martes, 25 de junio de 2013
Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) / Lagunas e insuficiencias de nuestro sistema electoral
Juan Marrero
El IX Congreso de la UPEC nos ha llamado a
mirarnos por dentro. Y debemos hacerlo no de forma complaciente sobre logros y
realizaciones. La crítica y la autocrítica son armas que pueden ayudarnos mucho
si las empleamos no para destruir, sino para construir; no para desunirnos,
sino para fortalecer la unidad de acción en la importante misión que tenemos
dentro de nuestra sociedad socialista.
Quiero compartir, en esta nota, algunas
consideraciones sobre el proceso electoral que han realizado los periodistas cubanos para la
elección del Comité Nacional de la UPEC, las comisiones nacionales de ética y
de apelaciones, y el Jurado de los premios nacionales de periodismo José Martí
y Juan Gualberto Gómez.
Desde hace muchos años, esas instancias de
dirección de la organización son elegidas, de forma directa y secreta, por
todos los periodistas del país, en un ejercicio democrático digno de mención,
aunque su desarrollo y sus resultados no pueden llevarnos a decir aún que hemos
logrado la perfección. Mucho, pues, nos queda por avanzar en ese camino. Hay
lagunas e insuficiencias a las que tenemos que oponerles sólidos diques de
contención.
La candidatura presentada para la elección del
Comité Nacional constó de 60 miembros, todos excelentes compañeros con un rico
historial en la profesión y en el compromiso social. Sus nombres salieron de
las propuestas que se hicieron en las 184 asambleas de base de la UPEC. Quien
no hubiese sido propuesto en esas asambleas, no tenía el derecho a integrar la
candidatura. Y ese fue un principio que se respetó por la Comisión de
Candidatura Nacional, como también el consultar a cada uno de los seleccionados
su conformidad de que su nombre apareciese en la boleta. Para integrar la
candidatura, esa comisión tuvo en cuenta distintos factores, entre ellos tipos
de medios en que desarrollan su trabajo, género, edades, color de la piel,
territorios en que ejercen su trabajo, etc.
Quejas que se hicieron, por ejemplo, en
importantes asambleas provinciales, como las de Santiago de Cuba y La Habana,
de no considerarse suficientemente representadas en la candidatura,
evidenciaron que aún falta mucho por perfeccionar.
Los más de cuatro mil periodistas afiliados a
la UPEC recibieron, antes de sus asambleas provinciales, ramales y del
territorio de la Isla de la Juventud, un tabloide que llevó fotos y una
síntesis biográfica de los 60 candidatos al Comité Nacional, así como quienes eran
los integrantes de las candidaturas a las Comisiones de Ética, Apelaciones y el
Jurado de los premios nacionales de periodismo.
Los resultados de las votaciones deben
hacernos meditar si usamos adecuadamente ese instrumento de información. Entre
los 20 candidatos que obtuvieron menos votos, y no pudieron ser electos al
Comité Nacional, figuran 12 de provincias, algunos con un historial y
resultados de trabajo bien meritorios. Eso es una tendencia que si bien es
cierto ha menguado algo, aún se mantiene. Es, pues, un asunto pendiente de
resolver. Como también lo es la tendencia de marcar una cruz a favor de los
candidatos que aparecen regularmente en la TV nacional. Son, por lo general,
los que más votación obtienen por ser los más conocidos, sin desconocer, por
supuesto, que no pocos de ellos acumulan méritos por su destacada labor
profesional.
En el reciente proceso electoral, hubo algunos
fallos que debemos señalar con el ánimo de que se tengan en cuenta para el
futuro. La Comisión Electoral, por ejemplo, puso tanto en el folleto
distribuido como en las boletas de votación, en los casos de algunos
candidatos, sus nombres completos, los que tienen registrado en el carné de
identidad, pero que desvirtúan en algún sentido su marca profesional, es decir
la manera en que ellos se han comunicado siempre con el pueblo y con sus
propios colegas. A este escribidor, por
ejemplo, solo lo conocen por Juan Luis, mis padres, porque así me inscribieron
en el juzgado civil, y también algunos condiscípulos de la escuela, porque al
pasar asistencia los maestros así me llamaban, pero siempre en los periódicos,
revistas y sitios webs he firmado durante más de medio siglo como Juan Marrero.
Pues bien: en la boleta para el Comité Nacional aparecía como Juan Luis Marrero,
y en cambio en la boleta como candidato para la Comisión Nacional de Ética
aparecía como Juan Marrero. Esos dos actos de votación se realizaron
simultáneamente, y lo ejercieron el mismo número de personas. Debo decir que
obtuve 500 votos más en esa última boleta.
La marca profesional, pues, es bien
importante. Hipotéticamente, pongo un caso contrario. Si a José Alejandro Rodríguez le hubiesen,
por ejemplo, quitado el Alejandro de la boleta, tengo la seguridad de que su
caudal de votación hubiese disminuido.
Y un caso más, bien ilustrativo: en la boleta
para el Comité Nacional aparecía el candidato Hernández Guerrero, Arístides
Esteban. Se trata de uno de nuestros más famosos caricaturistas, nada menos que
Ares. El caudal de votos que obtuvo una figura de tal relevancia en el sector,
le impidió resultar electo. Creo que también influyó en ello, esa concepción
formalista de tener que llevar a la boleta todos sus nombres, sin
mencionar su marca profesional. Podrá
alegarse que lo importante es que los votantes antes debieron leer el tabloide
y saber por quiénes debían sufragar. Cierto. Pero no todos lo hacen. Una gran
mayoría, hayan leído o no las biografías, a la hora del acto electoral, lo que
hacen es poner sus ojos en el listado que aparece en la boleta.
En fin, son algunas consideraciones que
deseaba compartir con los colegas de cubaperiodistas.cu, a fin de que estas
experiencias negativas no se repitan en futuros procesos. No debemos descansar
en buscar un mayor perfeccionamiento de nuestro sistema democrático.
(Tomado de Cubaperiodistas.cu)
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