sábado, 19 de abril de 2008

ESCRITURAS DEL LÍMITE: El libro primigenio de Ileana Rosabal

(La autora de Escrituras del Límite, Ileana Rosabal, y el presentador del volumen, Reinaldo Cedeño. En el tradicional Sábado del Libro de librería Amado Ramón Sánchez, siempre a las 11.00 a.m. en punto)

REINALDO CEDEÑO PINEDA

Algo de asombro virginal y de resumen suele tener siempre un primer libro. Presentar un texto primigenio, es pues, asistir a un develamiento, tocar un artilugio raro expuesto a la luz, armado pieza a pieza, unido con argamasa de lágrimas y barro, con esa sensación de amasar la arcilla, húmeda, tierra ella misma, materia inacabada, que de ella venimos y a ella vamos.

Escrituras del límite (Ediciones Santiago, 2007) de Ileana Rosabal no anda exento de esas junturas misteriosas y de esos intentos; pero no se trata de un libro de tanteos, sino de uno de revelaciones; no de un libro de esbozos, sino un libro anunciador; no un libro de trazos, sino ciertamente, uno de tesis.

Hay que decirlo, para los que hemos seguido las reseñas o críticas publicadas por la autora en fechas precedentes, es la reafirmación de un laboreo seguro; pero habrá que agregarle a esa consideración, esta otra materia lírica ya intuida y que ahora nos llega cristalizada: el tono ríspido, cuasi lacerante, seco como portazo; o acaso, la luminosidad urgente y encendida de un relámpago.

Escrituras del límite lo advierte desde el principio: “Una línea blanca puede ser suficiente / y traidora / nombrar tal vez sea mentir”. Y cierra el círculo, o mejor va en espiral hacia ella misma, hacia el punto de origen, hacia la matriz: “En la escritura del límite no tienes otra región / que estremecer como no sea tu cuerpo / lo has dicho todo y no te alcanza”.

Ileana Rosabal es un velamen desplegándose en las páginas de este, su libro; un velamen en fuga, un velamen soñado antes del espanto y “selva, albatros, niña sola”, un “velamen del sur”.

Sé que me arriesgaré si pongo un pie, un juicio alrededor del discurso poético femenino. Y mayor será si pretendo reconcentrar en unas líneas, cascadas y remansos, luisas y juanas, gertrudis y carildas; mas sabido es que dos hemisferios se encontraron sólo cuando los osados confiaron en sus velas, la osadía es la única manera de ser que vale la vida, y en eso me envuelvo.

Así, si por femenino entendemos el “nelumbio casto”, la rosada protesta de efluvios decimonónicos, o el descarnado Eros postmoderno, el desborde; en Escrituras del límite, la "poesía femenina" no mostrará sus pétalos a primera vista.

Lo femenino se halla en los renunciamientos y las asunciones, en ese hurgar de raíces, de escarbar de semilla con la fijeza del ojo femenino, en el guiño Pizarnik de rabia honda; y sobre todo en el ardor y el grito, el grito sostenido y catártico, el grito está aún cuando no se grita.

¿Dónde están los límites, dónde las escrituras? ¿En qué lugar se levantan los muros? ¿De qué oculto río nacen las eternidades? ¿En qué tierra ignota están los druidas con sus “luna inconexas”? ¿Por qué “Te aferras a lemas extraños”? ¿Con que aguja tejes la “tarde larguísima”, Helena de Esparta? ¿Cuándo se podrá hacer la ceremonia olímpica al amor?, ¿Cuándo se posarán “las hormigas y el asceta /Oh Kali hermosa Kali”?

Tantas son las preguntas y los símbolos, que casi estoy tentado a hacer mi propio verso dadaísta (si no supiera que este afán ha de quedarse en la metáfora, no se extravíen los caminos) mirando estos versos de basalto, de lava solidificada, de dolorosas; de callados estruendos y de palabras, siempre las palabras, descreídas, vacuas, terribles.

Al modo de decir martiano: los versos de Ileana, "son como son".

Después de asomarme a las páginas de este libro, sin embargo, duelen más los grises, estas cubiertas que es hora ya de maldecir, estos diseños pobres, aunque vengan excusados por su propósito democrático y ennoblecedor; para que acaso, expuestos una y otra vez al látigo de la crítica −y sin espurias reticencias−, se cierren puertas a la improvisación, y hallen algún camino, algún resquicio hacia un milagro que les salve para hoy; y sobre todo, para después.

Agradezco a la poeta y profesora Ileana Rosabal, nacida un día de 1970 a la vera del Cauto, el privilegio de haber unido mi nombre de alguna manera a Escrituras del límite. Sólo una cosa más se me queda flotando, como una cuerda de violín quebrada, como una fruta aburrida, como una lección. Y lo hago con sus propias palabras:

¿qué dolor insuperable me espera
en la esquina del lapso?

¿qué nombre pongo a la dentellada?

Qué nombre pongo, Ileana.

(Librería Ateneo, Sábado del Libro, Santiago de Cuba, 19 de abril de 2008).





FRUTA ABURRIDA

Ileana Rosabal

¿Cómo dibuja el capricho
las escamas del pez?

¿Cómo explicar los sentidos y puentes
que abres a mi paso?

Esperamos por nosotros
cada quien en su rincón espera
no más que el camino a su centro.

Me sirve que estés lejos
la piel mohosa del reno para alumbrarme
la espera
la espera que se ha detenido
por nueve caminos.

Pienso en las esquinas del miedo y lo desabrigo
sueño con tus manos más firmes que el miedo
con tu voz que se adentra y construye ciudades
vitales
que la costumbre mañana negaría.

Me sirve que estés detrás de una puerta del tiempo
que no puedo abrir que la voluntad se marche
se esconde ella misma
mientras los otros se exhiben y yo te llamo
que la ciudad sea la misma fruta aburrida
mientras te llamo.

Sé que estás lejos que existe el miedo
todo tiene incluso sus propios sentidos
puertas que han de abrirse
o clausurarse para siempre
caminos que llevan a un silencio
que no puedo abrir
caminos que sabemos otro camino.

¿Cómo decir que abres puentes y sentidos
muros silencios y miedo en mi ciudad?

¿Cómo decir que desde lejos
construyes mi vida?

Ileana Rosabal Pérez (Palma Soriano, Santiago de Cuba, 1970) Graduada de Filología de la Universidad de Oriente de la cual es profesora. Gran Premio de Poesía Palma Real 2002. Primera mención en Juegos Florales de Santiago de Cuba, 2003. Artículos y poemas suyos han aparecido en varias publicaciones de Cuba e Italia.

1 comentario:

Pachande dijo...

Asia es muy interesante como region pero falta la cultura y anuque existen algunas cosas nunca es igual a algo que tenga que ver con nuestros origenes o con la realidad cubana o latinoamericana. Exitos a la escritora y gracias a ti por compartir el evento.
Pachande