miércoles, 15 de abril de 2009

CIUDAD EN ROJO apunta al DESACIERTO


Enrique Pérez Fumero
(Estudiante de Periodismo)

El largometraje Ciudad en rojo de la realizadora Rebeca Chávez, tuvo su estreno en el cine Rialto de Santiago de Cuba —que después de una larga temporada de sueño improductivo— al fin se despertó bañado y curado. Y es que en mejor lugar no pudo ocurrir. En frente, la Catedral y a pocos metros el Parque Céspedes; dos exteriores que resultaron campos de batallas para las luchas clandestinas contra la dictadura de Fulgencio Batista.

En la sala oscura, el fade in nos muestra en la pantalla algunos caracteres donde se lee que le película inspira su argumento en la novela Bertillón 166 del santiaguero José Soler Puig, quien mereció el primer premio convocado por la Casa de las Américas en 1960. Pero amén de reposar sobre una tesis literaria, Ciudad en rojo se debate entre el desacierto, el facilismo y la ingenuidad.

Tiene un guión donde se han violado algunos pasos que ayudarían a entender mejor el conflicto. En busca de un protagonista, muchos espectadores discutían entre los posibles actores; yo escojo a Santiago de Cuba como responsable de aquella etapa. Sin embargo los personajes donde se sustenta la lucha, carecen de una buena construcción física, psicológica y social: algunos entran y salen con pobres puntos de giros. Hay uno que sí marcó pautas. Me refiero al chivato, interpretado por Herón Vega que —en pocos minutos de metraje— cambia por completo el curso la historia. En general percibo cierta incongruencia cuando los protagonistas tienen que tomar decisiones y negar sus propias realidades.

Durante 24 horas, más o menos, transcurre todo el conflicto: un hervidero donde la sangre es el único líquido que calma la sed del tirano, el derrocamiento de este último es el máximo objetivo. La juventud universitaria es la que aparentemente lleva las riendas de la lucha, pero hay un sindicalista familiarizado con mejores formas de conducir la contienda. Llega, es rechazado y aceptado… de buenas a primeras es asesinado sin explicar ni hacer valer sus propósitos. ¡Todavía es una incógnita!

En torno a las actuaciones se nota alguna indiferencia con el tema en cuestión. Si la ciudad estaba roja, se supone que los habitantes también sufran por los sucesos del día a día. Al parecer ninguno de los sujetos principales tiene idea de cómo se vive en horas de sangre y bombas por todas partes: el corazón palidece a media asta en espera de un nuevo amanecer. Actores santiagueros poco utilizados, que a lo mejor hubiesen ofrecido otra mirada.
Ciudad en rojo tiene un final abierto, naturalmente la lucha continuaba en la Sierra y en el Llano. Pero en relación con la muerte del máximo caudillo de la tiranía, se recurre a un facilismo poco creíble por las personas vivas, testigos de aquella etapa.

El cine, como espectáculo al fin, propone un intercambio donde el espectador dialéctico construye su propia historia. Es aplaudible la fotografía de Ciudad en rojo que tuvo su escenografía en algunas calles, avenidas y escalinatas de Santiago de Cuba… planos generales de un amanecer cansado, nublado, íconos que enfatizan la incertidumbre que se vivía. Para muchos, una gran deuda que el ICAIC sostiene con diversos lugares de Cuba, al hacer frente a un séptimo arte cubano y ciento por ciento habanero. Los más bisoños nos quedamos boquiabiertos con la de entonces populosa calle Enramadas; pero… los que aún guardan instantáneas y publicaciones de la época quedaron insatisfechos… ¡Qué difícil!

Ciudad en rojo propone una revisión de nuestra idiosincrasia luchadora… El tiempo y los públicos dirán la última palabra. //
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5 comentarios:

Anónimo dijo...

Me pregunto si un periodista no especializado y, por lo que la escritura deja ver, en formación, puede tener, más allá de la licencia democrática de este mundo internautico, autoridad para opinar sobre temas tan específicos como la dramaturgia, la cual, evidentemente, usted no domina en absoluto. Yo me pregunto eso, pregúntese usted si ha entendido la película y el dulce gesto no solo de filmar en Santiago, por primera vez en una ficción de esta envergadura, sino de llamar a actores santiagueros a hacer aparciciones especiales. Yo no soy santiaguera, pero solo por esos gestos, me pensaría dos veces para despotricar de tal manera sobre lo que no conoce.

