♣ (Palabras de despedida en las honras fúnebres del
realizador audiovisual, locutor y profesor Ado Sanz Milá. Pronunciadas en la
Casa de la
Cultura Josué País García de Santiago de
Cuba, Sábado 18 de abril de 2015.)
Reinaldo Cedeño Pineda
Lo veía ir y venir. Surcar sus calles en dos
ruedas. El saludo veloz. De la radio a las pantallas. De las pantallas a la
radio. Emisora CMKC. Revista Santiago. Buenos días. Una gala, un curso, un
círculo de interés. Siempre había algo que le reclamaba, que le esperaba.
No sé
de qué estabas hecho, de dónde te sacaron, muchacho; pero la tuya era una
pasión irrefrenable.
Con el
filo de las letras y la música; con el filo de los silencios, trazóSandrita,
la niña con alas, la historia de
quien vino al mundo sin brazos. Él los dibujó en el aire y se los devolvió.
Siempre hacía el mismo sortilegio. Dicen que la radio se esfuma, que se
va; pero su voz está sonando en la
memoria, todavía.
Desde
muy niño, desde el mítico círculo de Nilda G. Alemán, hizo de los estudios, su
atalaya. El micrófono nacía en su pecho. Nos acostumbramos a verle ganar en
cuanto concurso participaba. Ora como guionista, ora como director, o locutor.
Lo que hiciera. Siempre con la ciudad a cuestas, siempre con su gente. Cada
premio suyo —que era decir cada premio
nuestro—, era la oportunidad de darle un abrazo a este artista irrepetible.
Después de verle prendido a la máquina de escribir, a la computadora.
Después de verle conversar con famosos o
desconocidos. Después de escuchar La ventanaoSupershowoTridimensional o aquel especialYesterday,
la balada del siglo. Después de tantos y
tantos programas, ya nadie se acordaba del ingeniero Ado Sanz Milá. Su capacidad y estilo de comunicación, lo
había arrasado todo.
La
vida le regaló páginas intensas. Otras, tuvo que arrancárselas. Sé lo que digo.
Una vez acudí a él pidiéndole ayuda para algo muy caro a mis afectos. La
emoción me traicionó. Con tantos he compartido risas, pero con él compartí
lágrimas.
Ado
Sanz era un ser humano entero.
Te
vimos sonriente en la pantalla, tantas veces. Te vimos demudado cuando
anunciaste por la televisión al país, la huella inmisericorde del huracán
Sandy. La ciudad tenía tu rostro. Y tu espíritu generoso, infatigable.
Pudo
caminar sobre las aguas, pudo volar; pero escogió seguir subiendo y bajando por
estas calles empinadas. Santiago fue su lugar en el universo. Aquí creó una
familia hermosa, aquí conquistó un pueblo. Y nunca desmayó. Nunca escatimó.
Nunca le faltaron palabras.
Santiago llora, Santiago está llorando; pero no estamos en este sitio
para despedirte. No será yo quien lo haga. Tal vez hasta decida gastarte una
broma con tu pelo, sabes que ese era tu punto flaco.
Te
damos la bienvenida a la historia de la radio y de la cultura cubana. Te damos
la bienvenida a tu ciudad. Ahora, eres parte de sus montañas. De sus soles y
sus sombras. Ahora estás en el aire y por debajo del asfalto. En el latido de
cada santiaguero.
Ado Sanz Milá. Gracias, amigo. Gracias,
príncipe de las palabras. Gracias por tu sonrisa de niño eterno. Gracias por
cada día y por cada minuto que nos hiciste soñar.//
(Sus compañeros y amigos le hacen guardia de honor.
Las últimas palabras del artista publicadas en Facebook junto a su foto,
encabezaban el homenaje)
(Espontáneamente, el pueblo le aplaudió a
la salida del féretro, con vítores de “Ado, Ado, Ado”. Vean la calle
Heredia, frente
a la casa de la Cultura
Josué País. Un extraño silencio se sintió al marcharse
el cortejo fúnebre del centro de la ciudad. Un mar de pueblo se sumaba
en cada esquina y le acompañó hasta el cementerio de Santa Ifigenia.
