ante un terremoto, “hay que mantener la calma”, decían los maestros, pero esos eran simulacros, esto era real.




(En la imagen, colapsa la Escuela Agripina Seda en Guánica. Tomada de Telemundo Puerto Rico)


Debajo de la cama junto a mi esposo, mientras nos cubríamos la cabeza, en lo que fueron quizá unos treinta segundos que se sintieron eternos, mi mente y mi cuerpo estaban en modo de supervivencia y en ese modo nos hemos mantenido los boricuas que hemos seguido experimentando réplicas, o lo que los geólogos llaman “secuencias sísmicas”, durante más de dos semanas sin cesar.


    Las consecuencias inmediatas fueron: más de 250 mil personas que se quedaron sin suministro eléctrico como resultado de un sistema de energía eléctrica que hace dos años colapsó y que a duras penas restablecieron con un modus operandi de parches y remiendos que no consistió en una verdadera reestructuración y reconstrucción de las plantas generadoras de energía en Puerto Rico. El epicentro del terremoto se registró al sur de la Isla afectando principalmente a los pueblos de Guánica, Guallanilla, Peñuelas y Yauco, y dejando a su paso un centenar de estructuras que colapsaron o se agrietaron, entre ellas casas, edificios, escuelas, iglesias y puentes.


     El miedo, la desesperanza, los cientos de refugiados, las familias que han preferido abandonar sus casas y optan por pernoctar en plazas públicas ante la inseguridad de un desastre natural tan impredecible como lo es un terremoto, inevitablemente reabre una herida reciente, una herida que para la mayoría de los puertorriqueños no ha sanado, los estragos que dejó a su paso el huracán María en septiembre de 2017.


    Ante este panorama, expertos de la Red Sísmica de Puerto Rico mencionan que no saben exactamente cuando va a parar y afirman que no es no es usual que en menos de dos semanas se hayan registrado 1.800 sismos. Por su parte el geomorfólogo José Molinelli Freytes rememoró que en el caso del terremoto “San Fermín”,que sacudió la isla en 1918 con una magnitud de 7.5 estuvo temblando por un año luego de este evento. A su vez, Molinelli Freytes dijo en entrevista que su mayor preocupación es la estabilidad de las escuelas del País ya que el 95% de ellas no cumplen con el código de construcción vigente y recomienda “cerrar la mayor parte de las escuelas que se construyeron antes de 1987”.




    (Refugiados en el pueblo de Sabana Grande. Foto Tomada de Metro.pr)


Ante la ineficiencia del gobierno, quien ha aprovechado en año de elecciones para utilizar la estrategia de campaña política al ponerle su nombre y el símbolo de su partido a cada caja con ayuda que le dan a algún damnificado ―en un acto de verdadera bajeza humana, casi como diciendo “recuerda quién te ayudó más a la hora de votar”―, se ha evidenciado una verdadera organización de grupos ciudadanos que han preferido entregar la ayuda en mano y visitar los pueblos más afectados, para asegurarse de que los suministros de primera necesidad lleguen a las personas más afectadas.


   Luego de estos eventos puedo asegurar que no hay ningún puertorriqueño que no tenga su bulto con ropa, algo de comida y documentos personales frente a la puerta “por si hay que salir corriendo”. Qué se puede esperar de ahora en adelante, nadie puede decirlo con certeza, lo que sí sé es que nos queda la esperanza de que pudimos y podremos porque ser puertorriqueños es sinónimo de resistencia.



OTRAS DE YARIMAR MARRERO:

● Exclusiva / Puerto Rico: el país de nomeacuerdo


● A LOS NIÑOS QUE FUIMOS, SOMOS Y SEREMOS ∕ PREMIO del CAPÍTULO NTERNACIONAL del IV Concurso Caridad Pineda In Memoriam de Promoción de la Lectura. Santiago de Cuba 2015


lunes, 6 de enero de 2020

POETA INVITADO: JORGE ALBEAR







Sinergia

Es muy simple
piedra y voz en el vacío
inyección que se adentra en el espacio
sumar otras ideas
aunque a Pedro no le sirve nuevas pieles
Resulta extraño vencer lo disparejo
en un mundo
que solemos arropar lo uniforme
Ya es octubre
y todo se atraviesa en la garganta / todo.



Offside

Prefiero no mirar los escenarios
donde las luces se adhieren a los cantos de sirena
mejor estar al margen
no saber su nivel de complejidad / sus ataduras
el fango distribuye mis horas
ahogo cualquier similitud con los semáforos.








Desde los 11 pasos                                   
                                                               
 (A Leo Messi Copa América 2016)
                                                                                                                            
La barba simula un alarido pertinaz
hace un año el fuego levantó las misma rocas
borraron el sudor  los apellidos
la suerte fue disipada en el golpeo
él estuvo tragando las espinas
pensaba que un país con ojos blancos
le apuntaba fríamente a la cabeza.



Negro

La rutina es una especie de tiniebla
una llaga en el centro del pecho
esa horrible sensación fluye en las camisas
y luego se extiende el sudor.
Algunos golpes de la vida y el mosaico
vienen guarnecidos por la historia.






