*TOMADO de El Portal de la Radio Cubana
sábado, 28 de enero de 2017
JOSÉ MARTÍ FRENTE AL MICRÓFONO...
Reinaldo
Cedeño Pineda
Siempre
he soñado verle frente al micrófono. Sí, al mismísimo José Julián Martí Pérez
(1853-1895). Es un sueño, lo sé; pero un sueño hermoso. Cuanto
daría por escuchar su voz, el tono de su voz. ¿Cómo sería?
Afirma
Enrique José Varona que “su palabra era algo viviente que transfundía vida”. Su
amigo argentino Carlos Aldao expresó que su “brillante peroración producía en
la médula una sensación análoga a la que despierta la vida del acróbata lanzado
al aire en un ejercicio peligroso”.
Alambre vivo, torrentera, acrobacia. Así
describen su manera de tocar las palabras. Habrá que imaginarlo. En algún
momento se anunció que buscaban su voz grabada
en Nueva York en un cilindro de Edison; pero todo parece haber sido
infructuoso. ¡Quién sabe si algún día ocurrirá
el milagro!
Aunque abarcó todos los géneros literarios, aunque
fue un poeta original y hasta escribió una “noveluca”, como el mismo llamara a Amistad funesta; Martí fue sobre todo un
periodista. En esa hoguera ardió su vida. Más de una palabra de sus
manuscritos, no ha podido ser descifrada.
Su pensamiento iba por delante de su mano.
Estremece leer, por ejemplo “Sobre los
oficios de la alabanza”, artículo aparecido en Patria. En unos pocos párrafos está contenida la tríada que
presidió la obra martiana: verdad, belleza, virtud. Martí nos esclarece: “(…) es
cobarde quien ve el mérito humilde, y no lo alaba (…) A puerta sorda hay que
dar martillazo mayor (…) El corazón virtuoso se enciende con el reconocimiento,
y se apaga sin él”.
No estuvo frente al micrófono, es cierto.
“La tecnología no anduvo lo suficientemente pronto”, escribió Carmen Suárez
León en el prólogo del volumen Yo conocí
a Martí Él decía a viva voz y tenía
la pluma inquieta. Sin embargo, me arriesgo a decir que de haberlo podido
hacer, no hubiera rebajado un ápice la
altura de sus ideas.
En todo caso, toca a los comunicadores de hoy
envolverse en su pensamiento. Los del micrófono y los del ciberespacio, los de
las cámaras y los de la tinta. Hay que abrazar al que se sacrifica diariamente,
y en ocasiones, dar un martillazo martiano a las conciencias dormidas, a las conciencias torcidas.
José Martí es inspiración perenne. Cómo no serlo
cuando aquel genio de Paula que partía hacia la guerra, era capaz de escribir a
su madre toda una confesión de fe: “No
son inútiles la verdad y la ternura”. Era
un 25 de marzo de 1895 en Montecristi. Todavía se escucha el eco.
*TOMADO de El Portal de la Radio Cubana
*TOMADO de El Portal de la Radio Cubana
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario