(Fotograma del lureado filme Fresa y Chocolate)
REINALDO CEDEÑO PINEDA
Senel Paz (Santi Spíritus, Cuba, 1950) no buscó la fama. Esta le ha presentado sus respetos, y ¡de que manera!
Aunque ha corrido mundo, aunque hace mucho vive en la capital cubana, aunque le han agasajado aquí y allá… todavía hay en él algo de timidez, del “muchacho de Cabaiguán”, poblado del centro de Cuba.
Tal vez hace honor a su apellido, sin olvidar que los demonios de un escritor, de alguna manera, van siempre con él.
Durante su intercambio con jóvenes universitarios en la “Peña del Alibi” (Asociación Hermanos Saíz, centro cultural David) y bajo la conducción del joven poeta Oscar Cruz, ha declarado que en Santiago espera “ganar nuevos amigos”.
Incluso, a contrapelo de su costumbre, ha leído uno de sus últimos cuentos: "Sobre la candidez de los muchachos de provincia".
El texto ficciona una de las realidades del país: la emigración hacia la capital, en búsqueda de mejores condiciones, con todo lo que tiene de ironía, estrategias, vicisitudes y comedia del absurdo:
"En los tiempos que corren, la gente nos prefiere a nosotros, los muchachos de provincia a los de la ciudad, es decir, los de la Habana. Es que estos son tan pretenciosos y mal educados, que en una escalera o pasillo no saludan ni se hacen a un lado, si tropiezan con una señora o señor, y mucho menos se ofrecen para llevarles la bolsa del mercado que puedan traer consigo. Nosotros, los de provincia, sí.
"Ellos escriben las paredes, dicen palabrotas y se rascan sus partes sin importarles quien los mire o los oye. Nosotros, los de provincia, no. Nosotros cuidamos le lenguaje, damos los buenos días, y ya con la bolsa del mercado en la mano, comentamos el último capítulo de la telenovela o el próximo juego de pelota, según se trate de señora o señor…"*
(Al final, la narración terminará en un abrazo, en más que un abrazo... y en el muchacho de provincia que se queda en la capital)
Aunque vino aquí a presentar su última novela: En el cielo con diamantes (Editorial Oriente), nadie olvida que su cuento El lobo, el bosque y el hombre nuevo inspiró el laureado filme Fresa y Chocolate
El cuento ganó el Premio Juan Rulfo de Radio Francia Internacional en 1990, y la cinta, varios galardones, entre ellos el Gran Premio Coral en La Habana 1993, Oso de Plata de Berlín 1994, la candidatura al Oscar como mejor cinta extranjera en1994 y el Premio Goya en similar categoría en 1995.
Su estreno a comienzo de los noventa, sacudió a la sociedad cubana y sacó de la “invisibilidad” un tema sensible, largamente postergado y marcado por infinitud de tabúes.
Y más de una pregunta, versó sobre el cuento, sobre el filme, que cuenta la relación humana entre un intelectual homosexual que llega a ser acosado (Diego, corporizado en la pantalla por el actor Jorge Perugorría) y de un joven comunista (David- en la piel de Vladimir Cruz), que acaba en una hermosa amistad, por encima de la intolerancia y las diferencias de la Cuba de los setenta.
“Siempre he creído que los personajes me habitan.
“Para mí, el personaje de Diego era sobre todo un problema de lenguaje, un personaje que tiene una cultura superior a la cultura que yo tenía en ese momento, un tipo más leído que yo diez veces, que se mueve en la cultura, que acude a citas… Y luego resulta que era homosexual, y uno tiene que aceptar a los personajes como son.
“Hay como setenta personas que se han adjudicado ser "el Diego". Incluso cuando la película resulta candidata al Oscar, se presentó alguien en el ICAIC [Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficas] diciendo que era el Diego, que él debía estar en la ceremonia...
“Lo que hice fue darle la bienvenida al personaje. Es un personaje muy parlanchín, hiperquinético, con su manera peculiar de moverse. Lo que más trabajo me costó fue que finalmente todo brotara con espontaneidad.
“Luego uno se hace responsable del conflicto, del problema que trae el personaje y trata de reflexionar sobre el tema que el personaje trae. El problema no sólo es la homosexualidad porque este personaje tiene otra manera de ver la vida en varios aspectos”.
El cuento fue un alivio
Senel apuntó sus consideraciones sobre le tema de la homosexualidad, la sociedad cubana y la literatura.
“Aquel que fuera distinto, que no va en la corriente principal, que tenía conductas diferentes ha sido un problema en nuestra sociedad. Estamos acostumbrados a una unanimidad y de alguna manera construíamos un modelo de hombre que debía ser de ideología marxista, ateo y heterosexual. Y lo que se salía de los parámetros, era negativo, se cerraba el paso a la diversidad…
“No fue el primer relato que trató del tema. Ya lo había hecho en los treinta o cuarenta, Carlos Montenegro con su novela Hombres sin mujer; lo había hecho Lezama, y en La Habana lo venía haciendo Carlos Díaz con el teatro El Público.
