sábado, 27 de septiembre de 2014
LA TREGUA: Jesús García Clavijo / PREMIO de la Biblioteca Elvira Cape en el III Concurso Caridad Pineda In Memoriam
Jesús García Clavijo
jgclavijo@nauta.cu
Evidentemente hablar sobre un libro favorito es
muy difícil porque a lo largo de la vida se van teniendo de acuerdo con cada
edad, mientras más se vive aumentan, y llega un punto donde decidirse por uno es
tarea compleja.
De ese
modo cuando niño, fue “Granos de oro” y todos
los libros de Martí, luego el “Pequeño príncipe”, después, más acá,
“Adiós a las armas”, los cuentos y novelas
de Manuel Cofiño, en especial “Cuando la sangre se parece al fuego”, “El
amor en los tiempos del cólera” del Gabo,
en fin, uno va entre los clásicos y los que se adaptan a las necesidades
espirituales del momento.
De todos modos, a pesar que de muchos podría
decir fueron mis favoritos, me detengo en dos que marcaron mi vida, “El amor en
los tiempos del cólera” de García Márquez y “La tregua” de Mario Benedetti. Entre ellos, me quedaré con “La tregua”.
El libro fue escrito al inicio de la segunda
mitad del siglo pasado y parece fue
ayer que salió de la imprenta por primera vez al tratar temas tan interesantes
y reales como los que encontraremos al salir a la calle mañana o lo que nos
pasa ahora mismo, como cuando el día 17 de mayo Santomé le declara su amor a
Avellaneda sentados en una cafetería y ella enmudece un rato y luego le dice
que ya lo sabía. Uno de los pasajes más
hermosos de la historia del libro.
Escrito como un diario en los últimos meses de
trabajo de un jefe de departamento en una oficina de Montevideo, Uruguay, nos
asume, con las múltiples aristas de la vida y del tiempo.
El autor es capaz de atrapar al lector desde el
primer día que el personaje, Martín Santomé
escribe, y uno va viviendo lo que
el autor dijo hace tantos años.
Así se tratan temas actuales como las diferencias sexuales, la familia, las vivencias cuando el tiempo de
trabajo se va terminando y debemos ceder el espacio a otros jóvenes, cosa
terrible porque vemos, como se acerca, temeraria la jubilación, con la pérdida
de roles sociales y familiares, el quedarnos solos frente a las instituciones y
frente a la sociedad, la viudez, la soledad
de los años, el envejecimiento cronológico y biológico, los últimos
estertores de una juventud que se escapa, las transformaciones de nuestro
cuerpo, el amor, esa fuerza que mueve la
tierra o nos la derrumba, en el caso del
libro seleccionado, un amor de pareja dispareja por la edad, pero amor, y un final desgarrador que conmueve.
Ningún final es alentador, pero algunos son
peores, como es el caso de este libro, donde se enfrentan el amor, el desamor,
la felicidad y la muerte.
En lo particular he leído varias veces “La
tregua” y me hubiera gustado hablarle a
su autor, sobre este libro que marcó mi vida. Ahora siento un pesar tremendo
por no haberle agradecido las cosas que fui viviendo-sufriendo cada día.
De este libro se han realizado varias
películas, dos he visto, en la más
lograda y fiel al libro, el papel principal lo interpreta Héctor Alterio como
Santomé, y Avellaneda es interpretada por Ana María Picchio, ambos en la
versión argentina de 1974, totalmente filmada en locaciones argentinas,
que fue nominada al “Óscar” al año siguiente en la mejor
película de habla no inglesa, en ella sus rostros eran tan intrascendentes como
los imaginaba en el libro.
Hay una
versión uruguaya y otra realizada en México, de todos modos, me gusta más
leerlo en las páginas amarillas de uno de los tantos ejemplares que conservo, muchos
he regalado y otros se han quedado en los lugares, donde todos los que un día
amamos, dejamos nuestros pedazos de ternura.
Martín Santomé, una persona gris, apagada,
solitaria, triste, con desgano por la vida,
con una existencia marcada por la rutina del trabajo que lo aleja de sus
hijos, va transitando por las mismas
etapas que el lector, o uno va transitando las etapas de Martín Santomé, es como si el autor dijera las cosas que
pueden pasar durante nuestra existencia y se cumplan.
La vida es un suspiro y hay que saber descubrir
las treguas en cada momento y aprovecharlas.
Laura Avellaneda, joven, de rasgos suaves, ojos
serenos, nariz fina de pelo corto color negro y piel muy clara, decidida,
segura en si misma y de lo que quiere, inteligente trabajadora, amorosa y
entregada, lo saca de la etapa gris de
su vida, pasa de ser una simple empleada
que llega a la oficina al motivo de la
existencia de Santomé y al final muere, no sin antes darle una tregua a la vida
de ese hombre.
El amor con Avellaneda fue la tregua que la
vida le dio por un tiempo, en el cual Martín cree haber encontrado la felicidad
que no había tenido desde la muerte de Isabel,
la madre de sus tres hijos. Este amor con Avellaneda fue un tiempo de
felicidad, en una vida condenada a la miseria emocional.
El libro nos enseña que no importa la edad o la
circunstancia en que nos encontremos, todos podemos hallar la felicidad en algo
o en alguien; me enseñó a no perder el
tiempo sin aprovechar las oportunidades que la vida da, pues al
desperdiciarlas, puede ser que las
pierda para siempre y luego me
arrepienta.
El mensaje que
me dejó fue ese, la esperanza de poder encontrar el lado positivo de
cada cosa, de cada minuto en la vida y
de aprovecharlo, sin dejar de vivir las pequeñas y que
el amor, cuando es explicable y lógico, deja de ser amor.
Este libro debe ser leído, tiene muchas
enseñanzas y un poco de misterio, uno se
queda esperando qué pasará hasta el momento de su jubilación cuando dice:
...se acabó la oficina. Desde mañana y hasta el
día de mi muerte, el tiempo estará a mis órdenes.
Después de tanta espera, esto es el ocio.
¿Qué hacer con él?
El 27 de febrero, tres nuevos empleados
entraron bajo el cargo de Santomé: Alfredo Santini, Rodolfo Sierra y Laura
Avellaneda, a esta última en todo el diario la describe como Avellaneda, a
quien no considera una preciosura, pero es más pasable cuando ella sonríe y …
Así comienza esta historia de amor y ternuras
escondidas en cada página, y la
ternura, es terriblemente necesaria en la vida, como el aire, la lluvia, como la
primavera.
Jesús García Clavijo (Santiago
de Cuba, 1951) Poeta e investigador
El autor mereció Premio del Concurso Luisa Pérez de Zambrana de poesía 2013
y de los Juegos Florales de Matanzas 2012. Mención en el Concurso Nacional de
Poesía Regino Pedroso 2009 y en el Concurso Nacional de la Crónica Costumbrista
Enrique Núñez Rodríguez en este 2014.
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