domingo, 2 de marzo de 2008

Elena Burke: EL DÍA QUE BESÉ A UNA REINA



(Hubiera cumplido 80 años el 28 de febrero. Toda Cuba la recordó)
(Una dedicatoria inolvidable)


A Nadia Lozada, Yoandris Núñez y Carlos Fuentes, sus devotos

REINALDO CEDEÑO PINEDA

Nos íbamos de corrillo para tomarle el pulso a las calles, tres o cuatro soñadores, que seríamos… los grandes periodistas. Absorbiendo por los ojos, por los poros, cada estreno teatral y en las colas interminables, cada película y cada recital… La ciudad era nuestra.

Veinte años menos, y estamos en el Claqueta-Bar, a un costado del cine Rialto, al frente de la Catedral de Santiago de Cuba, a unos pasos de su corazón: el parque Céspedes.

Ni un alma cabía ya en el pequeño sitio, no sé por obra de que milagro había escapado aquel muro, aquel escalón donde logré acomodarme. Artistas y público podían tocarse. Justamente allí, la vi cantar en vivo por primera vez

Le decían La Señora Sentimiento. Su nombre completo era Romana Elena Burgues González, claro que del Romana ni su familia se acordaba, y a su apellido le apareció una K por el camino, un sonido más rotundo, más congruente con toda su energía.

Y ahora, qué importa el nombre, si está frente a mí, taladrando la piedra, con ese tono grave y señorial dado por Dios; moviendo el tiempo en sus dedos, paladeando cada sílaba…

Frente a mí, atragantada de dolor y de placer, subiendo despacio los escalones, exultante: -Pido permiso para sentir que no me estoy poniendo vieja...

Elena es Elena, suelta, serena. Y en un ahogo, en un exceso, está pidiendo un trago de ron. Los brazos se extienden, disputándosela…

Elena Burke se adelanta con sus libras, con su gracia. Su voz se detiene el instante justo para tomar mi vaso, apurar un sorbo, en pago darme un beso y retomar la frase con maestría, como si nada: -Pido permiso para amar...

La mirada de asombro, nunca sabré, o el rostro imberbe; nunca sabré si ladeé la cabeza justo en el instante en que la diva acercaba sus labios… Pero los míos y los suyos chocaron.

Nadie podrá quitarme que aquella noche, me besó una reina.

DONDE NO HAY UN BOLERO, NO HAY NADA

La vi muchas veces, la seguí, la sentí devorándonos desde el escenario. Y entre descarga y descarga, el estudiante quedó atrás.

En el vestíbulo del hotel Rancho Club aguardo por ella, junto a la poeta Marisol Mendoza. Y cuando llega y le echo mi brazo al hombro, se resiente:

–Por favor, me duele.

Muy lejos estaba de imaginar que eran señales de la enfermedad que nos la quitaría en el 2002…

Es víspera del Festival Boleros de Oro.

Elena Burke nunca interpretó una canción igual. Parecía dirigirse a uno mismo, a cada uno, y en respuesta, sus admiradores podían pedirle casi cualquier tema. Para guitarristas o pianistas acompañantes, cada presentación suya fue siempre un reto extraordinario.

“Para eso está la música, para recrearse en ella y hacer todos los cambios que quieras, sabiendo hacerlo, claro. A mi me gusta variar mucho, cuando me lo pide el cuerpo, a veces estoy en ese jueguito y me sale bien. El filing, es eso, el mismo bolero, la forma de abordarlo es el sello”.

Su carrera de solista comenzó en 1958, a sus treinta años, después de haber integrado los cuartetos de Facundo Rivero, Orlando de la Rosa, las D´Aida y otros... Era una fanática de la armonía de las voces.

Desde entonces, no hizo más que rendir al público a su excelencia, sin importar si estaba en El Hábito de México, en el Teatro Nacional de La Habana, en Cannes o en Tokio.

