viernes, 14 de diciembre de 2007

"LA GUANTANAMERA" en la TIERRA DEL DIABLO

Reinaldo Cedeño Pineda

¿Quién puede escapar al sabor cubanísimo de La Guantanamera? ¿Quién ignora que la pieza se ha convertido en embajadora de la cultura cubana?

Lo que todos no saben que La Guantanamera tiene una historia bien complicada... más allá de Joseíto Fernández.

Ell danzonete tuvo su auge entre finales de la década del veinte y principios del treinta del siglo XX. Entonces, Joseíto cantaba acompañado de sextetos como el de Raimundo Pía y Los Dioses del Amor, hasta formar el suyo propio.

Así, popularizó La Guantanamera, para cerrar el espacio radial, en lugar de la acostumbrada rumba…

Esta guajira-son, al decir del propio Joseíto:

“Es una melodía que admite versos de cualquier tipo; compuestos en cuartetas o décimas, y lo mismo felicitábamos a la muchacha de Villa Clara, que pedíamos clemencia para un trabajador cesante, por la CMCO” [1]

La popularidad conseguida fue aprovechada por anunciantes comerciales en la CMQ (luego Radio Liberación) que lo vincularon a sucesos de la crónica roja y también al consumismo.

Era una especie de “gaceta cantada” que el juglar siguió en el programa El suceso del día, y que traspasó el 1959. La Guantanamera se incorporó, entonces, a reseñar hechos del acontecer nacional, desde las nuevas realidades de la Revolución.

Luego, el norteamericano Pete Seeger –que sólo conoció a Joseíto en persona en 1971– la estrena en 1963 en el famoso Carnegie Hall, con las cuartetas de los Versos Sencillos de José Martí, de perfecta adaptación a la copla de ocho compases.

Se sabe que Seeger había tomado La Guantanamera del cubano Héctor Angulo, estudiante de composición en los Estados Unidos; si bien la idea inicial de incluirle los versos martianos fue del también compositor criollo Julián Orbón, quien lo hacía informalmente en las descargas de su casa norteña.

La Guantanamera fue inscrita tan sólo en 1942 por Joseíto Fernández en el Registro de Propiedad de Cuba… cuando ya llevaba muchos años cantándola.

Grabaciones de la misma melodía, con diferentes títulos y versos, aparecen en los discos RCA Victor de los años 1941, 1942, 1945 y 1950.

Hasta aquí las coincidencias predominan…. Pero se abre paso otra historia

LA BÚSQUEDA DE LA FECHA DEFINITIVA

Un trabajo realizado a dúo por la galardonada periodista Marta Reyes Noa y por Santiago Moreaux Jardines (entonces presidente de la Asociación Musical de Compositores y Autores Musicales, en Guantánamo) habló de una “fisura histórica”.

Se trataba del programa El reclamo del Diablo (1993), de la emisora guantanamera CMKS.

El espacio radiofónico apostaba a la versión de que los primeros cuatro compases de la inmortal pieza pertenecen a Herminio García Wilson, apodado “El Diablo Wilson” por su habilidad con el tres.

En El reclamo del Diablo se develaron una serie de contradicciones en cuanto a la fecha de surgimiento de La Guantanamera.

Salieron a la luz valoraciones de importantes musicólogos y otros detalles. Incluso, se llegó a un proceso judicial.[2]

El programa resultó premiado con el segundo lugar en el Festival Nacional de la Radio en 1993, tomando en cuenta sus “altos valores históricos y artísticos”.

Por si poco fuera, a ello se sumó la versión de Herminio Wilson, y la de otros testigos, ya desaparecidos.

Todo ello fue recogido en el periódico Venceremos de la ciudad de Guantánamo por el autor de este trabajo, el 10 de julio de 1993 [3] e igualmente en la revista cultural Ámbito[4] de Holguín en febrero de 1994. Ambos, una década antes del aparecido en el diario Juventud Rebelde (2004).[5]

La investigación que llevamos a cabo, fue ampliada para el libro El diablo y la luz, Editorial El Mar y la Montaña, Guantánamo, 2004.

La Guantanamera aparece vinculada a Joseíto Fernández (1908-1979), habanero nacido en Los Sitios; pero existe otra historia relacionada con la célebre pieza.