Anónimo dijo...

Bueno, bueno,aquí está la vieja técnica de intentar descalificar al que alguien comenta para acabar con lo que se comenta. Podrá estar en formación este muchacho o periodista en formación como usted dice, pero tuvo la valentía de dar su criterio firmado a diferencia de usted que no lo hace. Es más, algunas de las cosas que dice están muy bien dichas.Y una cosa importante: ES usted quien da la autoridad para opinar??? Detesto a la gente que se creee infalible porque tiene más años o mayor experiencia. Cuidado que de esas alturas suele uno caer.

Me imagino estará muy cercano o cercana a la película,por l apasión conq ue defiende su criterio, Ya ve, todos somos así cuano lo emitimos. No soy santiaguero de nacimiento, ni siquiera vivo allí, pero por varias circunstancias conozco a algunos actores que aquí aparecen. ?Actuaciones epeciales? ver a algunos actores, grandes actores en esos papelilos insignificantes. Y que eso sea como para postratarse de rodillas. Vamos, vamos, vamos a respetarnos por favor....

EL También anónimo

Anónimo dijo...

NO he podido dejar de escribir. Soy asesora retirada y viví MUCHOS años de eso. De la dramaturgia. conozco un poco. La cinta no será un disparate, la línea va in crescendo, hay fragmentaciones. Hay situaciones resueltas y otras que se pierden; hay mano floja en más de una escena, hay escenas excelentes y otras pálidas, Hay interpretaciones a las que le falta trabajo, bastante trabajo.Y no importa de donde se sea; un actor es un actor, no importa de donde se sea Sinceramente, Ciudad en Rojo me dejó instisfecha, aunque peor me dejó El cuerno de la abundancia.

La ASESORA.

Anónimo dijo...

Una película sin sangre en las venas, una más.

ESte

Anónimo dijo...

PONGO aquí el fragmento de dos comentarios de críticos conocidos en el país... para que las opiniones se aviven:

FRANK PADRÓN: ¿Dónde falla el filme?: en el pobre diseño de personajes y su dramaturgia. Las motivaciones de esos jóvenes para la lucha, los conflictos entre maduros comunistas y aficionados bisoños pero sinceros (para citar una línea temática que se insinúa y no se desarrolla) son apenas trazos que las realizadoras descuidaron.
Y de que podían, ampliamente, lo demuestra digamos el conseguido pasaje del sastre y el chivato: la cohesión dramática y sicológica (desde su exposición a su solución) que éste revela nos deja con la miel en los labios el resto de caracteres y circunstancias.

ROLANDO PÉREZ BETANCOURT:Se emociona uno de solo pensar en ello y emocionan no pocas imágenes del filme al reconstruir de manera realista las consecuencias de aquella lucha. Pero lo épico y lo anecdótico terminan por imponerse a lo complejo del asunto que se traían entre mano los realizadores ––la violencia como catarsis y las ambigüedades mentales de los que se ven sujetos a ella––, lo que queda relegado a un segundo plano y con aportes al conflicto, o bien algo esquemáticos en su tratamiento artístico, o similares a otros ya visto en decenas de películas desarrolladas en diversos contextos históricos.

Ciudad en rojo permite apreciar, en términos generales, una factura estimulante y a ratos de alto vuelo que vuelca a hablar de la dedicación y empeños puestos en la realización del filme. Son secuencias donde la fotografía, la dirección artística, la música y las actuaciones concretan verdaderos estados de gracia. Que sin embargo no logran mantenerse a la manera de un ritmo sostenido, sino más bien que permiten comprobar una alternancia de calidades en la que salen a flotes aspectos del guión poco convincentes (las situaciones y diálogos trillados entre los jóvenes revolucionarios y sus progenitores, entre ellos, y algún que otro facilismo de composición visual y dramática, como la escena en que la muchacha y su novio desarman a un soldado, o el ajusticiamiento final del esbirro, con un aire la escena que parece salida de El padrino.

Son aspectos discutibles que en alguna medida conspiran contra el redondeo de un filme pletórico de suspenso, y quizá con ráfagas de ametralladoras y tiros sorpresivos en medio del pecho en demasía, como para poder desarrollar madejas más complejas en torno a los personajes, ninguno de ellos protagonista absoluto de la historia, rango al que sí aspira, y sin duda alcanza, la ciudad de Santiago de Cuba.