viernes, 11 de septiembre de 2015
RUDYARD KIPLING: LOS LIBROS SON MANANTIALES ∕ GRAN PREMIO IV Concurso Caridad Pineda In Memoriam de Promoción de la Lectura. Santiago de Cuba 2015
Pedro Manuel Calzada Ajete
En 1958, trabajaba como
ayudante de mecánico en un garaje de San Francisco de Paula, cuando llegó un auto
con evidentes desperfectos y manejado por una mujer. Tras detectar el problema (bomba de freno y
carburación), Benito, el mecánico, dijo que le tomaría una o dos horas
arreglarlo. Ella, sin inmutarse, casi con estoicismo, le respondió que no importaba,
que esperaría el tiempo necesario.
Mientras, la dama se
acomodó dentro del automóvil, extrajo de su portafolio un libro, un diccionario
y un cuaderno. Yo la miraba sin disimulo, porque me llamó la atención que
siendo mujer y además monja, fuera también chofer. Nunca había visto nada igual.
Era de una personalidad atrayente, no solo por la pulcritud y elegancia con que
llevaba su atuendo religioso, sino por la dulzura con que miraban sus grandes
ojos verdes…
–¿Cuántos años tienes?
–Catorce –, respondí.
Quiso saber de mis estudios
y le expliqué que estaba en una escuela preparatoria nocturna, que por el día
laboraba en el garaje como aprendiz y a cambio, recibía cinco pesos a la
semana; además de conocimientos. Me preguntó si me gustaba leer, y al
contestarle afirmativamente, se interesó porque le dijera los títulos…
Le mencioné algunos.
Incrédula, me hizo comentarle los temas de las lecturas. La impresionaron mis
respuestas; pero mayor impresión fue la mía cuando me dijo que era alemana,
escritora, poetisa, profesora, traductora, intérprete de varios idiomas… qué sé
yo.
Su español era impecable.
Me mostró el cuaderno donde tenía traducidos del inglés al español, varios
poemas de un libro de Rudyard Kipling. Sacó de su grueso portafolio otro,
editado en Argentina ―octubre de 1944―, del escritor alemán Goethe, titulado Werther.
– Es tuyo, te lo regalo–, y lo
dejó en mi manos.
–¿Te gusta la poesía?–, agregó todavía, sin dejarme respirar
Se me ocurrió como
respuesta, recitarle de memoria el poema: “Reír llorando”, de Juan de Dios
Peza, inspirado en el actor británico David Garrick. Conmovida, me besó la
frente, y la vi arrancar del cuaderno la página donde tenía traducido el poema
de Rudyard Kipling: “SI”:
–Conserva esta joya, cada
uno de sus versos es una lección.
Mientras, Benito terminaba la reparación y hacía las pruebas
pertinentes:
–Ya está listo–, anunció.
Ella pagó el arreglo y
le dejó una propina. No se me olvida. Tomó mis manos entre las suyas y las
apretó: “Que Dios te proteja siempre”. Fue lo último que le escuché decir.
¡Cuánto lamento no haberle preguntado su nombre!
Benito, me tildó de
negligente, de hablador; pero celebró el hecho de que entretuviera a la monja
mientras esperaba.
–¿Te dio algo?–, me preguntó.
–Una fortuna–, le respondí enseñándole el libro y el poema. Su
mirada fue pura indiferencia.
.
Aún conservo el libro de
Goethe como un tesoro. Sus hojas, ya amarillas por la pátina del tiempo
continúan enteras, pero muy frágiles. Han transcurrido los años, mucho tiempo,
mas lo que narro, me ha llevado al convencimiento de que la vida es un combate
continuo, en el que las armas del pensamiento son siempre las triunfantes.
La lectura estimula,
enseña, orienta, ensancha los horizontes del pensamiento. “Ser culto, es el
único modo de ser libre”, nos enseñó Martí. Hay que volver a estas palabras,
una y otra y otra vez. Leer nos ata sutilmente al interés por conocerlo todo.
En ese afán, sin darnos cuenta, nos vamos haciendo más útiles, mejores seres humanos.
En el reloj infatigable
del tiempo, todas las horas van pasando sin retroceso. Los instantes perdidos
son irrecuperables. Debemos esforzarnos por aprovechar cada momento oportuno
para leer: la cultura es necesaria, pero cómo la tarea de Sísifo, es un objetivo
que se persigue, que se cree alcanzar…, y cada día exige nuevos esfuerzos.
Toda lectura, además de
proporcionarnos instrucción, entretenimiento y placer, va dejando huellas.
Algunas tan marcadas que pasan a formar parte de nuestra existencia. Los libros
son manantiales...
La traducción del poema
de Rudyard Kipling escrita de puño y letra por la religiosa, la extravié. No me
lo perdonaré nunca. Doy por sentado en cambio, afirmo categóricamente, que:
“SI”, fue la lectura que marcó mi vida. Y puede que me traicione la memoria,
pero así recuerdo sus versos:
IF ⁄ SÍ
Si puedes estar firme, cuando en tu derredor
Todo el mundo se ofusca y tacha tu entereza
Si cuando dudan todos, fías en tu valor
Y al mismo tiempo sabes excusar tus flaquezas
Si sueñas, pero el sueño no se vuelve
tu rey
Si piensas, y el pensar no mengua tus ardores
Si el triunfo y el desastre no te
imponen su ley
Si sintiéndote odiado, no albergas rencores
Si viajando con reyes del orgullo has
triunfado
Si aún logrando fama tu dignidad procuras
Si eres bueno con todos, pero no demasiado
Si puedes amar sin llegar a la locura
Si a todos tus amigos quieres como hermanos
Logrando sin embargo que ninguno te
absorba
Si puedes lograr que tu frase sincera
Sea trampa de necios en boca de malvados
Si todas tus ganancias poniendo en un montón
Las arriesgas osado en un golpe de azar
Y las pierdes, y luego, con bravo corazón
Sin hablar de tus perdidas vuelves a comenzar
Tuya será la Tierra y todos sus
codiciados frutos
Y lo que más importa, serás hombre, hijo mío.
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FOTOS, ACTA DEL JURADO, PREMIO DE LAS INSTITUCIONES. MENSAJES :
LEER CON EL CORAZÓN: IV Concurso Caridad Pineda In Memoriam
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