Antes, relacionemos las fechas:

“La Guajira Guantanamera surgió cuando estaba en un sexteto. Eso fue por al año 1928. En aquella época estaba muy de moda la formación de sextetos […] fue entonces que compuse la melodía de esta guajira para decimar, que era como se le decía inicialmente”[6]

También declara fecha similar a Erena Hernández en la revista Revolución y Cultura:

“Decido fundar mi propia orquesta con Alejandro Riveiro […] Teníamos un programa en la CMCO y se me ocurrió usar como tema musical la “Guajira guantanamera” que había usado en 1928.”[7]

La polémica parece desatarse, tomando otra vez a Joseíto como referencia:

Francisco Pita Rodríguez quien atendía la sección “Correspondencia” en la revista Bohemia afirma que había entrevistado a Joseíto en abril de 1978 y que este le comentaba:

“[…] compuse la “Guajira Guantanamera”. Y el éxito nos sorprendió a todos […] Esto ocurría por al año 1934” [8]

El 9 de mayo de 1934 y en la propia sección de la citada revista, Odilio Urfé, asesor musical del Ministerio de Cultura, deja estampado que La Guantanamera se creaba hacia el año 1930.

Por su parte, Alberto Muguercia, entonces miembro del Centro de Investigación Histórico Cultural de la Biblioteca Nacional José Martí, declara en Bohemia el 3 de febrero de 1985 que Joseíto creó La Guantanamera en la década del 30.

Otra fecha se infiere de La radio en Cuba de Oscar Luis López:

“Dicha tonada la compuso el autor en 1928, cuando él se dedicaba a cantar sones montunos. En 1936, estando de solista en la orquesta Riveiro, la estrenó por la radio en la CMCO.”[9]

La cuestión de la determinación de la fecha definitiva de la Guantanamera es crucial, porque existe un lapso significativo entre la creación de la obra y su estreno, entre su estreno y la inscripción oficial. Seguramente es ese uno de los factores que azuza la polémica.

Sin embargo, un guantanamero, Herminio García Wilson (1904-1998) tiene una sola historia.

LA GUANTANAMERA SEGÚN EL DIABLO

Trabajador de panadería, Herminio se aficiona a la guitarra y al tres desde niño. En 1919, toca por vez primera con un grupo organizado: una “estudiantina” guantanamera que tenía a Graciano Secre como director.

Su labor continua con la agrupación de Enrique “Quico” Salas y en 1924 crea una agrupación de este tipo con José Hechavarría Portuondo, Cayuco. Se consolida como tresero y toma el mote de “El Diablo”.

Wilson era buscado constantemente por los demás grupos; dirige los sextetos El Puelmerón y La rosa roja, en su ciudad natal. Logra acompañar (si bien ocasionalmente) a figuras de la talla de Panchito Riset, “El Niño” Rivera, e incluso, Antonio Machín.

Se mantuvo tocando hasta 1985 con la Estudiantina “El regreso de la sorpresa” y es autor de boleros, sones, guarachas, danzones, y también valses y changüí.

Lo recuerdo. Subí el escalón de una vivienda modesta, con un bombillo mortecino en medio de la salita. Ya estaba en el ocaso de su vida; pero aún tenía la mente clara. Desde su balance, me hizo la historia, paso a paso, la que había contado a algunos, la que contó después.

Lo hizo, primero con rabia; luego fue saliendo la convicción de las cosas auténticas; y finalmente con la serenidad de los años.

No quería restar méritos a Joseíto; nadie podrá hacerlo. Nunca lo conoció personalmente, aunque afirma haberlo procurado. Sólo buscaba que se le reconociese ese aporte de sus compases iniciales.

La idea de La Guantanamera lo martillaba. Al menos, su ciudad acabó reconociéndolo, esa contribución que el país fue remiso en aceptar….

En declaración jurada a la abogada María Eugenia Arranz Oliva, tomada el 12 de mayo de 1933, y a la que tuve acceso, declara textualmente:

“Desde muy jovencitos andábamos juntos en fiestas, a las cuales nos invitaban a tocar a Neno, Chito Latamblé, José Hechavarría (Cayuco), Cheito Cambrón, Felipe Corona (Pipi), Joaquín Ramírez, Enrique Dibusnay, Elpidio Vera, desiderio Lobato; este grupito andábamos siempre juntos […] también andaba con nosotros Luis Odio Rancol.
[…] allá por al año 1929, el padre de Irma Bosch me invitó a tocar en una fiestecita de su hija, y por supuesto, busqué a los músicos arriba mencionados […] la fiestecita era en Carlos Manuel número 664, entre Paseo y Narciso López, en donde había una tienda que le llamaban La Castellana, a las ocho y veinte de la noche, ya estábamos todos, me puse a calentar los dedos en el tres, y en esos precisos momentos, pasa una muchacha y Joaquín Ramírez le dice algo como un piropo, aunque en aquellos años no era muy usual decirle eso a las mujeres en la calle […], ella respondió con palabras groseras y él le dijo: “Y qué se habrá creído la guajira guantanamera esta”. Precisamente de esa forma nació la famosa Guajira Guantanamera, y fue Pipi Corona el primero en cantarla allí mismo en la esquina y luego entramos en la fiesterita en casa de Toto Bosch, en donde fue interpretada por su hija al piano (Zoila) […] Esa es la verdadera historia de la Guajira Guantanamera”

A continuación en el mismo expediente se rectifica que el piropo fue dicho en realidad por Pipi Corona.

