FOTO. Reinaldo Cedeño P.)
¿Quién se atreve a ignorar la majestuosidad del Capitolio de La Habana?. Antes de admirarle, un poco de historia.
Capitolium era el nombre de una de las Siete Colinas de Roma, donde radicó el centro religioso y político del Imperio. Con el tiempo, ese apelativo se utilizó como sinónimo de edificio que alberga el poder de un país.
El Capitolio de La Habana se ubica en el Paseo del Prado, en lo que otrora fuese un basurero, luego Jardín Botánico y estación de ferrocarril de Villanueva. El costo de la obra retardó su ejecución y su estructura resultó modificada varias veces.
En realidad, la idea de la construcción de un palacio de gobierno sobrevino desde 1910, en el período de José Miguel Gómez, y pasó por diferentes proyectos, transformaciones y suspensiones durante los sucesivos períodos de Mario García Menocal y Alfredo Zayas (quien consideró que era demasiado costosa)… hasta que asumió Gerardo Machado y se reiniciaron definitivamente los trabajos en abril de 1926.
La dirección corrió a cargo de especialistas cubanos, aunque la construcción la realizó la casa norteamericana Purdy and Henderson Co. Así, la compañía designó a los nacionales: el arquitecto Enrique Merry y el ingeniero José Sabí Contreras.
El director técnico, por parte del Gobierno, resultó el arquitecto Eugenio Raynieri y el proyectista Luis Betancourt. Por su parte, las firmas Frateli Remuzi y Grasyma, de Italia y Alemania, corrieron a cargo de los trabajos en mármoles.
El Capitolio fue inaugurado solemnemente el 26 de mayo de 1929, tres años después de haberse reiniciado, afirma el Licenciado Juan de las Cuevas Toraya en su documentado 500 años de construcciones en Cuba.
La época era terrible, bajo el desgobierno de Machado, y la voz del historiador Emilio Roig de Leuchsenring se dejó sentir:
“El costo de este palacio de palacios, erigido en un país de atraco, de miseria, de analfabetismo... constituyó un alarde exagerado de suntuosidad y un derroche insensato”.
Entre las principales atracciones del Capitolio figura su pórtico central, soportado por diecisiete columnas jónicas y la enorme escalinata de acceso, ambas de granito.
La cúpula central es de estilo renacentista y recuerda la de la Basílica de San Pedro, en Roma.
En medio del salón, destaca la Estatua de la República, escultura de bronce, laminado en oro: obra del artista Ángelo Zanelli (1879-1942), mide diecisiete metros y es una de las esculturas bajo techo más grandes de la Tierra. También son suyas las enormes estatuas exteriores.
En los salones de esta gigantesca construcción sesionó la Asamblea Constituyente que promulgó la histórica Constitución de 1940.
Desde 1962 pasó a ser la sede de la Academia de Ciencias de Cuba y el CITMA… esta última, sigla del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
Acorde con los nuevos tiempos, sus instalaciones acogen exposiciones, actos solemnes y actividades diversas. El Capitolio de La Habana, es admirado por residentes y visitantes como una joya de la arquitectura de América. Las he tomado con emoción.
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