miércoles, 1 de octubre de 2008

Aprender a envejecer: MI CÍRCULO DE ABUELOS (I)


(A sus 75 años, esta maestra jubilada del poblado de Boniato en Santiago de Cuba, quiere compartir las nuevas razones para vivir que encontró en su Círculo de Abuelos. LA ISLA y LA ESPINA se honra al recibirla. De izquierda a derecha, Zenaida, Caridad Pineda y Nelsa. Sentada cerca del cake o torta, la también maestra, Caridad Bestard)

CARIDAD PINEDA ANGLADA

Cuando comenzó en mi barrio el Círculo de Abuelos, yo fui de las primeras en asistir. Ese día me sentí bien. Nos preguntaron qué nombre debíamos ponerle, todos callaron… Yo rápidamente dije: ─Profesor, me gustaría José Martí, un nombre que para mí es de los más grandes y hermosos… pero el profesor me contestó que ya había unos cuantos círculos que llevaban ese nombre.

Yo volví a pensar y dije: “Frank País” (maestro como Martí, y amante del Apóstol). Entonces él dijo: ese puede ser, y se quedó con ese histórico y bello nombre: Frank Isaac País García.

Comenzamos los ejercicios con muchos deseos, también empezamos a conocernos mejor, ya que casi todos vivimos cerca. Las clases se imparten lunes, miércoles y viernes; pero como el profesor podía faltar algunas veces por su preparación metodológica, o por otro motivo, pidieron una activista.

Pensaron poner una joven que no era de nuestro círculo y no estuvimos muy de acuerdo, porque creíamos que cualquier abuelo de los que nos encontrábamos allí podía hacerlo. Entonces, empezamos a observar como cada uno trabajaba al pasar de los días, y una compañera me propuso que fuera yo, cosa que tardé en aceptar, porque quería hacerlo bien y no defraudar a mis compañeras.

Ejercitábamos, jugábamos, nos reíamos mucho; disfrutábamos del placer de estar juntas, de sentirnos rejuvenecidas como cuando eramos niñas, niños. Llevábamos una meriendita para todos y nos sentíamos muy estimulados.

Casi siempre escribo como si todas fueramos mujeres, porque solamente teníamos a dos compañeros: uno con problemas en un brazo y una pierna, el cual se atendía con cierta individualidad, y el otro faltaba mucho porque también estaba enfermo.

Sin embargo… mi alegría duró poco porque comencé a sentirme sin fuerza en las mañanas. Hacía poco había debutado como diabética, me comenzó una arritmia cardíaca muy fuerte y empecé a dejar de asistir al círculo… pensé que nunca más volvería.

Como sabemos, o como creo, el tiempo subsana o empeora las cosas. Yo tuve mucha suerte, fui mejorando poco a poco, y hoy en día me encuentro de nuevo en mi círculo de abuelos, pero en este caso nada más que somos hasta ahora del sexo femenino. Tenemos el mismo profesor, joven, pero muy asequible a nuestras dificultades, y me estoy sintiendo más feliz que la primera vez que comencé a realizar los ejercicios. Ya todos los compañeros trabajamos mejor y hacemos algunas cosas nuevas, continuamos riendo, adquiriendo salud.

Ya conocen los antecedentes del Círculo de Abuelos “Frank País”, mas para ahondar mejor en lo que escribo, les contaré la próxima vez algo sobre las abuelas que la integran.

Quiero despedirme por el momento con un pensamiento martiano que será el saludo o la bienvenida para quienes nos visiten: “Aprender a envejecer es la obra de la sabiduría”.



(Las integrantes del Círculo de Abuelos “Frank País” en el poblado de Boniato, en las afueras de Santiago de Cuba, con su profesor al frente. Una iniciativa comunitaria cubana para ganar calidad de vida al paso inexorable de los años)

1 comentario:

ERNESTO FERNÁNDEZ dijo...

A ver si te gusta ésto:

http://ernestosport.blogspot.com/2008/10/visitando-la-vejez.html