Instante de la presentación: De izquierda a derecha, la escritora Gisela de la Torre, el presentador Reinaldo Cedeño y la editora del libro Alicia García.
REINALDO CEDEÑO PINEDA
Érase una niña que pedía cuentos a su abuela. Érase una abuela que decidió contarlos a su nieta, pero como no quería repetir los mismos relatos, tomó la llave y giró con fortuna.
De allí salieron hadas y brujas, estrellas y sirenas, mariposas y flores. Dicho así, parecerían los personajes de siempre, pero bastará una hojeada a este volumen para entrar en el universo de la autora.
Este libro está escrito todavía con los dedos húmedos, en los espacios arrancados a las interminables tareas hogareñas.
Un libro primigenio es siempre un volumen de hallazgos y de dudas. Detrás de él, suele asomar un período inevitable de tanteos y aproximaciones hasta que la autora decide sacar las cuartillas de las gavetas, poner a volar sus personajes en otras mentes y compartir sus historias.
Si bien la propia creadora ha confesado que la fuente de inspiración de este libro es su nieta Nataly —y he visto como se acumulan los folletos de cuentos inéditos encima de su mesa—, no hay que olvidar que sólo quien no ha olvidado su corazón de niño es capaz de aprehender esos latidos.
Así, pues no os dejéis engañar. Les traigo a una niña llamada Gisela de la Torre Montoya que ahora mismo vive la ebullición del descubrimiento, la niña generosa que nos pone al alcance el caldero mágico capaz de cumplir nuestros sueños solo en el camino del trabajo y la bondad.
(Durante la presentación el poeta José Orpí regaló una décima a la escritora para niños)
En estas páginas puede advertirse el sustrato de historias universales, mas el cosmos fantástico de Gisela está signado por marca propia. Se trata de un entorno cubano —aún cuando hablen zorras o leones—, el diálogo es directo y franco, los relatos breves y trepidantes. Un deseo basta para alzar el vuelo y las lecciones se integran orgánicamente al relato, a la par del divertimento.
La sirena que quería las estrellas es un libro joven, no sólo por su destinario—esos locos bajitos que todo lo pueden—, sino porque resulta el desvelo de una editorial joven (Ediciones Santiago) que ha sabido apuntarse a contrapelo de sus limitaciones materiales no pocas revelaciones en sus once años; una joven editora (Alicia García) y un diseñador joven (Raúl Gil). Sé que para todos, esta ha sido una experiencia singular, con todo lo que lleva de caminos por encontrar y de certezas por descubrir.
La sirena que quería las estrellas es sólo un anuncio. Sometidos a una selección rigurosa, estoy seguro que no habrá que esperar demasiado para ver en blanco y negro otros cuentos de Gisela de la Torre Montoya.
Sé que vendrán sorpresas que la autora merece en este día de su nacimiento editorial, si bien Gisela ya ha dejado su nombre en algunos concursos recientes como Leer es saber y Angelus.
(La narradora oral Nadya Losada, realizó una versión de uno de los cuentos de Gisela de la Torre)
Aquí les dejo La sirena que quería las estrellas. Espero que Nataly sepa ser tan generosa para brindar sus historias, porque ya puedo ver a esos Meñiques sabichosos escuchar con los ojitos bien abiertos lo que hizo de la bruja Tarila, donde se hallan las frutas del árbol encantado y que lección recibió la rana ambiciosa.
No digo más. Cuando abran estas páginas sepan que son el regalo de una joven escritora, de una imaginación desbordada, de una abuela generosa. ¿Acaso, hay algo más hermoso?
Santiago de Cuba, 13 de agosto de 2011, Sábado del Libro, Librería Amado Ramón Sánchez, Calle Enramadas, Santiago de Cuba.
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