“En mi relato, lo específico está en que fue un abordaje tranquilo, sin tónica tendenciosa, buscando un diálogo con la sociedad, en especial para el heterosexual. El homosexual no tiene problemas para hablar de su homosexualidad; al que le cuesta trabajo vencer sus prejuicios y su propio bloqueo, es al heterosexual.
“En el cuento, tener a un personaje que fuera simpático es la técnica del caballo de Troya: gana la atención del lector, y luego va exponiendo temas más complejos. El relato y luego la película, tuvieron una connotación no sólo literaria y artística, sino también social.
“Era un problema que nuestra sociedad debía dilucidar, debatir, hablar… y no lo había hecho. El cuento ayudó a hacerlo, a sentirlo como legítimo, a hablar de una manera tranquila y sosegada de este tema en público. El cuento fue un respiro, un alivio”.
Los setenta: un trapo sucio nunca ventilado
A principios de 2007, sobrevino un fértil debate entre la intelectualidad cubana, a raíz de la aparición por la televisión nacional de algunos personajes de triste recordación (Luis Pavón, Quesada y Papito Seguera), cabezas de una etapa de persecusiones y excesos para la cultura cubana: los setenta.
Ese período fue bautizado como “Quinquenio Gris” por el ensayista Ambrosio Fornet, y más recientemente como “Trinquenio Amargo” por el arquitecto Mario Coyula.
Es precisamente en esos años que se desarrolla el cuento El lobo, el bosque y el hombre nuevo; y por supuesto el filme Fresa y Chocolate.
“Es un trapo sucio nunca ventilado, y eso trae sus consecuencias. La vida nos ha demostrado que no hablar de los problemas, de los errores, de los caminos equivocados no trae ninguna ventaja. Reflexionar sobre el error, puede ser más sustancioso que alabar lo que haces bien.
“Yo me he encontrado hoy en día jóvenes a los que tú le dices sobre la UMAP [siglas que significan Unidad Militar de Apoyo a la Producción] y no saben lo que es, creen que eso no existió en la historia de Cuba. Ese problema nunca fue debatido, como el problema que arrastrábamos con la homosexualidad. Cada problema que se debate, lo eleva y aparecen nuevas aristas.
“La directriz esencial de la política de la revolución está clara: una trayectoria extraordinaria, de vanguardia, de defensa de nuestra nación; pero también tiene sus tensiones y momentos negativos, como los años setenta.
“Si analizamos la historia de Cuba, los conflictos entre lo que comienza y lo que echa para atrás, eso es constante, seguramente como en cualquier país.
“Lo importante es un acercamiento culto, inteligente y responsable sobre los problemas de política cultural. Lo de los años setenta fue negativo y dejó un daño aún no cuantificado para la cultura cubana.
“Yo tenía mi primer libro a los veinte años, y no lo publiqué hasta diez años después. No era que no me lo quisieran publicar, sino que el ambiente creado me inhibió.
“Sin embargo es la propia Revolución quien rectifica esa política y rectifica el rumbo, y se va de los años setenta a los ochenta, a los noventa de manera diferente con los ministros Hart y Abel Prieto al frente... pero avanzar no es lo avanzado. Es un verbo permanente…
“El Congreso de la UNEAC [a realizarse a principios de abril] servirá para fortalecer los pilares de nuestra cultura; sin olvidar que los jóvenes tienen otras necesidades, buscan nuevas salidas, piensan acorde con las circunstancias que están viviendo ahora mismo. Y será útil si tenemos la prudencia y la sabiduría de conducir bien las sesiones.”
Senel Paz tiene publicados además El niño aquel (cuentos, Premio David 1979) y Un rey en el jardín (Premio de la Critica, 1983). Entre sus guiones, además de Fresa y chocolate, destacan las cintas españolas Malena es un nombre de tango y Cosas que dejé en La Habana, así como las cubanas Una novia para David y Adorables Mentiras.
NOTA (En la Feria de La Habana se presentó un conjunto de ensayos bajo el título: La política cultural del período revolucionario: memoria y reflexión, del Centro Teórico- Cultural Criterios, 2007 que sí aborda de una manera analítica ese período de los setenta en Cuba, ya sobrepasado)
La Feria del Libro en su etapa santiaguera (más de 480 títulos a disposición del público y algunas deficiencias organizativas), vivió, seguramente, el momento más notable de la segunda jornada.
Fotograma de “Fresa y chocolate”: http://trincheradelcine.blogspot.com/
* Transcripción a partir de una grabación. En consecuencia, la puntuación es mía, no la del autor del cuento.
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