“Si te dijese que a quien más debo en mi carrera es a Elena Burke, ¡¿qué vanidosa, dirías?!... pero es la verdad. Le agradezco a Adolfo Guzmán, a Aida Diestro –una directora de verdad, como ella no hay–, a Isolina Carrillo; pero nunca hablo de eso, prefiero no hacerlo, porque otros se ponen bravos”.

El tema Amigas, que cantó junto a Moraima Secada y Omara Potuondo –ex integrantes del cuarteto D´Aida– se mueve entre la jocosidad y la tragedia. Es uno de esos títulos que resume una época, una tesis.

“Alberto Vera, su autor, es una maravilla. Nos conocía muy bien a las tres; por eso creó Amigas con esa calidad y esa solidez que tiene”.

Los compositores la buscaban, los grandes de todas las generaciones: Piloto y Vera, Juan Formell, Pablo Milanés, Marta Valdés, Frank Domínguez, Concha Valdés Vicente Garrido, Portillo de la Luz…

Cuando ponía su garganta en una canción, la bordaba, le extraía su esencia hasta la última gota. Su interpretación salvó más de una canción dificil.

Difícil cantar algo después que ella lo hubiese marcado. Sus silencios y sus subrayados quedaban sostenidos en el aire, y uno se los guardaba como la única, la manera justa de hacer la canción.

“Todo lo que yo canto tiene que ver conmigo, porque me gusta, porque lo hago. Me viene a la mente por ejemplo, Duele (Piloto y Vera), tiene mucho de lo que la gente quiere decir y no lo expresa”.

“El bolero es la vida misma. Donde no hay un bolero no hay nada, destrona todas las músicas, todas las letras. Todo el mundo tiene algo que ver con un bolero; tiene su tragedia, su romance, tú sabes: tiene que ver con todo”.

Su guitarrista acompañante de entonces, Felipe Valdés Agil nos comenta que ella sí ha compuesto varias canciones, aunque ahora mismo acaba de negármelo. Y Elena tercia:

–Hay muy buenos compositores, para qué voy a incursionar en ese campo… ¿mis canciones? Una vez que están rotas las que he escrito, ya no existen ¿verdad?

Las confesiones fueron desgranándose poco a poco. Era la hora de hacer de las suyas. Y suelta aquello, sin más, mirándome a los ojos.

–¿Sabes lo que en realidad hubiese querido?... Pues casarme nueve veces a la vez.

–Lo digo en serio, remarca ante mi perplejidad, como si estuviese por comenzar una de esas canciones que solo ella sabía poner en su lugar. Y me desarma…

“Soy “malísima”, una “maldita”: A veces, nostálgica, pero busco no pensar demasiado, me gusta hacer bromas. Hay que tener alegrías para brindarle a los demás”.

Elena Burke nunca le perdió el respeto al escenario:

“Le tengo miedo a esa primera salida, lo mismo en Cuba que en el extranjero; ya cuando llevo tres o cuatro canciones, entonces, aguántense, no hay quien me pare. Yo me entrego completamente, y cuando estoy frente al público, estoy en otro mundo, fuera de todo”.

Ni siquiera ella pudo escapar:

“Recuerdo una vez en el Teatro Nacional, tenía frente a mí a Marta Valdés, iba a cantar su tema Palabras, que he hecho tanto… pues no me acordé y le dije: bueno, lo siento, se me olvidó. Al otro día, la canté perfectamente. Ya ves, parece que me quedé impresionada, ningún tiempo es suficiente para acostumbrarte”.

Al final, olvidé sus dolores, y la estreché de nuevo:

–Perdón. Y a modo de disculpa, súbitamente, le devolví su beso. Aquel beso.

Mientras marchaba, sus últimas palabras, iban cayendo sobre mí:

“La lealtad es importante, la amistad es importante, aunque amigos verdaderos es algo muy difícil y cuando se consigue uno es como un tesoro; pero sólo la vida es imprescindible.

