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miércoles, 12 de febrero de 2014
SANTIAGO y la Muerte
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Odette Alonso
“Dicen que murió Santiago Feliú”, fue lo
primero que leí esta mañana cuando encendí la tableta y me reconecté al mundo.
De inmediato le escribí a Darsi indagando si era cierto, pero no pude esperar
respuesta: busqué en Google Noticias y ahí estaba la confirmación desde el blog
de Silvio: infarto.
El impacto fue como de golpe de tambor
mayor, de esos que repercuten en el estómago y cimbran. Hace unos días,
pensando en que hemos cruzado la barrera del medio siglo y ya no somos tan
jóvenes, me preguntaba quién sería el primero en partir, quiénes lo seguiríamos
en esa fila india que no se va a detener.
Santiago y yo no fuimos amigos; lo
conocí como casi todos: de la televisión o de haber coincidido ocasionalmente
en alguna peña o algún sitio de La
Habana cuando él cantaba “Vida” y teníamos toda la vida por
delante. Él siempre fue el “distinto”, el raro, el revolucionario. ¿Por qué
entonces este golpe de tambor, estas lágrimas incontenibles? Porque la muerte
de Santiago nos regresa a una etapa definitoria para nuestras vidas y para la
cultura cubana, nos enfrenta a quienes somos: ESA generación, esos años ochenta
y todo lo que ello significa.
Nadie se va antes de tiempo: la Muerte sólo cumple un
cronograma. Hoy debimos quedarnos todo el día sentados en la colina —la que
fuera— mirando el mar. O, cuando menos, en el sillón más amado de la casa
escuchando “Vida” y “Para Bárbara”. Pero la vida, cruenta, nos sacó de la casa
y nos lanzó al mundo como a él a quién sabe qué confines. Que te vaya bien,
Santiago, nos llevas ventaja: tú ya sabes lo que hay que saber.
Tomado de su blog Parque del Ajedrez
---ARTÍCULO
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