El solista Aquiles Jorge tocó un fragmento
del Concierto
de Aranjuez y Grisel Gómez, con voz entrecortada, cantó Gracias a la
vida).
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VIDEO. Santiagueros
y santiagueras despiden con emoción a Ado Sanz Milá. MARCAR:
Lo veía ir y venir. Surcar la ciudad en dos
ruedas. El saludo veloz. De la radio a las pantallas. De la pantalla a la
radio. Emisora CMKC, Revista Santiago, un pase a la Revista de la Mañana. Y todavía más: una
gala, un curso, un círculo de interés. No sé de qué estaba hecho, de dónde lo
sacaron; pero la suya era una pasión irrefrenable.
No
olvidaré un instante en el mítico Cornito, en la tierra de El Cucalambé.
Rodeado de amigos que no están. Con el filo de las palabras y la música; con el
filo de los silencios, trazó Sandrita, la niña con alas, la historia de quien
vino al mundo sin brazos. Él los puso. Dicen que la radio se escapa; pero pudiera dibujar aquel documental ahora
mismo. Pudiera darle tantos nombres.
Acudí a él cuando propuse a la radio
santiaguera, un pequeño programa:Cuerdas de
mujer. Su breve tiempo, nada tuvo que ver
con nosotros. Adoarropó mi idea con las suyas, sintonizó su espíritu. Guardo
esas grabaciones, como se guardan las cosas queridas, junto a su respeto.
Cuando
en 2011, en el parque Céspedes, en el pecho mismo de la ciudad, recibí el
Premio Cubadisco por las notas discográficas del álbumVeneración, Ado anunció aquel galardón. Nunca hubiera sido igual,
sin su voz, sin su abrazo.
Hizo de los estudios, su atalaya. Nos acostumbramos a
verle ganar en cuanto festival participara. Ora
como guionista, ora como director, o locutor. O lo que fuera. El premio era de Ado. Y
lo sentíamos nuestro.
Después de verle prendido a la máquina de escribir, a la computadora;
después de verle conversar con famosos o
desconocidos; después deescuchar La Ventana o Supershow o Tridimensional, o aquel especial suyo: Yesterday, la balada del siglo; nadie se acordaba del ingeniero Ado Sanz
Milá. El comunicador lo había arrasado.
La
vida le regaló páginas intensas. Otras, tuvo que arrancarlas. Su handicap era
el pelo, ya ausente. Cuando querían subirle la parada, ya sabían el camino.
Le vi
sonriente junto a su otra mitad en la pantalla, Leticia Rodríguez. Tantas
veces. Le vi demudado cuando anunció al país por la televisión, la huella
inmisericorde del huracán Sandy.
La ciudad tenía su rostro.
Pudo
caminar sobre las aguas, pudo volar; pero siguió subiendo y bajando las calles
empinadas de su ciudad. Nunca desmayó. Nunca le faltaron palabras.
Santiago lo llora.
(Un instante en el Palacio de las Convenciones
en La Habana,
2014. VIII Congreso de la
UNEAC. Detrás: Ado Sanz en el extremo izquierdo, y Reinaldo Cedeño.
Se incorpora, Tania Fernández, al frente de la Dirección Provincial
de Cultura en Santiago de Cuba. Sentadas, las artistas plásticas, Gretel Arrate
y Martha Mosquera)
VER COMENTARIOS, REPERCUSION Y NOTICIA en
♣ ADO SANZ: ADIÓS AL PRÍNCIPE DE LAS PALABRAS. Texto de despedida del duelo
Me acaban de dar la terrible noticia: Ado Sanz
Milá, pluripremiado locutor, guionista y profesor de la radio y la TV en Santiago de Cuba falleció
hace unas horas en esta ciudad a los 49 años.
Según informaciones que he recibido, fue presumiblemente víctima de un infarto cardíaco.
Trabajé más de una vez con él y me dio muestras de un probado profesionalismo y creatividad
Lo escribo y no lo creo. Estoy consternado.
Al centro, Ado Sanz. durante la gala de premiación de Cuba disco 2011 en el Parque Céspedes de Santiago de Cuba
(Un instante en el Palacio de las Convenciones
en La Habana,
2014. VIII Congreso de la
UNEAC. Detrás: Ado Sanz en el extremo izquierdo, y Reinaldo Cedeño.
