viernes, 19 de febrero de 2010

Mírese bien: ¿Usted es un CRONOPIO o un FAMA?




Reinaldo Cedeño Pineda
escribanode@gmail.com

No le permitiré a nadie que me diga que soy entretenido, olvidadizo, descuidado (sólo porque dejo la llave, las gafas, los libretos, la gorra, la grabadora… en cualquier sitio); que formo líos dondequiera que voy ( y he decidido no ir más a los correos); que nunca me acuerdo como me visto o que como; que mi cuarto es un desastre; que mi insomnio, enfermizo; que mis recuerdos andan sueltos, que voy sin equipaje; que mis gustos son raros, que siempre estoy por las nubes….

¿Un libro puede describirte incluso antes de que hayas nacido?

Tengo una sensación rara. Una revelación tal vez. Me lo he leído una y otra vez, con obsesión.

Mi amiga Tamara Tong me ha puesto en la mano un libro increíble: Julio Cortázar: Cuentos, colección de Casa de Las Américas. Especialmente su Historia de cronopios y de famas.

Imagino que mi colega digital José Bousoño que mantiene su blog Café Cronopio, tal vez quede asombrado o me dirá que debía habérmelo leído hace mucho…. pero lo he descubierto justo ahora.

No sigo. Le dejo aquellas partes que me han impresionado, que me han puesto al descubierto.

Es que soy un cronopio.

HISTORIAS DE CRONOPIOS y DE FAMAS

(Selección)

Julio Cortázar

La conservación de los recuerdos

Los famas para conservar sus recuerdos proceden a embalsamarlos en la siguiente forma: Luego de fijado el recuerdo con pelos y señales, lo envuelven de pies a cabeza en una sábana negra y lo colocan parado contra la pared de la sala, con un cartelito que dice: "Excursión a Quilmes", o: "Frank Sinatra".

Los cronopios, en cambio, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio y cuando pasa corriendo uno, lo acarician con suavidad y le dicen: "No vayas a lastimarte", y también: "Cuidado con los escalones." Es por eso que las casas de los famas son ordenadas y silenciosas, mientras en las de los cronopios hay una gran bulla y puertas que golpean. Los vecinos se quejan siempre de los cronopios, y los famas mueven la cabeza comprensivamente y van a ver si las etiquetas están todas en su sitio.

Viajes

Cuando los famas salen de viaje, sus costumbres al pernoctar en una ciudad son las siguientes: Un fama va al hotel y averigua cautelosamente los precios, la calidad de las sábanas y el color de las alfombras. El segundo se traslada a la comisaría y labra un acta declarando los muebles e inmuebles de los tres, así como el inventario del contenido de sus valijas. El tercer fama va al hospital y copia las listas de los médicos de guardia y sus especialidades.
Terminadas estas diligencias, los viajeros se reunen en la plaza mayor de la ciudad, se comunican sus observaciones, y entran en el café a beber un aperitivo. Pero antes se toman de las manos y danzan en ronda. Esta danza recibe el nombre de "Alegría de los famas".

Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: "La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad". Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios.

Las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y son como las estatuas que hay que ir a verlas porque ellas ni se molestan.

Historia

Un cronopio pequeñito buscaba la llave de la puerta de la calle en la mesa de luz, la mesa de luz en en dormitorio, el dormitorio en la casa, la casa en la calle. Aquí se detenía el cronopio, pues para salir a la calle precisaba la llave de la puerta.

El canto de los Cronopios

Cuando los cronopios cantan sus canciones preferidas, se entusiasman de tal manera que con frecuencia se dejan atropellar por camiones y ciclistas, se caen por la ventana, y pierden lo que llevaban en los bolsillos y hasta la cuenta de los días.
Cuando un cronopio canta, las esperanzas y los famas acuden a escucharlo aunque no comprenden mucho su arrebato y en general se muestran algo escandalizados. En medio del corro el cronopio levanta sus bracitos como si sostuviera el sol, como si el cielo fuera una bandeja y el sol la cabeza del Bautista, de modo que la canción del cronopio es Salomé desnuda danzando para los famas y las esperanzas que están ahí boquiabiertos y preguntándose si el señor cura, si las conveniencias. Pero como en el fondo son buenos (los famas son buenos y las esperanzas bobas), acaban aplaudiendo al cronopio, que se recobra sobresaltado, mira en torno y se pone también a aplaudir, pobrecito.

Pegue la estampilla en el ángulo superior derecho del sobre

Un fama y un cronopio son muy amigos y van juntos al correo a despachar unas cartas a sus esposas que viajan por Noruega gracias a la diligencia de Thos. Cook & Son. El fama pega sus estampillas con prolijidad, dándoles golpecitos para que se fijen bien, pero el cronopio lanza un grito terrible sobresaltando a los empleados, y con inmensa cólera declara que las imágenes de los sellos son repugnantes de mal gusto y que jamás podrán obligarlo a prostituir sus cartas de amor conyugal con semejantes tristezas. El fama se siente muy incómodo porque ya ha pegado sus estampillas, pero como es muy amigo del cronopio, quisiera solidarizarse y aventura que en efecto la vista de la estampilla de veinte centavos es más bien vulgar y repetida, pero que la de un peso tiene un color borra de vino sentador. Nada de esto calma al cronopio, que agita su carta y apostrofa a los empleados que lo contemplan estupefactos. Acude el jefe de correos, y apenas veinte segundos más tarde el cronopio está en la calle, con la carta en la mano y una gran pesadumbre. El fama, que furtivamente ha puesto la suya en el buzón, acude a consolarlo y le dice: -Por suerte nuestras esposas viajan juntas, y en mi carta anuncié que estabas bien, de modo que tu señora se enterará por la mía.

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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Jorge Bousoño dijo...

No os preocupeis Cedeño que los refranes siempre nos amparan (más vale tarde que nunca).

Y otro Reynaldo (García Blanco), santiaguero además, fue quien me bautizó así y me llevó a la búsqueda. Como también quedé impresionado y ponía anillo en el dedo a mis inquietudes personales, así surje CAFE CRONOPIO el 24 de octubre de 2007, que comienza, a modo de introducción, con un extracto de "Historias de Cronopios y de Famas", precisamente (viajes) http://cafecronopio.blogspot.com/2007/10/historias-de-cronopios-y-de-famas.html

Slds, Siempre,

Jorge Bousoño
Poeta
La Habana, Cuba.
[ElDuende] de AlasCUBA
http://alascuba.blogspot.com/