lunes, 31 de mayo de 2010

5 F o La resaca de un cólico nefrítico


Reinaldo Cedeño Pineda
escribanode@gmail.com

Cuando a mediados de abril, llegué a la sala 5F del “Clínico-Quirúrgico” (tal como todos conocen al Hospital General Santiago Dr. Juan Bruno Zayas) … había pasado la semana más terrible de mi vida... Ahora lo puedo contar.

Mis venas y mis glúteos no daban más. Mis manos estaban rojizas de pinchazos. Casi no había podido comer en los breves oasis de tiempo entre dolor y dolor, entre las inyecciones intravenosas y los sueros. Nunca he temido a las agujas, pero en verdad, había sido demasiado.

Los cólicos nefríticos fueron inmisericordes y repetitivos. Se ensañaron. Todo empezaba con unos latigazos en el costado que se convertían en cuchillos picoteándome el interior del riñón. Apenas podía moverme y había perdido algunas libras.

Algunos dicen que tal dolor sólo puede compararse con un parto. Mi compañera Marta, asegura que es peor. Otros lo asemejan a la ruptura de un hueso o al impacto de un arma de fuego. Sólo he estado en el segundo de los casos, y puedo afirmar que no lo recuerdo tan terrible cuando en octavo grado me fracturé el brazo derecho, tras resbalar de una loma en la que recogía café, durante el plan "la escuela al campo".

Cuando troqué la ropa de calle por el pijama de paciente, empecé a vivir en un mundo de análisis y píldoras, y en compensación...también de mucho cariño.

La tensión arterial se resistió durante varios días. Justo Velázquez, jefe de la sala —profesor y especialista de marca mayor, pero capaz de intercambiar contigo con toda sencillez y orgulloso de su padre campesino―, me explicó las consecuencias de una hipertensión arterial descompensada, mucho más en una persona que empieza a entrar en la cuarta década de vida.

Un día, alrededor de mi cama, se discutió “mi caso”. El paciente quiso seguir atentamente todo lo que se decía, pero sin ser ducho en la terminología médica, sólo pudo captar las líneas generales y alguna que otra idea. Estoy seguro que acabaré leyéndome un trozo de un libro médico referido a estas afecciones.

El primer día me topé con “la seño” Dunia, hecha ya a estos menesteres, más bien alta, decidida. A ella acudí cuando encontré tirado en el piso del baño, sin fuerzas, a mi vecino de cama, Toledano. Es un señor ya cerca de los setenta, carpintero, durante años al frente de construcciones militares, y muy locuaz.

Debieron acudir tres enfermeras y un médico para poderlo alzar. Esa noche, de pura adaptación, no hay que decirlo, apenas pude conciliar el sueño.

5 F, como toda sala médica, tiene su rutina.

La mañana empezaba bien temprano, luego llegaba el ayuno (si te habían indicado alguna prueba)… o el desayuno (que las pantristas Sol o Mayelín servían con diligencia).

No faltaba el control de la tensión arterial, las horas de este o aquel medicamento, las visitas de las tardes (me siento afortunado, tuve muchas más de las esperadas), el baño, las noticias en la televisión y el sueño que solía ganarte por efecto de la medicación o del cansancio.

(5F goza de una limpieza escrupulosa)

Cuando empecé a sentirme mejor, pude escaparme al pasillo más cercano, a un teléfono público a llamar a mi casa o a algunos amigos y amigas. Era la manera de sentirme conectado “con el mundo de afuera”. Me sorprendí durante varios minutos deleitándome con un ave pequeña posada en una rama, con las hojas de un árbol, con la multiplicidad de la naturaleza, repasando mis viejas lecciones de botánica…

En la noche-madrugada, una luz del pasillo que se colaba por los cristales y mantenía semi-iluminada la sala. A veces había que bajar el “aire acondicionado”.

Cada vez que me era posible, amanecía con el programa Haciendo Radio en mi pequeño receptor de baterías, con la voz de uno de los conductores más imaginativos de la radiodifusión cubana de hoy, Magdiel Pérez. Le conocí hace ya algún tiempo en un evento en El Cornito, retiro de El Cucalambé, en Las Tunas.

Me dormía escuchando Deportivamante (también Radio Rebelde). Sólo para mí, por supuesto. La radio suele estar más cerca de la gente, de sus problemas cotidianos... es más actualizada que la televisión. Hablo de la experiencia cubana, la que tengo.

Mis compañeros de cuarto y las hadas blancas

El Hospital Clínico Quirúrgico de Santiago de Cuba, una mole prefabricada y laberíntica ubicada en la carretera de El Caney, lugar de alivio para la enfermedad de muchos

Alcides llevaba varios días cuando llegué. Aunque no le faltaban años, el beneficio del trabajo y la vida en el campo, se reflejaban en un cuerpo más joven que su rostro. Para acostarse tenía todo un ritual: las rodillas alzadas contra la cama, luego se dejaba caer con mucho cuidado, siempre bocabajo. Al salir del quirófano trajo consigo dos piedras extraídas de la vejiga, una de ellas de 26 milímetros, si la memoria no me traiciona.

Me enfrenté asombrado con aquella enormidad que los sedimentos habían amalgamado en su cuerpo. Les deseé mucha suerte a aquel señor y a su familia, todos de Baire, pueblo ligado para siempre a la historia de Cuba. Mucha broma causó cierto personaje de su pueblo, que me permito reservarme. Cada pueblo que se respete tiene el suyo...

Tuve varias extracciones de sangre y orina, radiografías, electrocardiogramas, ultrasonidos… Este último reafirmó la existencia de numerosos cálculos o litiasis en el riñón izquierdo, factor decisivo en la ocurrencia de los cólicos nefríticos.