Se incorpora, Tania Fernández, al frente de la Dirección Provincial
de Cultura en Santiago de Cuba. Sentadas, las artistas plásticas, Gretel Arrate
y Martha Mosquera)
♣ ADO SANZ: ADIÓS AL PRÍNCIPE DE LAS
PALABRAS. Texto de despedida del duelo
“En 1955 decidí viajar a Nueva
York (…) y a pesar de los pronósticos pesimistas sobre el jazz que había leído
(…) me encontré con un panorama muy floreciente: el club Birdland estaba en
pleno apogeo (…), y en los alrededores de la calle 52 y Broadway se había
inaugurado el Basin Street y seguía en el Palladium y el Hickory House, sin
contar con los clubs de jazz de Harlem y Greenwich Village. Regresé a La Habana pensando en la necesidad
de tener un club dedicado exclusivamente al jazz, pero el intento que hicimos
con el Cabaret Las Vegas fracasó. Después de un tiempo con la orquesta Cubamar
y un grupo más pequeño (…) trabajé unos meses con la banda de Benny Moré en
1956 (…) a fines de año, el propio Benny había disuelto la banda y (…) me vi
enrolado en la orquesta del venezolano Aldemaro Romero para trabajar un mes en
Maracaibo (…) a mi regreso a La
Habana, me encontré hastiado de las grandes bandas;
necesitaba tocar jazz, y en grupos pequeños”
“En 1958 yo había hecho otro viaje a Nueva
York, y a mi regreso me encontré con un nuevo fanático de jazz, el diseñador
francés Jacques Brouté, quien había formado parte de un club de jazz en París y
otro en Roma (…) Una tarde celebramos un jam
session en el Club 21 (…) para que escucharan el proyecto de Jacques para
organizar un club de jazz (…) al día siguiente hicimos una reunión en mi casa
(…) el primer paso fue inscribir el club cubano de jazz como “sociedad de
recreo” (1) Iniciado en el St. Michel y conformado en el Havana 1900, El Club
Cubano de Jazz, se mantuvo durante tres años, a público lleno.
Perdóneseme una cita tan extensa, más la creí
necesaria para dejar establecido que cuando hablamos de Leonardo Acosta, no estamos
solo ante un investigador, un periodista y crítico musical, un escritor y un
musicólogo—no por casualidad, Premio Nacional de
Literatura 2006 y de Música en 2014—, sino que se trata además de un testigo
excepcional, de un narrador que cuenta hechos de los cuales ha sido tantas
veces protagonista. Esa multilateralidad le otorga al libro, una solidez excepcional.
Acosta comienza con los primeros contactos
entre la música cubana y el jazz, “la esencial africanía de la música popular
cubana”(2), los préstamos recíprocos y las interinfluencias entre una y otra
forma, incluidos el éxodo de negros libres cubanos hacia Nueva Orleáns y la
colonia de exiliados cubanos en Nueva York; la visita a la Isla de las compañías
norteñas de minstrels (3)
—cuya influencia en el teatro
bufo cubano no suele ser mencionada— y, por supuesto, la ocupación militar
norteamericana de la Mayor
de las Antillas, entre 1898 y 1902, con la consiguiente proliferación de
bandas, música y bailes norteamericanos.
En busca de antecedentes y pioneros, el
autor nos ubica en el Jockey Club, el Gran Casino Nacional y los hoteles Plaza,
Sevilla y Biltmore, así como en otras sociedades de recreo donde actuaron las
primeras jazzband cubanas que han pasado a la historia, si bien todavía se movían
en la llamada society music (música
de la “buena sociedad”). Los nombres del violinista Jimmy Holmes y el pianista Chuck
Howard, se encuentran entre los primeros
que dirigieron esas agrupaciones, así como el octeto de José Antonio Curbelo
que actuaba en el Cabaret Tokio, lugar desde donde se realizó la primera transmisión
de jazz radial en Cuba (1927). De las charangas y las orquestas danzoneras de
la época saldrán otros nombres antológicos como los de Alfredo Brito, René
Touzet y Armando Romeu con su famosa Orquesta Bellamar.
