(Elena Yanes Enriquez interpreta un clásico cubano, Week-end en Bahía)
Reinaldo Cedeño Pineda
Vengo a buscar a una muchacha nacida frente al mar, donde más fuerte canta el gallo. Vengo a buscar a una muchacha con nombre de reina, de mito; a una muchacha de cabellos de sol.
Leo su nombre en los programas, atisbo su rostro; pero se me escapa como vendedora de lazos, como relacionera, como señora de los siglos.
¿Será aquella del ágora de Atenas? ¿Aquella que levanta su voz en la Asamblea de las mujeres? ¿O la Eloísa de Pogolotti? ¿O Doña Ana? ¿O Doña Inés en el balcón?
Se me escapa para irse a las aulas a fundar, a refundar el teatro en Santiago de Cuba.
Se me escapa hasta la isla vecina, hasta Santiago de los Caballeros, con su dicción inconfundible; a la tierra del Libertador y de Rubén Darío. La aplaudo en la patria del Istmo, en la nación de Rulfo y el Río Bravo.
Muchacha de las tablas, muchacha siempre hermosa. Mujer de Osaín y Perla Maya.
El viento hace buñuelos en tu pelo. Muchacha de mil nombres. Antígona, Angélica, Belisa, Petra… Mujer de pueblo, mujer araña, mujer del diablo.
No te me escondas. Puedo entrever tu mano en el Cabildo, que es como subir la larga escalinata hacia la gloria, que es como decir Meneses, Pomares, como decir Ramiro, para siempre entre nosotros.
Si digo Gestus, tendrás que salir al escenario.
¿Y si menciono Andoba? ¿Si llegan los camiones? ¿Si tienes que llorar o que gritar? ¿Si digo Mamacita? ¿Si digo Elena?
Elena entre las angustias y los vuelos, íntima como una margarita. Elena profesora, habitada, sonámbula.
Si digo Elena Yanes, digo teatro, digo ciudad. Recibo una mirada de agua y fuego. Digo Bahía y Week-end. Digo telón y artista donde todos me puedan escuchar. Digo GRACIAS.
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