Todo coincide con un documento inédito que me facilitara el investigador Augusto Lemus, tomado a “El Diablo” en 1980:

“[…] estaba tocando el tres en acorde de sol mayor, y dije: Guantanamera, Guajira guantanamera y se repitió varias veces hasta que partimos para la casa dónde íbamos a tocar”.

La paternidad de La Guantanamera no fue un reclamo póstumo a la muerte de Joseíto, y El Diablo Wilson me comentaba su intención de que aquellos compases iniciales se le reconocieran:

“Recuerdo que en mi nombre, en la década del 30, fueron a ver a Rafael Incierte y a Luis Morlote, mis amigos Nino Picurnay e Hilario Torres para poder legalizarlos; pero no fue posible, como mínimo debía tener 16 compases. También le conté la historia al investigador Alberto Muguercia, en 1972, luego de una extensa entrevista; pero después me dijo que ya estaba tan difundida la autoría de Joseíto que era muy difícil echarla atrás” [10]

Siguiéndolos hilos de aquella historia, atenazados por la curiosidad nos fuimos en busca de otros testigos. Y estos, aparecieron.

Luis Odio Rancol, un conocido tresero: “Pasó una muchacha con aspecto de guajira, pero muy bonita, y uno de los del grupo le dijo: “Vamos a ponerle un azabachito para que la proteja”, y la muchacha, ofendida, contestó con una grosería. Y ahí mismo le respondieron: “Que se habrá creído la guajira guantanamera esta”, y ahí mismo El Diablo Wilson sacó La Guantanamera en su tres, en cuatro compases de sol mayor”[11]

María Eugenia Leguén Larrázabal, vecina del lugar: “Teníamos a los músicos en el propio barrio Ese día, como era costumbre, los jóvenes fuimos hasta la esquina y pasó una muchacha de buen cuerpo, le dijeron algo y ella se viró molesta. Le contestaron que qué se figuraba la guajira guantanamera esa. Allí, sin esperar, Herminio se inspiró”.[12]

¿Quién se atreve a negar el suceso a tantos testigos?

LLEVADA A LA CAPITAL POR AUTÉNTICOS CANTADORES

El Premio Cervantes (1977), Alejo Carpentier, musicólogo, novelista y crítico de arte, señaló en La música en Cuba:

“Hace poco una estación de La Habana, obtuvo un gran éxito de popularidad, con una canción de buen corte campesino, titulada La Guantanamera, que había sido traída a la capital por auténticos cantadores”[13]

¿Haría Alejo Carpentier una afirmación gratuita, sin el sustento de una información?

Si volvemos al programa El reclamo del Diablo, podremos transcribir la entrevista realizada al musicólogo Helio Orovio, autor del Diccionario de la música cubana, biográfico y técnico:

“La Guantanamera lega a la Habana, la escucha Cheo Marquetti y la convierte en guajira-son, primera parte guajira, , y segunda, el montuno de son creado por Herminio García Wilson […] Esta guajira comienza a cantarse por Joseíto Fernández en la radio; él le hace incorporaciones en el aspecto melódico, en la inflexión vocal, en la estructura melódico-rítmica le hace algunas aportaciones[…]”

¿Cómo llegaron a La Habana esos “auténticos cantadores”?

Herminio García Wilson cree tener la respuesta y así lo explicaba a la radio:

“En la propia década del treinta, un cuarteto formado por Pipi Corona, Joaquín García, Juan Limonta y Rigoberto Hechavarria, hizo una gira por Santiago, Palma Soriano, Bayamo y también La Habana, y según me ha contado Pipi, incluyeron La Guantanamera”.

Siempre me ha resultado llamativo el canto emocionado de un habanero a una tierra donde no había nacido, que no lo adoptó y de la que geográficamente lo separaban un millar de kilómetros....

Sin embargo, la interrogante parece quedar aclarada:

“La Guajira Guantanamera se formó antes del Suceso Radial con La Guantanamera, en la CMQ […] Yo trabajaba en una plantica de radio, cantaba y cantaba esa tonada con cualquier nombre: Guajira camagüeyana, Guajira vueltabajera. Había una guantanamera que estaba enamorada de mí, pero era muy celosa. Ella me traía flanes, cositas de comer […] Ese día me sorprendió hablando con otra y se fue indignada y, lo peor, se llevó el pan con bisté que me traía […] Entonces yo agarré el micrófono y canté como nunca: Guantanamera, guajira guantanamera…” [14]

Por otro lado, poco se habla del aporte que le hizo a la pieza el mítico creador Pepecito Reyes:

“Cuando llegué, la pieza era nada más que un guajira con acompañamiento, como si fuera un rayado de guitarra, pensé que eso estaba muy frío así. Fue entonces que inventé la introducción.

