domingo, 23 de septiembre de 2012

UNA LECCIÓN DE HUMILDAD



  


Reinaldo Cedeño Pineda
 escribanode@gmail.com
 

Debía escoger entre un océano de tinta y de papel. Cinco años en la página cultural del periódico Sierra Maestra, en Santiago de Cuba. Cinco años, o cinco siglos. Tras el cierre, salía a caminar: las penas se me alivian caminando.  

Esperaba los sábados. La euforia y el temor, hasta los huesos.  

Un periodista publica sus errores como un médico entierra los suyos, me dijo un colega, para tranquilizarme.

Cada error es una pedrada, le respondí.

L. era mi correctora de confianza. Cuando ella ponía sus ojos, los nervios regresaban; pero no era un día cualquiera. En las escaleras, como novia que espera:

—Se me fue un error en tu trabajo… no sé como…

El piso se volvió arenisca. Empecé a hundirme. Ella esperaba una palabra, cuando le di la espalda.

La esquivé. Ni una palabra. Rumiaba al verla. 

La soberbia corroe, como el cáncer.

Entregué la página al final de la semana. Recapitulé camino a casa, línea por línea, idea por idea, como siempre. Tropecé en la última palabra, di un paso en falso. Asomó el equívoco, vil como hierro candente. Intenté volver, volví… pero era tarde: la plana ya giraba en los rodillos.

Llegó un lunes de muerte. Abrí el periódico en la antesala del patíbulo. Abrí la página para flagelarme, mas la palabra terrible, la delatora, no estaba. Me dejé caer. Apreté mi cuerpo contra la silla hasta que dolió.

L. me había salvado.

No alzamos la voz. Hay silencios de oro. Fue magnánima cuando le tendí mis brazos. Allí, calladamente, mientras la estrechaba, me dio una lección de humildad.


(Del libro en preparación LAS PEQUEÑAS PALABRAS) 

1 comentario:

Rogelio Córdova dijo...

Gajes del oficio, pues mira, una vez hicimos una nota algo así fue el llamado de portada: "Ritos satánicos en Renta 5. PÁG. 2". Chico la gente cuando abría para ver la página 2, había cualquier estupidez menos la noticia de los benditos macabros....jejejee...Un error, me resbala, no me mortifico y a estas alturas de mi vida, lo pongo como la práxis pedagógica para futuras generaciones. Porque somos humanos a las finales y errar es de humanos. ¿no crees?