Reinaldo Cedeño Pineda
-¿Quién ha visto a un cristiano cantando en ruso?, espetó mi abuela atónita cuando le dije que iba al concierto de Ala Pugachova.
El ruso me resultaba un idioma difícil, raro. Y el oído cubano se resistió siempre a repetir aquello, pero… había leído sobre ella en más de una revista Sputnik y no podía perder la oportunidad de conocer a la famosa Pugachova, o Pugacheva o Pougachiova, como también decían.
La verdad verdad es que iba por curiosidad, una curiosidad irresistible.
¿Sería verdad todo lo que se decía de ella? ¿Pura exageración o se le hacía justicia?
Me extrañó que la pusieran en el Martí, un teatro de segunda; y no en el Oriente, por donde pasaban las estrellas que venían a Santiago y que hoy está cayéndose a pedazos.
Tal vez, los organizadores de su presentación pensaban como mi abuela, y, en consecuencia, buscaron una sala de menor capacidad…
Al fin y al cabo, aquello era una excentricidad, ¿no?.... y había que cumplir con alguien que venía del país de los Soviets.
Lustré mis zapatos con esmero, me puse mi mejor camisa y allá me dispuse.
El teatro estaba abarrotado de rusos (había entonces muchos técnicos y asesores en Cuba viviendo junto a sus familias en aquellas "villas" de edificios prefabricados); pero también había cubanos... y sólo alcancé butacas en el balcón.
Delante se me sentó una niña rusa, pequeña, pero con grandes lazos rosados que me obstaculizaban divisar todo el escenario… y no esperé la primera canción: ni corto ni perezoso, di un tirón a uno de los lazos.
La madre se viró de pronto, me dijo no sé que cosa en un ruso que no hacía falta traducir, varios se viraron hacía mí…. pero logré mi objetivo. No sé como, intercambió a la niña por un varoncito más pequeño. Y los incómodos lazos desaparecieron.
La fecha exacta se me ha extraviado en la memoria. Ha de haber sido ¿en los tempranos ochenta? ¿un poco antes?… La intérprete tendría alrededor de treinta años. Más que hermosa, era impresionante.
Se me confunde si fue antes o después de su presentación que exhibieron en la Isla un documental sobre ella: “Una mujer que canta”. Un carácter fuerte se revelaba, tanto en en las tablas como en su vida privada. Eso sí, recuerdo que había sido producido por los célebres estudios Mosfilm, en 1978.
Era la primera diva internacional de la Unión Soviética.
En el teatro Martí, salió la Pugachova. Del asombro pasé a la inquietud. Me movía en el asiento incrédulo, tratando de aclimatarme a tanta energía. Lo juro, sentí deseos de gritar….
Pero… ¡¿Quien era aquella mujer?!
Desde que se asomó al escenario, cuando se plantó en él, se echó al público en el bolsillo.
Qué ruso ni que niño muerto… la Pugachova hablaba con los ojos y con los gestos. Su largo pelo rojizo era un remolino…
Se inclinaba, llevaba las manos hasta el cielo buscando alivio, abría los brazos en toda su extensión y aquellas mangas enormes que le colgaban hasta el suelo, la convertían en una mariposa blanca, en una aparición.
Tan pronto miraba desolada, sacaba un tono dulce, dulcísimo, una caricia… que soltaba una llamarada increíble, sostenida, potente; al borde del paroxismo.
Ala ya me había conquistado cuando entró en su famoso tema Arlekino…
En un sortilegio se transformaba en payaso, te encerraba en el drama mientras se encorvaba. Y yo no entendía como entendía el ruso y aquella historia del clown solitario, marcado por el desamor, aferrado a la máscara de la risa mientras su alma moría.
La Pugachova movía sus extremidades como aspas –la introducción se basada en la música folclórica rusa–, entraba a la carpa, micrófono apretado. Y se soltaba.
Sacaba una vocecilla aguda de payaso, todos reían… de pronto la tornaba grave. Luego se detenía en una interpretación a media voz mitad hablada mitad cantada, sobrevenían unas lágrimas sacadas del más allá, se lamentaba, gritaba desesperada ¡Ay Arlekino, Arlekino!, se imponía un risa irónica, tristeaba. Y volvía a reír…
Una vuelta, unos compases… y Ala era ya la Pugachova de nuevo en todo su esplendor.
Arlekino NO era UNA interpretación, era LA INTERPRETACIÓN.
Quien no ha visto Arlekino (letra de B. Barkas, música de Emil Dimitrov) se ha perdido una de esas interpretaciones antológicas que te marcan para toda la vida. He visto video de aquel tema en tres momentos: 1975, 1979 y 1982. Por eso lo he colado aquí:
No sé si fui el último en salir del teatro, pero me quedé clavado en mi butaca. No podía creer lo que había pasado.
Salí en un estado de excitación tal que caminé la ciudad largo tiempo antes de regresar.
Nadie me hizo mucho caso cuando conté aquella descarga –apenas iba saliendo de la adolescencia–. Y. debí guardármela para mí.
Arlekino la había lanzado a la fama en 1975, al ganar el Festival Orfeo de Oro de Varna, Bulgaria… ¿Cómo no hacerlo?
En 1978, con otra pieza, se adjudicó el premio Nightingale en el Festival Sopot de Polonia.
Ambos eran los encuentros más importantes de la música ligera en Europa del Este. No la mimaron: esos concursos eran recios, ¡y allí se aparecían cada voces!.
Seguí leyendo todo lo que salía sobre la Pugachova. Supe que en el Olympia de París, los empresarios le solicitaron cantar en inglés; pero ella supo llenar el salón y recibir los aplausos cantando… en ruso.
