La década recién cumplida de Sic, revista de literatura y arte que publica trimestralmente la Editorial Oriente, fue celebrada aquí durante dos provechosas jornadas en la UNEAC de la heroica ciudad, donde un amplio público integrado por jóvenes universitarios e intelectuales asociados a la esfera del libro y a otras zonas artísticas, no solo compró el más reciente número del magacín así como novedades editoriales de la institución auspiciadora, sino que debatió provechosamente sobre un tema siempre inquietante: el periodismo cultural en Cuba hoy.
De modo que el arribo al flamante número 40 de una revista calificada por muchos como “provincial (que no provinciana)” y a sus diez primeros fructíferos años, fue todo un pretexto para ampliar el marco y discutir sobre problemas más abarcadores que la incluyen, por supuesto, mas la trascienden, pero de cualquier manera hay que referirse a ella, como quiera que marcha a la vanguardia de las publicaciones de su tipo en el país.
Junto con la pinareña Cauce (y tal vez no sea casual que emblematicen la gestión de la prensa especializada en los dos extremos del país) Sic ha combinado en su primer decenio lo específico-santiaguero (con su variedad y singularidad en las manifestaciones artísticas, desde la línea única que representa, digamos, la manera de cultivar el son o la trova, el variopinto espectro plástico o la enjundia de sus escritores en los géneros de poesía, narrativa y ensayo) con lo (inter)nacional, lo general, lo universal, amén de focalizar, en números monotemáticos, aspectos dilemáticos de la cultura nuestra toda, irrumpiendo desde el cálido terruño pero abarcando la isla toda: la Asociación Hermanos Saíz y su quehacer artístico-literario, la década de los 80 en el imaginario criollo o las nuevas tendencias de la narrativa en los 90 fueron, para solo evocar algunos, de los encomiables. Y ello con el concurso, por supuesto, de respetables firmas de todo el país, o de nuevos valores del periodismo, el ensayismo y la crítica junto a cultivadores de la ficción que han engalanado las secciones respectivas. Lo cual ha garantizado la hondura conceptual, la altura estilística y la variedad ideica en sus páginas.
Fundada y regida desde sus inicios por la incansable Aida Bahr (narradora, editora, directora de Editorial Oriente), con la colaboración de un competente equipo de redactores, editores y diseñadores (los mismos que se encargan de los libros que confieren a la editorial su principal razón de ser) Sic debe mejorar en la segunda década que acaba de iniciar, por ejemplo, aspectos de su diseño interior, pues del otro (el que “da la cara” al lector) se han apreciado evidentes saltos en el lapsus que cierra (y abre) la publicación trimestral, con un mayor dinamismo en sus recientes entregas.
Mucho de esto y más, fue señalado, discutido, reconocido y/o rebatido en el taller que sobre la revista sesionó, pero, entre sugerencias, reparos y elogios, nadie puso en duda el protagonismo de la revista en la vida cultural y periodística no solo santiaguera, sino de todo el país.
Y hablando de periodismo y cultura
Mas, como decía, la fiesta por los diez años de Sic devino también análisis, reflexión, debate sobre los rumbos del periodismo cultural en Cuba, en un panel integrado por la propia Aida (moderando), el profesor y ensayista camagüeyano Luis Álvarez, el colega local Reynaldo Cedeño (como se sabe, habitual colaborador de este diario) y el redactor de estas líneas.
Fue no solo feliz coincidencia que el estudioso proveniente de la vecina ciudad de los tinajones presentara su más reciente libro, coescrito junto a su compañera y colega Olga García Yero, Visión martiana de la cultura (Editorial Ácana) a la vez que impartía la conferencia sobre Martí como crítico de teatro, pues ambos textos resultan complementarios en cuanto a focalizar la condición paradigmática del apóstol en los abordajes del complejo tema desde la óptica del periodismo y el ejercicio del criterio, lo cual reafirma un aserto: el agudo periodista del siglo XIX sigue siendo inspiración y brújula para quienes ejercemos tan hermosa pero difícil y conflictiva profesión.
Cedeño, por su parte, con su habitual agudeza, sentido del humor y vuelo escritural, abordó la subestimación de la radio como medio portador no solo de información, sino de auténtica cultura, la injusta subordinación de la palabra ante la sobrevalorada imagen televisiva y valoró la práctica de tan significativa zona de la prensa concretamente en esta, la ciudad donde trabaja.
Cálida y participativa fue la respuesta de los asistentes, muy lejos de la audición pasiva; por el contrario, aportaron con sus juicios y argumentos, algunos muy reveladores, a un tema que inmiscuye a todos, presentes y no: ese periodismo que todos deseamos más profundo sin perder amenidad, actualizado sin posturas snob, orientador pero sin aspirar a “últimas palabras” ni absolutismos, personal, apasionado, subjetivo (que no ególatra ni pedante).
Un periodismo que ha encontrado en la santiaguera revista Sic, desde su estela de 40 números en una sustanciosa década, verdadera cátedra. Felicidades. (Tomado de LA JIRIBILLA)
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