“Eres una cantera de piedras”, me comentó alguien, en broma, a la salida, aunque en esos momentos, no estaba para chanza alguna…

Las enfermeras son como hadas para un enfermo. 5F tiene suerte. Ojalá no se me olviden los nombres: Mayelín era la sobriedad misma; Aimé, la elegancia; Olga, la alegría.

Las esperábamos a cada una, sabiendo que estábamos en buenas manos.

A una de ellas le tocó acudir a mi llamado cuando el dolor, tenazmente aferrado a mí, se hizo presente y me sacó las lágrimas. Me tomó la vena a la primera y mientras el espasmoforte recorría mi cuerpo, le miré a los ojos y vi en ellos justo lo que necesitaba. Momentáneamente me quedé exhausto y descoordinado: no podía siquiera meter los pies bajo la sábana sin ayuda, ni alcanzar la taza de la mesita cercana.

A la izquierda de mi cama, Amaury, recibía todos los días dos inyecciones intravenosas. Le habían trasplantado un riñón catorce años atrás y trabajaba como promotor cultural en San Benito, La Maya. Catorce años arrancados a la muerte.

Rodolfo llegó más tarde. Llevaba varias libras de más. Se asustó al principio ante algunas pruebas (uno siempre se asusta, es inevitable). Criminalista, deberá convertirse también en un experto en controlar su tensión arterial y en modificar un régimen alimentario.

Cuando todos estábamos en condiciones, podíamos sostener una animada conversación, que los cubanos somos de mirarnos a los ojos, de hacer amigos.en cualquier circunstancia.

A veces, comentábamos con resignación, sobre los temblores de tierra. Santiago de Cuba ha vivido durante este año, una veintena de ellos, incluido el de 5,5 grados que sacudió a casi todo el oriente de la Isla, el 12 de enero. En un quinto piso, poco podríamos hacer. Más… la naturaleza fue benévola.

Encontré tiempo para leerme un excelente libro del mexicano Paco Ignacio Taibo II, Antonio Guiteras: un hombre guapo, un recorrido por la revolución de los años treinta, un acercamiento humano y abierto, una investigación soberbia.

Ignacio Toledo es todo un personaje (del libro no, de 5F). Toma café con fruición. Es coordinador de la línea de transplante en la provincia, pero tamaña responsabilidad no le ha quitado la broma a flor de labio. Le echábamos de menos cuando no venía, trató de animarnos nuestra estancia.

He vuelto a casa con la indicación de un mes de reposo, tomar mucho líquido y unas cuantas pastillas. (También debo ser racional con mis largas caminatas bajo el sol inclemente de Santiago y con las largas sesiones de computadora. Me estoy convenciendo...)

Desde ahora tengo un “tarjetón” de medicamentos y la recomendación de consumir preferentemente frutas y vegetales en mi alimentación. Siempre me han gustado y en mi patio hay algunas frutas; pero sé que no será fácil de cumplir, ni por su disponibilidad (de estación en estación) ni por el bolsillo. En el hospital, indagué sobre la litrotripcia extracopórea... no recuerdo si las palabras exactas de la respuesta fueron que que "las ondas están vencidas", es decir que las ondas de choque que actuán sobre los cálculos, resultan ya inoperantes. Al menos fue eso lo que entendí....

El doctor Ladislao Yamacho me hizo un diagrama del riñón a la vejiga, me explicó la causa de los dolores en un papel que conservo. Asomó la estrechez del ureter, conducto que lleva la orina de los riñones a la vejiga; y si un cálculo viaja por allí, pues... verás las estrellas bien de cerca sin ser cosmonauta. Se lo dice todo un Gagarin. He leído luego que el magnesio, el calcio y el ácido úrico son algunos de los responsables de estas “piedras”. Estaré bien en el estudio del caso? En todo caso, un facultativo me podrá corregir..

Fue él quien me sugirió el medicamento conocido por Uralyt-Urato. En ese sentido, puedo estar tranquilo, porque cruzará el Océano de manos de un ángel.

(No he podido retener todos los nombres, mas a todos les agradezco por igual).

En 5 F pasé quince días ingresado. No me costó un centavo.... El transporte para regresar a casa, fue una cosa bien diferente.

En 5F tuve tiempo para reflexionar sobre muchas cosas: sobre la fragilidad humana y sobre la bondad de nuestros servicios médicos, sobre nuestras costumbres alimentarias y carencias; y sobre todo, alrededor de la amistad y la solidaridad, tal vez los frutos más hermosos del hombre.

1 comentario:

Rogelio Córdova dijo...

Qué bien que a pesar de todo te encuentres en un país como Cuba. Si esto te hubieras pasado en Panamá, seguro que incurrirías en gastos de todo tipo. En la Caja de Seguro Social, donde los panameños aportamos parte de nuestros salarios a manera de cotización para recibir buen servicio médico, tal asunto no es fiable. Pues abundan los malos médicos que sólo piensan en el dinero y en ver cómo te remiten a sus clínicas privadas. No es fácil lidiar con un sistema inhumano. Ya tengo 4 décadas de vivir en esta 'ñamería' (locura) de país. Por otro lado, veo y comparo, encontré un blog de una familia cubana, me conmovió todo lo que escriben en el marco de la unidad familiar y está implícita la forma como aman su país. Bueno Reinaldo, cuando esté seguro que vaya para Santiago, te lo haré saber. Pero mi situación económica en estos momentos es precaria. Y como siembre saldré victorioso. Salud amigo y 100 años más de vida para ti y tus seres queridos.