“La cosa era que yo hacía primero un floreo con el piano. Joseíto me decía: “Dile algo a los muchachos del pueblo”, y cosas así. De ahí, yo ponía la introducción, y al final, con el coro, venía el tumbao. Todo eso se me ocurrió a mí. Esa es La Guantanamera que se escucha hoy.
……………………………………………………………………

“Cuando llegué, ya Joseíto la tenía registrada, así que si hay algo por el medio, yo no lo sé. Conozco lo que se dice, pero no me quiero meter en honduras” [15]

Para unos, el tema de la autoría de La Guantanamera quedó sellado; para otros vivirá envuelta en una polémica, tal vez infinita.

Santiago Moreaux, representante de Wilson al entablar demanda contra Joseíto, y entrevistado por Karina Rodríguez, resume todo así:

“Si me preguntan la verdad, la verdad... Joseíto era y es una figura internacional, no se le quiso destruir, pero esa canción es colectiva. Para mí lo más justo es reconocer al Diablo como autor inicial, Joseíto con aportaciones y popularizándola nacionalmente y Pete Seeger, universalizándola y contemporaneizándola con los versos de Martí que incluyó Julián Orbón.

“No creo que esto le quite gloria a Joseíto, pero el autor de los cuatro primeros compases —lo más importante, al fin y al cabo, porque hay muchas formas de cantar La Guantanamera— es el Diablo Wilson”.[16]

Yo acabaré, sin embargo, con el fragmento de unas décimas mecanografiadas, escritas por el matancero Juan Pablo Santana:

Cuando Guantánamo era / una colonia viciosa / nació en sus predios la hermosa
Guajira Guantanamera […]
Este rincón del Caribe / por modestia no reclama; / pero por este programa /
sabrá el pueblo espectador /que su verdadero autor / Herminio Wilson se llama”.


NOTAS

[1] Orlando Quiroga: “El sonido de la semana”, en Bohemia, octubre 27, 1972, p.17
[2]En el juicio de demanda de los derechos de autor (1993) se falló a favor de Joseíto Fernández y esa condición fue ratificada por las máximas autoridades judiciales del país.
[3] Reinaldo Cedeño Pineda: “El diablo y la luz”, en periódico Venceremos, Guantánamo, 10 de julio de 1993, páginas centrales.
[4] “Sobre el origen de La Guantanamera: El diablo y la luz”, revista Ámbito, Holguín, febrero de 1994, p. 54-62.
[5] Karina Rodríguez: “La guantanamera: ¿historia conclusa?”, en Juventud Rebelde, 10 julio 2004.
[6] Pedro Abreu: “La Guantanamera” en El Mundo, 10 de abril de 1967, apud en Víctor Pérez Galdós: Joseíto Fernández y su guajira guantanamera, Editora Política, La Habana, 1999, p. 18.
[7] Erena Hernández: “Mi biografía es la Guajira Guantanamera”, en Revolución y Cultura 82/79, La Habana, p.58.
[8] Francisco Pita Rodríguez en Bohemia, La Habana, 30 de noviembre de 1979.
[9] Oscar Luis López: La radio en Cuba, Editorial Letras Cubanas, 1998, p. 142.
[10] Aseveraciones grabadas inicialmente por este autor, y recogidas luego en el volumen El diablo y la luz, Ediciones El mar y la montaña, Guantánamo, 2004. En el capítulo “El diablo y la luz: la otra historia de La Guajira Guantanamera”, p. 45-53.
[11] Ibid, p. 50
[12] Ibid.
[13] Alejo Carpentier: La música en Cuba, Fondo de Cultura Económica, México, 1946, p.31
[14] Orlando Quiroga: “El sonido de la semana”, en Bohemia, octubre 27, 1972, p.17
[15] Reinaldo Cedeño y Michel Damián Suárez: Son de la Loma, Editora Musical-Mercie Editores, la habana, 2002, p. 191 y 192
[16] Karina Rodríguez: Op.cit.

1 comentario:

Candelaria dijo...

Hola.
Interesantísimo el artículo.
Tengo una pregunta: ¿alguien es el dueño de los derechos de esta canción? Si yo quisiera grabarla/tocarla en público... a quién debería pagarle?

Gracias!!!!!