jueves, 24 de septiembre de 2015

ESTE viernes 25 de septiembre / Peña Página Abierta dedicada a la CRÓNICA



Peña Página Abierta quiere regalarle este viernes 25 de septiembre a las SEIS de la tarde, un encuentro dedicado a la crónica y los cronistas, en su sede habitual: la sala Juan Pablo Segundo, anexa a la catedral santiaguera, con entrada por la calle San Pedro.

    Bajo la conducción del periodista y poeta Reinaldo Cedeño, la Peña invitó  esta vez a Enna Oliva, representante de la Editorial Pablo de la Torriente en Oriente Sur  y compiladora de Crónicas y estampas de Santiago de Cuba, hermoso volumen que acaba de ver la luz.

     Asimismo, el espacio contará con la participación del cronista  Noel Pérez, la narradora oral Georgina Soler y la carismática intérprete María Julia Carcasés, entre otros.

     La Peña Página Abierta que auspicia el Centro Cultural y de Información-Biblioteca Pedro Meurice recuerda que usted puede llevarse un recuerdo a casa si participa en “El panel de la sabiduría”, sección que proyecta imágenes relacionadas con la literatura que usted debe identificar.

     En esta ocasión se estrenará la “Página de las Curiosidades”,   un corto  del original proyecto VISUALEER: leer a través del audiovisual sobre Leonardo Padura y la crónica “Cuando Caridad lloró a los pies de la virgen” .

   Usted está invitado, está invitado.  La entrada es libre y gratuita. 

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miércoles, 23 de septiembre de 2015

CUANDO ALGUIEN TIENE UN SUEÑO… Lidia Soca Medina / FINALISTA del IV Concurso Caridad Pineda In Memoriam, Santiago de Cuba 2015


“Cuando alguien tiene un sueño, todo el universo conspira para que pueda realizarlo”
Paulo Coelho, El Alquimista


LIDIA SOCA MEDINA 

A mis dieciocho comprendí que jamás volvería a caminar. Fue algo que mi intelecto siempre supo. Como esas nociones abstractas que repites en la escuela, pero que jamás llegas a comprender, al punto de dudar si son reales. Cuando naces con una polineuropatía degenerativa te repiten hasta el cansancio que cada vez será peor. Tus músculos se irán consumiendo, dejándote sin fuerzas, sin esperanzas… tal vez sin futuro. Pero los niños tienen el don de la eternidad: yo miraba mis piernas que pese a sus fallas aún me sostenían y como todos, también comencé a construir sueños estandarizados, de esos que la sociedad produce en serie y se nos van inoculando a través de los juegos, la tele y las costumbres.


El tiempo apareció poco después, cuando comenzaron a lloverme aparatos dolorosos, consultas y médicos lúgubres que me recetaban más desesperanza.  La mayoría de las personas no son consientes del poder de las palabras. Las dejan caer a la ligera, por mero descuido en la vida de otros sin medir las consecuencias. Dando tumbos (físicos y espirituales) pasé toda mi adolescencia intentando seguir caminos prefabricados, ser como mis compañeros, mis amigos, ¡como todo el mundo! A fin de cuentas esa es la edad de los reflejos.


Queremos parecernos siempre a alguien más, probando todas las personalidades, apariencias y circunstancias disponibles. También yo lo intenté, pero cada vez me iba de bruces contra los muros de mi propio cuerpo hasta convencerme de la verdad más amarga y extraordinaria de mi vida: soy diferente. En ese momento apareció El Alquimista, de Paulo Coelho.


Las historias de símbolos son siempre fascinantes, y tan ricas que aún no he conocido dos personas que hayan extraído un mismo significado de estas páginas. Para muchos, se trata del viaje de Santiago, un joven español que soñó con un tesoro escondido al pie de las pirámides y lo abandona todo para salir en su búsqueda. En su exótico camino a través del Sahara conoce mucha gente, pero sobre todo: aprende a conocer su propia alma que habla, vive y siente una conexión profunda con el alma de todas las cosas.


Fiel a su nombre, El Alquimista comenzó a transformarme, como quien atisba una rajadura de luz en medio de la oscuridad. Más allá de mis miedos existía otro universo donde las circunstancias no son zancadillas inútiles, sino lecciones. Aprenderlas o no depende de cada cual. No existen “castigos”, sino meras consecuencias de nuestros pensamientos y acciones. Me demostró que ya no valía preguntarse ¿por qué yo? si no: para qué yo. Para qué son estas herramientas de vida, porque vivir sin aprender es sólo un ejercicio biológico. Algo tan estéril que el hombre es la única criatura lo suficientemente estúpida para practicarlo.