Acosta nos pasea por la vida musical cubana y sus grandes
bandas, la orquesta Hermanos Castro y la Riverside, la conquista de Europa por la Siboney de Alfredo Brito y
la Havana Casino
de Justo Azpiazu, todavía sin el Don que la acompañará en su esplendor; para
entrar en los años 40 del bebop, el
feeling y el mambo, los supershows de Tropicana, el Niño Rivera y el mundo de
las descargas con tres célebres pianistas del jazz cubano: Frank Emilio Flynn,
Bebo Valdés y Peruchín Jústiz.
En el capítulo cinco: “La explosión del
cubop o jazz cubano”, el investigador asoma un momento nodal para la historia
del jazz universal: la entrada en escena en 1940 de Machito
and his afrocubans, con Mario Bauzá como director musical y el toque de Frank Grillo, MACHITO. Este es para algunos “el
hecho más importante para el desarrollo de la música latinoamericana en Estados
Unidos”; y por supuesto, el encuentro de Dizzy Gillespie y Chano Pozo (1947).
El volumen se empeña en hacer justicia a estos cubanos que sin reconocimiento
en la Isla, deleitaron a medio mundo en su época y se han convertido en figuras
míticas. La figura de Bauzá es particularmente aquilatada.
La mitad del siglo XX parece convertir al
cabaret Tropicana en el centro del mundo (4). Tal es la afirmación de Leonardo
Acosta, tras invitarnos a compartir con figuras de la talla de Frank Sinatra, Benny
Goodman, Cab Calloway, Tito Puente o Nat King
Cole. La banda de Armando Romeu ponía los más avanzados arreglos de jazz y el
baterista Guillermo Barreto organizaba antológicas jam sesions o descargas domingueras en el afamado Cabaret bajo las
estrellas. El surgimiento de la televisión y de disqueras nacionales (Panart,
Gema, Puchito, Kubaney) resultaron nuevos incentivos, y a finales de esa década
de los cincuenta, el ya mencionado Club Cubano del Jazz.
Las revoluciones no son paseos de rivera,
afirmó Alfredo Guevara. Con el triunfo de la Revolución Cubana
y la agresividad del vecino del Norte, las radicalizaciones estuvieron a la orden
del día. Sobrevinieron excesos. Acosta apunta que aunque algunos calificaron
miopemente al jazz de “música
imperialista” (5) se “navegó con mejor suerte que otras músicas como el rock
anglosajón” (6), cuando Los Beatles eran escuchados a escondidas.
Curiosamente, serían dos músicos de jazz
norteamericanos, el saxofonista Eddy Torriente y el pianista Mario Lagarde —ambos
establecidos en Cuba—, quienes se erigieron en baluartes con su Free American
Jazz; al tiempo que Peruchín Jústiz establecía varias agrupaciones. Las
descargas comenzaron en pequeños clubes.
El autor se detiene en el Noneto de Jazz de Leopodo Pucho Escalante, Leonardo Timor, el singular
caso de Felipe Dulzaides, cuyo repertorio fue “uno de los más completos que
haya tenido una agrupación cubana” (7), y en los éxitos y avatares de la Orquesta Cubana de
Música Moderna, agrupación tipo jazzband, creada por el Consejo Nacional de
Cultura y que agrupó a veteranos y estrellas nacientes.
Esa orquesta sumó una nómina de lujo: el
trompetista Arturo Sandoval, el trombonista Juan Pablo Torres —calificados por
el investigador como “dos nuevos meteoros”—, el saxofonista Paquito Rivera,
el pianista Chucho Valdés, el guitarrista Sergio Vitier el contrabajista
Cachaíto López y los bateristas Guillermo Barreto y Enrique Plá, entre otros.
Al llegar a la creación del Grupo de
Experimentación Sonora del ICAIC (1969), hablan el escritor y el músico, pues
Acosta fue uno de los fundadores
—tocando el saxofón, el
fiscorno, las flautas recorder— de la singular agrupación que significó refugio
para muchos talentos —en años convulsos
y grises—, y que ejecutó música para audiovisuales, una mezcla de nueva trova,
ritmos afrocubanos y brasileños, jazz y rock.
