viernes, 11 de mayo de 2012
UN BESO EN EL AIRE, MAMÁ
A las que nunca se van..
Reinaldo Cedeño Pineda
No podré leer tu último verso. Este domingo
no podré.
—Soy
apenas una maestra, me advertías…
¿Nunca
te dije que eran las décimas más hermosas del mundo?
Qué
paciencia. Qué carrera cuando el niño se tragó el prendedor. Qué manos para
hacer un manjar con arroz y cariño. Qué magia para convertir cuatro paredes
rústicas y un techo. Qué mirada para absolverlo todo.
Un
día me hablaste de Martí. Y me contaste del camino de las carretas, de la
muchacha de la ciudad, de la cartilla y el manual. Guardo tu voz donde nadie
puede borrarla.
Un
día te vi, la tiza como un cetro en las manos. Te vi saltar, cuando entró Ana
Fidelia a la línea de meta. Tú sabías del bisturí y los algodones. Y me
hablaste de Cuba como el agua.
Un
día de sonrisa de abuela, me contaste de mi padre, el campesino del caballo
blanco. Me hablaste del amor como un milagro.
No
podré leer tu último verso en el papel. Este domingo no podré. Voy a recortar tu
día terrible. Voy a besar el aire, mamá.
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4 comentarios:
• Modesto Reyes Canto - 13 de Mayo del 2012 10:10:21 CDT
Usted ha hecho,estimado Reinaldo,un monumento escrito a su madre y de paso me uno a su beso al aire para enviarle uno mas a mi Mima,maestra tambien,pero de piano.Lo felicito:Modesto Reyes Canto.
OLIMPIO RODRIGUEZ SANTOS - 13 de Mayo del 2012 21:37:24 CDT
Reinaldo Cedeño Pineda. Al finalizar el dia me he puesto a leer y realmente, su escrito me ha llegado a lo mas profundo. Cuando nuestra madre no se encuentra todo es muy dificil en la vida.
M.M.P - 14 de Mayo del 2012 8:23:11 CDT
¡Qué palabras tan grandes! Me ahogan las lágrimas emocionadas y aún así sonrío… Yo sé que es difícil besar el aire cuando se anhela abrazar el regazo manso - todo sabiduría y ternura- de la madre ausente. También entiendo el deseo incuestionable de aferrarnos a los recuerdos deliciosos de un pasado en compañía de Mamá… Y esta otra necesidad de borrar el instante en el que se corta la cuerda que separa la vida de la muerte y un golpe amargo nos deja desolados. Pero algo deseo decirle: por más tangible que sea la soledad del alma; el espacio infinitamente vacío en el que Usted –en el que todos, algún día- intentaremos depositar un beso agradecido, no hay realidades amargas que puedan evitar que los milagros del amor se tornen beso tierno y alcancen a rozar la mejilla de la madre ausente. Mis respetos y admiración…
Arlene - 14 de Mayo del 2012 10:35:51 CDT
Sencillamente conmovedor y bello
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