La isla se conoce como Watling. Los indígenas le llamaban Guanahaní. Cristóbal Colón la bautizó San Salvador.
Y otro no podía ser el nombre.
Fue esta ínsula de Las Bahamas, el botón de América, la tierra salvadora que se le apareció al Almirante y a sus carabelas, tras muchas semanas de viaje, a punto ya del amotinamiento.
Era el 12 de octubre de 1492.
Rodrigo de Triana dio el estentóreo grito de ¡¡¡Tierra!!!... y el mundo se transformó para siempre.
Expuesto a la lupa del tiempo, es muy significativa la tenacidad irreductible de Colón.
No se rindió ante el rechazo de la corona portuguesa, ni ante los seis años que le costó convencer a los reyes católicos.
Acabaría arrancándoles a Fernando de Aragón e Isabel de Castilla -en contra de la mayoría de los analistas de la época-, una fortuna increíble para asegurar el viaje hacia lo ignoto… ¿o no le era tan ignoto?
¿Colón se sentía escogido por la Providencia para encontrar las nuevas tierras?
¿Arriesgaba su vida confiando sólo en su habilidad marinera y los cálculos?, o... ¿Tenía realmente evidencias obtenidas en Las Azores, Las Madeira o Las Canarias, como algunos especulan?
No hay quien puede dudar de la hazaña... pero con todo rigor, no fue, no pudo ser “El Descubrimiento de América”, puesto que el Hemisferio ya estaba habitado muchos siglos antes.
Ni siquiera fue el descubrimiento para Europa.
No pudo ser “El Encuentro de dos culturas”, cuando una aplastó a la otra. Acaso resultó más propiamente, un encontronazo.
¿Qué tendrían que celebrar la población originaria, los “indígenas”, como no fuera El Día de la Resistencia?
¿Cómo hablar de hispanidad, de Día de la Raza, cuándo se trató de una conquista?
Ni siquiera fueron los primeros europeos en poner sus pies en América… eso había ocurrido también en una isla, pero más al Norte, en Terranova…casi quinientos años antes.
La saga de los vikingos
Vikingos es el nombre que se dieron a sí mismos algunos pueblos nórdicos cuya ubicación actual corresponde a Dinamarca, Suecia y Noruega. Su época de oro se ubica desde el año 800 hasta el 1100 de nuestra era.
La escasez de tierra, la mejora en la producción del hierro y la necesidad de nuevos mercados, motivó la continúa expansión hacia el oeste.
La legendaria habilidad vikinga en la construcción naval y su temeridad, les convirtió en reyes del mar. Colonizaron las islas del norte europeo y llegaron hasta Groenlandia en los últimos años del siglo diez.
Desde la gigantesca isla, realizaron sus exploraciones a la costa nororiental de Norteamérica. Y la denominaron “Vinland”.
Así, habrá que corregir la historia.
En el albor del siglo once de nuestra era, los primeros europeos pisaron tierra de América. Cinco siglos antes de 1492.
El primero fue el explorador islandés Leif Erickson -hijo de Erick El Rojo- que hizo escala en los actuales territorios de La Tierra de Baffin (Ártico canadiense), la península del Labrador… y en Vinland.
Buscando la mítica Vinland
La literatura antigua tiene un verdadero tesoro en las “sagas medievales de Islandia”: composiciones sobre héroes legendarios y hazañas que pasaron de la tradición oral a la escritura, entre los siglos doce y catorce.
Allí justamente se encuentran las primeras pistas.
Cuentan que Erickson con treinta y cinco hombres, desembarcaron próximos al delta de un río, un lugar abundante en salmones y pastos. Y se animaron a construir casas para el invierno.
Parece ser que la palabra Vinland no está relacionada con vino como se pensaba, sino que significa precisamente pastos o colinas, en el antiguo idioma nórdico.
Y de las sagas se pasó a la comprobación científica.
Terranova y su “dedo extendido” (Gran Península del Norte) se hallan justo en la ruta marítima de los vikingos. Y en la aldea de L'Anse aux Meadows, se encontraron huellas indiscutibles de la presencia vikinga.
Entre ellas, el volante de una rueda nórdica, herramientas de saponita, montículos de piedra, cercas de palos entrelazados a la usanza vikinga... y poco a poco, emergieron los restos de ocho edificaciones típicas.
Sus casas eran comunales, sin ventanas, con un dintel muy bajo para conservar el calor y evitar la entrada de intrusos.
Hay cierto misterio en las causas para que gente tan emprendedora se marchara, pero es sabido que en el año 1005, Thorvald, hermano de Erickson, perdió la vida en esos contornos.
La naturaleza fría les era común, pero se presume que el asedio de los nativos, les haya obligado a retomar sus naves y partir.
Los “nativos” ya estaban cuando arribaron los vikingos, subrayo.
Actualmente este sitio forma parte de un Parque Nacional que sigue la costa rocosa del golfo de San Lorenzo, en tierra canadiense continental.
Es muy probable que L'Anse aux Meadows no sea todo Vinland, mas la UNESCO, reconociendo la excepcionalidad del lugar declaró este sitio en 1978, Patrimonio de La Humanidad.
Una placa reza:
“L'Anse aux Meadows es el primer asentamiento nórdico en América del Norte. Sus edificios son en consecuencia las primeras estructuras europeas conocidas en este continente. Su herrería representa los primeros trabajos en hierro realizados en el Nuevo Mundo.
“En este lugar se llevó a cabo el primer contacto entre nativos americanos y los europeos”.
Es hora de poner fin a un colosal gazapo histórico, que la polémica no, esa es infinita.
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