Como se sabe, en el GES, figuraron Pablo
Milanés, Silvio Rodríguez, Eduardo Ramos, Sara González, Sergio Vitier y Emiliano
Salvador (1951-1992), entre otros. A este último, creador nacido en Puerto Padre y
desaparecido en todo su esplendor, el autor le remarca su trascendencia, por su
“manera de abordar formas pianísticas cubanas (…) sentido del equilibrio y
sobriedad en la concepción”. Al grupo Irakere con el piano de Chucho Valdés, el surgimiento de los Festivales
Jazz Plaza, con el infatigable Bobby Carcassés como impulsor; el aporte de Gonzalito Ruvalcaba y los nombres más recientes, se
dedican las últimas páginas, así como a
un grupo de instantáneas y referencias testimoniales.
Un
siglo de jazz en Cuba, (Ediciones Museo de la Música, 2012) se enmarca en
lo que se ha denominado en los últimos años, Historia de la cultura. Es la primera historia de esta
manifestación artística en la Isla. Casi,
sin dejarnos respirar entre concierto y concierto, Leonardo Acosta nos entrega
generosamente un siglo y más de música cubana, sin prejuicios; sin que escapen nombres y circunstancias, con valoraciones de suma
autoridad como entregadas a paso, sin afectación y sin alardes, aptas para
todos los públicos. Y desde la propia cubierta —con una imagen suya toda
expresion—, se establece el diálogo.
Permítaseme terminar con un nombre que
aparece en la última página del libro como estrella naciente: el del pianista
David Virelles, Premio Jo Jazz 1999 y Premio a la
Excelencia Musical Oscar Peterson 2004, cuyos discos
han sido verdaderos sucesos en Nueva York, donde reside, y más allá. Valga para
la mirada perspectiva de un libro, en verdad, redondo.
Cuando le pregunté a Virelles, si aquellos
nombres sagrados del jazz afrocubano eran acaso cosa del pasado, esta fue la
respuesta:
“(..) lo que se conoce como “latin jazz” no
es para nada cosa del pasado. Chano Pozo tiene un lugar en la música
norteamericana, como Machito, Mario Bauzá, Chucho Valdés, Emiliano Salvador,
Gonzalo Rubalcaba, Peruchín, Frank Emilio, y gente más joven que produce
incansablemente. Todo eso forma parte de nuestro legado cultural y eso me
alimenta espiritualmente”(8).
Más que del saxofón o el piano, más que de la
batería o la improvisación, sea este
renuevo espiritual el que marque otros
cien años de la gloriosa historia del jazz en Cuba. Con el mismo vigor de este
solo —solo virtuoso — de Leonardo Acosta.
NOTAS:
(1) Leonardo Acosta:Un siglo de
jazz en Cuba, Ediciones Museo de la Música, La Habana, 2012, p. 168-171.
(2) Leonardo
Acosta: Op. cit. p. 11.
(3) Género teatral musical
norteamericano, con influencias de la ópera inglesa y la música negra
sureña. Los actores blancos debían
pintar sus caras de negro para interpretar canciones y bailes donde imitaban a
los negros de forma humorística. Establecido semejante código, cuando a partir
de 1855, subieron a escena actores negros, debieron seguir pintándose el rostro.
(4) En ese período de intensa
competencia y bonanza económica, el Cabaret Sans Souci trajo a Cuba a figuras
como Edith Piaff, Johnny Mathis o Sarah Vaughan, y en el Parisien del Hotel
Nacional, estuvo la mítica Yma Sumac.
(5) Leonardo Acosta: Op. cit. p. 185-186. El autor comenta un incidente
durante una descarga de jazz en el Hotel Capri, interrumpida, “por un grupo de
energúmenos” y cierto momento en que “en la Escuela Nacional de Música se
expulsaba a los alumnos que fueran sorprendidos tocando jazz”. Varias figuras
abandonaron el país como Cachao, Bebo Valdés, Juanito Márquez y otros.
(Una locutora inolvidable, Consuelo Almaguer: “En
Radio Mambí, Santiago de Cuba, estuve físicamente durante 28 años, pero nunca
he dejado de sentirme de la casa”).
