escribanode@gmail.com
No hay camino como la vuelta a la niñez. Cuando vuelvo a la casa de la abuela, siento el olor a tierra, el golpear sobre el techo de zinc, el murmullo, la mano que me roza y me adormece. Y ya no tengo que correr del mundo…
Ahora, gracias a la dama de la yagruma, gané otro techo donde cobijarme:
Mi casa es inmensa
porque hay una llama
de amor tan ardiente
que nunca se apaga.
En algún lugar tengo guardado aquel cuento “Se nos ha volcado el mundo”, puesto en las páginas de un libro como la hoja de un árbol. Lo leí varias veces, repasé sus palabras, sentí que la niña me interrogaba: ¿por qué le iba a faltar pronto un abrazo? Un abrazo vale más que un discurso.
Ya había visto a su autora (archiganadora de los Talleres Literarios), pero sólo entonces empecé a conocerla.
Después, su casa y su poesía; después sus vinos se cruzaron en mi camino. Asistí a sus rimas, me confió manuscritos, escuché el verso recién nacido de su voz, puse una coma acaso, aunque sólo fuese en espíritu.
A esta señora de la Casa de Caracol, de los pendientes rojos, de los besos del mar; le traigo hoy, una palabra que quiere ser cocuyo, para prender la luz allí donde todo se agolpa.
Este libro ha tenido sus avatares y sus suertes. Todo el que mira la luna y cree ver una naranja, padece. Todo el que mira la luna y cree ver una naranja, se cubre con sábanas de plata.
Este libro recorre el soneto, la décima, la cuarteta, el verso libre. No hay trabajo menor. Dialoga y explica, apunta a la ternura como una campanilla y un alelí, navega, medita, vuela. Y con Martí, nos busca en el monte amparo.
Será porque sus manos no se cansaron de aliviar dolores, será que sus primeros años fueron una fiesta de asombros, que viene de un rincón escondido, será que ha sido tocada… pero Ana Belquis Luna Beatón (Cambute, El Cobre, 1932) posee una voz humana, una voz creíble, que inscribe una limpieza sin alardes en las letras infantiles.
Naranja plateada está dedicada a su nieta Amanda, a niños reales y a niños soñados, seguramente a ella misma, siempre niña. Una mujer que crea no tiene edad.
Ediciones Santiago tiene hoy un sábado entrañable para quien ha sido mencionada una y otra vez, en el concurso La Edad de Oro. Yo le traigo como premio, cosas efímeras, como la pompa de jabón o el espejo de agua; cosas sencillas como la palabra, como la amistad.
Ojalá mi voz te alcance.
(Presentación del libro Naranja plateada, Ediciones Santiago 2010 / Editor Reynier Rodríguez Pérez/ Librería Ateneo Amado Ramón Sánchez, Santiago de Cuba, 14 de agosto 2010)