DEL AUTOR


Jorge Carlos Albear Brito (1990) Santiago de Cuba. Poeta y Periodista.
Ganador del Concurso Luisa Pérez de Zambrana en el 2011, fue 2do Premio en el Taller Municipal de Literatura en la categoría de Décima. Ha participado en lecturas en el Festival del Caribe, la Feria del Libro y en espacios literarios de la ciudad. Prepara su primer cuaderno “Ciudad Ajena”. Graduado de Licenciatura en Periodismo en la Universidad de Oriente. Trabaja en la Dirección de Comunicación Institucional de la Universidad de Oriente. Colabora con emisoras radiales y otras instituciones de la cultura.


OTROS NARRADORES y POETAS INVITADOS

J. R. Fragela

Luis Yussef

---Racso Morejón


--Alexei Amarán Bogachov


---María Antonia Castro


---León Estrada (Cuba)


--Ana Bárbara Sagué Canmps (Cuba)


---Elmys García Rodríguez (Cuba)


---Odette Alonso (Cuba-México)


---Rogelio Ramos Domínguez (Cuba)


--Javier L. Mora (CUBA, Premio David 2012)


--Carose Dradeu Linares (El Salvador)


---Demián Rabilero del Castillo (CUBA)


---Federico Gabriel Rudolph (Argentina)


---Leandro Báez Blanco (Cuba)


---Juanita Pochet Cala (Cuba /Argentina)


---Gabriel Soler Oriz (Cuba)


---Yoricel Andino Castillo


---Miguel Cándido Francisco Reynaldo


--Amparo Parra Cuello (Cuba / España)


--Yasser Alberto Cortina Martínez  (Cuba / Chile)


---Daniel Lienz Fariñas (Cuba)


---Darío Cisneros

----Gertrudis Labaceno
 http://laislaylaespina.blogspot.com/2017/05/poeta-invitada-gertrudis-labaceno.html


jueves, 26 de diciembre de 2019

LA MAESTRA ESTHER






Reinaldo Cedeño  Pineda


Dicen que Esther soñaba bailando, que bailando iba por las calles de su Santiago natal. Loma arriba, calle abajo. Su familia, un poco en broma, un poco en serio, le buscaba semejanzas con Alicia Alonso, por aquello de la apostura, de las poses. Los pirouettes iban y venían. El nivel elemental dio paso al nivel medio. Fue un salto. Camagüey la recibió en su Escuela de Ballet, en la tierra de Agramonte.

Fernando Alonso fue su profesor, uno de ellos. Todos los días uno no tiene delante a una leyenda. Visité aquella casona mitológica, la tengo clavada en mis ojos de niño. Y los salones, los espejos, el sudor en los rostros, aquella sensación extraña de tocar unas zapatillas de punta. Todo es trabajo arduo, casi cruel, antes de ser etéreo. Y Esther fue un cisne, fue una willi, fue ella misma en las llanuras infinitas.

Otra vez debió cruzar el puente, debió crecer, y sobrevino su primer día como profesional, como profesora en la Escuela Vocacional de Arte Regino E. Boti. Era 1979. Desde el principio demostró su calibre, su rigor. Anda con buena memoria de aquellos tiempos hermosos, románticos, aferrados, difíciles. Guantánamo la fue robando poco a poco, le puso nombres al amor, la exigió entera.
Guantánamo fue su desafío, su tour de force.

Sin embargo, su split, su Grand jeté, su paso definitivo, sobrevino en los noventa. Salió de un paréntesis para seguir escribiendo su historia con el movimiento y la escena. El maestro Ladislao Navarro, la llamó para un nuevo proyecto, Danza Fragmentada. Allá se fue la madre de Magda y Esteban, allá se fue Esther, como ella sabe: sin rencores, con la pasión intacta, con la paciencia estoica.

¿A cuántos ha insuflado el espíritu inmarcesible de la danza? ¿A cuántos lustró las ansias, abrillantó el gesto, templó los músculos? ¿Cuántos de sus alumnos cosechan aplausos en las geografías de este mundo? ¿Y cuántos niños, cuántos adolescentes abren ahora mismo su corola en los talleres que ella fundara, como un hilo de continuidad, como un regalo a la ciudad?

En 2017, el Consejo de las Artes Escénicas de Guantánamo reparó en ella. Le otorgó a la profesora, a la regisseur, a Esther Alexis Domínguez Pineda, el premio Elfriede Mahler por la obra de la vida. Fue un tributo de doble sentido. A la bailarina y pedagoga norteamericana que da nombre al galardón, a la marca silenciosa y tenaz de la galardonada.

Siempre me impresionó su disciplina, su sobriedad, su agusta reserva. Sin importar si en las tablas del Guaso o en un barrio de Caracas. Y aquel hacer las cosas bien, desasida de sí misma, sin llamar al mundo. Al modo martiano.

Ella fue mi primer lazo con la aldea. Fue mi tabla de salvación durante mis años guantanameros. No negaré que somos ramas de un mismo tronco, que es sangre de mi sangre. Esta joven que soñaba bailando por su Santiago natal, loma arriba, calle abajo; que un día llegó a esta ciudad de “calles rectas y parquedad catalana’”. Un día y para siempre. La maestra Esther.

(Tomado del periódico Venceremos, Guantánamo)