“Lo fundamental para mí es cantar, siempre cantar, no dejar de cantar por nada”. NOTAS:

NOTA (Las declaraciones de Elena tomadas a partir de una entrevista realizada por el autor a la artista en 1996, y publicadas sólo parcialmente en el periódico Sierra Maestra (Santiago de Cuba), el 22 de julio de 1996, bajo el título No dejar de cantar por nada; y la revista Ámbito N. 105 (Holguín). Septiembre- Octubre 1996 bajo el título Sólo la vida es imprescindible. Ambas, publicaciones cubanas e impresas.

4 comentarios:

Animal de Fondo dijo...

Precioso el artículo, a veces esos detalles que solamente uno sabe se quedan grabados en el corazón. ¡Gracias por compartirlo con nosotros!

A Cuban In London dijo...

Pues conocí a Elena cuando pinchaba en el antiguo CENDA (Centro Nacional del Derecho de Autor) con la vieja mía. Como no podía ir al campo por problemas de salud me tenía que quedarme en la Habana mordiendo el cordobán en el trabajo de la pura. Allí conocí a los grandes de la música cubana, de los cuales hasta el viejo mío es uno. A la Señora Sentimiento la recuerdo como una persona sencilla, afable y con mucha picardía. Siempre se estaba metiendo conmigo (yo tenía los doce cumplidos y estaba en séptimo grado) y junto con Pacho Alonso(cuando él iba a cobrar sus derechos de autor) siempre estaban chivando y sacándole fiesta a todo el mundo en el trabajo.

Por motivos generacionales me alejé de la música tradicional cubana por varios años. Como todo adolescente en la Cuba de los 80 me gustaba el rock y el pop hasta que el 89 cuando fui al Festival de Jazz de la Habana por primera vez. Desde ese momento empezó una labor dentro de mi de redescubrimiento de la música cubana que incluyó un gran concierto en el teatro Karl Marx en los 90 con una muchacha que era mi novia en aquel entonces y donde ambos vimos a la Señora Sentimiento devorar a la audiencia como solamente ella podía hacerlo.

Gracias por el artículo.

Saludos desde Londres.

Bárbara Calderón Romero dijo...

Qué bello artículo!!!
Buscaré su música.
Cariños de
Andariega

JOSEFGONZ dijo...

RECUERDO A ELENA BURKE DESCARGANDO EN EL CENTRO DE LA PISTA DEL CABARET CARIBE EN CAMAGUEY. ERAN LOS ANOS 70...
SUS NOTAS CAIAN SOBRE NOSOROS COMO GOTAS DE LLUVIA, A VECES, OTRAS COMO UNA BRISA FRESCA Y LAS MAS COMO UN HURACAN!!!
QUE VOZ, UE GESTOS, QUE INTERPRETACION!!!!
AñOS DESPUES LA VIDA ME PUSO EN CIENFUEGOS, Y LA VOLVI A VER EN EL CABARET GUANAROCA DEL HOTEL JAGUA. YA LOS 80 IBAN A LA MITAD. SE RUMORABA UE YA LA ENFERMEDAD LA RONDABA, PERO E LAS ESTRELLAS SIEMPRE SE HA MURMURADO.
SIGUIO EL TIEMPO CORRIENDO Y A PRINCIPIOS DEL NUEVO SIGLO, VIVIENDO YA FUERA D E CUBA SUPE QUE SE PRESENTABA CON CIERTA REGULARIDAD EN "EL GATO TUERTO"
UNA DE ESAS NOCHES ME LLEVE A MI HIJA, YA UNA ADOLESCENTE, A VER A ESA GLORIA D E CUBA ANTES DE QUE SE NOS FUERA FISICAMENTE.
GRACIAS A DIOS QUE LO HICE PUES UNOS MESES D ESPUES SE NOS IBA.
NUNCA OLVIDARE SU " ESTOY AQUI DE PIE" DESDE LA SILLA DE RUEDAS DONDE ESTABA. CON LA MISMA VOZ, EL MISMO SENTIMIENTO Y LA MISMA PROFUNDIDAD QUE LA ESCUCHE CUANDO AUN ERA UN JOVENCITO DE VEINTI TANTOS.
GRACIAS POR POSTEAR ESTE ARTICULO