¡250 millones de discos vendidos!
Después no supe más de ella, no tenía donde. Las publicaciones soviéticas se suspendieron en Cuba a finales de los ochenta, incluso antes de la desintegración de la Unión Soviética (1991). Ahora he vuelto a saber, gracias a la Internet.
Y leo la cifra: 250 millones de copias vendidas… la solista que más ha vendido en la historia.
Algunos de mis amigos me miran incrédulos cuando les comento. Claro, ellos no alcanzaron a verla, o no quisieron…
Tras la caída de la URSS, Ala Pugachova se hizo de una emisora de radio, una revista, una discográfica, una línea de calzado y otra de perfume. Y sigo leyendo….
Es millonaria, ha sido declarada entre las personalidades más influyentes de Rusia y ayuda en una clínica de desintoxicación en Moscú.
Ha participado en varias películas y su hija actuó en el célebre filme Espantapájaros.
Sigue cantando y con éxito. Nació el 5 de abril de 1949, por lo que está al borde de los sesenta años. .
Su discografía es impresionante, desde el inicio de su carrera en 1965 hasta hoy. El sello oficial ruso Melodiya o Melodya la había lanzado. Luego grabó en Japón, Finlandia, Bulgaria, Checoslovaquia, Suecia….
En Suecia (Worl Record Music) grabó en 1985 su único disco en inglés: Watch Out que se conoció en Rusia como Alla Pugacheva en Stockholm.
Se comenta en todas partes de su participación en el Festival Eurovisión de 1997 con el tema “Prima donna”, que luego aparecerá en un sencillo en inglés.
Tal vez Occidente, embebibido en su propia fábrica de divas
–anglosajonas, o de ascendencia latina–, no había reparado demasiado en ella. Ya sé que en los festivales artísticos salen a la luz las revelaciones; pero aquellos de corte competitivo se me parecen demasiado a un circo, con perdón.
En el Festival Eurovisión de Dublín ya no era la jovencita que ví, pero seguía firme, y excéntrica. En realidad, esa cita no estaba hecha para ella, una intérprete hecha y derecha, venida de otra tradición, aunque cantara pop.
El pop de Ala era a lo Pugachova.
Creo que no le perdonaron que cantara en ruso y no supieron bien donde ponerla. La moscovita siguió siendo una rareza… aunque como siempre, logró abrirse paso más allá de cualquier consideración del jurado.
Así lo vio, con una mezcla de desparpajo y sinceridad, el blog Diario de un Eurofan, algunos de cuyos fragmentos me permito citar:
“Posiblemente no haya intérprete rusa que (…) que haya dado tanto que hablar entre los eurofans. Sería por su cardado a lo duquesa de Alba despeinada, por su colgante que debía pesar un quintal o por su modelito (botas incluidas) de maruja recién escapada de la movida madrileña, el caso es que Alla Pugachova se hizo un hueco en el corazoncito de los eurofrikis allá por los 90.
(VER MÁS en http://diarioeurofan.blogspot.com/2007/09/la-reina-de-la-laca.html)
Sobre sus varios matrimonios se habla bastante, la fama trae eso y más... pero siempre he creído en el respeto escrupuloso hacia la vida íntima de los demás, sin que medie el anonimato o la publicidad.
Todavía guardo, como un trofeo, un disco plástico, de esos que venían en unas revistas rusas y que por curiosidad un día compré. Cuando lo puse en mi tocadiscos –ruso, off course– salió la voz inconfundible, el estilo de la Pugachova… nada menos que con Arlekino.
Ya no hay donde tocarlo, ya no ha de servir. Es un objeto museable; pero ahí está.
En la URSS y en Rusia le otorgaron todos los galardones habidos y por haber. Tal vez pretendieron elegirla como un emblema de ciertas cosas, más allá del arte; pero ella supo sobrepasar con creces cualquier compromiso de ese tipo y colarse en el alma de la gente
No importa que no la pongan y que apenas posea grabaciones suyas. No importa que cante en ruso. No importa que algunos no la conozcan, ellos se lo pierden.
Desde aquel día en el teatro Martí, desde aquella ocasión de Arlekino, inicié un romance artístico con Ala Pugachova hasta el final. Y eso, no hay quien que me lo pueda quitar.
3 comentarios:
Eyyyy gracias por citarme! Todo un honor y... viva la pugacheva!
Buenísimo el comentario sobre Alla Pugacheva (que para mí es Pugachiova). Me llama la atención que siendo cubano no se te haya ocurrido escuchar Radio Moscú en onda corta, que es así como yo la he conocido en los años 80. Es una mujer realmente admirable, de una voz única. Y como bien señalas, su personalidad es atrapante desde el primer momento.
En Argentina casi nadie conoce su existencia. Es un gran aporte más de la sociedad capitalista occidental a la ignorancia generalizada.
Rusia y la ex-URSS han dado cantantes muy buenos. Una lástima que nunca nos llegue nada, muestra que aquello de lo del muro, era una simple excusa para limitarnos a ciertos productos occidentales.
Cómo te envidio el haber asistido a uno de sus conciertos y verla en su plenitud de facultades... En esos años 70 y 80 estaba hecha un bomboncito. Un bomboncito que encima cantaba de maravilla, con muchísimo arte y gracia... Un encanto, vamos. Seguro que alegró la existencia a millones de personas amargados por el gris mundo de Brezhnev y cía. Si un día consigo una máquina del tiempo la programo para 1975, MOCKBA, y voy a pedirle matrimonio, ja ja
Publicar un comentario