Reinaldo Cedeño Pineda
Fotos: Cortesía de la
entrevistada
Todos los caminos conducen a
Roma. Por eso, un día tomó uno de ellos y despertó frente al Coliseo. Las
milenarias piedras habrán temblado con sus latidos, con su duende profundo;
pero esa es la historia más reciente. Un poco más atrás…
Finales de los cincuenta. Habrá que entrar a
la mirada de una niña que observa las flores de la caña de azúcar en el modesto
barrio cerca del central América, Oriente adentro. Y a sus oídos, para
escuchar, sigilosamente, el tono inconfundible de Violeta Casals desde la Sierra Maestra:“¡Aquííí
Radio Rebelde… desde Territorio Libre de Cuba!”.
—Será tuyo, dice el padre. Tuyo, el radio de
ojo mágico.
Esta es la historia de una mujer que se echó
una ciudad en el bolsillo. Santiago de Cuba la extraña. Se llama Consuelo
Almaguer.
Miedos y osadías
“Mi madre siempre se hacía acompañar de aquel
radio, mi madre que se me fue tan temprano. En aquel aparato enorme escuchaba
las canciones de la época, y yo las cantaba, cuando papi me subía a la mesa de
la casa. También me gustaba mucho aquella señora que decía: “Rina dura más”.
Aún no sabía que se trataba de una maestra eterna de la locución, Consuelito
Vidal.
“Desde que aprendí a leer me gustaba que
me dieran la tarea de leer los periódicos o libros en casa de mis abuelos.
Tenía solo dieciocho años, cuando se libró un concurso para formar locutores, y
me presenté a Radio Revolución. Me hicieron la prueba junto a cerca de
doscientos aspirantes… y aprobé. El profe Andrés
Houdayer, y Rafael Fábregas, me dieron mucha fuerza para continuar. Tenía a mi
hija Amor dentro de mí y sentía muchísimo miedo.
Repasemos los estudios, los micrófonos, los personajes de casi tres
décadas… de tu historia en Radio Mambí, la emisora más popular de Santiago de
Cuba…
“En el setenta, salí al aire por primera vez
en Radio Mambí, en el programa Qué tal
gente joven y en otros, cuando faltaban Rolando Zacarías o José
Antonio Llano, profesionales muy amados de esa planta. También me llamaron para
hacer la producción musical de Radio Siboney, aunque oficialmente me abrieron
el contrato en 1972. En Radio Mambí estuve físicamente durante 28 años, pero
nunca he dejado de sentirme de la casa.
“Creé mi primer programa que
llamé Esta tarde en Mambí, un
espacio de los trabajadores. Fue el embrión de lo que sería desde 1982,Santiago en 26,mi
amado programa, al calor de las actividades del territorio por la significativa
fecha. Era una fiesta, una fiesta cada tarde.
Dondequiera que estoy por este
mundo y escucho canciones muy populares, me transporto a esa época. Allí formé mi concepción de la vida en la
solidaridad; allí logré una familia que lo mismo me aplaudió, me regañó, hasta
me castigó; y aún siento que unos cuantos me quieren.
Hacía una transmisión
directa con Radio Progreso y Eduardo Rosillo, para dar a conocer a todo el
país, lo que más sonaba en Santiago. Ahí mismo introducía temas de grupos que
yo misma llevaba a la radio como Gloria Latina, Sur Caribe, Los Guanches, El
Septeto Santiaguero, y tantos más. Promover la música de Santiago fue siempre
un objetivo importantísimo para mí, no solo porque era mi tierra, sino por
todos los valores que teníamos y que seguimos teniendo”.
Pero también hubo televisión, teatro,
espectáculos…
“Sufrí tanto como gocé. Nunca tuve ropa
adecuada, me las prestaban. Y luego, sobrevino el miedo a los vuelos; miedo al
micrófono y luego a las luces y a las cámaras; miedo especialmente a ese primer
momento de salida al aire o a escena. Fue increíble cuando alguien como Germán
Pinelli me dijo que él también estaba nervioso ante cada presentación. No puedo
dejar de mencionar a Amado Cabezas, cuando el canal Tele Rebelde transmitió el
espacio Desde mi cuadra. Trabajé
como conductora principal, y compartí con Mileydis Ochoa y Laritza Ulloa.