Hoy vivo la vida como el milagro que es. Acepto mis limitaciones y agradezco mis capacidades como el ser único que soy, que somos todos. El Alquimista fue la brújula que me devolvió al camino y me hizo desprenderme de las sombras para buscar mi Leyenda Personal, tal como hizo su protagonista. Sobre todas las cosas me demostró que yo también podía encontrar tesoros, que no se necesitan piernas cuando te nacen alas y el único límite lo pone la voluntad. 


Desde entonces mi espíritu ha recorrido muchas veces esas arenas, bebido de sus oasis y en cada viaje mi mente se expande en busca de sueños. Todo buen libro es también un Alquimista, transforma la ignorancia en conocimiento como los antiguos creían que podía transmutar el plomo en oro. Incluso pueden también llegar a descubrir el Elixir de la Larga Vida, porque las palabras, las palabras sabias y útiles a los hombres perviven en la eternidad como las mentes de sus creadores. A Coelho, a ustedes, a cada persona que alguna vez soñó escribir una página de fe para sus semejantes: gracias.



LINK de los TRABAJOS PREMIADOS Y NOTICIAS RELACIONADAS: 
Gran Premio IV Concurso Caridad Pineda In Memoriam: RUDYARD KIPLING. Los libros son manantiales, de Pedro Manuel Calzada Ajete
 
Premio Capítulo Internacional: A los niños que fuimos, somos y seremos de Yarimar Marrero Rodríguez.  PUERTO RICO 
SOBRE CORAZÓN. PREMIO de la Oficina del Centro de Intercambio y Referencia Iniciativas Comunitarias (CIERIC)
 
MENCIÓN ESPECIAL:  El Maestro y Margarita: UN OVNI dentro del panorama literario
MI BOMARZO: Misael Lageyre Mesa ∕ MENCIÓN del IV Concurso Caridad Pineda In Memoriam de promoción de la Lectura

EL LIBRO QUE DERRIBÓ A ARTHUR CONAN DOYLE: Maydelín Aurora Remón Ramón / MENCIÓN

Ver TODOS LOS DETALLES: FOTOS, ACTA DEL JURADO, PREMIO DE LAS INSTITUCIONES.  MENSAJES:
LEER CON EL CORAZÓN: IV Concurso Caridad Pineda In Memoriam
http://laislaylaespina.blogspot.com/2015/09/leer-con-el-corazon-iv-concurso-caridad.html

PRENSA LATINA: Trasciende a otros países concurso cubano de promoción de lectura 

martes, 22 de septiembre de 2015

LO MISERABLE QUE SOMOS: Brian Pablo González Lleonart / MENCIÓN en el IV Concurso Caridad Pineda in Memoriam. Santiago de Cuba, 2015



“Mientras exista, a consecuencia de las leyes y las costumbres, una condenación social que crea artificialmente infiernos en plena civilización y complica con una fatalidad humana el destino (…)  mientras en ciertas regiones sea posible la asfixia social, en otros términos y bajo un punto de vita más dilatado aún, mientras haya ignorancia y miseria sobre la tierra, lo libro de igual naturaleza que el presente podrán no ser inútiles”.  LOS MISERABLES, Víctor Hugo 


Brian Pablo González Lleonart
(Estudiante de Periodismo)



   Sobre mi cómoda descansa el texto anterior, el cual leo antes de dormir. Es un libro que habla acerca de la condición humana. Hace una radiografía magistral del espíritu del hombre, párrafos desbordantes de verdaderos sentimientos que descomponen al corazón, porque a pesar de que han pasado 152 años de su publicación, ahora más que nunca es actual. Si algo he comprendido con su lectura es que la evolución del hombre ha sido científica, pero en el plano subjetivo ha estado siempre condicionada por las mismas temáticas, siglo tras siglo: avaricia, envida, engaños y miseria.

    Soy un miserable, gritó Jean Valjean a cientos de kilómetros de la civilización, hundido en la profundidad de un bosque. Solo él se pudo escuchar a sí mismo. Lo era por haberle arrebatado una moneda al pequeño Petit, pero esto sucede al principio de la novela. Al concluir la lectura, me di cuenta de que el verdadero miserable no es el individuo sino el hombre en su conjunto: la sociedad.

   Leer esta monumental obra de Víctor Hugo, me  ha permitido conocer mejor el mundo y como se desarrolla, me ha dicho  verdades que están, pero se callan. Es un libro que se lee con el corazón en la mano, con un dolor en el pecho porque es leerte a ti mismo y a los demás. Es tan triste la novela como la realidad misma.

   Es un libro que deja huellas y te incentiva a volver a sus páginas cuando al caminar por las calles, escucho a un hombre ofender al otro; cuando observo cómo hay hombres que por lograr sus objetivos son capaces de venderse o vender a sus semejantes… me doy cuenta que el hombre es el único ser vivo que piensa; pero que lamentablemente no siempre razona.

   Al entrar a la universidad y convivir con mis compañeros, que proceden de distintos lugares, pude comprender cómo la sociedad deforma, y el joven aún adolescente, es víctima de ese juego social de ascensión y supervivencia característica ya del mundo postmoderno, y como se puede apreciar en la novela siempre ha estado presente ―algo que aborda el también francés Honoré de Balzac en Papá Goriot)―, la gran diferencia entre el campo y ciudad: “Las ciudades hacen hombres feroces porque son hombres corrompidos. La montaña, el mar, el bosque hacen hombres salvajes, Desarrollan el lado feroz, pero a menudo lo hacen sin perder el lado humano”.

  Viví entre sus páginas años de gloriosa historia universal, de las batallas de Napoleón y como en aquel entonces las guerras eran un peligro y ahora lo son más aún. El hombre que no comprende, extermina el fruto de sus trabajos, destruye el medio en que vive y se desarrolla, porque no piensa aunque se diga a sí mismo que lo hace. 

   Los miserables me acompañan cada día. Acudo a sus páginas marcada con la tinta que ha propósito he trazado sobre sus letras, a buscar el consejo de este amigo que me ayuda a comprender mejor el mundo en que vivo.

   “Dios nos da el aire y la ley se encarga de cobrárnoslo”

La cierto es, que es una lección de humanidad, un privilegio leérselo, no una sino varias veces. Quienes lo hagan serán mejores personas, ayudarán a otros, sabrán dar amor y defenderán los valores en los que cree. 

  Esta es una obra Revolucionaria. Su autor nos permite creer firmemente en un cambio integral del mundo, en el resto del hombre, aunque cuando se trata de narrar la miseria, su búsqueda consiste en lograr un efecto contrario, no ser mejores, porque si la sociedad es un producto de nuestra existencia, no nos queda más remedio que sencillamente ser lo que nunca se ha sido.

  Jean, abrió los párpados de mi cuerpo que desde mi nacimiento yacían cerrados. Comprendí por qué el hombre roba y hasta qué punto puede degradarse y hasta donde ya el hombre como especie, se ha degradado.

Solo puedo condenar a Javert, corazón de hierro; a Thenardier, a los aprovechadores que abundan en mi ciudad… porque no somos santos, porque mentir está en nuestra naturaleza; pero más vale una mentira que una verdad tan cruda. Y es por eso que a veces necesitamos sonar, soñar con ese mundo mejor del que tanto se habla y parece imposible alcanzar, construir… aunque no lo es, no está tan lejos.

  Al leer Los miserables, comprenderás que está en nuestro interior, no hay por qué buscar la felicidad del ser humano, está ahí esperando a ser descubierta; pero se niega a salir por el temor a ser colonizada. Debemos despojarnos de ese tabú en el que necesitamos descubrirnos y no temer, además, quienes somos; porque todos somos iguales, todos somos miserables, somos víctimas no de un sistema, sino de nosotros mismos.

  Víctor Hugo enseña a amar la patria y no falsas ideologías que abusan de la necedad de la mayoría para impartir esas palabras que se llaman orden y justicia.

   Cada noche acudo a él como un religioso acude a sus salmos. Vivo, desde que leí Los miserables con el corazón en la mano. Libro que abre lo ojo que te estremece y despierta diciéndote:  ¡hey, mira como es el mundo de verdad! Libro que en mi ha dejado una huella imperecedera, el libro en el que, de manera permanente, creo.

Libro que, si se comprende a fondo, borrará las fronteras geográficas, incluso culturales y humanas, permitiéndome estrecharle la mano a cualquier persona, lo mismo a un norteamericano que a un español o a un uruguayo, a cualquier otro componente de la sociedad, con el que no hablaría en término de raza, sino de esencia, palabra Universal, única, insustituible: hombre.   



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LEER CON EL CORAZÓN: IV Concurso Caridad Pineda In Memoriam
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