Rosana Isabel Pérez Portuondo
En
mis 14 años de edad he podido disfrutar numerosas obras literarias tanto
cubanas como extranjeras, destacándose en ellas las novelas teatrales y
aventuras que me han llevado, desde un balcón en la ciudad italiana de Verona ―donde
un joven desafía a su familia por amor, en la obra Romeo y Julieta del escritor
inglés William Shakespeare―; hasta un bosque en el que el pequeño Meñique
aprendió que el saber vale más que la fuerza. Ambas historias han sido llevadas
al cine, pero el placer de leer un buen libro es incomparable.
Entre
mis autores favoritos se encuentran nuestro apóstol José Martí y Shakespeare.
De este último me han encantado las tragedias como Romeo y Julieta antes
mencionada. Pero de todos los libros que he leído, el que más ha marcado mi
vida ha sido Corazón, un libro que hace unos años atrás le regalaron a mi abuela. Tan
pronto ella recibió la obra empecé a ojearla y me quede anonadada con las
imágenes y los títulos de cada uno de los días que se relataban.
Su
autor es Edmundo De Amicis que nació en
Oneglia, Italia, el 21 de octubre de 1846. Es uno de los escritores más populares del
continente cuya obra, de carácter instructivo, pedagógico y popular, le
convirtió en la voz más representativa de una corriente literaria,
caracterizada por una bondadosa emotividad, que gozó de gran aceptación en su
país a finales del siglo XIX.
Corazón (título original Cuore) fue publicado en 1886, traducida a múltiples idiomas y llevada al cine, la televisión, a tiras cómicas numerosas desde su publicación
original, destacándose entre otras, la serie japonesa de dibujos animados
Marco.
Recuerdo
que lo primero que leí fue la nota del autor, en la que enfatizaba que, aunque había corregido el contenido,
ninguna de las sensaciones, emociones y sentimientos que se describen fueron
alterados. También hablaba de que las intenciones del libro era provocar la
emoción y las lágrimas del joven lector.
Esa
misma noche comencé la lectura, pude apreciar que el personaje principal era
Enrique, un niño de segundo año de la enseñanza elemental y que el libro estaba
escrito en forma de diario.
Éste
se divide en once meses, de vez en cuando las narraciones son interrumpidas por
cartas de su padre, madre y hermana en la que advierten, corrigen, dan consejos
o felicitan a Enrique por alguna acción realizada. Cada mes, lleva también una
narración dictada por el maestro. Siempre se trata de narraciones de tipo heroico,
protagonizadas por chicos, como por ejemplo:
·
“El pequeño patriota paduano”: cuento sobre un joven que rehúsa el dinero que le dan los que deshonran a su país.
·
“El pequeño vigía lombardo”: narración de un muchacho que en la guerra, desde lo alto de un árbol, espía los movimientos del enemigo hasta que una bala lo derriba.
Este
libro cambió mi vida porque resalta la sensibilidad de Enrique de la manera que
describe la sociedad italiana de ese entonces, llegando a entristecerme al contar
la vida de sus compañeros, como vivían en extrema pobreza y tenían que trabajar
desde pequeños para ayudar a sus padres, como aquel chico con su madre muy enferma y tenía la responsabilidad de cuidarla.
La descripción es tan exacta que me siento como si acompañara a Enrique al
colegio, o a casa de sus compañeros.
Pude
experimentar la magia y la permanencia de cada palabra escrita, su lectura se
convirtió en llave prodigiosa de
información, de cultura, de
ficción y de fantasía.
Me cautivó la descripción de Derossi, el
primero de la clase y símbolo de bondad, que
aunque siempre lo reconocieran por su talento nunca se sentía superior a los
demás, y, por el contrario compartía su mérito con sus compañeros. También
con el orgullo que hablaba de los jóvenes militares que desfilaban dispuestos a
dar su vida por la libertad de su país, como nosotros, los niños cubanos, que
sentimos profundo respeto y admiración por los héroes y mártires de nuestra
Patria, que con sangre y valentía lograron un país libre y soberano.
Despertó
en mí muchos valores que hasta la actualidad me han servido y he aplicado, como
la justicia, respetando la verdad y el derecho del hombre a que se respeten sus
derechos. Enrique en la escuela, más que
amistades hizo una familia, que me enseña el compañerismo, la sencillez y la
humildad que debo tener por delante. Él vivía en una sociedad clasista,
pero ayudaba tanto al hijo del albañil como al que vestía con ropas limpias y de seda, que muestra que
ante sus ojos todos son iguales, lo que me recuerda el pensamiento de Martí que
expresa que la Patria debe ser con todos y para el bien de todos.
Provocó
en mí el amor sincero y respeto a padres, maestros y compañeros. Con la lectura
de Corazón me he convertido en una persona más
responsable, cariñosa, humana y mejor: las situaciones que surgían me
mejoraron emocionalmente. Me hizo dejar atrás mi infancia, y descubrir la realidad de la
vida con la ayuda de padres, profesores y por supuesto, Enrique.
Si me pidieran sintetizar la razón por la que Corazón
cambió mi vida, escribiría
lo siguiente, entre otras cosas me
permitió:
·
Conocer el mundo.
·
Conocerme a mí misma.
·
Desarrollar más el lenguaje, ampliar mi
vocabulario, mi pensamiento y por supuesto mi imaginación.
·
La búsqueda de información valiosa.
·
Descubrir algo nuevo.
·
Iniciar el camino por un fabuloso bosque de hojas encuadernadas.
En
los tiempos actuales, las nuevas generaciones basan sus aprendizajes en el uso
de tecnologías; Internet con sus redes sociales, los blogs y otras herramientas
digitales les consumen a adolescentes y jóvenes la oportunidad de descubrir un tesoro
de papel.
Los
libros físicos son el modo tradicional y básico para la lectura. No existen, a
mi juicio, libros buenos o malos y si lecturas de diferentes experiencias que
me hacen vivir aventuras y me siento protagonista de la historia, me dan
enseñanzas de vida como si de una película visual se tratase.
Nada
es comparable con la posibilidad de sentir en mis manos, esa experiencia única
de tener un libro, como aprendí en el Taller de Escritura Creativa “Todo comienza en la página de un libro”,
me hace sentir orgullosa y puedo compartir con mis seres queridos, como dijera
José Martí: “Cuando tenía que dar lo
daba todo, y cuando nada ya tenía, daba amor y libros."
Les
regalo dos frases, entre tantas que describen el valor, el significado o la
trascendencia que tiene para la vida del ser humano un libro, yo las tengo
presente y las comparto con mis amigos.
“Los libros son amigos que nunca
decepcionan." Thomas Carlyle
"La lectura de un buen libro es un diálogo incesante en que el
libro habla y el alma contesta." André Maurois
DE LA AUTORA
Rosana
Isabel Pérez Portuondo
Estudiante
de 9. Grado en la Secundaria Básica José Luis Tassende, monitora de Lengua Española
en la Educación Primaria y Español Literatura en 7 y 8 grados. Ha participado
en eventos de monitores, festivales de clases, y concursos recibiendo
reconocimiento por realizar un trabajo destacado en la Prueba de Ortografía
Integral desarrollada por el Centro de Lingüística Aplicada. Participó en el I
Taller de Escritura Creativa auspiciado por la UNEAC, en el mismo fue redactora
del cuento El perrito malcriado, creado colectivamente por los niños y
adolescentes participantes.
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