“Tuve la dicha de estar al lado de grandes
locutores, de mi hija Amor Almaguer, y en diferentes escenarios compartir con
Marialina Grau, Héctor Fraga, Lilia Rosa López, Pastor Felipe, Antonio Pera,
Joaquín Mulén, Germán Pinelli y Enrique Santiesteban. También con Navarro
Cuello, Guzmán Cabrales, Rolando González, José Raúl Castillo, Ramòn Capote,
Ángel Miguel Alea, Lorenzo Ruiz, Gerardo Houdayer, Yamilé González, Irma
Shelton, Jossy Jiménez, Ana Margarita Gil, Ibrahím Apud, con todos los Alarcón
Santana., con tantos, tantos…
“Fui presentadora de afamadas personalidades
cubanas e internacionales de la música, el cine o el teatro. A la mente, ahora
mismo, me vienen figuras como Santiago Álvarez, Alicia Alonso, Juan Formel y
Los Van Van, Adalberto Álvarez y Son 14, la Orquesta Aragón,
Elena Burque, Fernando Álvarez, Esperancita Ibis, Eva Griñán, toda una
constelación de estrellas. Creo que, en verdad, he tenido mucha suerte”.
¿Y por qué entonces la radio, por qué
tanta insistencia, por qué semejante fidelidad?
“Porque me permitió sentir el amor por la
unidad de la familia santiaguera y cubana, mas allá de puertas y ventanas. Me
hizo creer que yo era su mejor compañía. Y por eso me empeñé”.
¿Qué asideros tenías, qué resortes movías
para lograr aquella excelente comunicación con tus oyentes?
“La locución es para mí, una meta que aún
persigo. Tú y yo sabemos que debe haber mucha sinceridad para hacer creer lo
que trasmites. Yo solo he contado con eso”.
El escritor Lezama Lima hablaba del “azar
concurrente”, de esos giros sorprendentes de la vida. ¿Qué sensaciones te
inundaron cuando te viste en Radio Rebelde, en la emisora que escuchabas de niña?
“No solo la escuchaba en medio de aquella
atmósfera clandestina, junto a mi padre y sus compañeros del Movimiento 26 de
julio; sino que entre los siete y ocho años, yo quería imitar a Violeta Casals.
Lo hacía bajitico, debajo de la cama de papi y mami.
“El 21 de enero de 1998, viaje a La Habana, y cuatro días mas
tarde, salí al aire con las noticias para Cuba y más allá, a través de Radio
Rebelde. Poco tiempo después, incursioné por toda la programación de esta
emisora, como voz fija del Noticiero Nacional de Radio y junto a Franco Carbón
en el popular programa Así, en
los leads culturales y en la
parte del periodismo radial, bajo la dirección de Guillermo Piñeiro. También
hice locución en otros programas, y en Radio Taíno. Esta guajira se cuida de no
ser presuntuosa, pero en esos años, dejé un montón de hermanos”.
En la ciudad eterna
¿A estas alturas, quién es Consuelo
Almaguer León?
“Una hija, una hermana, una madre, abuela y
bisabuela que hubiera querido tener más tiempo para dedicar a la educación y
orientación de los de su casa. Tuve mi primera hija muy temprano, Amor, de la
que recibí una linda nieta, Angelita, que a su vez ya me dio mi primer
biznieto, Cristian Salvatore, napolitano. Mi segunda hija, Arianne, me dio dos
nietas, Dalila y Carolin, nacidas en la ciudad de Novara, al norte de Italia.
Son verdaderos amores”
(Consuelo Amaguer. Imagen
junto a su hija Arianne y el esposo de esta, Junior, ambos pintores. La pequeña es la
hija de ambos, Dalila)
¿Cuál es su lugar preferido en la Ciudad Eterna?
“Es realmente difícil escoger un sitio de
referencia, no importa si ya caminaste sobre esos mismos adoquines más de una
veintena de veces. Por supuesto, he tirado monedas en la Fontana di Trevi, de espaldas
como manda la tradición, yo y mi familia. He llorado frente a la magnificencia
del Capitolio, o frente a ese símbolo universal que es el Coliseo, que te
estremece hasta lo más profundo, cuando te vienen referencias de tanta
historia.
