jueves, 18 de septiembre de 2014
LA PALABRA EN EL AIRE. Memorias de la radio santiaguera
♣ Palabras
de presentación del libro LA PALABRA EN EL AIRE. Memorias de
la radio santiaguera de Eric Caraballoso Díaz. Plaza de la Revolución Antonio
Maceo de Santiago de Cuba. 16 de septiembre de 2014.
Reinaldo
Cedeño Pineda
Cuenta García Márquez que su abuela no se
atrevía a desvestirse delante de la radio… no fuera a ser que alguien la viera.
Recuérdese el enorme tamaño de los radios receptores de aquellos tiempos
fundacionales. Como sabemos, en un largo camino, la radio fue miniaturizándose
y expandiéndose de la localidad al mundo.
A la
llegada de la televisión muchos empezaron a verla como hermana menor y hasta
como hermanastra. En consecuencia, le decretaron la muerte. Otro tanto ocurrió
en fecha más reciente con la llegada de la Internet ; pero la radio sigue ahí, fiel, ubicua,
acompañando a la gente, capaz de llegar a donde nada ni nadie llega.
La voz,
el sonido, los efectos, el silencio, tienen un encanto irresistible.
A estas
alturas, ¿quién puede decir cuántas horas han transmitido las emisoras de radio
santiagueras? Desde las más pequeñas y experimentales de los años
veinte o treinta, hasta las que han acompañado a los orientales y los
santiagueros por espacio de varias décadas.
La
radio, sin embargo, ha padecido una escandalosa orfandad de memoria. Quien se
enfrenta a su análisis, sistematización y estudio, se encuentra más con
recuerdos que con muestras, con nombres y anécdotas más que con guiones y
grabaciones, con fechas colgadas en el aire. Ese es un handicap, muchas veces
insalvable.
Irremediablemente, el
investigador ha de acudir al testimonio, con todas sus virtudes y sus riesgos.
Ha de bordar los vacíos, buscar tendencias, arriesgarse a conclusiones y extraer
de toda la maraña de evocaciones, los pasajes más vívidos, las personalidades
imprescindibles, los sucesos más notables. Seleccionar no es amalgamar: es
filtrar. Y eso no es poco.
Todo
ello, a cuenta y riesgo de los argumentos que ha podido escarbar y del
inexcusable criterio de autor que todo libro presupone. Así está escrito La
palabra en el aire. Memorias de la radio santiaguera de Eric Caraballoso Díaz.
Soy
el culpable de haberle pasado el batón. Permítaseme acreditármelo con orgullo
de colega, de hermano. Cuando la Fundación
Caguayo me propuso escribir acerca del cine, la radio y la
televisión, enseguida percibí que el trabajo necesitaba más de un ojo y le
llamé. Conocía su calibre desde sus tiempos de estudiante, y no me arrepiento
un solo instante de aquella decisión. El trabajo que se inició en conjunto,
parió al final dos libros difíciles: A capa y espada: la aventura de la pantalla, y este que hoy
presentamos.
Tal
vez la cercanía no nos permita aquilatar en toda su dimensión, el proyecto La cultura artística y
literaria en Santiago de Cuba. Medio milenio, de
la cual estos dos volúmenes forman parte. Sin embargo, es mi deber apuntar el
aporte de la
Fundación Caguayo para las Artes Monumentales y Aplicadas, —y
la Editorial Oriente ,
por supuesto— que injerta con esta serie, el aporte múltiple de la creación
santiaguera en la savia de la cultura e identidad nacionales.
La palabra en el aire. Memorias de la radio santiaguera
nos devuelve a pioneros como Arturo C. de Ribas y la CMKA transmitiendo desde el
sótano de su casa —sitio que por cierto ocupa hoy el círculo infantil Sonrisas
al mundo en el Reparto Vista Alegre—, la CMKD y el Palacio de la Torre , Félix B. Caignet y su
Chan Li Po, a la actriz Lupe Suárez, a la memoria indomable de Cliserio Romero
y el magisterio de la cuasi olvidada CMKR.
Asimismo, se adentra en la etapa comercial y en los ires y venires de la Cadena Oriental de Radio. Se va
tras las huellas de la singular Radio Valpín y de la CMKC , el paso de Luis
Carbonell o las estrategias para apoyar a la Revolución con figuras
como Gloria Cuadras y Noel Pérez.
En las
doscientas sesenta y cuatro páginas de La palabra en el aire. Memorias
de la radio santiaguera, Eric Caraballoso
Díaz, recorre las palabras y el rostro de algunos pilares de la radio
santiaguera. Conmueve verles. Algunos ya desaparecidos, otros empujando el
sueño. Aparecen Ruperto Pérez López y
Ernesto Medialdea; Nilda G. Alemán, la formadora de tantos apasionados
radialistas; el rostro núbil de Doña Ileana Navarro y el multifacético Ado Sanz
Milá; el maestro José Julián Padilla, y Rolando González. Como dijera una vez
la periodista Nereyda Barceló, nunca ha sido igual sin él.
Antonio
Lloga, el mago de la dramaturgia; Soler Puig sin minimizar jamás a la radio, el
incombustible Raúl Ibarra y el gallardo escritor de Objetivo X, Emilio Tamayo. La conversación con Maricela Carbonell y
Jorge Luis Colomé es una filigrana.
El
autor se asoma a los caminos paralelos de Radio Mambí y Radio Siboney, como una
apuesta a la pasión. Miro a Consuelo Almaguer y recuerdo su duende profundo,
capaz de echarse a Santiago en un bolsillo; a María Elena Pineda, con sus
historias de la radio con sonido de mujer o a Iván Clavería, que va haciendo
historia, con generosidad y ardor, todos los días.
Como
un sortilegio, el autor cierra su libro con entrevista a los Premios Nacionales
de la Radio ,
Julián Ercilio Navarro Coello—que a todo el mundo bautizaba con su voz grave y
única—, José Armando Guzmán Cabrales — mi vecino entrañable—; el infaltable
Noel Pérez Batista, la actriz Rebeca Hung —más grande mientras más modesta—, y
a Juan Antonio Balbuena Céspedes, el más atento de los operadores que he
conocido. Entiéndase, es una rapidísima ojeada.
Habrá
que conceder a Eric Caraballoso un especial sentido para decir en unas líneas,
su capacidad para componer el mosaico e
hilar la dispersión, su tino para justipreciar los aportes de unos y otros. Eso
le permitió incluir detalles que a otros hubiesen escapado, a figuras como el
efectista Gerardo Gómez Mederos, Yayo,
o la radio que llega desde la rivera del Cauto, o desde la loma.
Un
libro es una obra colectiva. Y dentro de sus protagonistas, destaca la hermosa
factura que deviene de manos expertas: las de Marta Mosquera, Premio Nacional
de Diseño, quien ha puesto su sello en toda la colección; y su coherencia, en
la que su editor Orestes Solís, lleva su parte.
La palabra en el aire. Memorias de la radio santiaguera
es un libro enjundioso, sin duda alguna; aunque el
rico universo radiofónico santiaguero se presente infinito. Sospecho incluso
que el mismo autor, develará otras páginas en un futuro. Ojalá otros se atrevan
a poner en orden sus propias memorias.
En
todo caso, el autor lo deja explícito desde su primera línea: “Esta no es la
historia de la radio santiaguera, es más bien un esbozo, un acelerado
panorama”. Un panorama, eso sí, para celebrar.
Mirad
estos rostros, mirad dentro, mirad bien. La radio es imbatible.
♣ FOTOS TOMADAS de CUBAPERIODISTAS y Sierra
Maestra
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