martes, 26 de julio de 2016
VOYEUR
Reinaldo Cedeño Pineda
Escarbó. Escarbó hasta hacerse espacio en la maraña,
en los espinos. Aplastó el cuerpo. Se
escondió detrás de su sombra. Apretado contra la armazón que había resistido
aguas y soles, en las tablas aferradas a sus vigas, en la juntura que empezaba
a ceder, hizo su atalaya.
Las
paredes tienen oídos, pero a veces tienen ojos.
Un puente
de aire conectaba la abertura con la cama, el ojo con la carne. El brazo arqueado
robaba el otro cuerpo de la mirada espía. Apenas era posible distinguir un
hombro ocre, teñido por un pequeño haz. La pupila se dilató. La batalla feroz:
la paciencia contra el deseo.
Ya llegará el momento, se dijo. Siempre llega.
Cuando el entumecimiento
empezaba a morderle, el músculo se desperezó. Una nalga vibró, siguió la otra.
El pedernal soltó la primera chispa. La saliva espesó. Rodó su antebrazo a todo
lo largo y apretó suavemente allí, donde sabía. Aguzó la mirada. Detrás de las
redondeces, los codos giraron en arco de delirio. Los pezones atenazados en el
juego mortal. Estirar y soltar. La palma de la mano ahuecada y lisa, girando
como la Tierra
sobre su eje.
Un olor a
turba y a jerez sacudió el tamarindo, se prendió a las espinas, resbaló por los
cordeles y se abalanzó sobre el zinc como una granizada.
Desde su
ángulo observó rodar un líquido viscoso, traslúcido. Entró el primer dedo,el
segundo, un tercero, hasta que la mano, caracoleando, acabó por desparecer. El
Voyeur se sacó el pantalón directo al exorcismo. Ante sus ojos, apareció la
espada del diablo, con el brillo de un faro recién encendido. Llegó la hora de
los amagos y los rezos, el metal sobre la piedra, la renunciación. Una estocada
brutal hasta la empuñadura.
Cuando El Voyeur vio a la víctima
incorporarse y devolver el zarpazo, el mundo giró. Perdió los estribos. El filo
de la luna rasgó su pecho. Intentó frenar la madrugada que salía como savia de
sus propias entrañas. No pudo ver la aguja que taladraba la pequeña oquedad de
la madera.
(Del libro LA EDAD DE LA INSOLENCIA, Ediciones Caserón, 2014)
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