“Me encanta la Piazza Navona, con
su forma elíptica, que está sobre las ruinas del Circo de Domiciano. Allí se
encuentra, entre tanta diversidad cultural, el Instituto Cervantes; allí se
multiplican nuestras emociones, cuando de pronto, la Embajada Cubana en
Roma celebra la presentación de un libro de un escritor o poeta cubano, o se
abre una exposición. Es tanta la emoción que de pronto crees que estás, allí
dentro, en un pedacito de Cuba”.
(Consuelo Almaguer junto a
nieta Angelita y su hija Amor, en la Fontana
DiTrevi)
¿Cómo se ve la Isla desde Roma?
“Cuba se ve, se siente, se necesita como el
aire. Bajo su sol no hay espacio a la nostalgia: está siempre la sonrisa
amplia, que nunca te resulta extraña, porque es tu gente. Estoy en Italia desde
2009, y cuando alguna italiana o italiano sabe que soy cubana, casi siempre me
hacen muchas preguntas; pero sobre todo veo que me observan con
mucho interés. Y el que nunca ha ido a Cuba, acaba queriendo conocerla.
“Aquí, en la casa o en la máquina, siempre
estoy con Radio Mambo, que trasmite música latinoamericana, especialmente la
salsa cubana —como le llaman por acá—, aunque sea el Septeto Santiaguero, por
ejemplo. Los restaurantes y asociaciones cubanas, donde se come y se baila,
tienen mucha publicidad en Italia. No te imaginas cuanta gente quiere a esa
pequeña gigante que es mi Isla”.
“Cuando mi esposo está en Cuba, dice que se
siente como si estuviera en Roma. El romano tiene una personalidad abierta,
bastante semejante al cubano. Si vas al bar por un café y no saludas, ellos lo
hacen y hasta te comentan la noticia del día o cualquier otra cosa. Son extrovertidos.
Es que hasta el sol se parece al de Cuba. Hay lugares, incluso, en que de
pronto reacciono como si estuviera en La Habana o en cualquier ciudad de Cuba. Y cuando
paso por algunas calles estrechas, con subidas o bajadas, siempre se me aparece
la semejanza con Santiago, ante mis ojos enamorados”.
(Instantánea de la amistad:
Consuelo Almaguer con el poeta Pedro López Cerviño, durante la presentación de
sus libros en Italia)
¿Si pudieras pedir un deseo ahora mismo… cuál sería?
“Quisiera estar junto a mis oyentes, aunque
sea en una transmisión, por los 500 años de nuestra villa de Santiago de Cuba
que se cumplen este año. Soy como una hija de esa ciudad, porque aunque no nací
propiamente en ella; no abandono jamás aquel seno que me hizo suya. Saber que,
de algún modo, mi modesto trabajo ha permanecido en el recuerdo de mis oyentes,
es uno de mis mayores goces”
PERIODISTA / Premio Nacional de Periodismo Cultural /Miembro de la UNEAC y la UPEC/ Amo el verbo rápido y la mente abierta / E Mail: escribanode@gmail.com
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“Nadie es como otro. Ni mejor ni peor. Es otro…” (J-P. Sartre)
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CEDEÑO
Propietario de la nada
artífice del idioma
son ascendiendo la loma
lirismo de la mirada.
Verso, en lugar de charada
conjuro y adivinanza
Mío Cid sin Sancho Panza
damaturgia sorpresiva
jardín que va a la deriva
Como un dios que no descansa
(Efraín Nadereau)
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REINALDO CEDEÑO (Periodista y poeta)
En el paisaje hay un duende
que desgrana cuentas rojas
y en un remolino de hojas
el dios Pan la noche enciende.
Cedeño lo observa y tiende
misterios sobre lo ignoto
concediéndole su voto
a la palabra más fiera.
Él es un duende que espera
al borde de un tiempo roto.
(José Orpí)
Ver Premios, menciones y finalistas / Se recibieron 107 trabajos de 10 provincias de Cuba / MARQUE imagen
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