viernes, 11 de marzo de 2016
LA PROFESORA
Cuando me expulsó del
aula, no lo podía creer. Fue una orden tajante, sin réplica posible. La
andanada de conceptos sobre Periodismo, se me había vuelto un amasijo. Caía
sobre mi cabeza, me ahogaba como un paracaídas a destiempo. Me defendí con un
comentario soez.
Hubo una segunda vez, un bis, un remake.
Ahora estaba afuera por callar. No opinaba, no decía, no respiraba. “Así no te
quiero en el aula”, me espetó.
El silencio es demoledor.
Antes de la próxima clase, averiguó sobre mí.
No sé que le dirían: nunca se sabe. Hicimos un pacto, tomamos una tregua. Tenía
algo que me revolvía, que me conectaba con su sutileza de alquimista, con su gracia
de augur.
La Profesora me abrió la puerta de un mundo
ignoto. Me subió la varilla, me tasó las palabras. Me hizo excavar hasta el lecho de rocas. Y comencé a entender el
Periodismo que me transmitía, de pronto, como un susto, como un latido, como
una luz.
He roto tantas lanzas contra tantos molinos...
No sé si ahora La profesora diría lo mismo:
nunca se sabe; pero yo entré a un afluente que no podré abandonar jamás.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario