¶ No hay mejor país para crear que Cuba, pero para eso uno no puede cansarse, ni ser escépticos, ni pensar que las victorias se van a lograr solas
Magda González Grau
El pasado día 18, cuando Omar Valiño y yo, aún nos enjugábamos las lágrimas que ese paradigma de la modestia y la honestidad que es Fernando Martínez Heredia nos había sacado a los ojos con su discurso, a riesgo de que pareciéramos melodramáticos y hasta cursi, Morlote me dijo refiriéndose a estas palabras: “El sábado te toca emular con él” y yo le respondí “Dios me libre de semejante sacrilegio”.
Ojalá pudiera yo ser tan profunda, y al mismo tiempo tan sencilla. Ni siquiera estoy segura de por qué me han escogido a mí para representar y agradecer a los que hoy recibimos esta medalla. Pero bueno, trataré de resumir todos los sentimientos y recuerdos que me embargan en un momento como este.
No puedo olvidar que fue la Brigada Hermanos Saíz quien nos sirvió a Gloria Torres y a mí, de soporte de todo tipo, (pasaje, alojamiento, conexiones), para emprender mi primera aventura como realizadora, porque Gloria ya era veterana en eso, cuando me propuso salir en busca de los orígenes del sucu sucu.
No puedo olvidar aquel programa de fin de año que se llamó “Cabaret Tropical” y que, “rara avis”, se nos encargó a la Brigada. Eran otros tiempos. En aquel programa trabajamos todos, haciendo de directores, guionistas, asistentes de dirección, repertoristas, asesores musicales, en un espíritu de unidad y entrega colectiva que pocas veces he vuelto a ver en un grupo de jóvenes.
Era diciembre de 1990. Empezaban a soplar los aires de derrumbes de muros y fortalezas, que nos habían hecho creer que iban a estar ahí siempre.
Vinieron años difíciles, donde todos bajamos de peso y montamos bicicleta.
Muchos encontramos la posibilidad de paliar la crisis trabajando en otras latitudes. De esos, algunos, en realidad pocos, encontraron espacios de éxito. Otros renunciaron a ser “jóvenes promesas”, (como se decía y se dice, como un broche que pesa como plomo cuando te lo dan), y se adaptaron a guardar o posponer sus sueños creativos; y otros, regresamos, después de ganar el dinero para garantizar la canasta familiar básica, convencidos de que no hay mejor lugar para crear que este país.
Ahora ustedes pensarán que enloquecí. ¿Este país? ¿Con la falta de recursos financieros y tecnológicos que tenemos? ¿Con las trabas burocráticas que han creado las instituciones para que todo sea más engorroso e ineficaz? ¿Con las limitaciones que imponen pensamientos retrógrados para el abordaje de temas nada amables, pero necesarios?
Y tienen razón en todo, menos en lo de la locura, porque ¿saben qué?, estoy profundamente convencida de que si usted está dispuesto a pelear y a vencer esas dificultades, si usted se prepara y se informa para hacer una obra responsable aunque sea difícil, si usted se levanta todos los días con la certeza de que no sólo “un mundo mejor”, sino también una Cuba mejor, “es posible”, este es el mejor país del mundo para crear.
Aquí usted puede escoger su tema, sea el que sea, y si alguna institución no quiere producirlo porque no está dentro de sus políticas temáticas, no logra hacerlo por “la derecha”, pero puede hacerlo, de todas formas, por “la izquierda”.
Aquí a ningún realizador, haga su obra por “la derecha” o por “la izquierda”, se le impone el elenco. Usted escoge el suyo y la única condicionante que puede existir es la calidad.
Aquí el realizador tiene el derecho de conformar su equipo, y aunque a veces, criterios sindicaleros, y fíjense que digo “sindicaleros” y no sindicalistas, quieran imponer la mediocridad, la legislación de este país apoya que usted trabaje con quien quiera, siempre que sean buenos especialistas.
Y luego, cuando su obra está hecha, la presenta y la exhibe, si es buena, en espacios como la benemérita Muestra Joven del ICAIC o el histórico “Almacén de la Imagen”, o algún otro, pocos sí, pero tenaces, año tras año.
Y si sigue luchando contra anquilosados cerebros, va y logre transmitirla por televisión en espacios como “ISA TV”, “Nuevos aires” o “Breves estaciones”, tarde en la noche, enfrentados con programas de alta audiencia, pero ahí, en las señales provinciales y nacionales, algo muy difícil en épocas anteriores, e imposible, se los aseguro, en los canales de otros lugares que no sean los de Miami, no necesito explicar por qué.
En fin, repito, no hay mejor país para crear que Cuba, pero para eso uno no puede cansarse, ni ser escépticos, ni pensar que las victorias se van a lograr solas.
El otro día, alguien, viéndome delegada al recién finalizado Congreso de Trabajadores de la Cultura, me dijo: “Chica, tú estás anotada en todas las listas” y pensé que era verdad.
En estos tiempos de reajuste, de reordenamiento, de reacomodo de nuestra sociedad, no se puede estar sentado en la sala de la casa para ver por televisión qué sucede. Hay que anotarse en todas las listas y buscar el diálogo y la participación.
Hay que evitar que en ese reacomodo, muchos viejos vicios que han estado al acecho como el oportunismo, la mediocridad y la banalidad, y otros nuevos, como mirar la cultura de forma demasiado pragmática y economicista, nos hagan perder las conquistas que hemos logrado en todos estos años, y que hacen que el mejor lugar del mundo para crear, sea la tierra donde nacimos. Gracias.
Quinta de los Molinos, 22 de octubre de 2011
(Enviado por la autora, una de las más sobresalientes realizadoras de la televisión cubana, para LA ISLA Y LA ESPINA)
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