Se estimó una participación de 2 millones y medio de personas, e ingresos por venta de libros superiores a los 12 millones de pesos
Betty Beatón Ruiz
La necesidad de potenciar que el interés por leer trascienda más allá de unos días y aporte a que “Cuba siga como un país de lectores, en un mundo donde la lectura está de capa caída, y el libro es una vulgar mercancía”, fue resaltada por Abel Prieto, ministro de Cultura, al dejar clausurada, la víspera, en Santiago de Cuba, la XXI Feria Internacional del Libro.
El empeño, recalcó el titular, debe liderarlo el Instituto Cubano del Libro (ICL), de conjunto con otras instituciones, organismos y organizaciones, para estimular el crecimiento espiritual de los cubanos, quienes en los últimos 25 días, a lo largo y ancho del país, tuvieron a la mano cerca de un millón y medio de ejemplares, según informó a la prensa Zuleica Romay, presidenta del ICL.
De tal modo, ratificó la dedicatoria de esta a las culturas angolanas, y anunció que la efeméride principal que celebrará la XXII edición será el aniversario 160 del natalicio de José Martí.
Particularmente emotivo resultó el momento en el que se conocieron los nombres de los escritores invitados de honor: Pedro Pablo Rodríguez, Doctor en Ciencias Históricas, investigador, periodista y Premio Nacional de Ciencias Sociales 2009, y Daniel Chavarría, escritor cubano nacido en Uruguay —como él mismo se reconoce— y Premio Nacional de Literatura 2010.
La Feria se confirmó como espacio de amplia convocatoria popular en todos los territorios del país, con un estimado de participación de 2 millones y medio de personas, e ingresos por venta de libros superiores a los 12 millones de pesos, según acotó Zuleica Romay.
En Santiago de Cuba esta fiesta de la lectura sirvió para juntar a la literatura, las artes plásticas y escénicas.
Relevantes las presentaciones de La Virgen de la Caridad de El Cobre, de Olga Portuondo; La inquieta palabra, del Reverendo Raúl Suárez; Enemigo, de Raúl Capote; El hueso en el papel, de Reinaldo Cedeño; Cuba: ¿revolución o reforma?, de Enrique Ubieta; así como Cuba colonial: músicos, compositores e intérpretes, de Zoila Lapique; y Rutas críticas, de Ambrosio Fornet, autores estos últimos a quienes se les dedicó la Feria que cerró.
Igualmente resultaron notables el Encuentro de niños escritores, los espacios La escena y el libro y Los libros andan, el Foro de Juventudes —organizado por la Asociación Hermanos Saíz—, las mesas teóricas; las entregas, por primera vez, de la Distinción José Soler Puig —la cual fue a manos de 10 personalidades de la cultura santiaguera—, y del Premio Ateneo al Lector; la inauguración de Ciudad desnuda —exposición a propósito de los 80 años de vida del pintor Miguel Ángel Botalín—, así como el momento final de la XXI Feria, multitudinariamente arrollador, en La Alameda santiaguera, justo frente a las aguas del Caribe, a cuyas culturas se les dedicó la edición que recién dijo adiós.
TOMADO del periódico Trabajadores
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